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Republicamos a continuación una toma de posición de la Tendencia Comunista Internacionalista
cuyos analisis y orientaciones políticas compartimos y apoyamos.
La FICI, marzo 2013.
Publicamos esta toma de posición sobre lo que está pasando en Port Said en Egipcia aun cuando las noticias están limitadas (ignoradas al nivel internacional por los medios de comunicación oficiales) y no siempre coherentes. Pero todas las fuentes consultadas están de acuerdo para atestiguar la agitación política que existe en la ciudad egipcia.
La información todavía está rara pero unos hechos hablan de por sí. Después las manifestaciones callejeras, la rabia explotó luego de las 21 condenas a muerte pronunciadas para el masacre en Port Said. En una manifestación espontánea contra estas sentencias, la policía de Morsi hizo 40 víctimas adicionales. Después, la policía estuvo obligada de abandonar a la ciudad dejándola en las manos de los manifestantes. En este mismo momento, el orden público, el tráfico y la producción vinculados con el Canal de Suez están en manos de los insurgentes. Port Said se ha vuelto una especie de zona libre donde el Estado ha tenido, de manera momentánea, que izar la bandera blanca. Si es cierto que las condenas a muerte de los 21 jóvenes y las 40 víctimas que siguieron, fueron el incentivo trágico de la rebelión, es también cierto que las consecuencias devastadoras de la crisis económica y la arrogancia reaccionaria del gobierno islámico de Morsi fueron un elemento decisivo de esta.
Finalmente, luego de dos años de tensiones en las calles, de elecciones « arregladas », de fraude y de traición de las esperanzas las más básicas, algo se rompió. El principal hecho, si se confirma, es que los obreros de Port Saíd fueron los primeros en entablar la revuelta, en particular los trabajadores del puerto, los de los transportes y obreros de otras fábricas. El tráfico marítimo se paro, fábricas estuvieron cerradas y la movilización de la ciudad parece ser general y determinada. El movimiento, aunque protegiéndose contra la inevitable reacción del gobierno, debe también arreglar varios problemas en su seno.
El primer peligro es el riesgo del aislamiento. Los obreros de Port Said deben activamente buscar la ayuda militante, práctica, de todos los trabajadores egipcios, de las fábricas del Cairo a las de Alejandría, de Ismailia y de Asiut. La única manera de evitar el aislamiento y de poder seguir con el combate, es el ampliar la lucha y abrir perspectivas mayores. Cualquier gobierno burgués sabe esperar. Sabe esperar a que la rabia se consuma en tal o tal acto de protesta, aun fuerte y violento, para poder retomar en sus manos por la fuerza la situación que le escapaba anteriormente. La maniobra es simple y más eficaz si el alzamiento está aislado, si afecta a un solo sector de la producción o a una zona limitada del punto de vista geográfico. Romper con el aislamiento, buscar la solidaridad proletaria, no son nada más necesarios de manera táctica pero también son las condiciones para que la lucha siga ; en caso contrario, la represión caerá de manera dramática sobre los manifestantes.
Tanto más la lucha se desarrolla de manera frontal, lejos de las sirenas conservadoras que llaman al reformismo, sea laico o religioso, tanto más puede servir de modelo para los proletarios de toda África del Norte con la esperanza de dar un inicio de sentido de clase al fracaso de las « primaveras árabes ». En este momento, los proletarios de la zona del Canal de Suez no deben caer en la trampa reformista del creer que se pueda gestionar de manera diferente los asuntos públicos en el marco del capitalismo que los rodea. No es unicamente exigiendo la caída del gobierno Morsi y el respecto de las libertades democráticas, o actuando en el marco político de la desobediencia civil, que las cosas cambiarán de manera radical. El movimiento que tuvo la fuerza de rebelarse contra el autoritarismo asesino del gobierno islámico, de liberarse de las cadenas de las fuerzas políticas tradicionales, que intento presentarse como sujeto político autónomo, debe seguir en esta vía sin caer de nuevo en las opciones que el reformismo radical ofrece, o volverse en los relumbrones usados del juego democrático.
El proletariado europeo que sufre también la misma explotación al otro lado del Mediterráneo, debe jugar su papel. La solidaridad de clase que se expreso hace poco, aquí y allá, durante unos episodios de lucha, debería agarrar la oportunidad para reafirmarse en la escena internacional. Es cierto que todas las razones están presentes para que las calles de la ciudades europeas se llenen y se agiten contra las diferentes políticas y los pesados sacrificios que se les exige. Si lo hacen, no debe estar en un solo sector o bajo la bandera de tal o tal política sindical, o de tal o tal fuerza política « reformista de izquierda » ; pero en base a la verdadera solidaridad de clase, más allá de las fronteras nacionales y de los particularismos. Hoy se presenta una ocasión para iniciar. Un último punto. La espontaneidad, la determinación de una lucha que se opone de manera inmediata al gobierno, a su policía, está condenada al fracaso si no elabora una táctica, una estrategia y un programa que sobrepasan las trampas del capital, para creer una verdadera alternativa social que sea una otra manera de producir y de distribuir esta riqueza cuyo único creador es el proletariado egipcio y la clase obrera internacional. Sin embargo, si nos quedamos al nivel de la desobediencia civil, si el movimiento no se fija como objetivo sino el mero derrumbamiento del gobierno Morsi al beneficio de una « verdadera democracia » sujeta a todas las presiones del capitalismo, como el movimiento de la Plaza Tarir lo hizo con Mubarak, el resultado será lo mismo si no es peor.
FD, Tendencia Comunista Internacional, 6 de marzo 2013
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