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La militarización creciente de América Latina
Un signo más de los preparativos para la guerra imperialista generalizada

En los últimos meses una serie de acontecimientos marcan una aceleración del armamentismo y la militarización de los países de América Latina, una creciente presencia militar directa de las grandes potencias imperialistas y una agudización de los conflictos internacionales en la región. Es cierto que las tensiones imperialistas en América Latina no alcanzan -por el momento- el grado de una guerra abierta como es el caso en otras regiones del globo, sin embargo el que esta creciente militarización y conflictos ocurran en una región que hasta hace unos años era considerada como una zona de dominio exclusivo e influencia incontestada de los Estados Unidos es una muestra más de que hoy no existe ya ningún punto del mundo, ningún país, ninguna burguesía, que no esté inmersa en la huída hacia adelante del capitalismo rumbo a la única “solución” que este sistema puede ofrecer a su propia crisis económica crónica: es decir, rumbo a una nueva guerra imperialista mundial. Basta hacer un breve recuento de hechos para darse cuenta de la creciente gravedad de la situación.

Los Estados Unidos refuerzan su zona estratégica de seguridad y abastecimiento

Históricamente, América Latina ha sido para los Estados Unidos, una zona estratégica “natural”, tanto como barrera de protección, como de aprovisionamiento de materias primas y energéticos. Sin embargo, esto mismo ha hecho de América Latina un blanco para las potencias imperialistas antagónicas de los Estados Unidos, no tanto en el sentido de “disputarle” la región, pero sí en el de intentar desestabilizarla para de este modo debilitar a los propios Estados Unidos; tal fue el caso, por ejemplo, durante la segunda guerra mundial en el Eje alemán logró hacer bascular hacia su lado a más de un gobierno de América del Sur (como Brasil y Argentina), o durante la época de la “guerra fría” en la que la antigua URSS logró incluso instaurar una “cabeza de playa” frente a las narices de los EUA, en Cuba.(1)

AActualmente, en el marco de los preparativos guerreros con miras a una posible confrontación imperialista generalizada, los Estados Unidos buscan, desde hace ya varios años, reforzar el dominio absoluto de “su” zona estratégica mediante un conjunto de acciones militares “preventivas” y “disuasivas” contra cualquier intento de impugnación local e injerencia de otras potencias, y mediante una militarización creciente a la que son arrastradas todas las naciones del subcontinente.

Según los especialistas(2) estas acciones se articulan sobre tres ejes:

El primero, es la zona de seguridad geográfica inmediata de los Estados Unidos, que incluye a Canadá, México y al Golfo de México y el Caribe. En los últimos años, el Tratado de Libre Comercio USA-Canadá-México ha sido complementado con tratados de carácter militar tales como la llamada “Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte” cuyo objetivo es precisamente el de crear una zona de seguridad estratégica común entre los tres países. En el caso de México se han presentado además sucesivamente los acuerdos llamados “Plan Puebla-Panamá” y la reciente “Iniciativa Mérida”, mediante los cuales el gobierno mexicano recibe de los EUA -con el pretexto del “combate al crimen organizado”- mayores recursos y asesoría militares. La consecuencia de estos acuerdos es una creciente militarización de México, que constituye un ejemplo de la tendencia general en todos los países: cada vez más oficiales militares ocupan puestos de gobierno; el ejército sustituye a la policía en cada vez más regiones, carreteras y ciudades (sin contar la creación de la Policía Federal Preventiva -formada por exsoldados- y la Agencia Federal de Investigaciones, una especie de FBI); y se suceden los enfrentamientos de soldados con delincuentes, y los abusos de los primeros contra la población civil; el control militar de las fronteras, el hostigamiento contra los emigrantes de Centro y Sudamérica y en general la vigilancia a la clase obrera (mediante cámaras, retenes, cateos, control de documentos de identificación...) es cada vez mayor; asimismo cada vez se destinan mayores recursos del presupuesto en la compra de armamento y modernización del ejército; ideológica y diplomáticamente hay un giro de la burguesía mexicana de una postura “no intervencionista” a una postura donde habla sin reserva alguna de una permanente “guerra interna” y de la necesidad de que “México se haga presente en los conflictos internacionales” (según declaraciones recientes del presidente Calderón).

El segundo eje es la región andina. El “Plan Colombia”, mediante el cual los EUA han destinado inmensa ayuda y asesoría militar al gobierno de Uribe, con el pretexto del combate al narcotráfico y la guerrilla, ha convertido a Colombia prácticamente en una base militar desde la que los Estados Unidos buscan contener las pretensiones “independentistas” de algunas burguesías locales (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua...), las que, a su vez, son azuzadas por las grandes potencias antagónicas a los Estados Unidos.

El tercer eje para los Estados Unidos está constituido por los países del llamado “Cono Sur” del continente, que incluye a los gobiernos más fuertes del área, y por ello mismo con mayores pretensiones imperialistas regionales: Brasil y Argentina. En este área los EUA han convertido a Paraguay en una base militar desde la que llevan a cabo constantes ejercicios para mostrar a las burguesías de la región quién tiene la verdadera fuerza y disuadirlas de cualquier pretensión centrífuga.

De manera más “integral”, los Estados Unidos han intentado también en los últimos años conformar una fuerza militar latinoamericana de intervención bajo su mando. La concreción de esto ha dado lugar, hasta ahora, a la ocupación de Haití por una fuerza multinacional supuestamente de “paz”, que ha sembrado la represión en esa isla, encabezada por Brasil.

Finalmente, por si todo lo anterior no fuera suficiente, a partir del 1º de julio de este año, los Estados Unidos han reactivado -con el pretexto de llevar “ayuda humanitaria”- la llamada “IV Flota”, un cuerpo naval específicamente destinado a patrullar las costas de América Latina; una flota cuyas operaciones había sido suspendido desde el fin de la segunda guerra mundial, ¡pero que hoy considera necesario poner nuevamente en acción!

Sin embargo, toda esta militarización de América Latina impulsada por los Estados Unidos tiene una contraparte en las crecientes tendencias a impugnar el dominio completo de los Estados Unidos por parte de algunas burguesías nacionales, tendencias que son apoyadas e impulsadas (cuando no generadas) por las potencias imperialistas antagónicas a los EUA.

Las potencias antagónicas, detrás de la impugnación creciente en América Latina al dominio de los EUA

En los últimos años las pugnas imperialistas por el control del petróleo y el gas a escala planetaria han vuelto crítica para la primera potencia la seguridad del suministro de petróleo y gas provenientes de México y la región andina (Venezuela, Bolivia...), así como el control de los yacimientos en “aguas profundas” tanto del Golfo de México como de los recientemente descubiertos en aguas de Brasil. Pero es en este aspecto precisamente en el que los Estados Unidos tienen que actuar con la mayor firmeza y cuidado para mantener su hegemonía en la región. Por un lado, el proyecto de “reforma energética” que promueve el actual gobierno mexicano para quebrar el monopolio de producción de la estatal Pemex se ha convertido en un asunto de “seguridad nacional” para la burguesía estadounidense, pues debe garantizar el control completo del flujo de petróleo hacia los Estados Unidos y evitar por tanto la entrada de empresas de países potencial o declaradamente enemigos, como España o Rusia. Por otro lado, los Estados Unidos deben lidiar también con las pretensiones imperialistas regionales de un país como Brasil que ha declarado la estatización de la extracción de petróleo en “aguas profundas”. Y, finalmente, los Estados Unidos tienen que enfrentar la oposición abierta del gobierno de Venezuela el cual en el curso de los últimos años se ha convertido en el principal foco de impugnación y de polarización de diversas burguesías nacionales (Bolivia, Ecuador, Nicaragua...) contra los Estados Unidos.

Así, en los últimos meses se han sucedido varios episodios que muestran la agudización de las pugnas interburguesas en la región, tal como la incursión del ejército colombiano en territorio de Ecuador en marzo de este año, para atacar y masacrar a un grupo de las FARC (que incluía al segundo mando superior de éstas), grupo que iba a entrevistarse con una delegación de... Francia, para negociar (sin el concurso de los EUA) la liberación de Ingrid Betancourt, incursión que condujo a la movilización de los ejércitos de Ecuador y Venezuela a la frontera con Colombia y a la amenaza de una guerra interburguesa regional. Más recientemente, la desestabilización de Bolivia ha conducido al presidente Evo Morales a expulsar al embajador estadouidense, medida que nuevamente ha sido secundada por el gobierno de Chávez.

Sin embargo, detrás de la actitud supuestamente “nacionalista” de Chávez, desde hace ya muchos meses se ha hecho evidente que esta tendencia a la impugnación es apoyada y alentada cada vez más abierta y decididamente por otra gran potencia imperialista: Rusia. En la misma medida en que los Estados Unidos han ido levantando un escudo antimisiles en Europa Oriental, dirigido contra Rusia, ésta ha ido convirtiendo a Venezuela -a semejanza de Cuba en los años de la “guerra fría”- en un punto de chantaje y amenaza contra los Estados Unidos. Así, de la instalación de una planta de fusiles Kalashnikov y la venta de unos helicópteros hace unos meses, la situación ha evolucionado rápidamente hacia una completa “alianza económica y estratégica” entre Rusia y Venezuela a partir de julio de este año, que incluye por un lado ceder a los gigantes rusos Gazprom y Lukoil extensas regiones petroleras de la Faja del Orinoco y por el otro crear un “sistema integral de defensa antiáreo de corto mediano y largo alcance” (¡sic!).(3) Y para quienes piensen que todo esto no es sino una bravuconada más de Chávez, el 10 de septiembre aterrizaron dos bombarderos estratégicos rusos para realizar maniobras de “entrenamiento” en el área durante varios días, sin contar que Rusia establecerá una base permanente de aviones caza Shukov, y en noviembre una flota rusa realizará maniobras en el Caribe.(4)

Pero, además de las dificultades en la región andina, los Estados Unidos tienen que lidiar también con las pretensiones hegémonicas cada vez más abiertamente declaradas de la burguesía brasileña. Así, en los últimos meses Brasil ha promovido no solamente una serie de acuerdos diplomáticos y tratados comerciales y financieros (como el Banco del Sur) con varios países de América del Sur (Argentina, Chile, Venezuela entre otros) con miras a una mayor “integración” política y económica del subcontinente apartada, por decirlo así, de los intentos de “integración” que lleva a cabo los Estados Unidos, sino que también ha lanzado una iniciativa para crear un acuerdo de “defensa” militar entre países de América del Sur, una especie de OTAN de países subdesarrollados, iniciativa que aparenta ser la continuación de los esfuerzos de los Estados Unidos por crear una fuerza multinacional, pero con la “pequeña” diferencia de que en la propuesta de Brasil no están incluidos los estadounidenses. Es evidente que ni todos los países sudamericanos juntos podrían oponerse abiertamente a los Estados Unidos en el plano militar, por lo que puede especularse hasta qué punto las burguesías del Cono Sur están siendo nuevamente azuzadas por otras potencias imperialistas (Francia, Alemania, China o Rusia...) como para empezar a alardear con un lenguaje “independentista”, como lo han hecho recientemente los más altos funcionarios políticos y militares brasileños, en el sentido de que “bajo ninguna hipótesis” (Según declaraciones del comandante de la Marina de Brasil, Julio de Moura Neto, difundidas a fines de junio de este año en la prensa internacional.) permitirían la injerencia de la IV flota norteamericana en aguas brasileñas, justamente cuando se acaban de descurbir importantes yacimientos petroleros y, por el contrario que Brasil requiere fortalecer sus fuerzas armadas, entre lo cual cuentan con ¡la construcción de un submarino nuclear conjuntamente con... Francia!

En fin. La creciente militarización de América Latina no es sino una clara expresión más de las tendencias a la agudización de las tensiones imperialistas, a la polarización de todos los países, a la formación de nuevos bloques imperialistas que, a plazo, solamente podrían desembocar en una guerra imperialistas generalizada, si el proletariado, la única fuerza social capaz de evitarlo, no lograra frenar tales tendencias imponiendo mediante su lucha de clase su propia alternativa histórica. De allí la importancia crucial de que la clase obrera no se deje seducir y arrastrar detrás de estos preparativos guerreros, por más que las burguesías de todas partes los pinten como “medidas de defensa nacional”, “lucha contra el terrorismo” o incluso hasta como acciones “antiimperialistas y revolucionarias”, preparativos que para el proletariado solamente entrañan, de manera inmediata, mayores sacrificios económicos y mayor opresión política, y a plazo la masacre y barbarie generalizadas.


Notas:

1 Los intentos por debilitar a los Estados Unidos vía una desestabilización de América Latina datan incluso de la época de la Primera Guerra Mundial. Es conocido el novelesco caso del “telegrama Zimmermann” de 1917, interceptado por los servicios secretos ingleses, en el que Alemania ofrecía ayuda al gobierno mexicano de Carranza para que le declarara la guerra a los Estados Unidos. Desde entonces se reconocía que una hipotética invasión a los Estados Unidos podría iniciarse desde la frontera con México, de alli que para los EUA la fidelidad del gobierno mexicano -sin contar los recursos naturales de este país- ha sido siempre un asunto de seguridad estratégica.

2 Véase por ejemplo los estudios de Ana Esther Ceceña, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, tal como “Estrategias de dominación en América Latina” http://www.democraciaglobal.org/index.php?fp_verpub=true&idpub=357 .

3 Véase la conferencia de prensa de Chávez durante su visita a Rusia en julio, donde además llama a una “unión de América del Sur” para combatir al “imperio” norteamericano. (22 de julio 2008. Agencia RIA-Novosti).

4 Rusia lleva a cabo esta demostración de fuerza con su equipo más moderno: los bombarderos TU-160, considerados los aviones más poderosos actualmente, y el acorazado nuclear insignia de la flota rusa “Pedro el Grande”. Por supuesto, estas maniobras son cuidadosamente vigiladas por la OTAN y los Estados Unidos.


Boletín Comunista 44 - FICCI