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Hay una nueva moda en el “medio revolucionario” -o “prorrevolucionario” (¡sic!)-, particularmente entre los que han dejado últimamente a la CCI1, que consiste en declarar la quiebra del Campo proletario, o lo que la CCI llamaba el Medio político proletario. Apoyándose en la constatación inmediata, si bien no menos real, de la división y el sectarismo que golpean a los grupos que se reivindican de la Izquierda comunista, estos elementos en ruptura de organización y en búsqueda de “libertad individual” muestran así su ruptura -no declarada, no reivindicada abiertamente- con las orientaciones políticas que sin embargo habían defendido, en ocasiones durante décadas, en el interior de su organización, en el caso de estos últimos en la CCI. Renuncian a la lucha por el reagrupamiento de la Izquierda comunista, es decir, rechazan e incluso renuncian a la confrontación de las posiciones políticas reales que son expresadas y defendidas por los grupos más antiguos e importantes, en particular en su prensa e intervención. Esta gente prefiere charlar en las redes o peor aún en “estructuras” informales en las que se entra y se sale cuando uno quiere y donde cada quien, como en los “albergues españoles”, propone o retoma, según su estado de ánimo, su pobre “producción”. Renuncian así a la única posibilidad de clarificación real, práctica, al rechazar el compromiso determinado en las críticas y la polémica políticas y en el combate encarnizado contra la gangrena del oportunismo. Creyendo declarar la quiebra del campo, pronuncian su propia quiebra e impotencia, ceden ante el sectarismo sin combatirlo, prefiriendo las redes de internet, la unidad ficticia, las discusiones sin objetivo, de las que no sale nada en términos de lucha política; y no es casualidad si su tendencia actual les empuja a participar en los “debates abiertos y libres” del ambiente consejistas, especialmente alrededor del grupo Perspective Internationaliste (Perspectiva Internacionalista).
En esta tarea de liquidación del campo, hay que reconocer que reciben una ayuda muy particular de la acción -o de la inacción- de los principales grupos y corrientes de esta Izquierda comunista. Es inútil volver aquí sobre la actitud sectaria, de principio, abiertamente reivindicada, y este es su único mérito, de los diferentes Partido comunista internacional de la corriente llamada “bordiguista”. En cambio, la deriva oportunista de la CCI cuya actitud sectaria no es la menor de las manifestaciones, les proporciona un argumento de peso a los “antipartidistas”: no solamente no reconoce ya al Medio político proletario2 sino que, además, le da la espalda abierta ¿y definitivamente?, tratando de reemplazarlo por un “reagrupamiento” entre el marxismo y el anarquismo con el pretexto de que éste se llama a sí mismo “internacionalista”3, ¡buscando establecer “relaciones particulares” con fracciones políticas del campo enemigo! El correo que reproducimos más abajo de nuestros camaradas de los CIM a un simpatizante de la CCI, responde claramente a esta deriva y plantea algunas contradicciones.
Finalmente, en esta situación del campo proletario en la cual las dos primeras corrientes (“bordiguismo” y CCI) no tienen ya la capacidad de enfrentar sus responsabilidades históricas como polo de referencia y reagrupamiento, la Tendencia Comunista Internacionalista (exBIPR), única organización que tendría la capacidad real de ocupar y asumir esta responsabilidad, tiende a no captar toda la importancia y todo el significado histórico, prefiriendo mantenerse en certezas inmediatas. Cierto, esta organización logra por momentos y en ciertas ocasiones imponerse como polo, hasta el punto de reagrupar directamente alrededor de ella -lo cual saludamos y apoyamos-, pero no logra aprehender toda la dimensión de una política determinada de “reagrupamiento” alrededor de ella, limitándose precisamente a ver solamente la finalidad como una adhesión inmediata. De golpe, tiende a subestimar, si no es que a ignorar, a las otras corrientes del campo proletario y la indispensable lucha política contra las derivas oportunistas que se desarrollan, viendo solamente, a su vez también, sólo polémicas estériles. Sin embargo, ¡cuántos elementos revolucionarios en búsqueda de clarificación y de coherencia políticas -y mañana serán muchos más, ante la crisis y las luchas obreras inevitables que se desarrollan- podrían así referirse y orientarse entre las posiciones y grupos si la TCI asumiera todas las dimensiones del papel que la historia le ofrece actualmente. ¡Qué paso hacia adelante se daría hacia el reagrupamiento!
Todas estas tendencias negativas, el sectarismo de las organizaciones que se repliegan sobre ellas mismas, el oportunismo de las organizaciones que se vuelven hacia las organizaciones burguesas, la CCI actualmente hacia el anarquismo -¿cómo ir hacia el partido con los anarquistas?-, la renuncia de quienes ceden ante el sectarismo en lugar de combatirlo y se tornan hacia el consejismo, sino es que también hacia el anarquismo, conducen por un cauce u otro, más o menos directamente, al reforzamiento de las tendencias antipartido -incluso entre quienes pretenden batirse por el partido fuerte y compacto-. Las tendencias al sectarismo, cualquiera que sea su expresión, se oponen al proceso de desarrollo de la unidad entre los grupos, y así traban el proceso hacia el partido.
Hay que reconocerlo: somos muy pocos quienes defienden abiertamente la existencia de un campo proletario y reivindican este combate; aparte de nuestra fracción y los camaradas de los CIM, no hay expresión política que plantee tal necesidad. Incluso los camaradas que nos han abandonado recientemente, quienes incluso han mantenido oficialmente el nombre de “Fracción interna de la CCI”, parecen haber abandonado este terreno y haberse juntado con el ambiente de Controverses-Perspective Internationaliste. Pero... ¿por qué defender a un campo que no se reconoce a sí mismo? Porque éste existe objetivamente, históricamente, y porque es indispensable.
Ni los individuos militantes, ni menos aún las organizaciones pueden decidir, por ellos mismos, liberarse de su filiación histórica, teórica y política. Los individuos pueden muy bien decidir abandonar el combate comunista y “liberarse” así de su propia historia. Las organizaciones, que pueden ya sea desaparecer, ya sea traicionar y perderse para el proletariado, pueden muy bien ser llevadas a cambiar de posición. Incluso a romper políticamente con sus posiciones pasadas. Pero entonces, tanto unos como las otras quedan en deuda ante el proletariado, ante su clase, de sus posiciones pasadas y de hacer el balance crítico retomando el hilo de éstas de manera sistemática. Tanto los unos como las otras, sobre todo las otras por supuesto, las organizaciones, tienen la obligación de asumir su responsabilidad ante su clase y el conjunto de las fuerzas comunistas, es decir, de asumir su recorrido político en cuanto a los individuos, de asumir su historia en cuanto a las organizaciones.
Hasta el día de hoy, en tanto que los grupos llamados “bordiguistas” siguen mal que bien existiendo, en tanto que la CCI no se ha pasado al campo de la burguesía -si bien se aproxima a éste a grandes pasos como el lector podrá constatar en este boletín-, siguen teniendo en común mucho más de lo que quieran admitirlo: en la barricada histórica que separa al campo burgués del campo proletario, se encuentran aún hasta este día del mismo lado que el resto del campo, y en particular de la Tendencia Comunista Internacionalista, en los acontecimientos tajantes: guerra imperialista y lucha de clases. Se quiera, o no, este campo existe y los acontecimientos que afectan a tal o cual parte de sus componentes afecta inevitablemente, más o menos directamente a las otras partes.
Algunos grupos, como la TCI, tienden a pensar que es conveniente que cada quien se dedique a intervenir por su lado, a desarrollar su propia organización y su influencia en la clase. Y “a final de cuentas” se verá quién tenía la razón, los “debates teórico-políticos quedarán así zanjados”. Un poco “cada uno para sí, y ya dios reconocerá a los suyos”. Esta visión, que de cierta manera se asemeja a la visión consejista, subestima enormemente el papel de las vanguardias políticas del proletariado como “dirección política” y en particular su tarea de elaboración teórico-política como combate contra la ideología burguesa y su penetración en el interior del proletariado, en breve como un momento de la lucha... de clases. Lejos de nosotros la idea de subestimar la intervención en la clase obrera y la necesidad de desarrollar tanto como sea posible la influencia y la presencia de los grupos comunistas en las grandes masas del proletariado y la experiencia del combate práctico, concreto, contra las fuerzas políticas, sindicales, y otras, del Estado burgués. Esto es indispensable y se construye todos los días. Sin embargo, la intervención directa en la clase obrera no es el único terreno, ni siquiera el terreno por excelencia, donde las cuestiones históricas, teóricas y políticas se debaten, confrontan y clarifican, como momento de avance teórico-político, y a la vez también como momento esencial del reagrupamiento y del proceso hacia la constitución del partido mundial del proletariado.
Hemos alertado ya a nuestros lectores y a las fuerzas del campo proletario sobre esta cuestión. Cada día que pasa y que no ve una inversión de esta dinámica “al cada uno por su lado”, es un día perdido que merma las oportunidades históricas del proletariado. ¿Exageración? Por el contrario, nosotros mismos somos aún muy tímidos y vacilantes en este combate, y la extrema debilidad numérica que sufrimos no sirve de excusa. Tanto más por cuanto todas estas tendencias negativas en el seno del campo proletario, o del medio político si se prefiere, llegan en el momento en que se perfilan más que nunca confrontaciones de clases masivas y decisivas -crisis económica y atolladero del capitalismo obligan-, en el momento en que, precisamente con miras a estas confrontaciones inevitables, la burguesía desencadena como nunca ofensivas ideológicas cada vez más masivas y totalitarias. Es precisamente en este momento, que va a determinar las condiciones de la entrada en las confrontaciones de clase, que los grupos comunistas deberían trabajar activamente en el reagrupamiento, afirmando su voluntad de unidad4 y presentando abiertamente mediante la confrontación política sus divergencias -lo que no sería la expresión de su división, sino por el contrario un momento del proceso hacia la unidad.
Si la declaración de quiebra histórica de la Izquierda comunista, anunciada actualmente por cierto número de “desertores”, terminara siendo confirmada por la historia -la única que puede declararla-, la perspectiva que se presentaría para nuestra clase sería la de una situación “a la alemana”, una situación en la que el proletariado se encontraría sin verdadero partido, sin dirección política, como en Alemania en 1918-1919 y en los años siguientes, frente a una miríada de pequeños grupos más o menos comunistas, algunos “históricos” pero ignorándose unos a otros, corriendo en el mejor de los casos detrás de los acontecimientos, incapaces de tomar la dirección, sin lograr siquiera distinguirse de … los grupos anarquistas e izquierdistas de lenguaje radical e “izquierdista”. Una catástrofe. Que nadie lo dude.
¿Cómo defender y afirmar la unidad de un campo que rehúsa considerarse como tal? ¿Cómo intentar ir hacia el reagrupamiento y el partido? Retomando el método de Lenin, el método de fracción, el mismo utilizado de 1902 a 1917, el que preconiza la confrontación y las polémicas virulentas, frontales, de las posiciones de las otras corrientes, y que por tanto reconoce también su existencia, el mismo que se opone al sectarismo real, el mismo que no teme ser intransigente en las polémicas, en la confrontación, el mismo que condena sin concesión las derivas oportunistas y abre su puerta a las corrientes e individuos que tienden a acercarse y reagruparse. Este método no ofrece ninguna garantía, si no es la del combate permanente y frontal. Pero es el único que puede evitarnos un Berlín 1919 y puede abrirnos la puerta de un Octubre 1917.
Cualquiera que sea la fuerza del proletariado, su energía en las confrontaciones masivas, su influencia sobre las minorías comunistas, no puede sustituir al esfuerzo consciente y determinado de los comunistas para decidir sobre su capacidad para la insurrección y la instauración de su propia dictadura de clase.
¿Campo proletario o ningún campo proletario? ¿Petrogrado o Berlín?
1° de agosto de 2010.
La Fracción de la Izquierda Comunista Internacional.
Notas:
1.- Por ejemplo, los camaradas de la revista Controverses (Controversias) que trazan ya un balance negativo de la Izquierda comunista apenas algunos meses después de haber abandonado a la CCI: “Seguramente, es media noche en el siglo de la Izquierda comunista porque desde hace ya tres décadas esta corriente es atravesada por una crisis política y organizativa muy profunda”. Pareciera que a ellos se han unido los camaradas que, también abandonaron “por ellos mismos” a Battaglia Comunista para formar el Instituto O. Damen con el fin de “reconstruir a la Izquierda comunista sobre bases políticas y organizativas completamente nuevas”.
2. “El hecho de que los grupos del medio político proletario se descalifiquen a sí mismos en el proceso que conduce a la formación del partido de clase sólo pone el acento en el papel crucial que la CCI está llevada a jugar en el seno de este proceso. Es cada vez más claro que el partido del futuro no será el producto de una adición “democrática” de diferentes grupos del medio, sino que la CCI constituye ya el esqueleto del futuro partido” (16° congreso de la CCI, Resolución sobre la situación internacional. Revista Internacional 122. Negritas nuestras).
3. Véase el artículo Izquierda comunista y anarquismo internacionalista: lo que tenemos en común (¡sic!) o también: Reunión de la CNT-AIT de Toulouse del 15 de abril de 2010: hacia la formación de un crisol de reflexión en el medio internacionalista (¡sic!) publicados en Révolution internationale 414, julio 2010, y en el sitio de la CCI ( http://fr.internationalism.org/node/4256 ).
4. Las ocasiones, signo de los tiempos por lo demás, se suman últimamente. Las "visitas" de la policía que los camaradas del GIO (TCI) y de los CIM han recibido (véase su comunicado y nuestra toma de posición en este boletín) son las más recientes.
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