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Durante el encuentro con los camaradas del BIPR, a principios de noviembre, uno de los puntos del orden del día fue, evidentemente, la continuación de la discusión a partir del texto de los camaradas. Por nuestra parte, comenzamos por tomar posición sobre su contenido y señalar los puntos de acuerdo que teníamos con:
la conciencia comunista comprendida, no como una simple conciencia de ser explotada como clase obrera y de “tener que luchar para que la explotación cese”, sino como la “conciencia política del tiempo, los medios, las formas de lucha, la táctica, la estrategia y el programa político” para destruir al capitalismo e instaurar el comunismo;
“el partido no es algo exterior a la clase”;
“el partido nace en la clase, hace suyas todas las reivindicaciones de la lucha de clase, desde las mínimas, reivindicativas, hasta las estratégicas generales, hasta el programa político completo”;
“la relación es, pues, una relación dialéctica no entre una clase y un partido separado de ésta y que le lleva la conciencia desde el exterior, sino en el interior de esta clase misma...”;
“lo que no significa que la base del proletariado, en sus luchas, no pueda madurar en niveles de conciencia política”;
“el partido, como instrumento político de la clase, debe estar siempre presente y buscar ser, en todos los momentos de la lucha de clases, el punto de referencia política”;
“consideramos también como peligrosa la tesis que pregona la necesidad del partido solamente en las fases revolucionarias”;
en las fases contrarrevolucionarias y de retroceso histórico del proletariado, puede suceder que el partido desaparezca “pero ello no impide que las vanguardias continúen el esfuerzo de dar el mínimo de continuidad política y organizativa”;
en todas las circunstancias históricas, “el partido no puede eximirse de intentar ser el punto de referencia de la lucha de clase, sea cual sea el nivel de ésta”.
Es, pues, a partir de esta base, que la discusión se desarrolló. En primer lugar, el conjunto de los participantes señaló que compartíamos la misma posición sobre el partido, lo que era algo fundamental.
¿Conciencia “tradeunionista” [“sindicalista”]?
Enseguida, el debate trató más particularmente sobre la cuestión de la conciencia. Nuestra fracción subrayó que la conciencia de clase se desarrolla esencialmente en y por el partido, en y por las organizaciones comunistas cuando el partido no existe.
Hemos remarcado la afirmación del texto del BIPR, que es una de sus posiciones de siempre, según la cual “la lucha económica surge, produce lo que puede producir en el terreno reivindicativo, luego declina sin dejar trazas políticas si no hay la intervención del partido revolucionario, que tiene como tarea actuar para transformar cualquier lucha económica que sea, ganada o perdida, en un arsenal político a restituir en la lucha siguiente, a un nivel de conciencia de clase cada vez más elevado.”
Hemos señalado que podía aparecer una contradicción en Lenin, y por tanto en el BIPR que retoma la misma formulación, entre el hecho de considerar a la clase obrera como únicamente capaz de tener una conciencia solamente “tradeunionista” y la necesidad del partido “de elevar la conciencia”, como dice Lenin, en la clase obrera a una conciencia de clase. Para los camaradas del BIPR, decir que la característica fundamental de la clase obrera es no poder superar una conciencia “tradeunionista” no quiere decir que no pueda en la ocasión realizar grandes pasos adelante, es decir avances políticos. Es precisamente por ello que Lenin insistía en la necesidad de elevar la conciencia. Pero si la clase da pasos adelante “sin el partido”, ello significa que este último está retrasado o ausente. Es verdad que el partido, al no ser infalible, puede equivocarse y estar en retraso. ¿No fue tal el caso del partido bolchevique hasta el retorno de Lenin a Rusia? Pero también es cierto que esta situación expresaba una debilidad y que sin el partido bolchevique y su “reorientación” de abril de 1917, la revolución de octubre no habría podido tener lugar. ¿No fue tal el caso en Alemania, donde el partido estaba ausente (o casi)?
Luego de clarificado este punto, nuestra fracción –que se reivindica de los combates políticos y organizativos llevados a cabo en los años 1970-80 por la CCI contra las tendencias consejistas que existían entonces en su interior- ha recordado que la CCI había conocido deslices de orden consejista ligados a las condiciones de su constitución. En particular, hubo tendencias a la conciliación, por no decir a la introducción, de la idea de que el partido no podía, y por tanto de cierta manera no debía, constituirse más que durante fases revolucionarias; o también que la conciencia comunista podía surgir sin el partido. Esta precisión fue la ocasión para recordarnos que el combate político contra el consejismo, el economismo de nuestros días, sigue siendo actual, como una cuestión permanente y central, en la medida en que constituye actualmente uno de los peligros principales que enfrentan los comunistas y el proletariado.
¿Conciencia desde el “exterior”?
La discusión también precisó lo que el BIPR entendía cuando retomaba la formulación de Lenin sobre la conciencia “aportada desde el exterior”. Ya hemos visto que este “exterior” corresponde a “exterior a las luchas inmediatas” de la clase obrera. Para los camaradas, decir que el partido lleva la conciencia desde el exterior no significa que el partido sea exterior a la clase. Es una parte de ella. Según los camaradas, si no se toma en cuenta que la conciencia proviene del exterior de las luchas inmediatas, entonces se presupone que la clase como un todo puede desarrollar la conciencia. Y a partir de allí, ya no hay necesidad del partido.
Si se toma el ejemplo ruso, es verdad que en febrero 1917, existía una memoria de la experiencia de 1905 en el interior de la clase obrera. Dicho esto, tal “memoria” estaba mucho más extendida precisamente entre las filas revolucionarias que entre las otras “partes” de la clase.
Por nuestra parte, si bien no retomamos la formulación “exterior”, compartimos la esencia de la posición y el combate político que implica contra el consejismo. Estuvimos de acuerdo también en afirmar que actualmente, en particular debido a las campañas ideológicas tan fuertes de la burguesía contra el comunismo luego del fin de la URSS y debido, de una parte, al stalinismo, y de otra a la sofisticación de las armas ideológicas burguesas, la necesidad del partido era todavía más fuerte.
Continuidad política y organizativa
El conjunto de los participantes también insistió sobre la importancia del combate permanente para “mantener el partido” y para asegurar su continuidad política y organizativa. Incluso si ocurren momentos en que ésta no es ya posible momentáneamente. Esta cuestión, este combate por la existencia del partido, es un aspecto permanente de la actividad de los revolucionarios, cualquiera que sea el periodo y cualquiera que sean las condiciones en las cuales se lleva a cabo este combate.
¿“Identidad de clase?
Hemos afirmado nuestro acuerdo con la posición que el BIPR ha presentado desde hace mucho tiempo sobre la cuestión de la “identidad de clase”: “Pero identidad de clase no quiere decir conciencia comunista (...) [aquélla] sigue siendo una forma de conciencia burguesa” (Revue Communiste 2, 1984); “de hecho, la sola identidad de clase puede ser compatible con una ideología reaccionaria. En ocasiones, los obreros más reaccionarios están entre los más conscientes de pertenecer a la clase obrera” (Revolutionary Perspectives 25, Conciencia de clase y organización política de la clase obrera).
Esta cuestión es tanto más importante a destacar por cuanto la CCI, la nueva CCI oportunista, ha hecho su rollo, es decir su “consigna”, “recuperar la identidad de clase”, valedera para toda ocasión y tiempo. Y especialmente cuando los obreros están en huelga, es decir cuando precisamente afirman su identidad de clase en la lucha.
¿Constitución del partido al final de la segunda guerra mundial?
Todos rechazamos la posición de Perrone-Vercesi en el interior de la fracción italiana que veía la desaparición del proletariado durante la guerra y que, en consecuencia, preconizaba la disolución de la fracción. Un camarada recordó que el camarada MC, viejo militante hoy desaparecido que estuvo en el origen de la constitución de la CCI, defendía la necesidad del partido y que, incluso, había planteado su adhesión al partido creado en 1943 en Italia, cuya continuidad orgánica actualmente es el BIPR. La crítica “histórica” de la CCI no es que el partido no debía constituirse (si bien sesenta años más tarde, es más fácil ver claro) en 1943 o 1945. La crítica se refiere a las condiciones de su constitución –confusión política, reagrupamiento apresurado y sin clarificación política.
Los camaradas del BIPR precisaron que, si estamos de acuerdo en el hecho de que el partido debe esforzarse permanentemente por ser el punto de referencia política para la clase obrera, entonces la cuestión de la constitución del partido en 1943 no se plantea.
Por nuestra parte, tal como para el BIPR, la discusión de esta cuestión debe tomar en cuenta las condiciones reales, concretas, que existían en aquélla época: por una parte las condiciones de vida durante la guerra –represión, falta de información, de comunicación y vínculos- y por otra parte la necesidad de asumir las tareas de dirección política en un periodo y lugar en que, por una parte, la clase obrera tendía a resurgir sobre su terreno de clase, contra la guerra y, por otra parte, frente a una burguesía que trataba de arrastrar a los obreros al terreno del antifascismo en la “resistencia” y los “partisanos”.
Como se puede notar, la discusión misma aportó elementos complementarios, adicionales de clarificación política en relación al texto de los camaradas del Buró. Entre estos elementos de clarificación, algunos corresponden a precisiones y puntos de acuerdo. Otros plantean otras interrogantes o divergencias.
Entre los puntos de precisión y acuerdo, queremos subrayar tres:
la conciencia comunista se desarrolla fundamentalmente en y por el partido;
el proletariado puede en ocasiones expresar avances políticos, “por delante del partido”, pero entonces conviene mostrar que se trata de una situación “anormal” y de una situación de debilidad del partido, y por tanto de la clase, sobre todo si el partido es incapaz de corregir esta situación sino lograr retomar los avances por su cuenta y trazar todas las consecuencias políticas;
el esfuerzo de continuidad política y organizativa es un combate político permanente cualquiera que sea la situación histórica, incluso en una situación de contrarrevolución; y, como consecuencia, el combate permanente por el partido, cualquiera que sea el periodo y cualesquiera que sean las posibilidades y las formas concretas de su existencia, es una necesidad permanente.
La discusión también ha permitido mostrar el acuerdo de nuestra fracción con la crítica que el BIPR hacía del pasaje citado de nuestro texto, pasaje que, tomado en sí, abre la puerta precisamente a lo que nuestra fracción rechaza, a saber la conciencia comunista comprendida como producto directo y mecánico de las luchas obreras. En efecto, en un texto de toma de posición de la fracción en relación al documento del BIPR, hemos planteado la idead de que la conciencia de clase es un proceso, una dinámica y, sobre todo, una práctica. De allí desprendíamos el hecho de que esta dinámica y práctica tiene a la clase en su conjunto como campo de expresión. De allí, a dejar pensar que la conciencia ve el día y tiene como origen a la clase como un todo –es decir a la clase sin el partido- no había más que un pequeño margen, que no tuvimos el cuidado de clarificar(1).
Quedan todavía muchos puntos por clarificar. Por ejemplo, nuestra fracción piensa que la cuestión de la relación entre luchas económicas y luchas políticas, tal como la presenta Rosa Luxemburg en Huelga de masas, partido y sindicato (1906), es ciertamente un punto que deberemos abordar con los camaradas para ver el grado de acuerdos y desacuerdos que podemos tener, con el fin de clarificar lo mejor posible esta cuestión... actual. De lo que estamos convencidos, y sin duda los camaradas del BIPR también, es que el texto de este último y los puntos de clarificación a los cuales su discusión ha dado lugar, son el marco, la base, de la continuación del proceso de confrontación política y de reagrupamiento. Y, por nuestra parte, estamos también totalmente convencidos de que esta clarificación no concierne solamente a nuestra fracción y al BIPR. Cierto, establece fundamentos comunes y refuerza los vínculos y la colaboración estrecha de nuestra fracción con el Buró. Pero ésta va mucho más allá. Se dirige y debe interpelar a todos los grupos políticos que se reclaman de la Izquierda comunista italiana. Se dirige a todos los militantes comunistas que desean inscribirse seriamente en la lucha histórica del proletariado, y en particular que quieren participar en el proceso de constitución del partido mundial del proletariado. Marca un momento, una etapa importante de este proceso en el plano teórico y político.
La fracción interna de la CCI.
Noviembre de 2005.
Nota:
1 La fracción tratará de expresar este punto con mayor claridad, profundizándolo primero en su seno, antes de volver al respecto públicamente.
Fracción interna de la CCI - Boletín 33