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Durante encuentros o por correo, algunos camaradas y lectores nos han expresado reservas, un escepticismo sobre nuestro análisis de la situación histórica y particularmente sobre la evolución de la lucha de clases. Nosotros retomamos y nos mantenemos fieles al método de análisis de la CCI original, en particular con su análisis sobre un “curso histórico que conduce a confrontaciones masivas de clase”, tal como fue desarrollado y presentado en la Revista Internacional de esta organización a todo lo largo de su historia, en particular en los años 1980. Entre todos los aspectos que se refieren a este método de análisis, particularmente uno de entre ellos ha sido motivo de cuestionamientos, incomprensiones o desacuerdos. Se trata de nuestra apreciación según la cual se ha abierto actualmente un periodo de “huelga de masas internacional”. Algunos rechazan la palabra misma de “huelga” debido a que las huelgas no son el elemento principal de las reacciones obreras actualmente. Otros estiman que sobrestimamos el nivel de la lucha de clases porque evocar la “huelga de masas” para caracterizar al periodo actual sería creer que nos encontramos en un periodo revolucionario o prerrevolucionario.
Pero, para nosotros, es abiertamente, ante nuestros ojos, que se despliega y desarrolla una dinámica de lucha en masa a nivel internacional, y esto a pesar de las tentativas ya sea de silencio y censura (nada en la TV ni en los periódicos sobre las grandes manifestaciones en Grecia en el mismo momento en que tenía lugar el movimiento de los “indignados” en España) o de deformación (los movimientos actuales serían por “verdadera democracia”). Los movimientos de clase de África del Norte, Túnez, Egipto, por débiles que fueran, respondían a las reacciones y luchas proletarias de finales de 2010, particularmente en Europa (Grecia, Francia, Gran Bretaña, Portugal, España, etc.). Y a su vez, los movimientos de los países árabes, sobre los cuales el proletariado internacional puso sus ojos, fueron factores de impulso para el surgimiento y desarrollo de movimientos de lucha en Europa, en España por supuesto, en Grecia, etc... Se trata, pues, de una dinámica internacional de luchas obreras ante la crisis y los ataques sobre las condiciones de vida que se está desarrollando y profundizando, a pesar de los obstáculos que le pone la burguesía. El proceso de “huelga de masas” está en curso... Así que hemos decidido publicar una de nuestras intervenciones al respecto, al estimar que esta cuestión de ser difundida y debatida lo más ampliamente posible.
Lo que Rosa Luxemburg llama “huelga de masas” (o “huelga en masa” según la versión francesa) y que ella describe amplia y claramente en su obra, no representa solamente, como algunos lo piensan falsamente, 1905 o un acontecimiento de ese tipo, es decir un movimiento de clase que plantearía abiertamente la cuestión de la revolución; es la lucha de clases y su proceso de desarrollo en el periodo que se ha abierto a principios del siglo XX. “Pero ahora la revolución rusa ha sometido esta argumentación a una revisión fundamental. Por primera vez en la historia de las luchas de clases, ha permitido una realización grandiosa de la idea de la huelga de masas e incluso -ya lo explicaremos más en detalle- de la huelga general, inaugurando de este modo una época nueva en la evolución del movimiento obrero.” (Rosa Luxemburg, Huelga de masas, partido y sindicato, 1906), especialmente el proceso que hasta el periodo revolucionario, es decir que incluye el que le precede y prepara:
“De este modo, quien quiera hablar de la huelga de masas en Rusia deberá ante todo tener esa historia ante sus ojos. El periodo actual, por así decirlo oficial, de la revolución rusa es datado y con razón a partir de la sublevación del proletariado de San Petersburgo de enero de 1905 (…) Pero ese levantamiento de San Petersburgo del 22 de enero era sólo el punto culminante de una huelga de masas que había puesto en movimiento a todo el proletariado de la capital del zar en enero de 1905. A su vez, esta huelga de enero en San Petersburgo era la consecuencia inmediata de la gigantesca huelga general que había estallado poco antes, en diciembre de 1904, en el Cáucaso (Bakú) y que mantuvo a Rusia pendiente durante mucho tiempo. Ahora bien, los acontecimientos de diciembre en Bakú eran en sí mismos sólo un último y poderoso eco de las grandes huelgas que en 1903 y 1904, semejantes a temblores de tierra episódicos, sacudieron todo el sur de Rusia y cuyo prólogo fue la huelga de Batúm, en el Cáucaso, en marzo de 1902. En última instancia esta primera serie de huelgas, en la cadena de erupciones revolucionarias actuales, está alejada sólo en cinco o seis años de la huelga general de los obreros textiles de San Petersburgo en 1896-97.” (R. Luxemburg, ídem).
Reducir la “huelga de masas” a solamente los movimientos revolucionarios o incluso revolucionarios que ha desarrollado y que desarrollará nuestra clase es una incomprensión profunda de lo que subraya Rosa Luxemburg y de lo esencial del combate del proletariado en un periodo que no es contrarrevolucionario (que es el caso actualmente, y esto desde la reanudación obrera de 1968). Cuando, en nuestro texto del boletín anterior (La huelga de masas hoy y mañana), osamos hablar de “huelga de masas” refiriéndonos a los combates que se desarrollan “ahora”, nosotros no hacíamos otra cosa, y ello muy modestamente, que retomar la visión que Rosa Luxemburg nos ha transmitido. Incluso podemos decir que las condiciones actuales, por la amplitud y la profundidad de la crisis que golpea al mundo capitalista entero hasta su corazón; por sus terribles implicaciones sobre la clase obrera que entraña la pauperización de las masas; por las luchas de respuesta masivas que abarcan a todas las zonas del planeta..., dan una mayor amplitud a esta visión que ni aún Rosa podría presagiar. En efecto, lo que ella describía a nivel de únicamente Rusia, lo vemos comenzar a desarrollarse a nivel internacional: tan sólo estos últimos meses nos han permitido ver cómo se desarrollan o relevan luchas importantes (por su amplitud, duración y radicalismo anticapitalista), que atraviesan a Europa de norte a sur, pasando a la costa sur del Mediterráneo y luego volver a su costa norte, abarcando también con fuerza a los otros continentes, sin que ninguna zona quede al margen. Y, debido a que las condiciones objetivas, por lo menos, sólo pueden seguir desarrollándose, lo esencial de este proceso de “huelga de masas”, que ya ha comenzado, está, según nosotros, aún por venir.
Contrariamente a quienes podrían pensar que “Huelga de masas, partido y sindicato” es un viejo texto, “inadecuado” para lo que pasa en nuestro periodo, o incluso un texto “ya superado”, invitamos a todos los comunistas y militantes a volverlo a leer atentamente y a reapropiarse de este texto (como de tantos otros) del movimiento obrero. Los comunistas tienen constantemente, y hoy más que nunca, necesidad de las enseñanzas que nuestra clase a sacado de sus experiencias, y por ello de los escritos de las grandes figuras del marxismo, como Rosa Luxemburg, para comprender e intervenir en la situación actual.
Todo lo que planteamos aquí, respecto al desarrollo de la lucha de clases actualmente, no significa para nosotros que se trata de una “autopista libre” la que se perfila ante nuestra clase. Si nuestra fracción rechaza minimizar o ignorar las fortísimas cólera y combatividad obreras que se expresan actualmente por el planeta (y sobre todo en los países del corazón del capitalismo) es, al mismo tiempo, plenamente capaz de tomar en cuenta la debilidad importante que muestra actualmente el proletariado a nivel de su conciencia (dificultad para concebirse como clase y pérdida de vista momentánea de su perspectiva histórica que se manifiestan especialmente, en la muy débil influencia en su seno de la izquierda comunista...), la cual es ante todo el fruto del supuesto “fin del comunismo” que apareció luego del hundimiento del stalinismo. Sin embargo, tenemos certeza de que no puede haber una superación de esta debilidad sin el desarrollo del combate cotidiano y cada vez más amplio que lleva a cabo la clase contra los efectos de la crisis capitalista. Tal es el camino; es al que asistimos actualmente y al que debemos, de entrada y sin reticencias, apoyar e impulsar. Como dice Rosa: “Un océano de privaciones y de sufrimientos terribles es, en efecto, el precio al cual toda revolución es adquirida por la masa proletaria...
“Este despertar de la conciencia de clase se manifiesta de inmediato de la manera siguiente: una masa de millones de proletarios descubre repentinamente, con una agudeza insoportable, el carácter intolerable de su existencia social y económica, a la que estaba sometida desde hacía decenios bajo el yugo del capitalismo. Inmediatamente se desata un levantamiento general y espontáneo para sacudir el yugo, para romper esas cadenas. Los sufrimientos del proletariado moderno reavivan bajo mil formas diferentes el recuerdo de esas viejas heridas siempre sangrantes.”
Pero la batalla, en lo esencial, aún está por llevarse a cabo; el proceso de “huelga de masas” está, según nosotros, apenas en sus inicios, no solamente debido a las debilidades actuales propias de la clase que tiene la inmensa responsabilidad histórica de lanzarse al “asalto del cielo”, sino también y sobre todo debido a la enorme presión que ejerce sin cesar sobre ella la clase dominante, física y sobre todo ideológicamente. Esta presión, que se desarrolla sobre todo en el periodo de decadencia, toma, en el periodo en que vivimos y que revela cada vez más claramente la quiebra total del capitalismo y la incapacidad de la burguesía para aportar una solución, una importancia jamás alcanzada en la historia de la humanidad. Es una clase dominante al borde del precipicio que está obligada a refinar y utilizar todas las herramientas a su disposición para intentar desarmar preventivamente a su verdugo, de allí el increíble desarrollo de la represión, de las inmensas campañas ideológicas (las “democráticas”, con todas sus variantes, el anticomunismo, etc.), en las que el proletariado es el principal blanco, y de allí la multiplicación de los obstáculos que le pone en el interior mismo de sus luchas.
Respecto a este último aspecto -los obstáculos en el interior de las luchas-, existe una concepción de la lucha de clases que los comunistas no pueden compartir y que deben combatir. Ésta se expresa en cierta tendencia a menospreciar, por lo menos, las luchas obreras en las cuales se expresa la influencia de la burguesía (hoy, la presencia o el control de los sindicatos, las ilusiones democráticas y otras); como si, para expresar los intereses y las preocupaciones de la clase obrera, las luchas debieran ser “puras”. Así, cuando éstas parecieran, a un nivel u otro, influenciadas por la ideología de la burguesía o que estuvieran controladas por sus agentes políticos o sindicales, deberían ignorarse o incluso tal vez hasta rechazarse. Desarrollar tal concepción y querer actuar en función de ella equivaldría a esperar una lucha “pura” y por tanto a rechazar la casi totalidad del combate del proletariado. En la concepción marxista, no hay una lucha “pura”, que sería la única que merecería tomarse en consideración; según nosotros, tal concepción estaría tomada en el mejor de los casos del idealismo, si no es que del anarquismo. El combate contra la clase enemiga existe incluso en el interior mismo de la lucha. La afirmación de la clase no pasa solamente por su oposición abierta a la explotación que le impone el capitalismo, sino también y obligatoriamente por su combate para deshacerse de la presencia y de la influencia, en el seno de sus luchas, de la clase enemiga.
Esto es lo que la experiencia histórica nos ha demostrado ampliamente, sobre todo en el periodo de decadencia en el cual la burguesía ha desarrollado el capitalismo de Estado con su control sobre todos los planos de la sociedad, en particular ante la clase que le acosa. No es necesario enumerar aquí todos los ejemplos que prueban esto; pero podemos recordar al menos que, hasta en “la forma al fin encontrada de la toma del poder” -los consejos obreros-, este combate tuvo lugar en 1905, en 1917, en Rusia y en Alemania; que en su interior, la batalla dio lugar en un caso a la victoria de nuestra clase, en el otro a la del enemigo. Despojémonos, pues, de esa concepción de la lucha “pura”, porque no permite comprender la realidad y sobre todo, no pertenece al proletariado.
La FICI (8 de junio de 2011).
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