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¡NI ISRAEL, NI PALESTINA, LOS OBREROS NO TIENEN PATRIA!

Desde hacia ya más de una semana, la guerra hace de nuevo estragos en Medio Oriente, en la franja de Gaza entre Israel y el grupo Hamas a la cabeza del Estado residual, pero no menos capitalista que el de Israel, de la banda de Gaza. El terror reina sobre las poblaciones civiles de los dos países. Que los civiles palestinos sufren más que los civiles israelíes, debido a la desproporción de las fuerzas militares de cada lado, que los cohetes lanzados por Hamas sobre las ciudades israelíes sean menos mortales que los bombardeos de la aviación israelí sobre Gaza, no cambia en nada el terror sufrido de los “dos lados” ni el hecho de que el costo de la guerra que se desarrolla ahora sea directa y trágicamente soportada por estas poblaciones, y particularmente por el proletariado de los dos países.

Esta guerra es una guerra imperialista, llevada a cabo por dos enemigos tan antiproletarios el uno como el otro y cuyos objetivos son tan burgueses el del uno como el del otro. Es sobre todo un momento de la acentuación de las rivalidades imperialistas entre las grandes potencias, sabiendo que la burguesía estadounidense apoya ampliamente las acciones guerreras de Israel y que Hamas, directamente apoyado por Irán, recibe también indirectamente y de manera más discreta el apoyo de otras grandes potencias que buscan rivalizar con los Estados Unidos.

A continuación, volvemos a publicar un artículo escrito en Révolution Internationale, la publicación de la CCI en Francia, en diciembre de 2000 durante un conflicto anterior. La denuncia en ese artículo de la responsabilidad histórica e inmediata de las grandes potencias en los conflictos de Medio Oriente, sigue siendo completamente válida actualmente. Hay un elemento importante que nuestro artículo no mencionaba entonces -redactado antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos- y que es conveniente poner en evidencia y denunciar en el periodo presente: que este conflicto, como todos los que ensangrentan al planeta actualmente, es un momento complementario de la marcha hacia la guerra imperialista generalizada. Más allá de los avances y retrocesos militares y estratégicos que resulten, por un lado va a reforzar y clarificar un poco más los diferentes alineamientos de todas las potencias imperialistas, de las mayores en primer lugar, pero también de las medianas y las más pequeñas; y por otro lado va a participar en la evolución de la relación de fuerzas entre las principales potencias; entre los Estados Unidos y sus principales rivales, Alemania, Rusia, Francia, etc... en este avance inexorable hacia la guerra imperialista generalizada.

Asimismo, retomamos completamente por nuestra cuenta la denuncia, en este artículo de todas las fuerzas políticas, nacionalistas, izquierdistas, pacifistas, que empujan a los proletarios, a los obreros, en todos los países, a tomar partido por un campo contra el otro. Los obreros en Israel y en Palestina, tienen intereses de clase comúnes, pero desafortunadamente se encuentran tan sometidos a la ideología nacionalista totalitaria, que 50 años de guerra y atentados incesantes han creado una verdadera fosa de sangre y lágrimas entre las dos poblaciones. Ellos son las primeras víctimas de esta guerra. En este clima de nacionalismo exacerbado, les es difícil romper con la unidad nacional y defender sus intereses de clase mediante la lucha y la huelga. Sin embargo, los dos proletariados han llevado a cabo ya combates de clase frente a la miseria y la represión estatal salvaje, brutal, tanto de la burguesía israelí como de la burguesía palestina de la OLP o de Hamas. Son estos combates contra su propia burguesía los que deben desarrollar hasta fraternizar y unirse por encima de las fronteras. Al igual que en todas partes en el mundo capitalista, la lucha común de los proletarios de Palestina y de Israel es la única real oposición a la guerra que castiga a esta región. La afirmación, aún embrionaria, de una perpectiva de clase tal tendría como consecuencia práctica, concreta, la de limitar, si no la de invertir el proceso guerrero local y así participaría en la defensa de las condiciones de vida de toda la población.

Pero, evidentemente, y como lo subraya nuestro artículo de 2000, la solución a las desgracias y a la tragedia que viven las poblaciones de Medio Oriente, reposa principalmente, históricamente, en las manos del proletariado mundial, y particularmente en las del proletariado de las principales potencias imperialsitas. La verdadera solidaridad con las “masas palestinas... e israelíes” no está en las manifestaciones izquierdistas rebosantes de nacionalismo que se ven desarrollarse en el mundo actualmente, llamando a la “destrucción de Israel”, ni en los llamados lacrimógenos a la paz inmediata, sino precisamente en las luchas obreras ante la crisis del capital y su perspectiva de guerra imperialista generalizada, luchas obreras que son una negación viva de los llamados a la unión nacional y a la colaboración de clases.

Sólo la lucha del proletariado puede frenar y detener este proceso infernal hacia el cual el capitalismo arrastra cada día un poco más a la humanidad, y en el cual, ya ahora, más que ayer y menos que mañana, millones de obreros y de seres humanos pagan con su vida, con su miseria, con sus sufrimientos, la sobrevivencia de esta sociedad en crisis y decadente.

Al igual que en 2000, la consigna de los comunistas sigue siendo: ¡Proletarios de todos los países, únanse!

8 de enero de 2009.


Boletín Comunista 45 - FICCI