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COMBATIR AL OPORTUNISMO
Cómo traiciona la CCI, una vez más, una posición de clase:
La cuestión de la violencia obrera

En un texto cuyo título no podría ser más pedante –“Tesis sobre el movimiento estudiantil de la primavera de 2006 en Francia”(1)- los sedicentes guardianes de la integridad política de la CCI pretenden exponer las enseñanzas esenciales que se deben sacar de este episodio de lucha.

Ya tan sólo el título, ¿no evoca acaso en efecto un documento histórico, un documento teórico excepcional que propone trazar las lecciones de un movimiento importante para el futuro del proletariado, un documento destinado a marcar las conciencias, inspirarlas y contribuir más ampliamente a hacer avanzar la conciencia de los trabajadores?

Este texto habla mucho, y con gran emoción, de las “jóvenes generaciones”; adula sin moderación a “estas jóvenes estudiantes” que son menos “politizadas”, pero mucho más dotadas para la no-violencia y que, gracias e ello, han jugado un papel predominante en la “gran madurez del movimiento actual”; habla de “la intuición” de esas “jóvenes estudiantes” que, más adelante, opone al comportamiento “violento y ciego” de las “bandas de barbajanes de suburbio” (en referencia a los movimientos de los suburbios en Francia a fines del 2005, de los que, digams de paso, la CCI ha olvidado que fueron provocados por la muerte electrocutados de dos muchachos perseguidos por la policía). Y si, según la CCI actual, “la profundidad” (¿?) de un movimiento de lucha puede evaluarse “en parte por la proporción de obreras que se implican”, entonces la del movmiento de 2006 es "histórica" debido a la "gran participación de estudiantes y bachilleres mujeres".

Nos conformaremos por el instante con la siguiente cita, una de las más demostrativas de lo que acabamos de resumir:

Una de las razones de la gran madurez del movimiento actual, particularmente frente a la cuestión de la violencia, reside en la fuertísima participación de las estudiantes y las bachilleres en este movimiento. Es sabido que a estas edades, las muchachas tienen generalmente una mayor madurez que sus camaradas de sexo masculino. Además, en lo que concierne a la cuestión de la violencia, es claro que las mujeres, en general, se dejan llevar menos fácilmente sobre este terreno que los hombres.

En las asambleas generales y diferentes comisiones, si bien las estudiantes son, frecuentemente, menos “habladoras” y menos comprometidas en organizaciones políticas que los muchachos, ellas constituyen un elemento de primer orden en la organización, la disciplina y la eficacia de éstas, al igual que en su capacidad de reflexión colectiva. La historia de las luchas del proletariado ha puesto en evidencia que la profundidad de un movimiento podía evaluarse en parte por la proporción de obreras que se implicaban en él. En “tiempos normales”, las mujeres proletarias, debido a que sufren una opresión aun más asfixiante que los proletarios hombres están, por regla general, menos implicadas que ellos en los conflictos sociales. No es sino hasta el momento en que los conflictos alcanzan una mayor profundidad, que las capas más oprimidas del proletariado, particularmente las obreras, se lanzan al combate y la reflexión de clase. La gran participación de estudiantes y bachilleres mujeres en el movimiento actual, el papel de primer plano que ellas juegan, constituyen un índice suplementario, no solamente de su naturaleza auténticamente proletaria, sino también de su profundidad.

No nos extenderemos sobre un primer y grave problema que plantea este documento desde el punto de vista marxista: para analizar y evaluar un movimiento de lucha se refiere más a criterios de sexo, edades, o hasta criterios biológicos y psicológicos, que a criterios que caractericen el terreno de clase, es decir, esencialmente criterios de organización y conciencia política. Y esto es un signo tangible de un alejamiento progresivo del marxismo y de una tendencia cada vez más marcada a destacar (y defender) los valores burgueses y pequeñoburgueses en boga (el "juvenilismo", el feminismo, y sobre todo la "no violencia").

Luego de haber echado a un lado –si no descartado definitivamente- toda noción de clase y confrontación de clase entre burguesía y proletariado, los titulados representantes de la CCI actual despejan así la vía (y no solamente en este texto sino en toda su intervención a lo largo del movimiento de la primavera de 2006, para limitarnos a éste) para traicionar y desfigurar las que son y han sido siempre las verdaderas posiciones de nuestra organización a propósito de una cuestión tan fundamental para el proletariado como la violencia de clase.

Es ahora la cuestión de la importancia, la necesidad de la violencia de la clase obrera, la que es atacada. Porque en este documento, como en otros muchos publicados recientemente por esta organización, se hace todo lo posible para desnaturalizar, desviar, minimizar su importantic y, finalmente, negar la cuestión de la violencia de la clase obrera, sobre la cual todos los revolucionarios del pasado no han dejado de aportar clarificaciones, por la cual han llevado a cabo combates sin concesión y han defendido todos como una necesidad ineludible.

Quienes, actualmente, pretenden representar a la CCI, no hacen más que expresar puntos de vista perfectamente contrarios, opuestos a los desarrollados por nuestra organización desde hace más de 30 años.

¿Cuál fue, pues, la posición de la actual CCI durante los movimientos sociales de la pasada primavera, y cuál fue su intervención respecto a la cuestión de la violencia en estos movimientos? ¿Qué posición defendió ante la represión ejercida por el Estado burgués? ¿Qué perspectiva concreta propuso para enfrentar esta represión?

La CCI actual ante la represión burguesa

¿Cómo se posicionó la CCI actual en el momento en que el Estado burgués envió masivamente a sus CRS (policía antimotines) y demás fuerzas antimotines contra los estudiantes descontentos de la primavera del 2006, en el momento en que estas mismas hordas policíacas entramparon a estudiantes y obreros, macanearon a los más aislados, llegando hasta a enviar a varios al hospital, mientras que otros cientos de ellos fueron enviados a las comisarías antes de ser puestos en manos de la justicia burguesa? Pues bien, la CCI apoyó... las manifestaciones de “solidaridad con los policías heridos”, saludó a quienes “reconocen que los hijos de los policías mal pagados, también se ven afectados por los ataques del gobierno”, ha lisonjeado, como si hubieran dado una “prueba de madurez y de conciencia” (lo que no era, en lo mejor de los casos, sino una prueba de ingenuidad extrema) a esos jóvenes estudiantes, que, según la expresión de la CCI, “saben que detrás de sus escudos y macanas, estos hombres armados hasta los dientes las fuerzas antimotines, los CRS!) son también seres humanos, padres de familia”. En otras palabras, los brazos armados de la represión burguesa, no son más que “oprimidos” y "explotados" a los que hay que comprender y defender. Bajo este ángulo ¿sus intereses son entonces iguales a los del proletariado?

Que este discurso empalagoso y mistificador haya sido suavizado, en otro lado, con algunas frases generales destinadas a simular una denuncia "radical" del Estado burgués y su represión, no cambia en nada la toma de posición central; la que habrá dejado filtrar la CCI actual en su intervención, y que encuentra exactamente en lo opuesto de lo que siempre defendió la CCI siguiendo la tradición del movimiento obrero.

¿Cuál es, cuál ha sido, en circunstancias similares, la verdadera posición defendida por nuestra organización?

Ante todo, y de manera central, ha expuesto siempre la realidad del sistema capitalista, de su violencia permanente legitimada por leyes e instituciones al servicio de la clase explotadora, la burguesía, contra las clases explotadas, en particular contra el proletariado. Constantemente ha recordado y denunciado la mistificación democrática destinada a hacer creer que las instituciones del Estado burgués tendrían como función arbitrar equitativamente los conflictos entre las clases. Y sobre todo, jamás ha dejado de destacar las perspectivas claras para el para el derrocamiento indispensable y violento de tal sistema de explotación e inhumna barbarie.

Así fue, a finales de los años 1970, cuando una oleada importante de movimientos sociales se desarrolló, durante la cual la clase obrera jugó un papel central: la lucha de los obreros de la siderurgia en Francia y particularmente en Longwy y Denain, la lucha de los estibadores en Bélgica y Holanda, las huelgas en Italia, especialmente en la Fiat, etc., oleada de luchas que culminaría con lalucha en Polonia en 1980. A esta oleada de luchas, la burguesía, en todos los países, respondió mediante una represión policíaca y sindical coordinada y despiadada.

Nuestra organización, más allá de una participación activa en todos los lugares donde podía hablar, orientar y proponer perspectivas de acción, intervino sin ambigüedad, especialmente mediante su prensa internacional y con una sola y misma voz, sobre la base una sola y misma orientación, para denunciar sin concesión las tentativas de introducir los pseudovalores "democráticos" de los cuales los medios de difusión, sindicatos e izquierdistas se hacían eco.

La verdadera CCI ante la represión burguesa

En diciembre de 1978, al denunciar con fuerza a la CGT, que repartía volantes en apoyo a la policía, la cual a su vez reclamaba más recursos policíacos, nuestra organización afirmaba: “¿Es que se quiere hacernos creer que nuestros enemigos son los delincuentes y ladrones? ¿Seríamos tan estúpidos para no distinguir a los que, privados de todo medio de vida, empujados a la desesperanza, son llevados de la delincuencia a la prisión? Porque así es la realidad: un sistema de explotación en plena quiebra que marginaliza a capas cada vez más importantes de la población y que y que llama a delatar a los que reduce a la miseria.

“….La policía, que no puede ser otra cosa que eso para lo que ha sido concebida: un cuerpo especializado al servicio de los patrones y del Estado encargado de reprimir todo lo que cuestione la explotación y opresión cotidianas… Porque defender las condiciones de "trabajo" de los policías, es trabajar por el fortalecimiento de un órgano cuyo papel fundamental es la represión contra los trabajadores. Hacer creer a los trabajadores que no son los mismos personajes quienes controlan el tráfico o protegen las oficinas postales (como dice la CGT) que quienes reprimen las manifestaciones de esos mismos trabajadores postales, es hacer creer que el sistema capitalista no es el sistema capitalista y que los trabajadores pueden marchar tomados de la mano con quienes les apalean y asesinan. Entre los falsos hermanos sindicales y los CRS (policía antimotines), el proletariado no tiene otra opción más que destruir tanto el aparato sindical como el aparato policíaco. (...)

Enfrentar a los CRS es un acto político por excelencia. Es un paso en la marcha que conduce a la destrucción del poder de las clases explotadoras. (Révolution Internationale n° 66, octubre 1979).

Como lo afirmamos anteriormente, la represión será cada vez más abierta, masiva y sistemática. El problema de la lucha contra la represión y la violencia de clase se va a plantear de una forma aguda. Sobre este punto y partiendo de las experiencias vivientes de estos últimos tiempos, se puede desprender (…): contra las mistificaciones que sin duda alguna, la burguesía de oposición lanzará, la mejor defensa contra la represión no es y no será nunca las garantías legales y jurídicas del “derecho de huelga”, sino la lucha propia del proletariado. No será una policía “democrática”, “nacional” e “hija del pueblo” como lo clama a los cuatro vientos el PCF, sino los asaltos obreros en masa contra las comisarías para arrancar a los detenidos de los grilletes policíacos; no será un gobierno de izquierda “menos represivo” que un gobierno de derecha, sino el desbordamiento en la lucha de todas las carcasas sindicales, legales y de izquierda”. (Revista Internacional 18 3er. Trimestre de 1979 “La evolución de la lucha de clase”).

Tal es la posición auténtica y sin equívoco de la CCI respecto, tanto a la naturaleza de las fuerzas de represión burguesas, como sobre todo a la clara y vigorosa política que toda manifestación o lucha de la clase obrera debe oponerle. Es esta la posición que seguimos defendiendo.

Es la posición de nuestra corriente ante la represión burguesa y sus diferentes servidores. Pero es cierto que esta posición encuentra un sólido asidero en el movimiento obrero, en la experiencia histórica que se ha forjado durante las luchas y enfrentamientos con la clase enemiga.

Y para evitar cualquier ambigüedad, la intervención de la verdadera CCI siempre ha consistido en poner en guardia a la clase obrera contra todos los valores democráticos que se intenta hacerle avalar, contra las "garantías legales y jurídicas" del "derecho de huelga", por ejemplo, detrás de la defensa de las cuales las fuerzas burguesas intentarán siempre arrastrar a los obreros. Lo que la postura adoptada por la CCI actual no hace ya. Incluso hace lo contrario, cuando no vacila en llamara a los manifestantes de 2006 a defender en la calle esos mismos derechos democráticos: "Llamamos a los estudiantes a hacer escuchar su voz, a participar masivamente y en la calma en la manifestación del sábado 18 de marzo contra el trabajo precario y el desempleo, contra la represión, contra los atentados al derecho de huelga. El derecho de huelga, la libertad de expresión son adquisiciones de las luchas de la clase obrera del siglo XIX. (Volante de la CCI del 16 de marzo de 2006. Subrayados nuestros)(2).

La verdadera CCI es una organización revolucionaria de combate, al servicio de la clase obrera

En marzo de 1979, nuestro periódico en Francia, Révolution internationale (n° 59) daba el tono saludando así a los trabajadores de Longwy que se oponían a la represión coordinada de la policía y los sindicatos:

Queremos saludar la respuesta activa de los obreros de Longwy ante la evacuación de la repetidora de televisión a cargo de las fuerzas de la policía. Luego de la evacuación, ... obreros de una fábrica vecina vuelven a ocuparla, otros avisan por altoparlantes por las calles de la ciudad y tocan las sirenas de las fábricas y las alarmas. Los obreros que estaban en el trabajo paran y se arman con barretas, otros se levantan y se les únen. Hombres y mujeres, todos se reagrupan en una manifestación que decide el ataque de la comisaría. Armados con un buldózer, más de doscientos manifestantes atacan dos horas duramente a los policías, que responden con grandas lacrimógenas. Hará falta toda la mañana, durante la cual la unión patronal será puesta en jaque por los manifestantes y la comisaría atacada de nuevo, para que los sindicatos y el alcalde (PC) logren calmar la cólera. La intersindical hará levantar el sitio a la comisaría…”

La CCI se apoyaba entonces en este ejemplo, no para denunciar a los manifestantes armados de barretas, no para prevenir contra esta violencia legítima, sino para denunciar el papel antiobrero de la intersindical, de la izquierda que actuaba de la mano con la policía, para denunciar la propaganda hecha contra los supuestos “grupos incontrolados”. Aprovechará esta situación para denunciar el callejón sin salida pacifista de las manifestaciones de recuperación del control de la lucha llevadas a cabo por las fuerzas políticas y sindicales unidas de la burguesía.

El alcalde denunciará a “los grupos incontrolados” para demandar que el enfrentamiento sea evitado. La respuesta obrera colectiva y viva, que reagrupaba hasta dos mil personas al final de la mañana, se encontrará así ahogada en el atolladero de una manifestación mascarada y de una tentativa de una nueva operación de 'ciudad muerta'.

De este acontecimiento, hay que sacar dos lecciones inmediatas: Una vez más, los obreros de Longwy han mostrado que es posible oponer a la violencia estatal y policíaca una VIOLENCIA DE CLASE que, gracias a la acción colectiva, a la solidaridad, al reagrupamiento de un máximo de fuerzas, sabe encontrar los medios del combate contra la represión del Estado burgués. Todos los que no han dejado de denigrar la violencia y de imputarla a elementos “extraños” mienten y se ponen del lado de los defensores de la violencia capitalista. La clase obrera PUEDE y DEBE organizar su violencia frente a los ataques de la burguesía. Los “provocadores”, cuando los hay de verdad, la clase obrera sabe eliminarlos. Los “incontrolados”, los “autónomos” son una pantalla que los sindicatos utilizan para intentar hacer regresar a los obreros al respeto de su control, a su orden público, al orden capitalista, para desarmarles frente a la represión. (…)”

La violencia es un arma de la lucha proletaria

Luego de los enfrentamientos de calle con la policía, de los ataques a las comisarías, de las subprefecturas asediadas, de los saqueos de las cámaras patronales en Denain, Caen, Nantes, Longwy, nuestra organización apoyó la expresión de la cólera obrera manifestada detrás de estas acciones, para la época masivas, generalizadas a varias ciudades de Francia.

Contra la burguesía que presentaba esos acontecimientos como la acción de un puñado de provocadores, destacábamos: “Las primeras flamas de una antorcha proletaria renaciente, que tenía el apoyo de la población de toda una ciudad, que movilizaba la solidaridad de regiones enteras, difícilmente pueden asimilarse a las “acciones ejemplares” de “elementos autónomos desorientados”.

Hablábamos entonces de “la ejemplaridad de estas luchas y de esta violencia obrera” saludada como un “importante paso adelante en la determinación para el combate de la clase obrera”, como un “salto cualitativo cumplido por el movimiento proletario, cuya cólera ha barrido un viento de desmoralización y derrota insuflado desde hace años por los sindicatos” (RI n° 60, abril 79 "La violencia no es suficiente: organicemos nuestras luchas").

Preguntábamos: “¿Es solamente a causa de la violencia de los enfrentamientos" que se debe saludar esta lucha? "No. Desde que los efectos del aumento de la crisis se manifiestan, no es novedad ver a los obreros enfrentarse a la policía…” Pero el elemento nuevo “es que la clase obrera no teme ya pasar a la ofensiva ante los ataques de la burguesía…es así como se esboza una toma a cargo de la lucha que conduce a los obreros no solamente a luchar por la defensa de su empleo y salario, sino a luchar en relación al conjunto de su vida social y a cuestionar directamente los engranajes del Estado burgués (ocupación de tribunales administrativos, de centros de impuestos, lucha por la reducción de los alquileres en las ciudades …). En cuanto a la violencia obrera, no hace más que expresar una forma necesaria de su lucha. Traduce de hecho el carácter antagónico e irreconciliable de las dos clases sociales cuyo conflicto ineluctable polariza la evolución de la sociedad en su conjunto. En este aspecto, los enfrentamientos incluso puntuales y esporádicos de hoy anuncian el enfrentamiento directo y generalizado de mañana y conllevan la necesidad misma que surge a la superficie en la conciencia obrera: el derrocamiento violento del Estado burgués”.

Precisábamos que, aunque no pueda representar un objetivo en sí, “en la realidad de la lucha de clases, la violencia obrera jamás es gratuita, se expresa siempre como una respuesta a un ataque directo del capitalismo”, ataque que toma la forma de ataques económicos drásticos pero igualmente “el reforzamiento mismo del terror estatal utilizado como medio de intimidación por la burguesía que, a plazo, no puede actuar más que como un factor de radicalización de las luchas proletarias” (Idem).

Esta posición original de nuestra organización sobre la cuestión de la violencia es abiertamente traicionada y liquidada actualmente en las "Tesis" adoptadas en abril de 2006 por la nueva CCI. Allí donde la verdadera CCI conjugaba en presente, y reivindicaba clara e inmediatamente el empleo de a violencia por la clase obrera, inclusive en los “enfrentamientos aún puntuales y esporádicos de hoy”, las "tesis" utilizan el futuro para “remitir” a un lejano e hipotético mañana este uso, condicionándolo al desarrollo previo de “todo un proceso de desarrollo de su conciencia y organización”: “Contrariamente a las clases explotadoras, la clase portadora del comunismo no lleva con ella la violencia, y si bien no puede ahorrarse la utilización de ésta, jamás se identifica con ella. En particular, la violencia de la cual deberá [en futuro] dar prueba para derrocar al capitalismo, y de la que deberá servirse con determinación, es necesariamente una violencia consciente y organizada y debe, por lo tanto, ser precedida de todo un proceso de desarrollo de su conciencia y organización a través de las diferentes luchas contra la explotación. La movilización actual de los estudiantes, particularmente debido a su capacidad de organizarse y abordar de forma reflexiva los problemas que le son planteados, incluso el de la violencia, está por este hecho mucho más cerca de la revolución, del derrocamiento violento del orden burgués, de lo que podían estar las barricadas de mayo de 1968.” ("Tesis sobre el movimiento estudiantil de la primavera de 2006 en Francia" adoptadas en el 17° Congreso de RI , abril de 2006; subrayados nuestros).

Proponer y dar perspectivas

Pero, se nos dirá: ¿Esta defensa de la violencia obrera no expone a la CCI a alabar con ello incluso los méritos de la acción minoritaria que quiere dar el ejemplo, la del “terrorismo obrero” apreciado por grupos tales como el PCI-Le Prolétarire?

Esta defensa se apoya, al contrario de la acción aislada, en la lucha organizada y extendida hacia amplias franjas del proletariado. Así, en la misma prensa citada anteriormente, afirmábamos en 1979: “En Francia, ¿cuál era la mejor defensa de los obreros de una fábrica ocupada ante el sitio en regla de la policía y las milicias patronales? Era precisamente la gran manifestación de los obreros de otras fábricas que rodeaban a los atacantes”.

Después de Longwy y Denain, los obreros vacilaron en llevar más lejos su lucha “porque resienten los límites de la acción violenta en sí, porque esta acción conduce a un callejón sin salida si no se supera el carácter local de los enfrentamientos y no desemboca en perspectivas para la organización de la lucha.

"(…) Su lucha no puede avanzar más que en la medida en que rompa el aislamiento, aporte una generalización, o dé el paso hacia una unidad más amplia de la clase. El problema de la clase no es encontrar una expresión violenta porque no tiene otra elección, sino llevar a cabo un reforzamiento de sus luchas”. (RI n° 60, ya citado).

Trazando las enseñanzas de las luchas de este período de los años 1980, nuestra organización señalaba el fiasco de los movimientos que se dejan encerrar en las manifestaciones pacifistas, que creen en la eficacia de las peticiones implorantes, en el respeto de la legalidad burguesa y del encuadramiento sindical, fiasco que no conduce más que a la desmoralización y a la derrota.

Mediante volantes, denunciamos el desarme de los obreros llevado a cabo por los sindicatos, su sabotaje, particularmente durante la manifestación del 23 de marzo de 1979 en París, en la cual la policía y los sindicatos actuaron de la mano contra los obreros. “Para imponerse en la manifestación nuestros camaradas de Longwy tuvieron que enfrentarse en varias ocasiones al servicio del orden de la CGT… Peor aún, desde los primeros ataques policíacos, ¡fue la CGT la que protegió a los CRS de la cólera obrera!

Y proponíamos: “Somos nosotros mismos los que debemos tomar en nuestras manos nuestras acciones y conducirlas con la más firme voluntad, incluso en el plano de la violencia. No puede haber organización real de nuestras manifestaciones y de su defensa si desde ya no organizamos nuestras luchas en los lugares de trabajo. ¿Cuántas personas han sido sacudidas, pisoteadas, aplastadas en la huida ante los CRS? Es nuestra responsabilidad estar organizados y equipados frente a la violencia del Estado. Debemos ser capaces de preparar la defensa de nuestras manifestaciones, pero también de no caer en la lógica del sólo enfrentamiento militar y de encerrarnos en este terreno.” (24-03-1979).

Longwy y Denain vienen a confirmar que para la clase obrera no hay métodos de lucha diferentes según se trate de un país llamado “democrático” o de un país con régimen “dictatorial”. Los métodos de lucha a los que tuvieron que recurrir los obreros de la siderurgia en Francia -oponer la violencia obrera a la violencia policíaca, desafiar la “legalidad estatal”, e imponer sus propias necesidades de lucha sin tener en cuenta “el respeto de las leyes del Estado”-, estos métodos son los mismos empleados que emplearon en mismo momento los obreros de la metalurgia brasileños”.

La primera de las violencias que ha ejercido y tendra que ejercer la clase obrera, es la que consiste en organizarse por ella misma y para ello tendrá que chocar violentamente con las fuerzas sindicales e izquierdistas. Es lo que testimonian las luchas de este periodo. En las asambleas, es por la fuerza del número y de los puños, que los obreros arrancarán los micrófonos de las manos de los sindicalistas; en las calles forzarán los cordones sindicales y los de los CRS para ponerse al frente de las manifestaciones e ir de puerta en puerta llamando a los otros trabajadores a la lucha. Es también por la fuerza que impondrán la continuación de la lucha cuando sea necesario, contra los sindicatos que intentan imponerle las marchas fúnebres, manifestaciones de fin de la lucha, tras consignas del tipo de “defender el acero francés”, “la Lorraine vivirá”. (RI n° 63, julio 1979).

Las responsabilidades de los revolucionarios en el movimiento actual ante la cuestión de la violencia obrera

La tarea de un partido revolucionario -decía Trotsky en 'Terrorismo y comunismo'- consiste en prever el peligro a tiempo oportuno y prevenirlo mediante la acción”.

Corresponde a los revolucionarios, si quieren prepararse para jugar un papel central, activo, en el proceso que conduce a la clase obrera a la revolución, el estar particularmente claros en todo lo que concierne a los métodos, los medios de lucha que su clase es y será llevada a utilizar en su combate con miras a defenderse y a derribar el sistema capitalista.

Y en este proceso, la cuestión de la violencia de la clase obrera se vuelve, como lo ha sido siempre, un elemento central sobre el es importante tener una posición clara, tajante, sin equívoco. Y si bien ella está lejos de ser una garantía para la victoria, no deja de ser un factor inevitable, indispensable en todos los momentos de lucha proletaria, hasta la la revolución.

El proletariado no teme afirmar sin rodeos la necesidad de la violencia para romper la carcasa capitalista que encierra a la sociedad, de aplicarla feroz y abiertamente contra las fuerzas de la contrarrevolución. La experiencia misma muestra que es imposible para el proletariado realizar su objetivo, el socialismo, sin emplear la violencia organizada, sin quebrantar la resistencia de la burguesía” (RI  56, diciembre 1978 "Dictadura del proletariado y democracia obrera"): Tal es la posición que nuestra organización, la CCI siempre ha afirmado, reivindicando alto y fuerte el uso de la violencia por la clase obrera, no solamente durante el período insurreccional, sino igualmente en cada etapa de la lucha de clases, en cada momento en que, por las propias necesidades de su combate, la clase obrera debe enfrentar las fuerzas que se oponen a ésta.

Reivindicar el uso de la violencia por la clase obrera es también preverla, prepararla, organizarla. Por el contrario, "matizar" y, con mayor razón, cuestionar el carácter indispensable de ésta, es inmediatamente desposeer a la clase obrera de una de sus armas esenciales de lucha, es participar en dejarla a merced de los brazos armados de la clase enemiga y es participar activamente en su derrota.

Septiembre de 2006.


Notas:

1 Estas "Tesis" fueron adoptadas por la nueva CCI durante el 17º congreso de la sección en Francia, en abril de 2006.

2 ¿Cuándo llamará la CCI actual a defender el "derecho de voto" sumándose a la campaña electoral que se vive actualmente en Francia, "derecho" que también fue una "adquisición de las luchas de la clase obrera en el siglo XIX" y que no es actualmente más que una trampa que permite a la burguesía "democrática" desarmarle?


Fracción interna de la CCI - Boletín Comunista (Nº 37)