Home  

DEBATE EN EL CAMPO PROLETARIO
LA CUESTIÓN DEL PARTIDO
Fundación del Partido; trabajo de Fracción
Algunos momentos clave de la historia de la Izquierda Comunista

Reproducimos a continuación un documento de los camaradas del BIPR a propósito de un texto que publicamos en nuestro boletín (ver nuestros boletines 34 y 35 en francés, o 35 y 36 en español). Ese texto es la reedición de un artículo de 1946 del grupo “Internationalisme” y trata sobre la fundación del PC Internacionalista en Italia.

La republicación de ese texto de 1946 corresponde a la naturaleza de las cuestiones debatidas, en relación con el avance de las discusiones que llevamos a cabo desde hace algunos años con los camaradas del BIPR. Este debate es una necesidad para el conjunto del campo proletario y lo continuamos aportando, por nuestra cuenta, una respuesta al texto de los camaradas del BIPR Publicamos nuestra respuesta más abajo del texto que nos ha enviado al BIPR

La Fracción.


A los camaradas de la FICCI, París-México

Queridos camaradas,

Les enviamos nuestras observaciones sobre el viejo artículo del camarada Marc, a propósito del nacimiento de nuestro partido.

Hemos tratado de ser lo más claro posible con toda franqueza, con una posición fraternal, de camaradas a camaradas.

Según su punto de vista, el documento muestra: “claramente que, en cambio, el acuerdo era total en relación a la necesidad de fundar el partido. No solamente estaban de acuerdo de manera teórica y general, sino práctica, políticamente y de manera inmediata.." En realidad, el camino teórico metodológico que lleva a Marc a expresar su acuerdo parcial y condicionado con el nacimiento del Partito Comunista Internazionalista es profundamente diferente del nuestro, como hemos tenido la ocasión de señalarlo en numerosas ocasiones durante los últimos treinta años por lo menos. Por esta razón no nos extenderemos en la respuesta, sino que intentaremos exponer lo que hemos dicho desde siempre; para un examen más profundo les remitimos a los textos que hemos publicado hace ya mucho tiempo.(1)

La crítica que hacemos de la postura metodológica de Marc (y por consiguiente de la CCI, de la que ustedes reivindican las posiciones originales) concierne a las condiciones que deberían conducir al nacimiento del partido y al papel de la Fracción.

Para Marc (y también para el Bordiguismo) el partido revolucionario no debe surgir más que en las fases ascendentes de la lucha de clases, si no es que preinsurreccionales, mientras que en las fases de reflujo y contrarrevolución debe replegarse bajo la forma de Fracción, la cual tiene esencialmente como tarea hacer el balance político-teórico de la derrota. Como ustedes lo saben, puesto que lo hemos reafirmado en repetidas ocasiones durante nuestros encuentros, para nosotros las cosas son muy diferentes: la presencia del partido, que es el instrumento indispensable para la superación revolucionaria del capitalismo, no puede y no debe estar ligada a las altas y bajas (más bajas que altas) de la lucha de clases. Este funcionamiento alterno puede expresar –y expresa- su mayor o menor arraigo en el proletariado (hasta llegar a ser como hoy, prácticamente nulo) es decir, sus dimensiones numéricas; pero su existencia está ligada al antagonismo histórico entre burguesía y proletariado, que como tal es permanente y no puede ser superado más que mediante la desaparición de la sociedad de clases. Así, pues, los camaradas que, entre 1942 y 1943 fundaron el partido no lo hicieron tanto porque la clase obrera italiana sacudía al régimen fascista con huelgas imponentes, sino porque el paso de los partidos stalinistas al otro lado de la barricada era en adelante definitivo. A decir verdad, este trayecto contrarrevolucionario había llegado a su término desde hacía mucho tiempo, pero antes nuestros camaradas habían estado imposibilitados para actuar a causa de las persecuciones fascistas.

Indudablemente, la reanudación de la lucha de clases constituyó un elemento complementario para animar a nuestros camaradas; facilitó, si se puede decir así, el trabajo de propaganda y reclutamiento, amplió la esfera de influencia del partido pero, lo repetimos, no constituyó la motivación principal. El núcleo fundador del partido –constituido de camaradas que habían pasado los veinte años de régimen de fascismo entre la prisión y el confinamiento y de otros camaradas de la Fracción que regresaron a Italia en el 43– había llegado a esta conclusión después de haber criticado el proceso contrarrevolucionario iniciado a principios de los años 20. Además, desde este punto de vista, para el partido -a diferencia de la Fracción-el enigma” de la naturaleza social de la URSSque había animado con justa razón la discusión en el interior de la Fracción– estaba resuelto. Desde los primeros números de Prometeo clandestino, la Unión Soviética es definida como lo que era: un régimen de capitalismo de Estado.

Es evidente, pues, que Marc y nosotros partimos de puntos de vista muy diferentes, y que llevan a Marc a caer en una pesada contradicción con sus propios enunciados. De hecho, al analizar el proceso que conduce a la formación de los partidos comunistas en los “años rojos”(2) y de nuestro partido durante la segunda guerra mundial, se revela un desfase entre el movimiento de masas y la acción de los revolucionarios, así como una debilidad programática de fondo derivada de la improvisación y superficialidad con la cual se había llegado a estas constituciones, debidas –a su vez- a la urgencia de las luchas crecientes. A esta debilidad de opone, por el contrario, la coherencia del partido bolchevique que supo llevar a cabo una obra seria de selección de militantes, excluyendo periódicamente a las corrientes que podían contaminar la coherencia revolucionaria de la organización.

Precisamente: el partido bolchevique, durante largos años, selecciona las mejores fuerzas del proletariado y de los intelectuales rusos; la Tercera Internacional, por el contrario, empujada por la ebullición del proletariado mundial, acoge fuerzas, que, si bien estaban animadas por sinceras intenciones revolucionarias, habían hecho una lectura del marxismo revolucionario frecuentemente muy aproximativo, que las precauciones establecidas (las 21 condiciones 3) no fueron suficientes para sacarlas a la luz. Pero entonces, todo ello demuestra que la fuerza se revela como única capaz de dirigir políticamente a las masas hacia el objetivo revolucionario se había preparado desde hacía mucho tiempo y durante años actuó como partido y no como corriente de opinión en el interior de los partidos reformistas.

Esto es tan evidente que parece banal, pero Marc –y con él los que se refieren al mismo método- no logra ver la importancia de todo ello.

Es cierto, los partidos comunistas nacieron frecuentemente de manera precipitada, sin la clarificación necesaria y sin la selección, también necesaria, de las fuerzas que habrían de construirlo. Pero era prácticamente inevitable en la situación en que del proletariado empujaba y los revolucionarios debían preparar con rapidez y furia la herramienta que no habían preparado antes. Además, frecuentemente los partidos surgieron –como en Italia- cuando la ola estaba en refluyendo y ya no se trataba de guiar a la clase al ataque del sistema burgués, sino de manejar el retiro. Los efectos negativos del apresuramiento, de la aproximación y las ambigüedades no resueltas posteriormenteban se amplificarían con el ahogo progresivo del impulso revolucionario, hasta el hundimiento, como lo sabemos, de la Internacional y sus partidos.

Desde cierto punto de vista, el PCInt también nació en “desfase” parcial en relación al movimiento de las masas. Pero, en nuestro caso, este desfase no tiene nada que ver con las vacilaciones e incomprensiones teórico políticas que esterilizaron a las fuerzas políticas en el interior de la Segunda Internacional, con las gravísimas consecuencias que Marc precisamente, con frecuencia, pero de manera incoherente -con sus premisas- ha puesto en evidencia. Ya lo hemos dicho, y lo repetimos, fueron las condiciones en las que se encontraban nuestros camaradas las que impidieron al partido surgir antes y, aunque las líneas programáticas fundamentales necesitaban algunas precisiones, no contenían debilidades o incoherencias tales que pudieran conducir a una ruptura: no fueron la base de la escisión de 1952. No fue tampoco la “fusión, adhesión de grupos y tendencias” oportunistas lo que hizo estallar a la organización, por el simple motivo de que la adhesión de los militantes se hizo sobre una base individual y no colectiva.

¿El partido abrió la puerta a los camaradas que, en el pasado, habían tenido posiciones erróneas? ¿Pero, por qué rechazarlos si ya habían superado al criticar esas posiciones? Si luego alguien cultivaba –como efectivamente sucedió- reservas mentales, ello se hubiera podido mantener como un problema individual, si el “factor Bordiga” no hubiera intervenido, revitalizando viejas posturas en gran parte adormecidas. Como lo sabemos, las grandes personalidades tienen su peso en la historia, sobre todo si deben actuar en pequeñas "comunidades humanas” como era (y, desgraciadamente, sigue siendo) el partido. El prestigio de Bordiga, en la gran mayoría de los militantes, era enorme (algunos, por el contrario, querían darle una patada en ...) y, aunque no estaba inscrito, contribuía poderosamente a introducir puntos de vista y prácticas políticas que contrastaban progresivamente con las posiciones originales de la organización, recuperando y dando legitimidad a ciertas tesis descabelladas presentes en la Fracción antes de la guerra. El resultado es conocido: la escisión de 1952…

Por tanto, presuntas insuficiencias y debilidades programáticas del partido desde su nacimiento no tienen nada que ver con la posterior ruptura, aunque es evidente que sin coherencia y claridad del programa, no se puede ir a ninguna parte. Por otro lado, y Marc lo destaca también, no hay ningún programa, incluso uno “perfecto”, que pueda proporcionar garantías absolutas contra el peligro de degeneración. Es cierto, en cambio, que las ambigüedades, las incoherencias, las insuficiencias teóricas de una organización la vuelve más vulnerable al contragolpe que deriva de la marcha en vaivén de la lucha de clases, y por tanto a las rupturas, como da testimonio la historia de la CCI, literalmente atravesada por escisiones prácticamente desde su nacimiento y hasta la “locura” abismal actual.

Un "multiusos"(4) llamado fracción

En lo que concierne al análisis detallado de la relación Fracción–Partido, remitimos también a los documentos indicados más arriba. Aquí nos limitaremos a algunas breves consideraciones.

Del documento de Marc surge una especie de misticismo hacia la Fracción; toda la historia del movimiento obrero comunista es releída a través de esta especie de "multiusos" que debería enmarcar toda cosa. En realidad, según nosotros, no explica nada, o poco, si no es que –según las justas observaciones de los RKD- las fracciones, cuando han existido realmente, jamás enderezaron el curso degenerativo del partido del que han nacido. Hasta donde sabemos, no existe ningún caso histórico en el que haya logrado tal resultado. Por el contrario: como lo hemos señalado anteriormente, el hecho de que corrientes más o menos organizadas –como podían serlo los espartaquistas durante la primera guerra mundial o la Fracción Abstencionista en el PSI– se hubieran mantenido inútilmente dentro de los viejos partidos, ha sido un freno objetivo para la aparición de los partidos revolucionarios, con todo lo que ello entraña. Seamos claros, no se trata de repartir desde lo alto de un púlpito medallas o culpas a nadie –en esas condiciones históricas, probablemente habríamos hecho lo mismo- sino simplemente de constatar los hechos.

Para volver a los anteojos “fraccionistas” deformantes con los cuales Marc observa la historia, es suficiente tomar un ejemplo, entre muchos otros, cuando, al hablar del PC de Italia de principios de los años 20, él ve una “lucha entre la Fracción comunista de izquierda y el centro y la derecha”. En realidad, la izquierda no era una fracción del partido; ella era el partido, y es solamente con el Comité de Entente que se puede hablar, desde cierto punto de vista, de una actividad fraccionista, si bien los camaradas que dieron vida al Comité no tenían la intención de actuar como fracción.

En fin, Marc insiste en el hecho de que las fracciones se habría vuelto el verdadero “alma” del PCInt, porque habría sido la única expresión organizada de la Izquierda en los años 30. Sin menospreciar en nada el precioso y enorme trabajo desplegado por los camaradas de la Fracción, no se comprende por qué los camaradas que se mantuvieron en las fronteras italianas (es decir, frecuentemente en las prisiones italianas) no habrían dado, también ellos, su aporte fundamental, dado que, como lo hemos visto, sobre varias cuestiones esenciales, habían ya superado ciertos escollos teóricos contra los cuales la Fracción se había topado. No olvidemos, por otro lado, que varios de entre los más activos de los camaradas de la emigración habían regresado del exilio con su valiosísimo patrimonio de experiencias políticas.

Pero enseguida, para concluir verdaderamente, ¿qué Fracción tendría que haber presidido el nacimiento del nuevo partido? Pues ella no era absolutamente homogénea, como ustedes bien lo saben, en su interior se agitaban posiciones muy diversas e incluso opuestas: todo lo contrario, en suma, de la coherencia, de la homogeneidad, condición indispensable, como varias veces Marc lo indicó con razón, de la existencia del partido.

Esperando haber dado una contribución útil al debate en curso, les enviamos el saludo más fraternal.

C. por el BIPR.


Notas:

1 Los textos a los cuales nos referimos son Frazione-Partito nell’esperienza della sinistra italiana, Prometeo n. 2, 1979 (está en nuestro sitio); Il ruolo della Russia nella II guerra mondiale, Prometeo n.3, 1979 (en particular sobre la Fracción de los años 30 y la crítica de Vercesi: muy importante para los desarrollos que discutimos aquí); Rassegna Internazionale, Prometeo n. 3, 1979, Frazione-Partito nel corso della II guerra mondiale; Introduzione alla nascita del P.C.Int., in Resoconti: Convegno di Torino, Congresso di Firenze. Si no disponen de ellos podemos enviárselos.

2 El “Biennio Rosso” (bienio rojo) se le llamó a los años 1919-1920 en Italia. La referencia se aplica aquí a los años 1919-1921, que vieron nacer a los PC en Europa y el mundo entero (Estados Unidos, Canadá, Argentina, etc.).

3Nota del traductor: cuando se ve que Marcel Cachin (quien durante la guerra fue enviado por el gobierno franceçs a financiar la creación de la publicación belicista profrancesa de Mussolini) estaba entre los dirigentes del PCF, ello deja entrever las "capacidades" de las 21 condiciones para frenar a los oportunistas …

4"passe-partout", en francés en el original italiano, "llave maestra" o "que sirve para todo".


Fracción interna de la CCI - Boletín Comunista (Nº 37)