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TEXTOS DEL MOVIMIENTO OBRERO
Extractos del texto publicado en Rabotchi n° 2 el 8 de septiembre de 1917
ACERCA DE LA CONFERENCIA DE ESTOCOLMO
(Lenin)

Los extractos que siguen ofrecen un ejemplo particularmente claro de lo que es el combate contra el oportunismo. Además, en un género de situación particularmente difícil.
Frente a la propaganda y a las maniobras de la burguesía mundial, buscando escapar a las consecuencias sociales que acarreaba la guerra mundial, han sido muchos los socialistas, los revolucionarios (entre los cuales algunos eran sin duda sinceros) en caer en la trampa de la “padres de los pueblos”, de la fraternidad nuevamente encontrada y otros cuentos del mismo tipo.
Es sobre estos elementos vacilantes y, sobre todo, sobre la laxitud del conjunto de las poblaciones, especialmente obreras, que se basaban los oportunistas, los traidores a la clase que la habían arrastrado al horror de la guerra, para intentar mantener la ilusión de un retorno a un capitalismo pacífico. De un retorno a la situación anterior a la guerra.
Es en situaciones de este tipo, cuando la clase está a la vez rebelde pero al mismo tiempo “fatigada”, desorientada, que los oportunistas cumplen mejor su función.
Es en este tipo de situación cuando los comunistas deben ser intransigentes. Lenin, una vez más, nos da una ilustración sin equívoco.


La conferencia de Estocolmo ganan renovado interés. Su importancia ha sido vivamente debatida en los periódicos. Esta cuestión está indisolublemente ligada a la idea que se tiene de los principios mismos del socialismo contemporáneo entero, y más particularmente de sus relaciones con la guerra imperialista. Es por ello que debemos detenernos en ésta ampliamente.

Los socialdemócratas revolucionarios, es decir los bolcheviques, se han pronunciado desde el principio contra la participación en la conferencia de Estocolmo. Estaban determinados por consideraciones de principio. Todo mundo sabe que en todos los países beligerantes y neutrales los socialistas se han dividido en dos categorías esenciales en cuanto a la actitud hacia la guerra. Unos se han alineado del lado de su gobierno, de su burguesía. Nosotros les llamamos socialchovinistas, socialistas de palabra y chovinistas de hecho. Se llama chovinista al que utiliza la idea de “defensa nacional” para disimular la defensa de los intereses de rapiña de “sus” clases dirigentes. (...)

De de este modo, los socialistas que se han colocado en el punto de vista de su burguesía en la guerra actual han dejado de ser socialistas; han traicionado a la clase obrera y se han pasado en realidad a la burguesía. Se han vuelto enemigos de clase del proletariado. Y la historia del socialismo europeo y americano, sobre todo en la época de la Segunda Internacional, es decir de 1889 a 1914, nos muestra que este pasaje de una parte de los socialistas, y sobre todo de la mayoría de los jefes y parlamentarios, a la burguesía, no es producto de la casualidad. Es precisamente el ala oportunista del socialismo el que ha formado en todos los países los principales cuadros socialchovinistas. El socialchovinismo, considerado desde un punto de vista científico, es decir no por algunas de sus personalidades, sino como una corriente internacional, en su desarrollo y en el conjunto de sus lazos sociales, es el oportunismo llegado a su fin lógico. (...)

A pesar de las persecuciones encarnizadas que la burguesía le ha hecho sufrir, a pesar del régimen de mordaza, hemos visto formarse en todos los países, durante la guerra, una corriente de internacionalismo revolucionario. Esta corriente se ha mantenido fiel al socialismo. No ha cedido al chovinismo, no ha permitido que éste se disfrace con ayuda de frases mentirosas sobre la defensa nacional, ha desenmascarado el carácter mentiroso de esas frases y el carácter criminal de la guerra que las burguesías de las dos coaliciones se hacen con fines de bandidaje. A esta corriente se suman, por ejemplo, en Inglaterra, MacLean, condenado a 18 meses de trabajos forzados por haber combatido a los bandidos de la burguesía inglesa; en Alemania, Karl Liebknecht, condenado a trabajos forzados por los bandidos del imperialismo alemán por haber cometido el “crimen” de apelar a la revolución en Alemania y que desenmascarar el carácter de bandidaje de la guerra llevada a cabo por este país. A esta corriente pertenecen también, en Rusia, los bolcheviques perseguidos por los agentes del imperialismo ruso republicano y democrático por el mismo “crimen” de MacLean et Karl Liebknecht.

Esta tendencia es la única fiel al socialismo. Esta tendencia es la única que no ha traicionado sus compromisos solemnes, la promesa solemnemente dada, por unanimidad, por los socialistas de todos los países, sin excepción, en noviembre de 1912, en el manifiesto de Basilea. Este manifiesto, precisamente, no habla de la guerra en general (hay todo tipo de guerras), sino de la guerra que, en 1912, se preparaba ya a la vista de todos y que estalló en 1914; de la guerra entre Alemania e Inglaterra, apoyados por sus aliados, por la dominación del mundo. Ante la inminencia de esta guerra, el manifiesto de Basilea no dice una sílaba para recordar el deber o el derecho que tendrían los socialistas de “defender su patria” (es decir de justificar su participación en la guerra); dice, por el contrario, con la mayor claridad, que esta guerra debe conducir a la “evolución proletaria”. La traición cometida hacia el socialismo por los socialchovinistas en todo los países aparece con deslumbrante evidencia ante la manera en que todos ellos eluden ahora, temerosamente, como el ladrón que evita el lugar donde dio su golpe, el pasaje del manifiesto de Basilea en el que se habla precisamente del lazo de la guerra actual con la revolución proletaria.

Se comprende qué abismo infranqueable separa a los socialistas que se han mantenido fieles al manifiesto de Basilea, y que “responden” a la guerra mediante la propaganda y la preparación de la revolución proletaria, de los socialchovinistas que responden a la guerra mediante el apoyo a “su” burguesía nacional. Se comprende todo lo que hay de impotente, de ingenuo y de hipócrita en las tentativas que se llevan a cabo para “reconciliar” o “unir” a estas dos corrientes.

Observamos precisamente lamentables tentativas de este tipo por parte de la tercera corriente del socialismo mundial, la corriente llamada “centrista” o “kautskista” (del nombre del representante más renombrado del “centro”, Karl Kautsky). En tres años de guerra, esta corriente se ha manifestado en todos los países como completamente desprovista de ideas y totalmente impotente. Es así como los acontecimientos han conducido en Alemania a la escisión entre los Plejanov alemanes y los kautskistas, que han formado su propio partido, bautizado “Partido socialdemócrata independiente”(1).

Pero este partido no se atreve a sacar de los hechos las conclusiones que se imponen, predica la “unidad” con los socialchovinistas en el plano internacional, continúa engañando a las masas obreras manteniendo en ellas la esperanza del restablecimiento de una unidad de este género en Alemania, frena la única táctica proletaria justa, la de la lucha revolucionaria contra “su” gobierno, incluso durante la guerra, la de una lucha que puede y debe modificar su forma, pero que no puede ser ni diferida, ni rechazada en segundo plano.

Tal es la situación en el interior del socialismo internacional. Sin una apreciación clara de esta situación, sin un juicio de principio sobre todas las corrientes del socialismo internacional, no es posible abordar una cuestión práctica como, por ejemplo, la de la conferencia de Estocolmo. Pero, el partido bolchevique es el único en haber formulado desde el punto de vista de los principios su juicio sobre todas las corrientes del socialismo internacional en una resolución detallada, adoptada en la conferencia del 24-29 de abril de 1917 y aprobada en agosto por el sexto Congreso de nuestro partido. Olvidar esta apreciación de principio y considerar a Estocolmo fuera de ésta, es actuar sin ningún principio.

Se puede citar como un modelo de esta ausencia de principios que reina entre todos los demócratas pequeñoburgueses, socialistas revolucionarios y mencheviques, un artículo de Novaïa Jizn publicado el 10 de agosto. Este artículo merece la atención porque, en un periódico que se sitúa en la extrema izquierda de la democracia pequeñoburguesa, concentra la suma de los errores, de los prejuicios y de las debilidades ideológicas más difundidas sobre la conferencia de Estocolmo.

Se lee en la editorial de Novaïa Jizn:

Se puede, por tal o cual razón, adoptar respecto a la conferencia de Estocolmo una actitud negativa, se puede condenar en principio las tentativas de acuerdo de las 'mayorias apegadas a la defensa nacional'. ¿pero por qué negar la evidencia que salta a los ojos? Desde la decisión conocida de los obreros ingleses, decisión que ha abierto una crisis política en los países y provocado en la “unión nacional” de Gran Bretaña la primera fisura profunda, la conferencia ha adquirido un significado que no tenía hasta ahora.”

Este es un modelo de razonamiento sin principios. En verdad ¿cómo deducir del hecho indudable de que la “unión nacional” se ha fisurado profundamente en Inglaterra respecto a la conferencia, la conclusión de que nosotros tendríamos que tapar esta fisura en lugar de agrandarla? Desde el punto de vista de principio, la cuestión se plantea así y solamente así: ruptura con los recalcitrantes (los socialchovinistas), o acuerdo con ellos. La conferencia de Estocolmo ha sido una de las numerosas tentativas de acuerdo. No ha fructificado. Su fracaso ha sido provocado por el hecho de que los imperialistas anglo franceses no están de acuerdo en abrir en este momento los altavoces de la paz, en tanto que los imperialistas alemanes sí están dispuestos. Los obreros ingleses son los que más claramente se han sentido engañados por su burguesía imperialista. Se pregunta cómo aprovechar esta situación. Como internacionalistas revolucionarios, decimos: hay que aprovechar para profundizar la ruptura entre las masas proletarias y sus socialchovinistas, para conducir esta ruptura hasta su término, para descartar los obstáculos de cualquier naturaleza que se opongan al desarrollo de la lucha revolucionaria de las masas contra su gobierno, contra su burguesía. Actuando así nosotros -y solamente nosotros- ampliamos la fisura y llevamos las cosas hasta la ruptura.

Y los que van a Estocolmo o que, más exactamente, predican a las masas la necesidad de ir ahora que la vida misma ha “eliminado” esta fantasía tan ridícula, ¿qué resultados prácticos obtienen? Solamente ocultan la fisura, porque la conferencia de Estocolmo es evidentemente reunida y apoyada por gente que apoya a sus gobiernos, por los ministerialistas que son Tchernov y otros Tsérétéli, Stauning, Branting, Troelstra, sin hablar de los Scheidemann.

Tal es la “evidencia que salta a los ojos de todo el mundo”, tal es lo que los oportunistas de Novaïa Jizn olvidan o disimulan con su razonamiento basado en la falta principios y desarrollado fuera de toda apreciación general del socialchovinistas en tanto que corriente socialchovinista. La conferencia de Estocolmo es un encuentro de ministros que pertenecen a los gobiernos imperialistas. Novaïa Jizn ha querido eludir este hecho, que no puede ser eludido. Invitar a los obreros a asistir a Estocolmo, invitarlos a poner cualquier esperanza en Estocolmo, es decirle a las masas: ustedes pueden, debe esperar algo positivo del acuerdo entre partidos pequeñoburgueses y ministros que pertenecen a los gobiernos imperialistas y apoyan a los gobiernos imperialistas.

Es precisamente esta propaganda basada en la ausencia total de principios, esta propaganda despreciable, la que hace Novaïa Jizn sin siquiera darse cuenta. (...)

Novaïa Jizn nutre a los obreros con ilusiones:

En Estocolmo, dice, se prepara un acuerdo sobre la paz y la elaboración de un plan común de lucha: rechazo a votar los créditos, ruptura con la ' unión nacional', revocación de ministros, etc.”

La única prueba que da esta frase absolutamente falsa, es que la palabra “lucha” está en negritas. ¡Bella prueba, en verdad!

Después de tres años de guerra, se nutre aún a los obreros con las promesas más huecas: “se prepara en Estocolmo” para romper con la unión nacional...

¿Quién que se prepara? Los Scheidemann, los Tchernov, los Skobélev, los Avksentiev, los Tsérétéli, los Stauning, los Branting, es decir precisamente los hombres (y los partidos) que desde hace años y meses llevan a cabo la política de la unión sagrada. Cualquiera que sea la sinceridad de la fe de Novaïa Jizn en este milagro, por convencida que se proclame de la posibilidad de semejante transformación, nosotros estamos forzados a decir que Novaïa Jizn siembra entre los obreros las mayores ilusiones.

Novaïa Jizn engaña a los obreros al inculcarles confianza hacia los socialchovinistas: si se le cree, los socialchovinistas han entrado hasta ahora en los ministerios, ha llevado a cabo la política de unión sagrada, pero próximamente van a entenderse en Estocolmo para acordar, llevar a cabo una alianza para dejar de hacer lo que han hecho. Van a comenzar la lucha por las paz, van a rechazar votar los créditos de guerra, etc., etc.

Esto no es más que un engaño, el peor de los engaños. Son solamente con suelos reaccionarios, apaciguamientos dados a los obreros, a quienes se quiere inculcar la confianza hacia los socialchovinistas. Pero los socialistas que “luchan por la paz”, no solamente de palabra, no sólo para engañarse a sí mismos, no para engañar a los obreros, han comenzado esta lucha hace ya mucho tiempo y sin esperar una conferencia internacional, han comenzado precisamente rompiendo la unión sagrada, como MacLean en Inglaterra,, Karl Liebknecht en Alemania, los bolcheviques en Rusia. (...)

En cuanto a nosotros, no separarnos de la comedia de Estocolmo que se escenifica con socialchovinistas, entre socialchovinistas, nos separamos precisamente para abrir los ojos a las masas, para expresar sus intereses, para apelar a la revolución, para aprovechar su cambio de estado de espíritu, no con el fin de acomodarlos, menospreciando los principios, sino con el fin de combatir conforme a nuestros principios por la ruptura completa con el socialchovinismo.

“Los bolcheviques, escribe Novaïa Jizn, se complacen con arrojar a la figura de los internacionalistas que van a Estocolmo el espíritu de conciliación del cual dan prueba respecto a los Scheidemann y los Henderson; los bolcheviques 'no se dan cuenta' de que al hacer esto, adoptan ellos mismos respecto a la conferencia -por razones profundamente diferentes, evidentemente- la misma actitud que la de los Plejanov, los Guesde y los Hyndman.”

¡Es falso que adoptemos la misma actitud que los Plejanov respecto a la conferencia! Es un absurdo escandaloso. Nuestro punto de vista coincide con los de los Plejanov cuando nos rehúsamos a asistir a una conferencia equívoca con una parte de los socialchovinistas. Pero, desde el punto de vista de los principios, así como de la práctica, nuestra actitud hacia la conferencia es completamente diferente que la de los Plejanov. Ustedes, en cambio, que se califican como internacionalistas, van realmente a la conferencia con los Scheidemann, los Stauning, los Branting, ustedes acuerdan realmente con ellos. Porque, es un hecho, ustedes llaman “gran obre de unión del proletariado internacional” a un pequeño asunto mezquino que no es, en amplia medida, más que un intriga subordinada a los intereses de los imperialistas de una de las coaliciones, el asunto del reagrupamiento de los socialchovinistas. Es un hecho.

Ustedes que pretenden ser internacionalistas, no pueden predicar a las masas la participación en Estocolmo (las cosas no irán probablemente más allá de la prédica, porque la conferencia no tendrá lugar; pero el significado ideológico de su prédica permanecerá), no pueden predicar a las masas la participación en Estocolmo sin acumular mentiras, sin sembrar ilusiones, sin encubrir ventajosamente a los socialchovinistas, sin sugerir a las masas la esperanza de que los Stauning y los Branting, los Skobélev y los Avksentiev son capaces de romper seriamente con la “unión nacional”.

Nosotros, bolcheviques, en nuestra propaganda contra Estocolmo, decimos toda la verdad a las masas, continuamos desenmascarando a los socialchovinistas y la política de acuerdo con ellos, conducimos a las masas a una ruptura completa con ellos. (...)

La conferencia de Estocolmo, si llega a tener lugar, lo que es poco probable, será una tentativa de los imperialistas alemanes para sondear las posibilidades de algún intercambio de anexiones. Tal será la importancia real, efectiva, de los bellos discursos de los Scheidemann, Skobélev y compañía. Y si la conferencia no se lleva a cabo, será la propaganda que ustedes hacen ante las masas sugiriéndoles esperanzas engañosas respecto a los socialchovinistas y su “enderezamiento” próximo, probable, lo que tendrá una importancia real.

En ambos casos, queriendo ser internacionalistas, ustedes se muestran de hecho como auxiliares de los socialchovinistas de una de las dos coaliciones, o de las dos.

En tanto nosotros, tenemos en cuenta todas las peripecias, todas las particularidades de la política, manteniéndonos como internacionalistas consecuentes, preconizando la unión fraternal de los obreros, la ruptura con los socialchovinistas, la preparación de la revolución proletaria.


Notas:

1 Partido socialdemócrata independiente de Alemania, partido centrista, fundado en abril 1917 en el congreso constitutivo de Gotha en un aumento de ascenso revolucionario, atizado por la revolución democrática burguesa de febrero en Rusia. Los dirigentes oportunistas del partido socialdemócrata alemán perdían cada vez más la confianza de los miembros de la bas y el partido estaba en riesgo de escisión por los elementos de izquierda. Para impedir la escisión y la formación de un partido revolucionario de la clase obrera, los líderes centristas intentaron constituir un partido “independiente”, que les permitiera conservar a las masas bajo su influencia. Los “independientes”, que se ocultaban detrás de la fraseología centrista, preconizaban la unidad con los socialchovinistas, tendían a renunciar a la lucha de clase. La organización kautskista “Comunidad del Trabajo” en el parlamento constituía su parte esencial. Una escisión se produjo en octubre de 1920, en el congreso del Partido socialdemócrata independiente que tuvo lugar en Hale. En diciembre de 1920, una fracción importante de este partido se fusionó con el Partido comunista de Alemania. Los elementos de derecha formaron un partido separado y retomaron el antiguo nombre de Partido socialdemócrata independiente, que subsistió hasta 1922. [N.E.]


Boletín Comunista 44 - FICCI