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Acuerdo con la TCI
El tiempo del reagrupamiento alrededor del “Programa comunista” se aproxima y prepara

Hace ya casi un año, en enero de 2011, los camaradas de la Tendencia Comunista Internacionalista en Alemania, el Gruppe Internationaler SozialistInnen (GIS), redactaron un artículo titulado Marxism or Idealism - Our Differences with the ICC1, (Marxismo o idealismo, nuestras diferencias con la CCI) cuya finalidad era presentar las principales divergencias de la TCI con la CCI. Ese texto representa un esfuerzo serio y meritorio para plantear los términos de las divergencias entre nuestras dos corrientes políticas. En tal sentido, es un momento importante del proceso de clarificación y reagrupamiento políticos dentro del campo de las fuerzas comunistas que es indispensable para despejar la perspectiva del futuro partido del proletariado. Además, expresa la capacidad de la TCI para cumplir y asumir el papel central de polo de referencia y de reagrupamiento políticos que la situación histórica actual le ha asignado. En efecto, además de que favorece el debate y la confrontación de las posiciones entre nuestras dos corrientes políticas “históricas”, este tipo de documento ayuda a los nuevos elementos, militantes aislados y grupos o círculos políticos, en la búsqueda de coherencia política y de compromiso militante y en su reapropiación -indispensable- de los debates y posiciones de la Izquierda comunista. El texto del GIS es pues un punto de referencia para quienes están en búsqueda de clarificación política.

Saludamos también este texto calurosamente y con entusiasmo tanto por su contenido político como por el espíritu que le anima:

Con frecuencia se nos pregunta cuáles son exactamente nuestras divergencias con la Corriente Comunista Internacional ya que esta organización se reclama de la tradición de la Izquierda comunista (...) Como nuestras divergencias con la CCI son fácilmente comprensibles, hemos querido ser lo más breve posible y seleccionar las cuestiones que son de importancia inmediata para la actividad de los revolucionarios. Algunos pueden considerar éstas como pequeñas querellas entre grupos revolucionarios. Pero tal actitud subestima la necesidad del debate. Sin discusión tajante, esta clarificación política que nos permite desarrollar un programa realizable por el derrumbamiento del capitalismo no será posible.” (Marxismo o idealismo, nuestras divergencias con la CCI, traducido por nosotros).

Hay que lamentar aquí el retardo con el que tomamos posición públicamente sobre este texto. Es responsabilidad de nuestra fracción asumir el debate en nombre de la CCI “histórica” con la TCI y la corriente histórica de la Izquierda que ésta representa. Y ella es la única que lo puede hacer realmente.

Tanto más lamentable podría ser nuestra ausencia de reacción inmediata en la medida en que hubiera “desanimado” a los camaradas de la TCI de continuar por esta vía. Afortunadamente no ha sido así y hay que saludar el hecho de que los camaradas de la TCI continúen en esta orientación política, la cual, por supuesto, va mucho más allá del debate sólo con nuestra corriente. Ésta acaba de expresarse con fuerza en el editorial de Revolutionary Perspectives 59 (Otoño 2011), The Difficult Path to the Revival of Working Class Struggle (El difícil camino de la reanudación de la lucha de la clase obrera). En base a una justa comprensión de la aceleración de la situación mundial y particularmente de la agudización de las contradicciones de clase a escala internacional debida a la crisis económica del capital, el artículo defiende que “los auténticos revolucionarios tienen que llevar a cabo una verdadera batalla para que el proletariado rechace no solamente las ilusiones de los 'anticapitalistas' sino también las manipulaciones de la izquierda tradicional. Tenemos la necesidad de crear un movimiento que unifique a todos lo que puedan comprender los problemas de que hablamos aquí. Este movimiento (o partido) debe ser guiado por una visión clara de la sociedad que queremos. Le llamaremos 'el programa comunista'. Debe basarse en las luchas autónomas de la clase obrera que se libera, de manera creciente, de las cadenas que un siglo de reacción nos ha impuesto. Su objetivo debe ser la abolición de la explotación del trabajo asalariado, del dinero, así como del Estado, de los ejércitos permanentes y de las fronteras nacionales. Debemos reafirmar la visión desarrollada por Marx, según la cual luchamos por una sociedad de 'libres productores asociados', en la cual el principio es 'de cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades'.

Actualmente hay muchos grupos e individuos en el mundo que, como nosotros, defienden esto; pero estamos demasiado dispersos y demasiado divididos para tomar la iniciativa de formar un tal movimiento unificado. Algunos se oponen, por principio, a la formación de tal movimiento, porque piensan que el movimiento espontáneo es suficiente por sí mismo. Nos gustaría compartir su confianza. Pensamos que los revolucionarios responsables deberían examinar sus divergencias y preguntarse si, a la luz de este periodo de la lucha de clases que se abre actualmente, las divisiones que consideraban tener hasta aquí persisten. Deberíamos basarnos en nuestros numerosos acuerdos y no en los pocos desacuerdos que existen entre nosotros. Deberíamos tratar de trabajar en conjunto en las luchas, no para simplemente reclutar a tal o cual individuo para nuestra propia organización, sino para tratar de ampliar la conciencia de lo que significa realmente la lucha de la clase obrera. Frente a los obstáculos que hemos señalado más arriba, sería suicidario no hacerlo.” (RP 59, reproducido por Bilan et Perspectives 12, diciembre 2011, revista de la TCI en Francia, negritas nuestras).

Apoyamos totalmente la orientación planteada por la TCI en este texto, y ayudaremos a llevarla a cabo.

Así, pues, esta editorial nos obliga. Somos responsables ante nuestra clase -y ante el conjunto de las fuerzas comunistas- de responder lo mejor posible, con todas nuestras fuerzas, a esta orientación a la que nosotros mismos apelamos desde nuestra constitución como fracción interna de la CCI. Si bien estamos conscientes de que esta orientación no se dirige únicamente a nuestra corriente política, sin embargo la TCI nos interpela directamente y debemos responderle. Esto pasa por el fortalecimiento de nuestros lazos con ésta -colaboración práctica, encuentros, intervención, etc...- y por la clarificación de nuestras divergencias en el espíritu y la continuidad de lo que han hecho los camaradas del GIS.

Realidad de las divergencias

El texto del GIS, Nuestras divergencias con la CCI, puntualiza de manera clara y precisa las principales divergencias con las posiciones “históricas” de la CCI: la cuestión del curso histórico; el análisis de la crisis del capital; el método de análisis de las luchas obreras considerado como idealista y afecto a las teorías conspiradoras; la conciencia de clase y el partido; el periodo de transición entre capitalismo y comunismo; y, en fin, la concepción de la organización revolucionaria en términos de construcción y de funcionamiento. Expone correctamente las “tradicionales” divergencias y críticas que la TCI dirige a las posiciones de nuestra corriente en un serio esfuerzo por presentarlas ante los lectores. En el marco de este artículo, no podemos tomar posición sobre cada una de las cuestiones. Hay mucho por debatir y no quedarán resueltas de un día para otro. En cambio, podemos de entrada tratar de precisar la realidad de estas divergencias porque pensamos que, si bien hay unas reales, también otras expresan incomprensiones (o malos entendidos) y, finalmente, otras son falsas divergencias.

Comencemos por las falsas divergencias, tal como aparecen en el texto. Abarcan esencialmente, por una parte, la cuestión de la conciencia de clase y el papel del partido, y por otra, la cuestión de la constitución del Partido Comunista Internacional en 1943. Durante nuestros encuentros, en particular en noviembre de 2005, los debates que tuvimos con el BIPR permitieron precisar nuestro acuerdo sobre estas dos cuestiones y así precisar nuestras concepciones y comprensiones. Para nuestra fracción, en todo caso, no hay actualmente una divergencia real ni fundamental sobre estos puntos, y remitimos a los camaradas al balance que hicimos de aquellos encuentros -por ejemplo el informe de la discusión con el BIPR, en el boletín 33 de la Fracción interna de la CCI. En ese informe expresamos nuestro acuerdo con el texto introductorio de la reunión, presentado por la delegación del BIPR sobre la conciencia y sobre la constitución del PCInt en 1943.

Afirmar estos acuerdos no significa que no pudiera existir -estamos convencidos de conocerlos- matices, comprensiones o enfoques diversos, sobre estas cuestiones. Pero esto corresponde a la vida misma del proletariado y a su combate histórico; esto atraviesa a toda organización y sin duda también al partido de mañana, y sólo se puede superar mediante el debate y el combate en el mismo campo.

Hay también incomprensiones, hemos dicho. Por ejemplo, no dudamos de la sinceridad de los camaradas del GIS cuando afirman que se debe rechazar la concepción de la CCI sobre el curso histórico porque correspondería a “jugar a Nostradamus y a construir predicciones abstractas”. Dejemos entonces de lado la noción de curso y citemos un pasaje del texto de los camaradas cuyo contenido estamos seguros de compartir, así como su implicación política para la organización revolucionaria:

Nos encontramos en la época imperialista del capitalismo, la época de las guerras y las revoluciones. En ésta, el fin del ciclo de acumulación conlleva dos alternativas distintas pero interconectadas: guerra o revolución. Que ésta desemboque en la guerra o en la revolución depende de la relación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado. La comprensión precisa de esta relación de fuerzas es esencial para la actividad de los revolucionarios.” (Negritas nuestras).

Asimismo, el texto Nuestras divergencias con la CCI plantea que “la tarea central de los revolucionarios es participar activamente en todas las luchas de clase en la medida en que las fuerzas de nuestra organización lo permiten. La CCI rechaza esta intervención activa y ve sus tareas como la simple propaganda”. Hay otros pasajes en el texto que retoman esta idea sobre la CCI. Por nuestra parte, nos reivindicamos de toda la experiencia de la CCI de los años 1970 y 1980 adquirida en la intervención activa, “participante” como le decíamos, y en la cual buscamos asumir las tareas de una verdadera vanguardia política, de una verdadera dirección política del proletariado en las luchas, en las asambleas, en las huelgas, en las manifestaciones, etc. En este sentido, estamos de acuerdo con la necesidad de la intervención activa en las luchas y tenemos la pretensión de creer que somos los guardianes de toda una experiencia militante que hoy es liquidada por la CCI actual. Para nosotros se trata de una incomprensión, real en esta ocasión, sin duda sincera y honesta, por parte de los camaradas del GIS sobre lo que era realmente la política y la intervención de la CCI.

En cambio, hay verdaderas divergencias entre las dos corrientes, divergencias que, muy lejos de “separar” a dos capillas y que justificarían la negación, el rechazo o la exclusión -sectaria- de la otra, forman parte de la vida misma del proletariado. Mejor aún, estimamos que es altamente preferible que las divergencias tengan su expresión organizada, y que sean reivindicadas por los comunistas en lugar de que sean negadas o rechazadas, no discutidas, no “confrontadas”. En efecto, es mediante la confrontación y el debate asumidos que los comunistas podrán armarse y prepararse para la inevitable aparición, o resurgimiento, de estas divergencias en el curso mismo de la lucha y en sus momentos más críticos y difíciles para el proletariado. En este sentido, pensamos que efectivamente hay divergencias entre nuestras dos corrientes, pero también en el interior mismo de cada corriente, sobre la cuestión del análisis y la intervención en las luchas obreras. La intervención requiere de una vigilancia y de un combate permanente, y ello al menos porque ésta nunca es adquirida de una vez y para siempre, porque requiere de la voluntad -incluso del valor-, así como de la convicción de su interés y de su necesidad. La intervención es siempre motivo de un combate en el interior de las organizaciones comunistas y lo será siempre, incluso en el seno del más homogéneo de los partidos.

Hay otras divergencias reales y más importantes que el texto del GIS muestra. Las principales se refieren a la explicación teórica de las crisis del capitalismo y al periodo de transición. Para nosotros, estas divergencias -las cuales hay que definir y precisar- no son fronteras de clase, ni siquiera obstáculos para combatir juntos actualmente.

Respecto al periodo de transición, es una cuestión que nuestra fracción, y “nuestra” CCI, no han discutido desde el inicio de los años 1980 y que consideramos “abierta”, es decir, que no constituye un obstáculo para luchar en la misma organización. Lo que para nosotros sí es esencial, es que compartimos con la TCI la posición según la cual el partido no toma el poder en nombre de la clase, y que tampoco se confunde con el Estado del periodo de transición. De cierta manera las tesis que acompañan la publicación de la plataforma del PCInt de 1952 evocan el problema al insistir en el hecho de que “el proletariado no deja en ningún momento y por ninguna razón, de ejercer su función antagónica; no delega a otros su misión histórica ni deja procuraciones generales, ni siquiera a su partido político” (“2° congreso del PCInt, Milán, 1952).

Una de las últimas divergencias planteadas por el texto del GIS concierne a la concepción de la construcción y el funcionamiento de la organización. Sobre esta cuestión, hay ante todo, según nosotros, incomprensiones en cuanto a la realidad de la CCI -sobre la realidad de sus núcleos y secciones territoriales- que dejamos de lado en el marco de este artículo2.

El texto del GIS muestra una última divergencia, sobre el caos y la descomposición. Nosotros ya hemos escrito para criticar y denunciar la teoría de la descomposición, tal como es defendida actualmente por la CCI oficial. Por nuestra parte, asumimos nuestra responsabilidad por haber participado en el desarrollo de esta teoría. Fue un error político fundamental que permitió primero justificar una política de funcionamiento interno erróneo -y dramático para los militantes desde la crisis organizativa de 1995- y luego proporcionó el “marco teórico” para la traición y la liquidación de posiciones fundamentales de la CCI y del marxismo -por ejemplo, el abandono por parte de la CCI de la alternativa histórica de guerra o revolución hasta llegar a considerar que cualquier amenaza de guerra imperialista generalizada, de una tercera guerra mundial, había desaparecido.

En este sentido, y sin coincidir con los argumentos críticos de los camaradas del GIS, no nos reconocemos en la posición defendida actualmente por la CCI y la rechazamos. Sin duda, tendríamos muchas cosas que precisar y añadir sobre el tema; remitimos a nuestros lectores al boletín de la fracción interna de la CCI, por ejemplo al artículo de su número 30 Atolladero histórico y atolladero teórico, la teoría de la fase de la descomposición social (marzo 2005).

Tal es, pues, una rápida tentativa de delimitar dónde se sitúan las divergencias entre nuestras dos corrientes históricas. No podemos contentarnos con saludar con fuerza el editorial de Revolutionary Perspectives y el texto de los camaradas del GIS sin comenzar a responder y a avanzar en la confrontación y la clarificación de las posiciones respectivas. En este proceso -ya entablado durante los años 2000 entre el BIPR y la Fracción interna de la CCI- no dudamos que unas divergencias serán superadas y que muchas cuestiones serán clarificadas. Sobre todo, no dudamos que estas discusiones, como por lo demás otras, servirán de referencia y favorecerán el reagrupamiento amplio e internacional alrededor del polo constituido por la TCI. Es alrededor de esta organización, en referencia a ella, que deben organizarse los debates y las clarificaciones políticas. Es alrededor de ella que el proceso de reagrupamiento político -y organizativo- debe articularse y desarrollarse.

Por nuestra parte, y desde nuestra constitución en 2001 como fracción interna de la CCI, hemos sabido trazar las consecuencias del proceso de deriva oportunista que se adueñaba de nuestra propia organización y entonces hemos concluido y establecido nuestra orientación de reagrupamiento alrededor y con el BIPR de entonces -la TCI ahora. La década de relaciones más o menos estrechas, siempre fraternales, frecuentemente fructuosas en términos de debate y de clarificación políticas que hemos tenido con esta organización, confirma nuestra orientación original y conforta nuestra convicción. Actualmente, situación histórica de por medio, la TCI toma responsabilidades inmensas, sus responsabilidades, las que la historia le ha atribuido. Nosotros haremos todo lo posible por ayudarle y apoyarle en esta vía.

La Fracción de la Izquierda Comunista Internacional,

Diciembre de 2011.


Notas:

1. Revolutionary Perspectives 57, revista de la CWO, grupo de la TCI en Gran Bretaña.

2. Tanto más por cuanto la nueva política oportunista de la “CCI de los liquidadores” ha alimentado y justificado desde entonces estas críticas e incomprensiones.


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