Home |
Hace unas semanas recibimos el correo de un lector anarquista de nuestro boletín, el cual reprochaba el “dogmatismo” de nuestra fracción, comparándolo con la actitud abierta y de colaboración de la CCI ante el anarquismo, señalándonos cómo incluso ésta llegaba ya hasta la reciente difusión de una hoja volante (sobre la lucha de los electricistas en México) firmada conjuntamente por la propia CCI y dos grupos anarquistas : el Grupo Socialista Libertario y el Proyecto Anarquista Metropolitano . 1
Aclaremos de antemano que, para nosotros, es evidente que los grupos de la izquierda comunista, lejos de adoptar una actitud dogmática o sectaria, deben estar dispuestos al debate y clarificación con los elementos que provienen del anarquismo y que tienen interés por las posiciones de la izquierda comunista. Pero el deber de los comunistas no es arrinconar los principios en aras de una alianza o “convergencia” oportunista. Su deber no es “acariciarle el lomo” a los anarquistas consolándolos con el cuento de que nuestras posiciones son “parecidas” o “iguales”.
Desafortunadamente, debemos constatar que, en este plano, la actual Corriente Comunista Internacional también ha evolucionado, o mejor dicho, involucionado, desde una postura firme y clara de denuncia de las posiciones esenciales del anarquismo como ajenas al proletariado (postura que se encuentra desde su Plataforma de principios); de defensa del marxismo y deslinde del campo político de la Izquierda comunista frente al anarquismo... hasta la actual actitud de “dejar pasar” las divergencias con el pretexto de la “heterogeneidad” de los grupos anarquistas y de haber encontrado cierta “convergencia” con algunos de ellos, y de allí de creciente colaboración e intervención del brazo con diferentes grupos que se reivindican incontestablemente de posiciones típicas del anarquismo y antagónicas al marxismo. Este abaratamiento de los principios es, en efecto, una expresión más de la degeneración oportunista que sufre la CCI actual desde hace unos años .
Esta involución está claramente plasmada en la prensa de la CCI. Así, por ejemplo, en 1995, la CCI denunciaba firmemente el eco que el anarquismo le hacía a la campaña burguesa sobre la “muerte del comunismo” , y subrayaba cómo, junto al reformismo, el anarquismo era una ideología ajena al proletariado:
Hasta ahora, los anarquistas y liberales por el estilo, presentan las críticas de Bakunin a Marx como una profunda visión de la verdadera naturaleza del marxismo, una explicación profética de por qué las teorías de Marx conducirían inevitablemente a las prácticas de Stalin. (...) la 'crítica radical' de Bakunin del marxismo, como todas las siguientes, solamente es radical en apariencia. La respuesta que Marx y su corriente hicieron a este pseudo radicalismo acompañó necesariamente la lucha contra el reformismo, puesto que ambas ideologías representaban la penetración de posiciones de clase ajenas en las filas del proletariado . (CCI. “El comunismo no es un bello ideal, sino una necesidad material”, cap. X, Revista Internacional 79. 1995).
Todavía al inicio de los años 2000, la CCI publicaba en su prensa magníficos artículos donde no solamente profundizaba sobre el desastroso papel jugado por el anarquismo a lo largo de la historia, sino que defendía con decisión la herencia y los principios del marxismo y de la izquierda comunista ante los intentos de algunos grupos anarquistas de “rehacer la historia”: “ La izquierda comunista no es parte de la tradición anarquista ”, “El comunismo de consejos no es un puente entre el marxismo y el anarquismo” respondía tajante e insistentemente la CCI a los grupos anarquistas (tales como el inglés Anarchist Federation), que pretendían tener cierta afinidad o identidad con algunas de las posiciones de las organizaciones de la izquierda comunista alemana de los años 1920:
Parece extraño que los anarquistas, quienes particularmente en los últimos diez años se han unido al ensordecedor coro de los medios de difusión que igualan al stalinismo con el comunismo y al marxismo con los campos de concentración, ahora encuentren marxistas con quienes identificarse. Pero los intentos anarquistas de asociarse al marxismo, o la reivindicación de haber unido al marxismo con las ideas eternas del anarquismo, han sido continuos en los últimos 150 años del movimiento obrero. Cuando Bakunin declaró ser un discípulo de Marx y la Primera Internacional (antes de apuñalar a ambos por la espalda), no fue el último en esta innoble tradición (CCI. Véase World Revolution 238, Internationalisme 259 o Revolution Internationale 300, del 2000). 2
Sin embargo, a partir de la crisis organizativa de la CCI de 2001-2, la actitud de la Corriente ante el anarquismo comenzará a dar un giro de 180 grados, olvidándose cada vez más de que la actual proliferación del anarquismo tiene como base su participación en la campaña ideológica de la burguesía sobre el “fracaso del marxismo y el comunismo”, olvidándose cada vez más de que el anarquismo representa la “penetración de posiciones de clase ajenas en las filas del proletariado”, a cambio de una colaboración sin principios, cada vez más estrecha, con diversos grupos anarquistas.
Especialmente, dos “textos de orientación” de la facción oportunista que dirige actualmente a la CCI abrieron la puerta de par en par a esta colaboración: El primero es el texto “Marxismo y ética” , que introduce en la organización la noción sobre los “valores morales humanos” existentes independientemente de las épocas y clases, noción idealista especulativa que se aproxima a las propias especulaciones idealistas del anarquismo; y luego, el texto sobre la “cultura del debate” que introduce la noción de que la actitud de la organización ante los diferentes grupos políticos, incluidos los anarquistas, no estaría ya determinada fundamentalmente por las posiciones de clase, sino más bien “por los lazos que sepan establecer y por el intercambio de puntos de vista” (¡sic! CCI: “Hace 60 años: una conferencia de revolucionarios internacionalistas”, 2008). 3 Es con este bagaje que, en los años más recientes, la CCI actual se ha lanzado de cabeza, desde México y Perú hasta Francia y Rusia, no sólo a “cultivar el debate” sino “hasta un trabajo común” (¡sic!, ídem ) con diversos grupos anarquistas y anarcosindicalistas. De este modo, la actual CCI se convierte cada vez más ante el proletariado en aval de las posiciones anarquistas, no sólo ideológicamente, sino prácticamente, en los hechos.
“¡Nuevo escándalo! ¡Nuevas calumnias de la FICCI contra la CCI!”, gritarán los partidarios de la “colaboración con el anarquismo” en el seno de la CCI (claro, si es que no adoptan nuevamente la actitud olímpica de ignorar nuestra crítica ante la degeneración oportunista de la organización) y, tal vez, contestarán aproximadamente de esta manera: “La CCI no apoya al anarquismo en general, los anarquistas no son todos iguales sino 'heterogéneos', la CCI colabora únicamente con los grupos con quienes comparte el principio del internacionalismo, como lo ha hecho siempre el marxismo”. Y, efectivamente, la CCI actual “se ha curado en salud”, es decir, ha anticipado los argumentos “teórico-políticos” para justificar su viraje oportunista hacia el anarquismo. Pero lo ha hecho tergiversando, tanto la historia de las divergencias y combates políticos entre el marxismo y el anarquismo, como la situación actual del anarquismo.
En el ya citado artículo “Hace 60 años: una conferencia de revolucionarios internacionalistas”, encontramos la clave del “método” de tal justificación. El artículo es un comentario sobre el Informe de una conferencia de grupos de la izquierda comunista de 1947, redactado por Marco (seudónimo de quien sería posteriormente el principal fundador de la CCI) y publicado originalmente en aquel año por Internationalisme 23 (publicación del grupo Izquierda Comunista de Francia - GCF ). El artículo de la CCI actual interpreta de este modo la actitud que en ese entonces tuvieron los grupos de la izquierda comunista ante el anarquismo (pedimos excusas al lector, por la amplitud de la cita):
Una discusión importante (...) se refirió a la actitud que adoptar con respecto al anarquismo. Para la GCF, quedaba claro que: "el movimiento anarquista, así como los trotskistas u otras tendencias que participaron o participan en la guerra imperialista en nombre de la defensa de un país (de la URSS) o de una forma de dominación burguesa contra otra (defensa de la República o de la democracia contra el fascismo) no tiene sitio que ocupar en una conferencia de grupos revolucionarios".
Esa posición "fue apoyada por la mayoría de los participantes". La exclusión de los grupos anarquistas no se determina entonces por su referencia al anarquismo, sino por su actitud ante la guerra imperialista. Esa precisión, de la mayor importancia, se ilustra perfectamente por el hecho de que la Conferencia fue presidida por un anarquista (...).
Hoy, la heterogeneidad de la corriente anarquista no permite que la cuestión se plantee tan sencillamente . En ella encontramos tanto a grupos que no se distinguen del trotskismo más que sobre la cuestión del "partido" pero que apoyan todas sus reivindicaciones (¡hasta el apoyo a un Estado palestino!) como también a grupos verdaderamente internacionalistas con los que es posible para los comunistas no solo discutir sino entablar una actividad común sobre una base internacionalista (CCI. “Hace 60 años...”, Revista Internacional 132, 2008).
Aquí, la actual CCI opera una especie de “reducción al mínimo” tanto de la historia de las oposiciones entre el marxismo y el anarquismo, como del marxismo mismo: Primero, reduce las oposiciones históricas fundamentales entre el anarquismo y el marxismo a una sola: “su actitud ante la guerra imperialista” como si se tratara de una simple divergencia. Una vez hecho lo anterior, establece la supuesta “heterogeneidad” del anarquismo y que, los que se declaran su oposición a ésta son los “verdaderamente internacionalistas” De este modo, arrojando llanamente a la basura no solamente el combate que esta organización llevó a cabo durante décadas contra el anarquismo -expresado en innumerables textos, comenzando por su plataforma de principios-, sino todo el combate del marxismo revolucionario contra el anarquismo en sus más diversas variantes durante más de siglo, la CCI puede al fin tender un “puente”, “converger” políticamente con diversos grupos anarquistas, hasta “entablar una actividad común” con ellos.
La actual CCI dice que “la exclusión” de los grupos anarquistas no se determina por “su referencia al anarquismo, sino por su actitud ante la guerra imperialista.” Sin embargo, el combate “verdaderamente internacionalista” del marxismo contra el anarquismo es anterior y abarca otros aspectos fundamentales, además de la sola “actitud ante la guerra imperialista” . De hecho, la participación de la corriente anarquista al lado de la burguesía y sus Estados, se produce no sólo en la segunda guerra imperialista mundial. Ya desde la primera guerra imperialista mundial, las principales organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas (incluyendo la del famoso Kropotkin), se convirtieron en partidarias de la guerra imperialista y defensoras de su propio Estado capitalista. Tal participación es sólo la “coronación”, por decirlo así, de la constante actitud errática, reaccionaria y antiproletaria que caracteriza a esta corriente ideológico-política a lo largo de la historia.
Desde Marx y Engels, el combate del comunismo contra el anarquismo se refiere no “solamente a su actitud ante la guerra imperialista” , sino al conjunto de su programa y objetivos, los cuales ha considerado siempre como una utopía reaccionaria disfrazada de ultrarradicalismo , así como sus métodos de acción y “organización”, los cuales ha considerado siempre como pertenecientes a un sectarismo rebasado ya históricamente . Primero, el “ abstencionismo político” , es decir el rechazo a los partidos y a la actividad política predicado por el anarquismo, tiende a alejar a los obreros de la lucha política revolucionaria consciente y mantenerlos en el nivel de las luchas de resistencia espontáneas. Segundo, todos los principios “organizativos” anarquistas como el “federalismo”, la “autonomía” o el “antiautoritarismo”, tienden a provocar la desorganización y dispersión de las fuerzas proletarias, y a minar la tendencia de la clase obrera a construir su organizaciones centralizadas. Tercero, finalmente el objetivo anarquista de la “abolición inmediata del Estado”, se contrapone a la necesidad imperiosa de que el proletariado tome el poder (y por lo tanto a que se prepare, luche y se organice para ello) conduciendo así los impulsos revolucionarios del proletariado a un callejón sin salida, dando a la burguesía la posibilidad de reorganizarse y derrotarlos. Como decían Marx y Engels, la introducción de la doctrina y los métodos anarquistas en las filas obreras es el medio más seguro para “eternizar” al Estado capitalista.
Podemos ver aquí, en qué consiste el “verdadero internacionalismo” de Marx y Engels: en la defensa intransigente de la Internacional, en tanto que “organización real y militantes de la clase obrera de todos los países” que lucha por el derrocamiento de todos los Estados capitalistas y la instauración del poder político de la clase obrera (la dictadura del proletariado), en oposición a los “creadores de sectas”, incluyendo a los anarquistas en primer lugar, que tienden a minarla. Es decir que, para el marxismo revolucionario, el internacionalismo proletario nunca ha sido un mero principio abstracto, ni siquiera es solamente una declaración de estar “en contra de todos los Estados, naciones y guerras imperialistas”. Para el marxismo, el internacionalismo implica el esfuerzo concreto de la clase obrera, por organizarse a escala internacional, para actuar de manera unida y centralizada, asimismo a escala internacional, en dirección de la revolución comunista mundial. Estas dos expresiones concretas del internacionalismo proletario: la organización centralizada de la clase obrera y la lucha por la revolución comunista mundial -a través de la instauración de la dictadura proletaria, son opuestas, antagónicas, a los fundamentos del anarquismo . (De allí que la CCI, buscando la colaboración con los anarquistas, deba reducir el “internacionalismo” a “la actitud ante la guerra”).
El análisis de Marx y Engels sobre el carácter reaccionario y desorganizador del anarquismo se verificó no solamente con relación a la actuación saboteadora de la Alianza de Bakunin en la Internacional, sino también en la lucha de masas del proletariado. Un ejemplo ilustrativo fue el levantamiento en España de 1873, en el cual los anarquistas, colocados al frente del proletariado, tuvieron la oportunidad de poner en práctica sus posiciones y métodos, con resultados desastrosos para la clase.
La misma tragedia que sufrió el proletariado en España durante 1873, atenazado entre los partidos burgueses y el anarquismo, se repitió en 1936, pero de manera mucho peor.. En ese tiempo, en plena contrarrevolución stalinista, en medio de la derrota más profunda sufrida por el proletariado en su historia, el anarquismo -especialmente el anarcosindicalismo- tuvo, un nuevo auge y logró enrolar amplias masas en varios países. Esto no es extraño, pues el anarquismo tiene su papel en el enrolamiento del proletariado y los campesinos detrás de la burguesía, como lo volvió a hacer en España. Por más que, unidos al coro de las burguesías “republicana” y stalinista, intenten mantener el mito de la “revolución española” -decía la CCI (nuestra “antigua” CCI):
A los anarquistas (...) les cuesta avalar el comportamiento que tuvo la mayor organización de la historia del anarquismo, la que tuvo la influencia más determinante sobre la clase obrera de un país, la CNT de España. Resulta por supuesto difícil reclamarse de la experiencia de una organización que tras decenas de años de propaganda de “acción directa”, de denuncia de cualquier participación al juego parlamentario burgués, de discursos contra el Estado – contra cualquier forma de Estado –, no fue capaz en el 36 más que de mandar varios consejeros al gobierno de la Generalitat de Cataluña y cuatro ministros al gobierno burgués de la República española. Ministros que, en mayo de 1937, no vacilaron en llamar a los obreros a rendir las armas y fraternizar con sus verdugos en cuanto se levantaron contra la policía de ese mismo gobierno (policía controlada por... ¡los estalinistas!). En pocas palabras, cuando les dieron una puñalada por la espalda. (CCI. Revista Internacional 102, 2000).
Así, pues, el paso de las organizaciones anarquistas al campo del capital no es, en rigor, una “traición” al “verdadero internacionalismo” proletario. Más bien, se trata de la trayectoria “natural” a la que estaban condenadas las organizaciones anarquistas debido al carácter utópico-pequeñoburgués de su propio programa y a sus propios métodos de acción y “organización” .
Es a principios del siglo veinte cuando esta “trayectoria natural” encuentra su resultado definitivo. Se ve muy claramente cuando estalla la primera guerra imperialista mundial y, a continuación, la oleada revolucionaria internacional de 1917-23 cuya expresión más elevada es la toma del poder en Rusia por el proletariado en octubre de 1917. Es decir, en el mismo momento en que el capitalismo entra en su fase histórica de decadencia, de declive histórico. “Una nueva época ha nacido. Época de desagregación del capitalismo y de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado” (Plataforma de la Internacional Comunista, 1919).
Y esta nueva época impone a las capas pequeñoburguesas definirse a favor de una u otra de las dos grandes clases antagónicas, la burguesía o el proletariado, el capital y su representación más alta -el Estado capitalista-, o bien el proletariado y su revolución comunista. Y abandonar cualquier expresión ideológica y política autónomas, propias. O bien estas desaparecían debido a su disolución en el campo del proletariado, o bien eran retomadas, absorbidas y utilizadas por el Estado capitalista... contra el proletariado.
La Primera guerra mundial vio un desarrollo increíble hasta entonces del totalitarismo del Estado capitalista y de su voluntad de dominación absoluta sobre todas las diferentes esferas de la sociedad, en particular a nivel ideológico y político. Es una de las características del capitalismo de Estado, fenómeno propio de este periodo histórico de decadencia. Es particularmente significativo el nivel de la integración de los partidos socialdemócratas de masas y de los sindicatos al aparato del Estado burgués. Ocurre lo mismo con el anarquismo, a la vez como corriente ideológica y política, y por sus expresiones políticas incluso las más radicales.
El periodo de la oleada de la revolución proletaria internacional -que se inaugura propiamente con la revolución rusa de 1905, y tiene su más elevada y triunfante expresión en la de octubre de 1917- marca un viraje definitivo en la historia del anarquismo: el de su bancarrota histórica, en tanto que corriente política “paralela”, pugnando frente al marxismo por erigirse como conciencia de clase del proletariado, como ideología de la revolución proletaria.
La revolución rusa, la misma revolución que constituye la primera experiencia histórica de la huelga general, no solamente no es una rehabilitación del anarquismo sino que es más bien una liquidación histórica del anarquismo. (...) la patria de Bakunin debería convertirse en la tumba de su doctrina. No solamente en Rusia no son los anarquistas los que se encontraron y se encuentran a la cabeza del movimiento de huelga de masas; no solamente la dirección de la acción revolucionaria política y también la de la huelga de masas está enteramente en manos de las organizaciones socialdemócratas 4 combatidas encarnizadamente por los anarquistas como “un partido burgués” o están en manos de organizaciones socialistas más o menos influenciadas por la socialdemocracia (...), sino que los anarquistas no existen en absoluto como tendencia política seria en la revolución rusa . (...) ¿cuál es propiamente el papel jugado por el anarquismo en la revolución rusa? El anarquismo se ha convertido en la bandera de los ladrones y saqueadores vulgares; bajo la razón social del “anarco-comunismo”, se ha cometido una gran parte de los innumerables robos y pillajes (...) El anarquismo, en la revolución rusa, no es la teoría del proletariado combatiente, sino la bandera ideológica de la canalla contrarrevolucionaria , agitándose como un banco de tiburones tras la estela del navío de guerra de la revolución. Y, sin duda, por ello, concluyó la carrera histórica del anarquismo . (R. Luxemburg. “Huelga de masas, partido y sindicatos”, 1906).
La revolución de 1917 fue la antítesis de todas las prédicas del anarquismo. Arrojó al basurero de la historia todo el arsenal anarquista: sus fundamentos teórico políticos (el individualismo, el contrato social) sus objetivos declarados (la “abolición inmediata del Estado”), sus métodos de des-organización (el federalismo, el autonomismo, la acción terrorista individual). La revolución rusa provocó el estallido de las contradicciones inherentes del anarquismo denunciadas por el marxismo durante décadas (el apoliticismo, la negación de la necesidad de la toma del poder político por el proletariado, el rechazo a la organización de la clase, etc), lo que llevó a que esta corriente tuviera un papel prácticamente nulo en la toma del poder por el proletariado (lo cual no dejan de reconocer los propios anarquistas en sus relatos sobre sobre la revolución rusa, no sin un dejo de amargura).
Pero, actualmente, en una reciente serie de artículos sobre el anarquismo, en la que desarrolla el punto de vista del artículo “Hace 60 años...” ya citado, la CCI actual expone un punto de vista completamente diferente. Según la CCI actual:
El estallido de la Revolución en Rusia suscita un entusiasmo enorme. El movimiento revolucionario de la clase obrera y la insurrección victoriosa de Octubre de 1917 impulsan a las corrientes proletarias en el seno del anarquismo a situarse en su verdadero lugar. La aportación más fructífera de los anarquistas al proceso revolucionario se concretizó en su colaboración con los bolcheviques. La proximidad política y la convergencia de puntos de vista de los medios anarquistas internacionalistas con el comunismo y los bolcheviques se reforzaron más aún a escala internacional . (CCI. “El anarquismo y la guerra”. Revolution Internationale 402, y Acción Proletaria 208, 2009).
De este modo, en lugar de exponer claramente que el anarquismo entró en quiebra históricamente en la revolución rusa, que los anarquistas no participaron en la toma del poder por el proletariado en Rusia y que, en la medida en que algunos se sumaron al movimiento lo hicieron en la misma medida en que abandonaron su punto de vista anarquista y adoptaron algunos aspectos del marxismo -en particular el reconocimiento de la necesidad de la dictadura del proletariado-, la CCI actual presenta las cosas completamente al revés: como si el anarquismo hubiera “impulsado” o “aportado” algo a la revolución, ¡prácticamente como si la revolución rusa hubiera sido el producto de la “convergencia” política entre el anarquismo y el bolchevismo! Esta grosera tergiversación de la historia es solamente una concesión oportunista de la actual CCI a los anarquistas, especialmente a los que hoy reivindican a los soviets (consejos) surgidos en Rusia como si hubieran sido una expresión y producto del anarquismo. Cuando en realidad los consejos obreros, en tanto que organización ejecutiva y centralizada, creados para la toma del poder son la antítesis directa de todo el federalismo, autonomismo, abstencionismo político y “abolicionismo” propios del anarquismo .
El anarquismo fue liquidado históricamente a partir de la revolución de 1917 pero, paradójicamente, no desapareció, sino que, una vez más, “volvió a renacer de sus cenizas”. ¿Por qué?
Al retroceder la oleada de la revolución internacional, el resurgimiento del anarquismo se deberá no ya a sus utópicas teorías “ultraradicales”, ni a sus intrigas organizativas, sino principalmente al hecho de haberse enganchado a la victoria de la contrarrevolución stalinista y, de manera más general, a las victorias y al dominio ideológico de la burguesía sobre el proletariado, al haberse convertido en “furgón de cola” de la burguesía.
Desde entonces, los anarquistas volvieron a sacar del basurero sus antiguallas contra el “autoritarismo” y la “centralización” (es decir contra la organización de la clase), sobre lo “perjudicial de todos los partidos” (incluidos los revolucionarios comunistas en primer lugar), y sobre lo nefasto de la “dictadura del proletariado” (¡cuyo mejor ejemplo sería... la revolución rusa!) la que sería en realidad solamente la dictadura de unos cuantos jacobinos-burgueses-autoritarios tipo Lenin y Trotsky opuestos a los consejos (que, en cambio, serían un ejemplo de anarquismo). En este terreno, el anarquismo no era sino el eco de la rabiosa campaña de la burguesía para enlodar y desprestigiar a la revolución.
Finalmente, durante la segunda guerra mundial, la corriente anarquista, la mayoría de sus diferentes grupos, adoptó una actitud “social-patriota”, es decir participó activamente en la guerra... del lado de “sus” propias burguesías, lo cual no era otra cosa que la reafirmación de de que el anarquismo se había integrado -como los partidos socialistas y comunistas de ese tiempo- al campo del capital y que, en la medida de sus fuerzas, arrastraban al proletariado a la carnicería imperialista. De allí que los escasas y débiles publicaciones de la izquierda comunista, sobrevivientes a este obscuro periodo (tales como Bilan o Internationalisme ), a pesar de todas las dificultades que encontraban, no cesaban en su constante combate, de denunciar y deslindarse también frente a la actividad de los anarquistas de la época.
A l reflexionar sobre los grupos a los que habría que invitar a las próximas Conferencias pusimos de relieve el papel social-patriota del movimiento anarquista que, a pesar de su fraseología revolucionaria, participó durante la guerra de 1939-45 en la lucha partisana por la "liberación nacional y democrática" en Francia, en Italia y actualmente todavía en España, continuación lógica de su participación en el gobierno burgués "republicano y antifascista" y en la guerra imperialista en España de 36-39.
Nuestra posición, o sea que el movimiento anarquista, -así como los trotskistas u otras tendencias que participaron o participan en la guerra imperialista en nombre de la defensa de un país (de la URSS) o de una forma de dominación burguesa contra otra (defensa de la República o de la democracia contra el fascismo)- no tienen sitio en una conferencia de grupos revolucionarios, fue apoyada por la mayoría de los participantes. (Una conferencia internacional de los grupos revolucionarios, Internationalisme 23, publicación de la Izquierda comunista de Francia, 1947. Las negritas son nuestras).
Nuevamente, vemos aquí que no se trata de un “desliz” o “traición” al internacionalismo por parte de algunos elementos o grupos anarquistas -como lo hace ver la actual CCI-, sino de un proceso histórico de paso del conjunto de la corriente, del movimiento anarquista, al campo del capital, a través de una serie de acontecimientos de importancia histórica mundial: (como en 1936.39 en España, como su participación en la Resistencia en los países ocupados por Alemania, etc.): su participación en un gobierno burgués, su participación en el aplastamiento de una insurrección proletaria y, finalmente, su participación en el enganche del proletariado en la guerra imperialista mundial.
Este proceso histórico es análogo al del trotskismo, para el cual su participación en defensa de uno de los campos imperialistas durante la segunda guerra mundial marcó también su paso definitivo al campo del capital. Sin embargo, la CCI actual -por lo menos hasta ahora- nunca ha dicho que “la exclusión del trotskismo no se determina por su referencia al trotskismo, sino por su actitud ante la guerra imperialista” , ni que “la heterogeneidad de la corriente trotskista no permite que la cuestión se plantee tan sencillamente” .
Durante muchos
años, nuestra “vieja” CCI publicó artículos en los que
explicaba claramente que
el resurgimiento del anarquismo en la
época actual provenía de la campaña ideológica de la burguesía
“sobre la muerte del comunismo” -campaña que, de hecho había
provocado un retroceso de décadas en la conciencia y combatividad
del proletariado- consistente precisamente en establecer una
continuidad entre el marxismo y el stalinismo y en “probar” el
fracaso del marxismo y del “socialismo”, campaña a la cual el
anarquismo se había sumado fácilmente, pues sus principales temas
ideológicos coincidían con los de la campaña de la burguesía
(ataque a la idea de la dictadura proletaria,
al partido bolchevique, etc.)
Todavía hasta el año 2000, la CCI era clara, inequívoca y tajante, en relación a la proliferación de estos grupos:
El anarquismo hoy tiene viento en popa. Tanto con el reforzamiento del anarcosindicalismo o como con la aparición de numerosos grupos reclamándose de las ideas libertarias, el anarquismo vuelve a tener cierto éxito en varios países (...). Este fenómeno se entiende perfectamente en el actual período histórico. El hundimiento de los regímenes estalinistas a finales de los 80 permitió a la burguesía librarse a una campaña inigualada sobre el tema de “la muerte del comunismo”. (...). Según estas campañas, la quiebra de lo que llamaban “socialismo” cuando no “comunismo” no sería sino la quiebra de las ideas comunistas expresadas por Marx que los regímenes estalinistas habían convertido en ideología oficial (...) “Marx, Lenin, Stalin, un mismo combate”: este es el tema que nos han machacado durante años y años todos los sectores de la burguesía. Y éste es precisamente el tema que la corriente anarquista ha ido defendiendo a lo largo del siglo XX (...). Para los anarquistas, que consideraron desde siempre que el marxismo era “autoritario”, la dictadura estalinista era la consecuencia inevitable de la aplicación de las ideas de Marx. En este sentido, los éxitos actuales de la corriente anarquista y libertaria son el fruto de las campañas de la burguesía, la señal de su impacto en aquellos que sin dejar de rechazar el capitalismo, también han sido enganchados por el montón de mentiras que se nos arroja desde hace diez años. Así es como la corriente que se considera como la enemiga más radical del orden burgués debe buena parte de su éxito actual a las concesiones que va haciendo – y que siempre ha hecho – a los temas ideológicos clásicos de la burguesía . (CCI. “Anarquismo y comunismo”, Revista Internacional 102, 2000).
Hoy, en cambio, tendríamos que contestar a esta misma cuestión así: “los éxitos actuales de la corriente anarquista y libertaria” son el fruto , “ tanto de las campañas de la burguesía”, como del apoyo y colaboración que le ofrece la actual Corriente Comunista Internacional ... buena parte del éxito del anarquismo se debe a las concesiones que la CCI actual va haciendo a los temas ideológicos de la burguesía, al abandono del marxismo.
Nuestro lector anarquista comprenderá, entonces, porqué la Fracción no puede seguir por este camino a la actual CCI. Nos mantendremos, en cambio, en el terreno del marxismo revolucionario, tratando de: “(...) convencer incluso a los más jóvenes de que, en cualquier circunstancia, el anarquismo no es sino un sinónimo de reacción; y que entre más honestos sean los hombres y mujeres que se metan en este juego reaccionario, más trágico y peligroso se volverá para el conjunto del movimiento de la clase obrera.” (Eleanor Marx, 1895).
Diciembre de 2009.
Notas:
1 .- Grupo Socialista Libertario: http://webgsl.wordpress.com ; Proyecto Anarquista Metropolitano: http://proyectoanarquistametropolitano.blogspot.com .
2 . Nota de la traducción: La CCI acaba de modificar la organización de las páginas francesas de su sitio web, privilegiando cada vez más la dimensión “foro” propia de Internet y de la ideología que le rodea en detrimento de la dimensión militante de la prensa. De hecho, ya no está organizado alrededor de la aparición de las publicaciones, sino alrededor de los foros en los que todo y no importa quién se expande y extiende con el mayor provecho de la confusión política y en detrimento de la clarificación política y del verdadero debate. En la nueva organización del sitio parecería que la CCI actual selecciona la publicación de los artículos de su prensa. El artículo en cuestión, que está en oposición abierta con la orientación política actual, en todo caso no es posible hallarlo en francés.
3 . Véase CCI: “Marxismo y Ética” , Revista Internacional 127-8, 2006. “La cultura del debate, un arma de la lucha de clases” , Revista internacional 130-1, 2007. Nuestra fracción criticó esta postura de la CCI actual en: “Moral proletaria, lucha de clases y revisionismo” , 20 07.
4 .- En ese tiempo los partidos marxistas revolucionarios aún se llamaban a sí mismos “socialdemócratas”.
Boletín Comunista 48 - Fracción Interna de la CCI