Home | Boletín Comunista Internacional 8 | | ![]() | ![]() |
Reproducimos aquí un artículo de la TCI sobre la toma del poder por el proletariado en Rusia en octubre 1917. De hecho, este artículo constituye un capítulo de un folleto de la Communist Workers Organization del cual los camaradas han decidido volver a publicar algunas partes en su sitio web (www.leftcom.org). Este capítulo, traducido por nosotros del inglés, trata únicamente de las jornadas de octubre, las de la insurrección obrera y la toma del poder por los “soviets” o “consejos obreros”, órganos de la insurrección proletaria y del ejercicio del poder, es decir, de la dictadura del proletariado, como los definía Trotsky.
Hay que subrayar el valor de este texto, por su capacidad para presentar, concretamente, cómo los soviets, en tanto que formas de organización del conjunto del proletariado ruso, tuvieron la capacidad para realizar su tarea histórica bajo la dirección del partido comunista (el partido bolchevique), la vanguardia política del proletariado. Y cómo éste sólo pudo ponerse a la altura de su tarea gracias a la movilización revolucionaria de las masas obreras y de soldados y al precio de luchas políticas internas en el partido mismo. En breve, una de las cualidades del texto es la de subrayar y valorar la “relación dialéctica” que se estableció entonces de manera concreta entre el partido y el conjunto de la clase revolucionaria, la que garantizó el éxito de la insurrección obrera.
De este modo, el texto aniquila la tesis, remachada sin cesar, según la cual Octubre 1917 fue un golpe de Estado organizado por una minoría de revolucionarios profesionales dirigidos con una mano de hierro por Lenin. Uno de los argumentos de esta tesis es el de que la insurrección, más particularmente el asalto al Palacio de Invierno, el asedio al gobierno de Kerenski, tuvo lugar en una ciudad en la que, por lo demás, reinaba la calma, y que logra el éxito debido a la debilidad de los defensores armados del gobierno burgués. El texto de la TCI responde claramente a este problema. Muestra que es precisamente la fuerza y la movilización masiva del proletariado, reagrupado políticamente alrededor del partido bolchevique, incluso a veces por delante de éste o de fracciones significativas de éste, lo que hizo que el poder del Estado burgués cayera entonces como un fruto maduro, con pocos enfrentamientos y víctimas. Esta “facilidad” de la insurrección es, por el contrario, la manifestación de la fuerza y de la conciencia elevada de las grandes masas del proletariado en ese momento y de su participación directa y masiva en la toma del poder; es la antítesis de golpe de Estado impuesto por una minoría.
Igualmente, el texto rechaza la mistificación de un partido bolchevique homogéneo y decidido o bajo la férula de un sólo hombre, Lenin. Por el contrario, arroja luz de cómo el partido de vanguardia mismo fue atravesado por los mismos tipos de vacilaciones y contradicciones que el conjunto de la clase, y cómo el combate político por ganar el partido para la insurrección fue difícil e incluso pudo haberse perdido. Y cómo fue precisamente la fuerza y la movilización revolucionarias de las masas proletarias, sobre las cuales Lenin y algunas fracciones del partido se apoyaron, lo que permitió llevar a cabo el combate contra los que se oponían a la insurrección en el seno mismo de los órganos de dirección bolchevique.
Finalmente, y lección igualmente importante, el artículo de los camaradas de la TCI pone de relieve cómo Lenin y el partido fueron guiados por dos principios de clase esenciales que les permitieron estar a la altura de la situación: el primero, que se puede definir como la necesidad de la destrucción del Estado burgués y el establecimiento de la dictadura del proletariado, principio que guía y define toda política comunista, tanto en un periodo inmediatamente revolucionario, como en periodos en que la lucha de clases es menos aguda y más “cotidiana”, incluso cuando el proletariado no se moviliza masivamente; el segundo, también permanente y fundamental, es el del internacionalismo proletario. Sólo una palabra sobre éste: es precisamente la visión internacionalista de los bolcheviques, que no se puede reducir a la sola denuncia de la guerra imperialista, sino que incluye el llamado a la guerra civil, a la destrucción del Estado burgués y a la instauración de la dictadura del proletariado -tal es el verdadero internacionalismo de clase porque es el único internacionalismo consecuente-, que le permite comprender la absoluta necesidad de instaurar el poder de los soviets como primer punto de apoyo para el conjunto del proletariado internacional mientras que la guerra imperialista, la primera guerra mundial, continuaba; y como factor concreto, material, una dimensión ante todo internacional de la lucha contra la guerra imperialista y por la revolución internacional.
Como se ve, el artículo de los camaradas de la TCI no es un texto “histórico” que habla de una experiencia pasada de la cual se podría sacar eventualmente algunas enseñanzas y luego “pasar a otra cosa”. En la hora en que el capitalismo se hunde en una crisis profunda, en que la burguesía se ve obligada a atacar ferozmente al proletariado en todos los países y, al mismo tiempo, a preparar la única salida que puede ofrecer a su quiebra económica, la guerra generalizada, las lecciones del Octubre de 1917 vuelven a presentarse como esenciales para el desarrollo mismo del combate de clase actual; y para presentar la alternativa proletaria y comunista a la barbarie capitalista. El texto de la TCI nos recuerda la actualidad de la Revolución rusa, de sus principios y de sus enseñanzas, y el faro que constituye para el combate histórico del proletariado internacional.
Marzo 2012, la FICI.
Home | Boletín Comunista Internacional 8 | | ![]() | ![]() |