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LUCHA CONTRA EL OPORTUNISMO
Debate sobre la “prosperidad” de posguerra
¿Terminará la CCI abandonando su “vieja” plataforma de principios?

El ciclo crisis-guerra-reconstrucción ha terminado y actualmente la crisis, en la incapacidad de desembocar en la guerra mundial, es el factor primordial de la descomposición del sistema (16° Congreso internacional de la CCI, 2005).


“Descomposición e irracionalidad” en la teoría de la actual CCI

Hace ya más de tres años, en nuestro Boletín N° 32 (agosto 2005), denunciábamos cómo la resolución sobre la situación internacional adoptada por la CCI en su 16° Congreso Internacional, la cual lacónicamente declaraba “terminado el ciclo de crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis”, implicaba no sólo la impugnación de la teoría de la decadencia del capitalismo formulada por la organización, sino incluso el abandono de un punto central de su Plataforma de principios.

Junto a esa proclamación oficial sobre “la terminación” del ciclo característico de la decadencia del capitalismo, la CCI concluía además que, en adelante, sería ya imposible que la crisis y las pugnas entre las grandes potencias capitalistas desembocaran en una nueva guerra imperialista mundial, y ello no porque la lucha de clase del proletariado lo impidiera, sino debido al avance de la “descomposición social”. De esta manera, se oficializaba también una noción complementaria de la desdichada “teoría de la descomposición”, la cual se había propagado en los últimos años en las publicaciones de la CCI: la “irracionalidad de la guerra”, entendida ésta en un doble sentido:

Se trataba, pues, de una noción que abría de par en par las puertas al oportunismo, que hacía el juego a las campañas ideológicas de la burguesía ya que, por un lado, negaba -junto con el pacifismo burgués- que la tendencia a la guerra generalizada fuera una tendencia inherente al capitalismo en decadencia; y por otro, apuntalaba la idea de que las guerras actuales (e incluso el terrorismo de Estado) no eran promovida ya en primer lugar por las grandes potencias imperialistas, sino que éstas eran provocadas -tal como lo decía el propio Bush- por países “irresponsables” de tercer orden o incluso por “señores de la guerra sin control”.1

Otra organización del campo de la Izquierda Comunista, la Communist Workers Organisation (CWO) -grupo adherente al BIPR-, constataba también con preocupación el significado de esa resolución de la CCI, añadiendo que ella implicaba el abandono de un “fundamento político” no sólo de la CCI misma, sino en general de la Izquierda comunista y del marxismo mismo:

En su 16º congreso [la CCI ]anunció, sin ninguna explicación, que: ‘El ciclo de crisis-guerra-reconstrucción ha terminado’. Tal aseveración, de hecho se deriva de la aseveración anterior de que el capitalismo está en un periodo de ‘descomposición y caos’(...) Estas conclusiones muestran que la CCI se está saliendo del campo político del comunismo de izquierda y del marxismo mismo. (...) las fuerzas de la izquierda comunista estaban ampliamente de acuerdo en que los periodos de guerra generalizada, tales como la primera y segunda guerras mundiales, de alguna manera sentaban las bases para periodos de una renovada acumulación del capital. Los debates en aquél entonces estaban entre aquéllos que veían que la guerra conducía a un periodo de mayor rentabilidad mediante la devaluación del capital constante, y aquéllos que veían que la guerra creaba nuevos mercados para la realización del plusvalor. A pesar de estas diferencias, había un amplio acuerdo en que la reproducción del capitalismo en el periodo que inició en el siglo veinte estaba caracterizado por un ciclo de vida de crisis seguida por una guerra mundial y enseguida por una reconstrucción, que llevaba a la crisis una vez más. Este ciclo, que se consideraba enraizado en las contradicciones económicas del capitalismo, caracterizaba lo que se llamaba fase de la decadencia capitalista o periodo imperialista.” (Revolutionary Perspectives nº 37, 2005. Negritas nuestras).

En el interior de nuestra Fracción nos preguntábamos cómo el conjunto de militantes de la CCI habría podido votar unánimemente, sin resistencia ni debate, a favor de esa increíble resolución que, sin más, despedazaba y tiraba a la basura la teoría de la decadencia del capitalismo formulada por la organización, es decir, uno de sus fundamentos teóricos.

Por una “explicación coherente” para la incoherencia teórica

Tres años después, a través de la Revista Internacional de la CCI (números, 133, 135 y 136) nos hemos enterado que en aquél 2005, a fin de cuentas, sí había surgido un debate en el interior de la organización alrededor de la decadencia del capitalismo. Sin embargo, no se trataba de una lucha contra la resolución del 16° congreso, ni por la defensa de la Plataforma, la noción del ciclo de crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis, o la tendencia inherente del capitalismo decadente hacia la guerra imperialista generalizada. Según la Revista Internacional:

En la primavera de 2005, la CCI abrió un debate interno acerca del análisis económico del periodo de fortísimo crecimiento que siguió a la Segunda guerra mundial (incluso llamado “Los Treinta Gloriosos”) (...) Este debate resultó en la puesta en evidencia, ya añeja, de una contradicción entre diferentes textos de la CCI respecto al papel jugado por la guerra ante la cuestión crucial de la insuficiencia de mercados solventes para la economía capitalista. Una primera cuestión se planteaba así a nuestra organización: ¿Permiten las destrucciones provocadas por la guerra la creación de nuevos mercados? Pero esta primera cuestión, cuando se le daba una respuesta negativa, llevaba automáticamente a otra: ¿Qué explicación coherente, basándose en otros factores diferentes a las destrucciones provocadas por la Segunda guerra mundial, podría darse a los Treinta gloriosos? El debate sobre estas cuestiones continúa y las diferentes posiciones presentadas no están acabadas.” (Revista internacional 133, negritas nuestras).

Así que, al parecer, la facción liquidadora que hoy dirige a la CCI logró desviar la atención acerca del abandono de la Plataforma y del despedazamiento de la teoría de la decadencia que a que conducía la resolución del 16° Congreso, hacia una “vía muerta”, hacia un falso debate que, al contrario, tenía como punto de partida precisamente la aceptación de aquélla resolución. De lo que se trataba era de abrir un concurso para ver quién lograba cubrir, con la mejor “explicación coherente” (¡sic!), la serie de incoherencias teórico-políticas en las que había caído la organización.

En efecto. Si se aceptaba que la guerra generalizada ya no era, para el capitalismo, la única salida a la crisis; si se aceptaba que la guerra imperialista -es decir la guerra entre las grandes potencias por el reparto del mundo, de los mercados, las fuentes de materias primas, etc.- no era ya inherente al capitalismo decadente; si se aceptaba que la guerra era irracional, inútil y perjudicial para el capitalismo; entonces se tenía que concluir, “lógicamente”, que la guerra tampoco podía ser un medio de supervivencia del propio capitalismo decadente, esto es, no se podía aceptar ya que, a partir de la destrucción de fuerzas productivas que provoca, el capitalismo pudiera continuar su reproducción (mediante la creación de “nuevos mercados” o “iniciando un nuevo ciclo de acumulación”). En suma, si la guerra en la decadencia era “irracional” para el capitalismo, entonces el periodo de reconstrucción tampoco podía existir. De lo que se trataba no era ya solamente de afirmar “terminado” el ciclo de crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis, sino de probar que tal ciclo nunca habría existido. Por ello, habría que buscar otras razones “coherentes” para explicar el “periodo excepcional” (sic!) de crecimiento del capitalismo durante 30 años, omitiendo completamente las destrucciones masivas de fuerzas productivas provocadas precisamente por la guerra imperialista, haciendo abstracción de este rasgo característico de la decadencia del capitalismo, en fin, haciendo a un lado el capitalismo real. Y a estas elucubraciones se ha dedicado los tres últimos años la CCI... ¡sin lograr encontrar hasta ahora la “explicación coherente” definitiva!

La herencia política de la Izquierda comunista y la “vieja” CCI

La actual CCI habla de “ la puesta en evidencia, ya añeja, de una contradicción entre diferentes textos de la CCI respecto al papel jugado por la guerra”. Sin embargo, omite cuidadosamente “poner en evidencia la contradicción” entre la Plataforma de Principios y la resolución del 16° congreso; omite cuidadosamente, en su “marco del debate” (ver los 9 puntos publicados en la Revista Internacional 133), mencionar siquiera que la historia de la decadencia del capitalismo se resume precisamente en el ciclo de crisis-guerra-reconstrucción-nueva crisis.

La actual CCI habla de una contradicción entre diferentes textos de la CCI (y de la Izquierda comunista) sobre el papel de la guerra, ya que unos consideran a la guerra como un medio para la supervivencia del capitalismo, mientras que otros ponen a la guerra como prueba de que el capitalismo ha llegado a su límite histórico de desarrollo. Esta contradicción teórica es cierta, si bien no es propia de la CCI, sino del conjunto del marxismo; no es sino una expresión teórica más de la contradicción real fundamental del capitalismo entre su objetivo limitado que no es otro sino la obtención de ganancias, la acumulación de capital, y el medio para lograr éste, consistente en un desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas. Pero el problema de fondo para la actual CCI no reside en “la puesta en evidencia” de tal contradicción que -como ella misma lo admite- era ya reconocida de antemano.

El problema, la “contradicción” que vive la actual CCI es que su “teoría” sobre la “descomposición social y la irracionalidad de la guerra” le ha conducido a negar que la guerra imperialista (independientemente de que se considere como medio de supervivencia del capitalismo, o como expresión de su límite histórico) es una característica inherente del capitalismo en su decadencia, que la guerra imperialista es la única salida a la crisis desde el punto de vista de la clase capitalista, y que, por tanto la alternativa histórica de nuestra época es: guerra imperialista o revolución proletaria”. En este sentido, tanto la “teoría” de la “descomposición y la irracionalidad de la guerra” como la nueva “explicación coherente” de la “prosperidad al margen de la guerra” chocan frontalmente, se hallan en completa contradicción con los análisis y principios, con la herencia política de la Izquierda comunista (de los que la “vieja” CCI se reivindicaba):

Rosa Luxemburg (1913): En la última fase imperialista, la expansión económica del capital es inseparable de la serie de conquistas coloniales y guerras mundiales que tenemos ante nosotros (...) el resultado final sólo puede ser el hundimiento de la civilización, o el tránsito a la forma de producción socialista. A la luz de esta concepción, la posición del proletariado frente al imperialismo adquiere el carácter de una lucha general con el régimen capitalista. La dirección táctica de su comportamiento se halla dada por aquella alternativa histórica. (La acumulación del capital o en qué han convertido los epígonos la teoría de Marx. Una anticrítica. - Rosa Luxemburg. p. 452. Ed. Grijalbo).

Tercera Internacional (1919): Pero en la misma medida... las contradicciones, la competencia, la anarquía alcanzaban en la economía mundial una mayor acuidad. La lucha entre los mayores Estados conquistadores conducía inflexiblemente a la monstruosa guerra imperialista. La sed de beneficios impulsaba al capitalismo mundial a la lucha por la conquista de nuevos mercados, de nuevas fuentes de materia bruta, de mano de obra barata... Los Estados imperialistas que se repartieron todo el mundo... debían poner en evidencia tarde o temprano en un gigantesco conflicto la naturaleza anárquica del capital. Así se produjo el más grande de los crímenes: la guerra del bandolerismo mundial (...) (Plataforma de la Internacional Comunista, marzo 1919. - PyP 43, p. 61-2).

Bilan (1934): En la fase decadente del imperialismo, al capitalismo ya solo le queda una salida para superar las contradicciones de su sistema: la guerra. La humanidad no podrá evitar semejante alternativa si no es mediante la revolución proletaria. La Revolución de Octubre 1917, sin embargo, no pudo hacer madurar, en los países avanzados de Occidente, la conciencia del proletariado. Éste fue incapaz de orientar las fuerzas productivas hacia el socialismo, única posibilidad de superar las contradicciones capitalistas. Y cuando las últimas energías revolucionarias se consumieron en la derrota del proletariado alemán en 1923, la burguesía logró volver a dar a su sistema una estabilidad relativa. Esta estabilidad, por mucho que refuerce su dominación, va a acabar metiéndola en el camino que lleva a una nueva y terrible conflagración general. (Mitchell. Crisis y ciclos en la economía del capitalismo agonizante. Bilan 10-11, 1934).

Ligue des Communistes Internationalistes (1935) : (...) cuando el beneficio desapareciera y, con él, el móvil de la producción capitalista, es cierto que entonces debía abrirse la crisis general del capitalismo, la cual se expresaría, por una parte, en una profundización considerable del contraste fundamental entre la burguesía mundial y el proletariado mundial y, de otra parte, en la agudeza de los antagonismos entre los grandes grupos capitalistas que constituyeran lo esencial de la economía mundial. En la fase del capitalismo decadente, esas contradicciones oscilan entre los dos términos de la alternativa: la revolución proletaria o la guerra imperialista. La revolución, porque el problema del poder se plantea objetivamente ante el proletariado internacional. La guerra, porque la impotencia del proletariado para llevar a cabo esta tarea histórica entraña inevitablemente a la sociedad en la dirección de la otra salida, la de la guerra, en la que irremediablemente deben desembocar los contrastes interimperialistas. (Jehan. Le problème de la guerre. Contribution à une discussion parue dans Les Cahiers d'étude de la LCI, noviembre 1935).

Fracción Belga de la Izquierda Comunista (1937): El antagonismo fundamental entre la burguesía y el proletariado se vuelve el eje de la evolución histórica (...) a partir de ahora, la vida de la sociedad capitalista oscila entre las dos salidas abiertas por la evolución de las relaciones sociales: guerra imperialista o revolución proletaria. (Communisme n°1, Boletín de la Fracción Belga de la Izquierda Comunista, abril 1937).

Corriente Comunista Internacional (1976): La sociedad capitalista es la primera de la historia que en su fase de ocaso sólo puede sobrevivir con destrucciones cíclicas y masivas de una parte cada vez mayor de sí misma (...) [El periodo de decadencia] que hoy vivimos está encerrado en el ciclo inexorable e infernal de crisis-guerra generalizada-reconstrucción-crisis... (...) Desde mediados de los años 60, tras 20 años de crecimiento eufórico, el sistema capitalista ha vuelto a verse enfrentado a una pesadilla que parecía haber pasado a la historia (...): la crisis (...) Con el ahondamiento del desorden económico, la sociedad se encuentra otra vez enfrentada con la inevitable alternativa que abre cada crisis aguda del periodo de decadencia: guerra mundial o revolución proletaria. (Manifiesto de la CCI. Anexo a la Plataforma de Principios, 1976).

Las posiciones de principio de nuestra “vieja” CCI acerca del ciclo de la decadencia y la alternativa histórica de guerra imperialista o revolución proletaria, están pues, en continuidad con los análisis y posiciones de la Izquierda comunista; son un eslabón y una síntesis de éstas. Estas posiciones son las que la CCI actual pisotea y “oficialmente” arroja a la basura a partir de su 16° Congreso internacional de 2005. ¿Y esto a cambio de qué? A cambio de una cháchara, de una especulación acerca de cómo el capitalismo decadente supuestamente pudo vivir “treinta gloriosos años de prosperidad” sin interposición de la guerra imperialista. A esto se ha dedicado tres años la actual CCI, a esto convoca hoy a discutir a la clase obrera su “vanguardia revolucionaria”... y lo más trágico de la situación que vive la actual CCI es que, en tanto, la actual entrada del capitalismo en la recesión más grave que ha conocido en su historia vuelve a poner en primer plano, de la manera más nítida, más evidente y más urgente que nunca, la alternativa histórica de guerra imperialista mundial o revolución proletaria mundial.

De lo antedicho, se desprende que, para nuestra Fracción, el único interés que podía tener seguir más de cerca el actual debate de la CCI sobre la “prosperidad”, era la posibilidad de encontrar algún indicio de “resistencia” interna ante tal despedazamiento de los principios y de la teoría de la CCI “original”, alguna contribución que, saliéndose del falso debate sobre la “prosperidad”, defendiera en cambio la Plataforma de Principios en oposición a la resolución del 16° Congreso. Desafortunadamente, debemos constatar que ninguna de las contribuciones publicadas en la Revista Internacional se sale del “marco” ya establecido. Si bien hay una que trata de resistir ante los absurdos de las tesis más abiertamente liquidadoras y se arriesga a intentar una “ruptura” con la especie de “ortodoxia luxemburguista” impuesta por el marco del debate, no cuestiona éste y se mantiene prisionera en él. Todas parten del abandono de la noción de la guerra imperialista como una característica necesaria e inherente del capitalismo decadente. Y su único fin es encontrar en otra parte la “explicación coherente” de los “treinta gloriosos”.

Todo esto solamente profundiza la “crisis” teórica en el interior de la CCI, como lo veremos al examinar las diferentes “explicaciones”, en el próximo número de nuestro boletín

Febrero de 2009


Notes:

1. Ver Boletín de la Fracción 34 y 35: “La posición de la CCI actual sobre la guerra imperialista mundial”.


Boletín Comunista 46 - Fracción Interna de la CCI