Home  

Nuestra respuesta

Fracción interna de la CCI

Al camarada GR

24 de abril, 2009

Estimado camarada,

Pedimos disculpas primero por el retardo en la respuesta que teníamos la intención de hacer a tu carta. Tomamos conocimiento de ella con gran interés. En efecto, como tú lo constatas, como Fracción no hemos dedicado un artículo específico al “nacimiento” del NPA en nuestro Boletín: ello está ligado especialmente a las prioridades políticas que nos hemos fijado (explícitas desde los primeros números del boletín) y a la periodicidad de éste (que es diferente a la de un formato revista o periódico).

En tu carta, explicas que tu participación en varias reuniones de fundación del NPA reposaba en la necesidad de discusión política en el interior de un colectivo con el cual estabas dispuesto a llegar a un punto:

Yo tenía el mayor interés, porque me permitiría entrar en contacto con militantes que no conocía y elementos exteriores al movimiento motivados y necesariamente que se interrogaban sobre muchos puntos políticos. El movimiento se presentaba, además, como un modelo de apertura y discusión y parecía una oportunidad saludable de debatir a fondo. Mi deseo era conocer desde el interior esta voluntad, en los términos jubilosos, “de inventar” un nuevo partido. Concretamente, no esperaba otra cosa que la participación en una discusión, y en el mejor de los casos, llegar a una ala izquierda de oposición a una tendencia que yo sabía ya se había construido sobre un oportunismo de largo aliento.”

Aparentemente, rápidamente te diste cuenta de la trampa en la cual habías entrado y la ilusión en la cual habías caído, y así como tú otros alrededor de tí: “Tengo sin embargo un mal sabor de boca... Porque estas asambleas (y la LCR misma) están llenas de personas sinceramente en revuelta, en cuestionamiento, que sufren muy concretamente la explotación capitalista cotidianamente. El verdadero engaño ideológico del NPA es difícil de entender y esta recuperación de la angustia y la sincera revuelta por un programa de reformismo y de colaboración de clase merece ser denunciado”.

Actualmente, parece que estás en una fase de cuestionamiento que se puede resumir en esto:

1. ¿A qué se debe el fortalecimiento del NPA en Francia actualmente?

La abundante propaganda dada a la “muerte de la LCR” desde hace varios meses por todos los canales mediáticos ha contribuido a crear y reforzar una corriente de simpatía alrededor de lo que se volvería el NPA: desde la publicidad alrededor de la personalidad de Besancenot, presentado como próximo a todos los desposeídos, la publicidad dada a los “comités ciudadanos” que se han multiplicado a ultranza en el momento del “no a Europa”, comités creados y animados principalmente por la LCR, así como los que se han desarrollado bajo la consigna de los “padrinazgos de expulsados”, la fusión de todo tipo de redes asociativas y otros colectivos. Todo ello ha constituido un terreno fértil para el agrupamiento de un número creciente de elementos desamparados, empujados a reaccionar a las múltiples facetas del ataque en regla contra las condiciones de vida y de trabajo. Todo ello con miras a atraer no solamente a la población obrera sino igualmente a las capas de la pequeñaburguesía, también víctimas de estos ataques generalizados.

En realidad, la “muerte de la LCR” y en continuidad el “nacimiento del NPA” corresponden perfectamente a la necesidad que tiene la burguesía de instaurar barreras ante la amenaza de luchas y, en el contexto actual de fuerte aceleración de la crisis, de ataques sin precedente contra la clase obrera de obstaculizar la perspectiva, ya en germen, de una respuesta creciente y amplia de esta clase.

El nacimiento del NPA -así como el del “Frente de Izquierda” de Mélencho- entra en el marco de una reorganización, de un rearmamento del aparato de izquierda de la burguesía para enfrentar el descontento creciente, que las “viejas” organizaciones de izquierda y sindicales del aparato burgués corren el riesgo de no lograr controlar.

Los PC y PS, a los cuales correspondía tradicionalmente la función de encuadrar el descontento social y desviarlo, especialmente hacia la alternativa democrática mediante las elecciones, crean cada vez menos ilusiones entre cada vez más amplias franjas de trabajadores. Su paso prematuro al gobierno (a principio de los años 1980) durante el cual se destacaron por instaurar medidas antiobreras de fuerza tal que ninguna fracción burguesa habría podido imponerlas sin enfrentarse a movimientos sociales, esta contribución a la defensa de los intereses nacionales contra los intereses obreros, provocó una erosión de sus capacidades de encuadramiento, de su capacidad para crear ilusiones sobre un posible “cambio” por la vía democrática.

Por otra parte, el efecto pernicioso de las campañas anticomunista, antirrevolución, desplegadas en los años 1980 y que asimilaban el comunismo al stalinismo, descartaron momentáneamente la perspectiva del comunismo y pesan aún negativamente sobre la conciencia obrera. Estas campañas han logrado en cierto modo cortar a la clase obrera la experiencia revolucionaria más elaborado que constituyó la revolución rusa de 1917 y la oleada revolucionaria que le siguió a principio de los años 1920. Sin embargo, todo retorno de la crisis económica produce y contribuye a hacer resurgir una reflexión sobre los desafíos, las perspectivas que ofrece este sistema, y entre ellas el desafío del posible derrumbamiento del sistema tiende a volver a la superficie.

La conjunción de estos diferentes elementos constituye el terreno para el desarrollo de una izquierda “radical” entre ellas la corriente del NPA, y explican, en resumen, su desarrollo y éxito entre una parte de la población y especialmente de la población obrera.

El “programa” del NPA habla por sí solo: “repartición de las riquezas”, “hacer pagar a los ricos”, “relanzamiento mediante el consumo popular”, “nacionalizaciones” y todas las recetas que destaca consisten en hacer creer que con un poco de movilización detrás de éste se podría hacer presión sobre los gobiernos y obligarlos a reformar el sistema. En claro: la alternativa revolucionaria no estaría al orden del día. La tarea actual consistiría en lucha por arreglar al capitalismo.

Se trata, pues, ni más ni menos, que de un programa burgués, enteramente orientado hacia la defensa de los intereses y necesidades de la burguesía. Con el NPA, la burguesía dispone de una herramienta perfeccionada para enfrentar el ascenso social: capaz a la vez de actuar en el terreno del parlamentarismo, y de actuar como fuerza de encuadramiento radical en el terreno de las luchas. Parece además que ya, en el interior del NPA apenas nacido, dos corrientes se reparten esta doble responsabilidad: una fracción que impulsa al radicalismo y a la intervención en el terreno de la lucha social y sindical (especialmente en el interior de la CGT y de SUD), la otra dedicándose prioritariamente a la preparación de las elecciones europeas (colectivos que demandan listas comunes con disidentes del PC, o incluso del PS).

La supresión de toda referencia a la “revolución” y al “comunismo” no es una casualidad. El NPA lo reivindica alto y fuerte: estas referencias no están ya de moda, son anticuadas dicen ellos, son referencias confusas que no están al orden del día. En realidad se trata de dar continuidad y nuevo eco a las campañas anticomunistas de los años 1980, de cortar de raíz cualquier reflexión sobre la perspectiva del comunismo.

En este acto de auxilio a las fuerzas burguesas, el NPA sólo copia al PCF que, a principio de los años 1970, abandonó “oficialmente” cualquier referencia a la dictadura del proletariado.

Las organizaciones revolucionarias auténticas jamás han dejado de combatir contra las ilusiones y prácticas antiobreras de este tipo de organización a la izquierda del aparato burgués. Recientemente la CCI ha elaborado un artículo que pone en guardia y denuncia justamente la función del nuevo NPA: “...El NPA tiene como vocación esterilizar y acallar las interrogaciones cada vez más numerosas que surgen en el interior de los diferentes sectores y capas sociales sobre el atolladero de la sociedad capitalista. Corta la reflexión colectiva para llevarla a un terreno electoral, nacionalista y sindical con 'soluciones' que son solamente la viejas recetas ideológicas reformistas que hacen creer que es posible otra gestión del capitalismo: hacer pagar a los ricos, relanzar el consumo popular, repartir mejor la riqueza, autogestión. O incluso a base de viejas recetas capitalistas de Estado: nacionalizaciones de empresas y bancos, o a base de ilusiones altermundistas de reducción de la miseria...

Lo que en realidad defiende este partido atrapa-todo y activista, es un programa perfectamente burgués, en las antípodas de las necesidades reales de unidad y solidaridad en las luchas de la clase obrera, que es la continuación del programa de la LCR. Perpetúa las trabas al desarrollo de la conciencia de clase al destacar la defensa de todas las principales mistificaciones ideológicas burguesas: parlamentarismo y democracia, viejas recetas gestionarias capitalistas de Estado, defensa de los sindicatos, defensa de un campo imperialista contra otro en los conflictos armados, frentismo interclasista en nombre del antifascismo de ayer, del antisarkozismo de hoy...”

2. El NPA: un aborto trotskista al servicio de la burguesía

Cuando relatas tu experiencia en el interior de lo que constituían las premisas de la fundación del NPA y de las reuniones en las cuales participaste, sacas la enseñanza que se puede resumir en esto: se trata de una organización que tiene como función atraer a elementos en búsqueda, elementos aislados en ruptura incompleta con la izquierda tradicional (PS, PC) y sin embargo animados de una voluntad, si no revolucionaria, por lo menos de reformar al sistema capitalista.

Tal es la cuestión: el NPA se inscribe en una voluntad de reformar al capitalismo, no en una verdadera perspectiva revolucionaria. En este sentido responde plenamente a las necesidades de la burguesía.

Pero esta política no es una “originalidad” del NPA: es el fundamento mismo del trotskismo en el cual el NPA hunde sus raíces.

El trotskismo como corriente política (la cual distinguimos del aporte de Trotsky como militante y teórico del movimiento obrero) se ha mostrado desde los años 1930 por su papel de dispersión de fuerzas revolucionarias y peor aún cuando arrastró a la mayor parte de las fuerzas revolucionarias en lodazal capitalista de apoyo “crítico” a los gobiernos de tipo “frente popular” que impulsando la participación activa en la segunda guerra mundial.

Desde entonces no ha dejado de aprovechar todas las ocasiones para un apoyo “crítico” -si no “incondicional”- a los partidos “socialistas”, a los PC, a todas las fuerzas burguesas democráticas con aureola de “izquierda”.

Tú afirmas en tu carta: “Este trotskismo rampante es igualmente un elemento importante que hay que poner en evidencia y denunciar”. Es lo que no han dejado de hacer los grupos de la Izquierda comunista a los cuales nos referimos tradicionalmente. Así, en un folleto editado en febrero de 1990, la CCI retomó y desarrolló una crítica fundamental al trotskismo cuyo contenido sigue siendo actual, y del cual nos limitaremos aquí a presentar algunos párrafos:

Estas organizaciones no tomaron un lugar cualquiera en el seno de la burguesía. Debido a que adoptan un lenguaje radical, utilizando ampliamente una terminología 'marxista', 'revolucionaria', debido a que se sitúan de manera crítica frente a los partidos de izquierda y los sindicatos que se muestran cada vez más actualmente como antiobreros, pueden aparecer a los ojos de la clase obrera como “diferentes”, más cerca de los obreros. Desde la reanudación de la lucha de clases al final de los años 1960, la actitud de las organizaciones trotskistas, a grandes líneas, puede resumirse así: durante el periodo de los años 1970, cuando los partidos de izquierda y los sindicatos controlaban bien la situación, cuando estaban en una posición fuerte en la que podían mantener en la clase obrera la ilusión de que eran capaces de proponer otra política 'en favor de los obreros', y que 'permitiría salir de la crisis', en esos momentos los trotskistas apoyaron abiertamente a la izquierda y los sindicatos con pretextos falaces: 'van en el buen sentido'. En cambio, en los años 1980, cuando la tendencia era a situaciones de luchas abiertas y masivas en las que los partidos de izquierda y los sindicatos tendían a perder el control de la situación, el papel de los trotskistas consistió entonces, 'al lado de los obreros', en criticar fuertemente a la izquierda y los sindicatos y tratar de colocarse como representantes 'verdaderos', 'de base', de los obreros para sabotear las luchas y volver a llevarlas al manto del sindicato, explicando que no se puede estar sin ellos y que hace falta ante todo renovarlos, con la consigna '¡elíjannos jefes del sindicato!'.

De hecho, sobre todo desde el inicio de los años 1980, con la profundización acelerada de la crisis económica de su sistema, la burguesía tiene cada vez más una sola prioridad: hacer aceptar cada vez mayores sacrificios, por no decir la miseria, a la clase obrera, velando porque ésta no provoque situaciones conflictivas capaces de poner en peligro el equilibrio del Estado nacional. Es por ello que en los países más industrializados, la burguesía se dedica, a través de sus fracciones de derecha, a hablar el lenguaje de la 'verdad', aplicando abiertamente la austeridad y planes de ataque contra la clase obrera, en tanto que las fracciones de izquierda se han encerrado más frecuentemente en la oposición al gobierno, con el fin de ocupar de antemano todo el terreno social y de velar sobre todo por que las luchas obreras queden circunscritas en un marco que no ponga en peligro los intereses del Estado capitalista. Desde hace 20 años, asistimos al desarrollo de luchas de resistencia de la clase obrera mundial con avances y retrocesos, y a través de sus luchas, al desprendimiento progresivo de ésta de los órganos de encuadramiento de la burguesía, a su propia afirmación como clase revolucionaria.

Para contrarrestar este esfuerzo, el Estado burgués dispone de un arma esencial que utiliza en las filas obreras, 'desde el interior': la izquierda y sus sindicatos. Los izquierdistas -y en particular los trotskistas- ocupan un lugar cada vez más privilegiado en las filas del sindicalismo de base.

Lo propio del sindicalismo de base consiste sobre todo en buscar, mediante una verborrea pseudorradical, pegarse lo más posible al movimiento de la clase obrera. La clase en lucha arrastra así a un parásito que hace todo lo posible por sabotear sus luchas cuando los sindicatos oficiales ya no bastan y conducirla de nuevo al sindicalismo, para que, en última instancia, se someta a las decisiones del sindicato, en una palabra, para que se deje caer en las manos de su sepulturero titulado.

(...) Todo es posible por parte del sindicalismo de base, incluso llamar si hace falta a luchar fuera de los sindicatos con el fin de que pueda mantenerse pegado al movimiento para, llegada la oportunidad, sabotearlo. En estas condiciones, cada vacilación, cada ilusión, cada momento de debilidad presentada por el movimiento es aprovechado por el sindicalismo de base para retomar el control, hacer pasar propuestas de 'acción' que sellan a plazo el aplastamiento de la lucha, que el sindicato oficial luego solamente tiene que recolectar como fruto maduro.

Los últimos ejemplos más característicos son ciertamente los de la huelga en la SNCF (ferrocarriles) en diciembre 86-enero87 y del sector salud en octubre 88 en Francia. Los ferrocarrileros se lanzaron a la huelga fuera de los sindicatos y se organizaron en asambleas generales. De este modo la huelga se extendió rápidamente a todo el sector ferroviario.

Al llegar a este punto, la huelga sólo podía fortalecerse si lograba extenderse a otros sectores, como el sector público por ejemplo, muy sensible en ese momento a todo lo que pasaba en la SNCF. El sindicalismo de base, particularmente animado por los militantes trotskistas de la LCR y de LO (Lucha Obrera), logró cortar el esfuerzo de la clase obrera que tendía hacia este objetivo, al favorecer la formación precipitada y artificial de varios comités de coordinación nacional. De esta manera, al focalizar los debates y la atención de los huelguistas sobre la cuestión de la centralización de la huelga en sólo la SNCF, lograron aprovechar y utilizar un fuerte sentimiento corporativista entre los ferrocarrileros, mantenerlos aislados en su sector, conduciendo así el movimiento a la derrota, sin aparecer abiertamente como los saboteadores del movimiento. Logrando así despojar a los obreros del control sobre su propia lucha, y sobre todo participando activamente a su aislamiento con el conjunto de la burguesía, las organizaciones trotskistas tienen una de las mayores responsabilidades en la derrota del movimiento de la clase obrera durante la lucha en la SNCF en Francia (...)

Si bien para nosotros, como organización revolucionaria, sigue siendo primordial ser capaces de denunciar claramente al trotskismo en un plano político general, cada vez más el centro de nuestros esfuerzos consiste en encontrarse en la lucha al lado de los obreros con el fin de, mediante nuestra intervención, contribuir lo más posible a contrarrestar el sabotaje de ésta por la izquierda y los izquierdistas. Se vuelve cada vez más vital que la clase obrera adquiera una verdadera capacidad de frenar las amenazas izquierdistas sabiendo desenmascarar a sus verdaderos enemigos y sus maniobras, principalmente a los que saben camuflajearse mejor en su interior, hoy los trotskistas, porque son los que se han pasado más recientemente al campo de la burguesía. En este proceso, la intervención de los revolucionarios es indispensable.” (El trotskismo contra la clase obrera – CCI, febrero de 1990).

Esperamos con estas breves líneas haber contribuido a orientar tu propia reflexión, así como la de los elementos con los cuales al parecer has emprendido una reflexión. Te animamos a continuar ésta, y seguimos abiertos a la discusión sobre este tema.

Respetamos tu deseo de no publicar por el momento tu carta, lo que lamentamos ya que aporta un testimonio importante sobre la naturaleza y la práctica del NPA, sin embargo no dejes de informarnos si modificas tu punto de vista sobre ello.

Recibe nuestros mejores saludos comunistas.

La Fracción.


Boletín Comunista 47 - Fracción Interna de la CCI