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TEXTOS DEL MOVIMIENTO OBRERO
La organización comunista:
¿Vanguardia o dadores de lecciones?

A continuación publicamos una de las cartas de Marx a Kugelman y extractos del prefacio de Lenin a la edición del conjunto de estas cartas.

La carta de Marx es muy breve y aborda, de manera lapidaria, una cuestión que Lenin desarrollará desmenuzando, explicando la declaración de Marx, sacando la médula de la cuestión...

Tal cuestión está en el centro de la actividad de una organización proletaria, ya que se trata de la actitud de la vanguardia comunista ante la actividad de la clase obrera; ante la "iniciativa histórica de las masas", según la expresión de Lenin.

Asumir su papel de vanguardia no consiste solamente en dar orientaciones a la clase obrera, en indicarle perspectivas y objetivos para sus luchas. Es también -¡y en ciertos periodos históricos es sobre todo!- estar a la escucha de la clase, de sus iniciativas, de las soluciones que ella "inventa" a los problemas y cuestiones que plantea la situación.

Y cuando la clase se lanza al asalto en condiciones desfavorables, que los comunistas habían previsto y contra las cuales habían puesto en guardia, el papel y la función de la vanguardia consiste en estar y mantenerse resueltamente ante la clase, comprometerse a la cabeza del movimiento sin flaquear pero sin ocultar sus críticas sobre la acción llevada a cabo.

Si bien el Partido bolchevique tuvo completa razón al hacer todo lo posible, en julio de 1917, por convencer a los proletarios de no comprometerse en una insurrección prematura y precipitada, nunca le vino al espíritu el desertar de la batalla, retirarse a su balcón para denigrar a las masas en lucha. Si no se hubieran implicado en esta batalla perdida de antemano, jamás habrían estado a la altura de llevar a cabo la insurrección en octubre.

Y no se trata de oponer la "bravata" a la "cobardía", ni de poner frente a frente el "macho" y el "sacatón". Se trata mucho más simplemente de asumir su papel de vanguardia y de combatir al oportunismo siempre amenazante.

Es la lección que nos da Marx y que Lenin ilustra de manera brillante.

Es una lección sobre la que los oportunistas actuales deberían meditar seriamente.

La Fracción, 21 de julio de 2007.


Carta de Marx - 17 de abril de 1871

Londres, 17 de abril de 1871.

Querido Kugelmann,

He recibido tu carta. Estoy agobiado de trabajo. Por eso sólo escribo unas palabras. No puedo comprender de ningún modo cómo puedes comparar las manifestaciones pequeñoburguesas (al estilo 13 de junio de 1849, etc.), con la lucha que se desarrolla hoy en París. Desde luego, sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se pudiese emprender sólo en condiciones infaliblemente favorables. De otra parte, la historia tendría un carácter muy místico si las “casualidades” no desempeñasen ningún papel. Como es natural, las casualidades forman parte del curso general del desarrollo y son compensadas por otras casualidades. Pero la aceleración o la lentitud del movimiento dependen en grado considerable de estas "casualidades", entre las que figura el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse éste.

La "casualidad" desfavorable decisiva no debe ser buscada esta vez, de ningún modo, en las condiciones generales de la sociedad francesa, sino en la presencia en Francia de los prusianos, que se hallaban a las puertas de París. Esto lo sabían muy bien los parisienses. Pero lo sabían también los canallas burgueses de Versalles. Por eso plantearon ante los parisienses la alternativa: aceptar el reto o entregarse sin lucha. La desmoralización de la clase obrera en este último caso habría sido una desgracia mucho mayor que el perecimiento de cualquier número de "líderes". Gracias a la comuna de París, la lucha de la clase obrera contra la clase de los capitalistas y contra el Estado que representa los intereses de ésta ha entrado en una nueva fase. Sea cual fuere el desenlace inmediato, esta vez, se ha conquistado un nuevo punto de partida de importancia histórica universal.

Adio,
K. M.


Extractos del "Prefacio" de Lenin a la edición rusa de 1907 de las
"Cartas de Marx a Kugelmann"

El juicio de Marx sobre la Comuna es la cumbre de su correspondencia con Kugelmann. Y este juicio es particularmente valioso cuando se le compara con la forma de proceder de los socialdemócratas del ala derecha rusa. Plejánov, quien con pusilanimidad exclamaba después de diciembre de 1905: " no se debía haber empuñado las armas", tuvo luego la modestia de compararse con Marx. Marx, según él también habría frenado la revolución en 1870.

Si, Marx también la frenó. Pero, vean que abismo abre esta comparación, hecha por el propio Plejánov, entre él y Marx.

 Un mes antes del apogeo del primer asalto revolucionario, en noviembre de 1905, Plejánov, lejos de poner en guardia con decisión al proletariado, le hablaba claramente, por el contrario, de la necesidad de armarse y aprender a servirse de las armas. Cuando, un mes más tarde, rompió la batalla, Plejánov, sin tratar de analizar su importancia, su papel en la marcha general de los acontecimientos, su vínculo con las formas de luchas anteriores, asumió apresuradamente su papel de intelectual arrepentido gritando: "¡No se debía haber empuñado las armas!"

Marx, en septiembre de 1870, seis meses antes de la Comuna, había advertido directamente a los obreros franceses diciéndoles que la insurrección sería una locura, en su famoso llamamiento de la Internacional. Denunció de antemano las ilusiones nacionalistas en cuanto la posibilidad de que el movimiento se desarrollase en el espíritu de 1792.

No después de los acontecimientos, sino muchos meses antes Marx supo decir: "¡no se debe tomar las armas!"

¿Y qué posición asumió cuando ésta empresa desesperada, según su propia declaración de septiembre, se llevó a la práctica en marzo de 1871? ¿Acaso Marx aprovechó la oportunidad (como lo hizo Plejánov en ocasión de los acontecimientos de diciembre) en detrimento de sus adversarios, los proudhonistas y los blanquistas que dirigían la Comuna? ¿Acaso se puso a gruñir como un bedel?: "¡ya se los decía yo! ¡He aquí el fruto de su romanticismo, de sus quimeras revolucionarias!" ¿Acaso les dio a los comuneros, como hizo Pejánov con los combatientes de diciembre, la recomendación tardía del filisteo autosatisfecho: "¡no se debía haber empuñado las armas!"?

No. El 12 de abril de 1871, Marx le escribió a Kugelmann una carta llena de entusiasmo, una carta que con gusto colgaríamos de la pared, en la casa de cada socialdemócrata ruso, de cada obrero ruso que sepa leer.

Marx, que en septiembre de 1870, consideraba la insurrección como una locura; en abril de 1871, cuando vio el carácter popular y de masas del movimiento lo siguió con la suma atención de un hombre que participa en los grandes acontecimientos que marcan un paso adelante en el movimiento revolucionario histórico mundial.

Es una tentativa -dijo- de destruir el aparato burocrático y militar, y no simplemente adueñarse de él. Y canta un verdadero hosanna a los heroicos obreros de París, dirigidos por los proudhonistas y los blanquistas:

¡Qué flexibilidad -escribe- qué iniciativa histórica, que capacidad de sacrificio tienen estos parisienses! (...) ¡jamás la historia había conocido antes un ejemplo de heroísmo de tal magnitud!

Lo que Marx aprecia por encima de todo es la iniciativa histórica de las masas. ¡Ah, si nuestros socialdemócratas rusos pudieran aprender de Marx a valorar la iniciativa histórica de los obreros y los campesinos rusos en octubre y diciembre de 1905!

De un lado, la admiración ante la iniciativa histórica de las masas, por un gran pensador que, por su parte, había previsto el fracaso seis meses antes; del otro, una actitud sin vida, sin alma, una declaración de pedante: "¡no se debía haber empuñando las armas ". ¿No es, acaso, como el día y la noche?

Y como participante en esta lucha de masas, que vivió con todo el ardor y la pasión que le eran propios, desde su exilio en Londres, Marx critica los actos espontáneos de los parisienses, " valientes hasta la locura " y dispuestos a tomar el cielo por asalto.

¡Cómo se hubieran reído entonces de Marx, nuestros "realistas" actuales, nuestros sabios del marxismo que se burlan, en la Rusia de 1906-1907, del romanticismo revolucionario! ¡Cómo se hubieran reído del materialista, del economista, del enemigo de las utopías, que admira una "tentativa " de tomar el cielo por asalto! ¡Cuántas lágrimas, o risas condescendientes hubieran prodigado, estos revolucionarios de gabinete, ante estas tendencias motinescas, utopistas, etc., ante este juicio sobre un movimiento que se lanza al asalto del cielo!

Ahora bien, Marx no posee la profunda sabiduría de estos poltrones, de aquellos que tanto temen discutir la técnica de las formas superiores de la lucha revolucionaria. Analizó precisamente estas cuestiones técnicas de la insurrección. ¿Defensiva u ofensiva?, pregunta, como si las operaciones militares se desarrollaran cerca de Londres. Y responde: la ofensiva, absolutamente... se debía haber emprendido inmediatamente la ofensiva contra Versalles...

Esto lo escribió en abril de 1871, unas semanas antes del sangriento mes de mayo...

"Debieron haber emprendido inmediatamente la ofensiva contra Versalles", dice a los insurrectos que, en septiembre de 1870, habían cometido la " locura " de lanzarse al asalto del cielo.

"¡No se debía haber empuñado las armas!", en diciembre de 1905, para defendernos con la fuerza de los primeros intentos de arrebatarnos las libertades que acabábamos de reconquistar...

Si, ¡Plejánov tenía razón de compararse con Marx!

"Segundo error -sigue diciendo Marx en su crítica técnica-: el comité central (es decir, el mando del ejército de la comuna, fíjense bien, se trata del Comité central de la guardia nacional) renunció demasiado pronto a sus poderes... "

Marx era capaz de prevenir a los dirigentes contra una insurrección prematura. Pero hablaba como consejero práctico del proletariado que toma el cielo por asalto, como hombre participante en la lucha de las masas que elevan al movimiento entero hasta un grado superior, a pesar de las teorías falsas y de los errores de Blanqui y de Proudhon.

Como quiera que sea -escribe- aunque sucumban bajo el asalto de los lobos, los cerdos y los viles perros de la vieja sociedad, la sublevación de París es la hazaña más gloriosa de nuestro partido después de la insurrección de junio."

Sin ocultarle al proletariado ni uno solo de los errores de la Comuna, Marx dedicó a esta hazaña una obra que sigue siendo hasta el presente la mejor guía que podamos tener en la lucha por el "cielo", y el espanto más temido para los "cerdos" liberales y radicales.

Plejánov dedicó a diciembre una "obra" que se ha convertido casi en el evangelio de los "Kadetes".

Si, ¡Plejánov tenía razón de compararse con Marx!

Kugelmann respondió a Marx, manifestándole algunas dudas, indicando lo desesperado de la empresa, hablando de realismo en oposición al romanticismo; en todo caso, comparó la Comuna, que era una insurrección, con la manifestación pacífica del 13 de junio de 1849 en París.

Inmediatamente (el 17 de abril de 1871), Marx envía a Kugelmann una severa réplica:

"Desde luego, sería sumamente cómodo hacer la historia universal si sólo se emprendiera la lucha cuando las probabilidades fueran infaliblemente favorables."

Marx decía en septiembre de 1870 que la insurrección sería una locura. Pero cuando las masas se alzan, Marx quiere marchar junto a ellas, instruirse al mismo tiempo que ellas, en la lucha, y no dar lecciones burocráticas. Comprende que cualquier intento de dar por sentadas de antemano con toda precisión las probabilidades de la lucha, sería charlatanería o pedantería imperdonable. Estima por encima de todo el hecho de que la clase obrera, heroicamente, con abnegación, con espíritu de iniciativa, crea la historia del mundo. Marx consideraba la historia desde el punto de vista de los que la crean, sin poder prever infaliblemente por adelantado las probabilidades de éxito; no la miraba como intelectual pequeño burgués que viene con la moraleja: "era fácil prever... no se debía haber hecho..."

Marx sabía ver también que en ciertos momentos de la historia una lucha encarnizada de las masas, aunque sea por una causa desesperada, es indispensable para la educación ulterior de esas propias masas y de su preparación para la lucha futura.

Esta forma de plantear el problema es completamente incomprensible, incluso ajena en principio, para nuestros seudo marxistas actuales, que gustan de citar a Marx a tontas y a locas, tomando de él sólo los juicios sobre el pasado, pero sin buscar enseñanzas para elaborar el futuro. Plejánov ni siquiera pensó en esto cuando, después de diciembre de 1905, se puso a "frenar".

Pero Marx planteó precisamente este problema, sin olvidar que en septiembre de 1870 él mismo había reconocido que una insurrección hubiera sido una locura:

"Los canallas burgueses de Versalles (...) pusieron a los parisienses en la alternativa de aceptar el reto a la lucha o entregarse sin luchar. En este último caso, la desmoralización de la clase obrera hubiera sido una desgracia mucho mayor que la pérdida de un número cualquiera de "jefes".

Terminaremos aquí este breve resumen sobre las enseñanzas de una política digna del proletariado, tal como Marx nos las ofrece en sus cartas a Kugelmann, con estas palabras: la clase obrera de Rusia a demostrado ya una vez, y volverá a demostrarlo, que es capaz de " tomar el cielo por asalto”.

Cinco de febrero de 1907.

V. I. Lenin.


Fracción interna de la CCI - Boletín Comunista (Nº 40)