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MENSAJE DEL CAMARADA RIC

Camaradas,

Gracias por el envío de su volante. Había escuchado que se les había prohibido estar en las reuniones de la CCI. Originalmente, yo le había escrito a ésta expresándole mi acuerdo. Pero fue antes de que tomara conocimiento de la FICCI por mí mismo; en ese entonces aceptaba, sin cuestionamiento, sus afirmaciones.

Estoy desolado al enterarme, a través de ustedes, de su tentativa para impedirles distribuir vuestros volantes a la entrada de la sala de reunión. ¿Lo lograron ellos? ¿O lograron ustedes pasar? Parece que la CCI se constituye como una especie de “fuerza policíaca proletaria”. ¿Cómo piensan ustedes que la FICCI y los otros puedan combatir este absurdo? Si la CCI quiere ser una fuerza de policía proletaria, sería mejor que fuera a los suburbios parisinos en lugar de batirse contra la FICCI. Esto demuestra precisamente cuáles son sus prioridades.

Fraternalmente, Ric.

 

NUESTRA RESPUESTA

Queremos saludar el sentido político de las cuestiones planteadas por el camarada. Primero, es conveniente señalar que no nos propone abandonar el combate contra el oportunismo de la CCI, y en particular contra una de sus manifestaciones concretas, la utilización de la agresión física, la fuerza y la represión contra… los otros grupos comunistas. Quiérase o no, ignórese o no, ciérrese o no los ojos sobre esto, la política sectaria de provocaciones, acusaciones de todo género y violencias físicas de la CCI actual con el objetivo de destruir el campo proletario, es un hecho concreto que se impone, e inevitablemente va a continuar imponiéndose a todos, bajo una forma u otra. Que ésta sea hoy dirigida principalmente, aunque no únicamente, contra nuestra fracción, es debido a que estamos adelante, al frente del combate contra la liquidación oportunista de esta organización.

Enseguida, el camarada plantea una cuestión política: ¿Qué hacer contra la represión e intimidación físicas violentas ejercidas por los servicios de orden de los grupos políticos – o por los sindicatos- contra la presencia e intervención de los comunistas? ¿Cuál fue nuestra actitud el sábado 12 de noviembre de 2005 frente a la milicia de la CCI? ¿Y qué lecciones políticas militantes debemos trazar?

¿Había que intentar pasar físicamente a pesar de la milicia de la CCI?

No hemos intentado atravesar el servicio de orden que se nos había enviado a la salida del metro. Y ello por dos razones políticas.

La primera, la menos importante desde el punto de vista político, era que la relación de fuerzas físicas inmediata, -que para los marxistas revolucionarios forma parte de la apreciación política de una situación– no estaba, lejos de ello, a nuestro favor y no nos permitía, pues, asumir nuestra intervención en esas condiciones. Más allá de los cinco “gorilas” que nuestros dos camaradas tenían frente a ellos, más de una decena los esperaba un poco más lejos.(1)

La segunda razón, mucho más importante y durable, era eminentemente política. Mediante la multiplicación de los insultos, provocaciones y ahora las agresiones físicas, la CCI busca, evidentemente, llevarnos a su terreno –que es el terreno podrido de la “liquidación”- y a utilizar los mismos medios adulterados que ella. Pero sobre todo, de esta manera, nos desviaría del terreno de clase que es el de la confrontación política abierta, del debate de ideas público y sincero con miras a la delimitación y el reagrupamiento de las fuerzas comunistas. El resultado casi cierto al cual habría conducido un enfrentamiento físico violento, si hubiéramos respondido en este terreno, habría sido el de provocar, en el campo proletario, un sentimiento de asco (“todos están locos” y “es su historia interna, su pequeña cocina”) o aún peor, de indiferencia en relación al combate político. Tanto más que la CCI seguramente habría aprovechado esta situación para dar una imagen de este campo proletario como un “nido de víboras” lanzando una nueva campaña internacional contra “los policías y degolladores” que supuestamente somos, a la vez de tratar de hacerse pasar como la víctima.2

Así, pues, pensamos que no habríamos obtenido resultado político alguno positivo, ni a nivel de nuestra intervención inmediata, ni en el plano de la clarificación del indispensable combate político contra la liquidación de la CCI. Pensamos, por el contrario, que nuestra denuncia actual es mucho más eficaz y “clarificadora”.

¿Había que aceptar en ese momento, sin reaccionar, la política de represión?

Sin embargo compartimos la preocupación del camarada según la cual no se trata de aceptar esta actitud policíaca y que debemos defender completamente los principios comunistas al respecto, cualesquiera que sean las circunstancias. Así pues, ese día intentamos discutir con los… camaradas de la CCI y convencerlos de su “error”. Así pues, no hemos aceptado la situación y, a pesar de su voluntad permanente por hacernos callar, hemos, por el contrario desarrollado el combate en el plano político para imponer la verdadera actitud de los comunistas. Visiblemente nuestros argumentos políticos les ponían todavía más nerviosos y agresivos porque sin duda se hallaban indispuestos, si no es que cerrados… políticamente. Frente a esta cerrazón política y a una agresividad redoblada (una explica la otra) –consistente en darnos empellones cada vez más fuertes y acompañados de insultos- hemos, con justa razón, tomado la decisión de abandonar el lugar.

Sin embargo, la importancia y la eficacia de este tipo de intervención no pueden ser reducidas a su resultado inmediato. Hay que inscribirlas también y sobre todo en un combate a largo plazo, tanto ante los militantes implicados, como más ampliamente ante el conjunto del campo proletario.

¿Cuál es la experiencia de la CCI?

La CCI, nuestra CCI, ha desarrollado, en efecto, toda una experiencia sobre este tipo de situación. En particular cuando los estalinistas nos perseguían, nos prohibían acercarnos a la puerta de las fábricas y ejercían una represión física agresiva contra nosotros durante nuestras intervenciones, como militantes de la CCI, hacia los obreros, en las huelgas o asambleas obreras, en los mítines y en las manifestaciones de calle, en las difusiones en las fábricas.

La táctica de los comunistas en este tipo de situación es a la vez de defender los principios proletarios, rechazar esta actitud, tanto más por cuanto es el hecho de militantes que se reclaman del comunismo; y para ello tomar en cuenta las posibilidades concretas de imponer su respeto. Por ejemplo, en los años 1970-1980, cuando nos era verdaderamente difícil –y peligroso- intervenir en la entrada de algunas fábricas, como en la de Renault de Billancourt –París (hoy desaparecida) o bien en el Puerto de Marsella, frente a los vigorosos estalinistas de la CGT, comprendimos que teníamos que presentarnos con la “masa” de los trabajadores para no ser expulsados, y ello nos permitía también especialmente llamarlos a que nos defendieran contra la represión estalinista. Y en general, esto resultaba. Al punto que los estalinistas comprendieron rápidamente que no podían golpearnos ante los obreros, bajo riesgo de inconveniencias políticas, y esperaban a que los obreros entraran a la fábrica para perseguirnos. Por nuestra parte, evidentemente en función de nuestra comprensión política de la situación inmediata –nos anticipábamos a esta entrada de los obreros, y abandonábamos antes el lugar.

Y pudimos constatar que las veces en que realmente nos rompieron la cara los estalinistas, fue debido a una mala apreciación política del momento y del lugar, ya fuera porque nos encontráramos o bien físicamente, o bien políticamente aislados porque la relación de fuerzas y la dinámica de tal o cual asamblea o manifestación había cambiado al filo de las horas o los minutos. Lo que, precisémoslo al menos, no nos impedía tratar de defendernos físicamente por nosotros mismos.

Estos son, pues, algunos elementos políticos de reflexión para poder desarrollar una actitud y una “táctica” para reafirmar el principio, a la vez de considerar las posibilidades concretas para defenderlo, a falta de poder imponerlo, en cada momento.

Una última palabra sobre el tema y la situación a la cual nos enfrentamos con la CCI. No es la primera vez que sufrimos una actitud física de violencia. La lamentable y ridícula agresión del militante Peter contra nuestro camarada Jonas en el 2002 (ver nuestro boletín 9, abril 2002) exigió de nuestra parte una reacción de defensa física que hizo ver a nuestro Peter y a su “delegación de militantes” dejar el lugar de manera lastimosa. La agresión a un militante del PCI-Le Prolétaire (ver boletín 13, octubre de 2002) estuvo sin duda alguna más ligada a un “desliz personal” si bien tal desliz fue el resultado de los efectos de la política “liquidadora” y destructiva que se establecía en la CCI. Desde entonces, hemos sufrido, ya sea en México, ya sea en París, diversas provocaciones físicas durante nuestras intervenciones en las reuniones llamadas “públicas” de las que hemos hecho mención regularmente en nuestro boletín. ¿Hasta dónde pueden llegar ahora? ¿No nos han arrebatado ya nuestros volantes de las manos de nuestros militantes en México? Se trata, pues, para nuestra fracción, y pensamos que para el conjunto del campo proletario, de una cuestión concreta que hay que tomar en serio, tanto más que este tipo de prácticas y actitudes puede conducir a las partes más débiles de la clase a este plano, aquí a los miembros más “frágiles” de la CCI, a “sentirse investidos” de una misión y derecho de agresión física contra otros militantes. La increíble violencia de los escritos de la CCI contra todos los que se oponen a su política, contra los camaradas argentinos del NCI por ejemplo, contra el BIPR en menor grado, forman parte de la voluntad consciente y destructiva de la pandilla de los liquidadores de la CCI, de establecer una atmósfera irrespirable y prácticas inaceptables en el interior del campo proletario. Inevitablemente la lógica y la dinámica de la CCI contiene agresiones físicas serias por parte de la CCI contra nuestros militantes o contra o contra otros militantes comunistas. Lo hemos advertido ya en nuestros boletines.(3)

Porque, no lo dudemos, la exacerbación de la lucha de clases que es inevitable, conlleva también este tipo de situación de represión y violencia, ya sea directamente estatal, ya sea mediante milicias de todo género, incluidas fuerzas que se reivindican falsamente del comunismo. Los comunistas de hoy deben también prepararse para ello. Esta dimensión particular del combate político, la confrontación a la violencia física de la represión, forma parte integrante de la experiencia y del proceso de formación del partido comunista.

La Fracción interna de la CCI, noviembre de 2005.


Notas:

1 Evidentemente, este tipo de acción policíaca, sin fundamento político desde el punto de vista proletario, y por tanto sin convicción política profunda entre los militantes, lleva, inevitablemente, a los que participan a “enredarse” y a “comportarse como pequeños golpeadores y granujas” a la altura de su propio temor y cobardía política. Hacer participar a los miembros de la CCI en este tipo de acción en nombre de “la defensa de la organización”, es un medio, un momento, de su proceso de destrucción como militante comunista.

2 De paso, precisemos que estamos convencidos de que la pequeña facción familiar que ha tomado el poder en la CCI, los que llamamos los liquidadores, busca la pelea violenta y desea que cedamos a las provocaciones físicas. Con toda evidencia, ha “condicionado” en consecuencia a los miembros del servicio de orden, quienes estaban particularmente nerviosos y tensos, por decir lo menos. Esta facción tiene un interés personal, sectario, por no decir sórdido y vergonzoso, en que el enfrentamiento físico degenere todavía más entre nosotros y los militantes de la CCI. No es la primera vez que sufrimos provocaciones de este tipo que, no dudamos en decirlo, se parecen en todo a la manipulación policíaca.

3 Ver por ejemplo en nuestro boletín 26 y 30.


Fracción interna de la CCI - Boletín 33