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La violencia en los suburbios es una expresión de
la quiebra histórica del capitalismo
Sólo la clase obrera puede destruir al capitalismo


La violencia que azota los suburbios de las ciudades francesas es una nueva expresión de la quiebra del capitalismo y del carácter de clase del Estado burgués.

Si bien surgió a partir de la muerte de unos jóvenes que volvían de un partido de fútbol en el suburbio de Clichy sous Bois quienes, aterrorizados por los métodos habituales y cotidianos de la policía, querían escapar a uno más de los “controles de identificación” forzosos, tal violencia era –tarde o temprano- inevitable, previsible, e incluso “prevista” debido a la situación de miseria y desesperanza que existen en esos barrios pobres y obreros.


¿La inseguridad? ¡Es la inseguridad provocada por la clase capitalista!

El capitalismo se muestra incapaz de integrar en su modo de producción a un número creciente de hijos de familias obreras (frecuentemente estas mismas afectadas desde hace décadas por el desempleo y la precariedad). Esos hijos de obreros, sin otra perspectiva que la desocupación, la miseria, caen –los más frágiles de ellos- en la violencia gratuita, en el tráfico y la delincuencia.

En cuanto a los otros, la gran mayoría, que no ceden del todo a la desesperanza, la única perspectiva es la misma que la de sus padres: la “precariedad”, los pequeños empleos, la arrogancia y la dictadura de los pequeños jefes y patrones por salarios de miseria y la amenaza constante de despido. Todo esto en condiciones de vida, alojamiento, transporte, vivienda, cada vez más insalubres e insoportables.

La verdadera “inseguridad de los suburbios”, es la inseguridad de las condiciones de vida impuestas por el capitalismo. La inseguridad es el capitalismo.


¿La violencia? ¡Es la violencia de la clase capitalista!

La única respuesta de la burguesía y su Estado a esta situación de miseria y desesperanza es la represión. La represión contra los incendiarios y los lanzadores de piedras, pero también la represión contra esos barrios y su población. Igual que la burguesía estadounidense, después del huracán Katrina había primero y ante todo ordenado disparar sobre la población pobre de Nueva Orleans que estaba hambrienta, la burguesía francesa declara el estado de alerta e instaura el toque de queda. Esto quiere decir: presencia policíaca masiva, detenciones a lo ciego, condenas a penas de prisión “urgentes”, “para dar el ejemplo”, derecho de investigación policíaca a todas horas en los domicilios, etc...

Es un verdadero lenguaje de guerra civil el que emplea la burguesía. Tal como Bush y la burguesía estadounidense utilizó los helicópteros para ametrallar a civiles, Chirac y la burguesía francesa hacen que los helicópteros hagan ronda toda la noche ensordeciendo y encegueciendo los inmuebles de las ciudades para crear as í un clima de guerra y terror acrecentado. De paso, hay que notar que es una nueva ocasión para la burguesía, después de las medidas antiterroristas, para “acostumbrar” a la población a las medidas guerreras y al estado de sitio.

Para quien conoce la cotidiana actitud agresiva, insultante, altanera, provocadora de la policía, es decir en una situación “normal”, de “calma”, en particular en los suburbios obreros, es fácil comprender lo que significa concretamente, para la población obrera de esos barrios, “el estado de alerta”, el toque de queda y el despliegue masivo de las fuerzas de la policía.

La “violencia” de los suburbios, es en primer lugar la violencia del Estado burgués.


¿Los incendio en las ciudades? Ninguna esperanza, ninguna perspectiva

La minoría de “jóvenes” que incendian los automóviles y las escuelas son hijos de obreros. Tal como sus amigos y compañeros de escuela. Sus vecinos pertenecen prácticamente a la misma clase social, a la clase obrera. Todos, sea cual sea su origen o “creencia religiosa”, forman parte de una misma clase. Y sin embargo, atacan y destruyen esencialmente sus propios barrios, ya de por sí deteriorados, los autos de sus vecinos, las escuelas y gimnasios a los cuales han ido o siguen yendo. Y a veces incluso, algunos atacan físicamente a los individuos, padres, amigos, vecinos, lo que llega incluso a provocar la muerte.

Esta violencia es tanto más ciega por cuanto se ejerce principalmente, directa o indirectamente, contra los vecinos y padres, o también contra los conductores de autobús, maestros, bomberos, etc... Es decir contra los suyos.

Esta violencia, que da la espalda a una lucha organizada y colectiva contra el verdadero responsable de la miseria y de la desesperanza, es decir el capitalismo y la clase social que domina esta sociedad por medio del Estado, no tiene esperanza ni perspectiva. Peor aún, da el pretexto para imponer una presencia policíaca aún más importante, en nombre de la seguridad de los “ciudadanos”, y un control aún más fuerte de la población.

Contrariamente a lo que algunos podrían creer, la “revuelta”, cuando hay realmente “revuelta”, tal como se expresa ahora, solamente sirve finalmente al Estado burgués y al capitalismo.


El conjunto de trabajadores asalariados, obreros, empleados, desempleados son afectados y golpeados por las destrucciones materiales provocadas, por la presencia policíaca acrecentada, por las exageraciones y los comentarios de desprecio de los medios, por el clima de violencia y desconfianza, por no decir de terror, que se instala en esos barrios. Todos rechazan estos actos de violencia gratuita y ciega. Muchos rechazan también la presencia masiva de la policía y el “estado de alerta”. Todos se sienten atrapados entre el temor creciente de las bandas en los barrios que ejercen en ocasiones un verdadero terror, y el terror ejercido por la policía y el Estado.

Deben rechazar dejarse encerrar en la falsa alternativa, o dejar hacer, o la represión policíaca. El capitalismo y su Estado son incapaces de responder a la miseria y la desesperanza. En realidad viven de ellas.


¿Quién puede destruir al capitalismo ? ¿Cómo hacerlo?

Estos acontecimientos dramáticos expresan la ausencia de “perspectivas”, se dice por todas partes. Pero ¿quién puede ofrecer una perspectiva real, realista, y portadora de esperanza? Ciertamente, no el capitalismo. Ciertamente, no el Estado burgués. Ciertamente, no las fuerzas políticas, ni de derecha ni de izquierda, que forman parte de un modo u otro de este Estado.

Solamente las luchas de la clase obrera, las que resisten a los diferentes ataques del capitalismo, son el camino para oponerse realmente al capitalismo. Solamente su desarrollo y su extensión puede ofrecer una perspectiva, la única realista, la de un enfrentamiento generalizado eficaz contra el Estado burgués. Solamente la lucha de clase, clase contra clase, puede destruir al capitalismo e instaurar una nueva sociedad en la cual la miseria, la guerra, la explotación, y finalmente la división en clases sociales desaparezcan. Esta sociedad del único futuro posible es la sociedad comunista.


¿Qué hacer ahora?

Ahora, en esta situación de huelgas y “tensiones sociales”, una gran parte de los obreros, jóvenes y padres, una gran parte de la población de esos barrios, ha comenzado a debatir estas cuestiones y a discutir con los “jóvenes”. Hay que desarrollar estas reuniones, estas discusiones, y organizarse para volverlas lugares abiertos, a la vez de debates y propuestas concretas sociales y “políticas”, para sacar al mayor número posible de “jóvenes” del callejón sin salida destructivo y mortal en el cual se han metido.


Al mismo tiempo, estos últimos meses ha habido huelgas y manifestaciones obreras(1). En particular en los transportes urbanos como en Marsella, y más recientemente en Nancy, Burdeos, etc... pero también en numerosas empresas del sector privado y público, contra los despidos o por aumentos de salario. Igualmente, manifestaciones de desempleados, si bien ampliamente controladas por los partidos de izquierda del capital y los sindicatos, se han llevado a cabo. Es en la multiplicación de estos combates y en su reunión, su unificación, que los sentimientos de revuelta de los hijos de los obreros, así como de sus padres, deben poder expresarse eficazmente.


En relación con estos combates, los obreros deben tomar a cargo las cuestiones y los problemas ligados a las dificultades y la miseria de la vida en los suburbios obreros; tanto a nivel concreto, inmediato, proponiendo reivindicaciones “de barrio”, como a nivel general e histórico denunciando al responsable de estas condiciones de vida, es decir al capitalismo. Corresponde al conjunto de la clase obrera, mediante el desarrollo de las luchas reivindicativas, a los asalariados, a los desempleados, pero también planteando reivindicaciones concretas, condiciones de alojamiento, transporte, escuela, el presentar al conjunto de la sociedad una perspectiva de lucha colectiva contra el capitalismo. La afirmación y el desarrollo de esas luchas a la vez de “apagar” la violencia gratuita y ciega, es la verdadera respuesta contra el capitalismo porque, aunque no sean suficientes como tales, llevan con ellas “la hidra de la revolución”, como decía Lenin.


Corresponde a los comunistas, a los revolucionarios, y a los obreros más conscientes y combativos, el “ganar” al conjunto de la clase obrera para este combate, en particular a las nuevas generaciones de “jóvenes” obreros.


Es la única vía frente al capitalismo y su Estado. No hay de otra.


Noviembre 10, 2005

Fracción Interna de la Corriente Comunista Internacional



1 Ver nuestro volante Contra la miseria creciente que nos impone la burguesía, multipliquemos y unámos nuestras luchas, en nuestro sitio web.