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Presentación

Aceleración brutal de la crisis económica, acentuación de los preparativos guerreros, militarización de la vida social: la clase obrera debe rechazar los ataques y hacer avanzar su perspectiva revolucionaria

La crisis económica del capitalismo vive una aceleración brutal cuyas primeras consecuencias, dramáticas, se hacen ya sentir, y sólo podrán agravarse e imponerse sobre el conjunto de la sociedad capitalista. A pesar de las racionalizaciones y declaraciones solemnes de las “cumbres financieras y económicas”, la clase burguesa y sus diferentes Estados nacionales no tienen otra solución más que la de tomar medidas urgentes en perfecta contradicción con su credo incansablemente repetido desde hace décadas: los Estados Unidos y Gran Bretaña, especialmente, nacionalizan algunos establecimientos financieros y bancos en riesgo de quiebra.

La economía parece cada vez más a un barco a la deriva cuya tripulación se dedica únicamente a tapar los agujeros más amenazantes sin saber qué sucederá. No son solamente algunas instituciones las que se hallan en peligro de quiebra; es todo el sistema capitalista, y las medidas tomadas para socorrer al más apremiado solamente pueden conducir a una agravación de la situación económica, con lo que ello significa, como medidas terribles contra la clase obrera. Desde ahora, los despidos se duplican en todos los sectores, la inflación se agrava, y la presión sobre los salarios se va a acentuar. Es el proletariado es que va a pagar el “salvamento” del sistema financiero internacional. Es él quien va a pagar la factura de las “acciones podridas” en los Estados, el estadounidense en primer lugar, intercambian contra liquidez, dinero fresco, otorgado a los bancos. Esto es lo que significan las “nacionalizaciones” de los grandes bancos norteamericanos y el plan de relanzamiento de la burguesía estadounidense. Las consecuencias para el proletariado internacional, de por sí tan fuertemente golpeado estos últimos años, se anuncian brutales y dramáticas. Tanto más por cuanto la sacudida es de tal magnitud que solamente puede exacerbar las rivalidades imperialistas y las guerras imperialistas... cuyos gastos crecientes van a ser también asumidos por el proletariado internacional. Por cualquier lado que se vea, la clase obrera de todos los países va a tener que pagar la factura al precio de su sudor, de sus lágrimas y de su sangre.

Incluso antes del estallido de esta crisis cuya causa inmediata no son los excesos de los malos bolsistas, sino más bien la incapacidad de los capitales financieros para realizarse en la producción, uno de los efectos de la delicuescencia del sistema capitalista se hacía ya sentír de manera dolorosa en varios puntos del globo. Irak, Afganistán, Somalia, y otros países de África o Asia sufren las actividades guerreras de los imperialismos grandes y pequeños desde hace ya varios años. Este verano el conflicto entre Georgia y Rusia ha venido a marcar un paso adicional en la lista de cánceres guerreros del planeta poniendo directamente frente a frente a las dos principales potencias nucleares, Rusia y los Estados Unidos. Las consecuencias internacionales, mundiales, de esta guerra se hicieron evidentes enseguida (véase nuestro comunicado en este número del boletín). Todas estas guerras, todos estos conflictos son la consecuencia directa del atolladero económico del capitalismo que obliga a cada Estado, a cada potencia, grande, mediana o pequeña, a lanzarse en la aventura guerrera para defender sus intereses capitalistas. La guerra no es, en este sentido, otra cosa que la continuación de la política económica en el terreno militar.

Todas las pamplinas que nos cuentan sobre un supuesto “retorno a la configuración de la guerra fría” respecto al conflicto ruso-georgiano no nos impiden ver que la línea del frente no se sitúa entre los Estados Unidos y Rusia, sino más seguramente entre dos polos, dos grupos de países cuyos intereses económicos e imperialistas les empujan a enfrentarse en un conflicto de dimensiones mundiales. Ya hemos desarrollado este punto en nuestro boletín y no insistiremos aquí. Señalemos simplemente el hecho de que los episodios guerreros que se multiplican estos últimos años son las consecuencias directas del hundimiento del capitalismo en la crisis económica.

Esta dinámica de enfrentamientos y de guerras imperialistas cuyo resultado no puede ser más que una guerra imperialista generalizada se manifiesta en el plano de la militarización creciente de la sociedad. En nombre de la “guerra contra el terrorismo” se ve cómo todos los Estados refuerzan su dominio y control sobre todos los aspectos de la vida social. Desde los atentados más o menos manipulados por el Estado y que permiten a éste reforzadas su dominio y su control de la población (véase en este boletín nuestro artículo sobre América Latina), hasta la instauración en muchos países de sistemas de vigilancia (cámaras de video en las calles, archivos de información sobre las “poblaciones riesgosas”, etc.), pasando por las campañas mediáticas sobre algunas poblaciones como los Roms en varios países europeos, los diferentes Estados instauran un verdadero arsenal destinado a “ajustar” su represión contra quienes “alteren el orden público” y se puede comprender que en la perspectiva de luchas obreras importantes, son los proletarios combativos y los militantes comunistas quienes serán las primeras víctimas de estos sistemas de vigilancia.

El Estado se prepara para enfrentar a la clase obrera

La factura de la crisis y los “costos” -económicos y políticos- de la precipitación hacia la guerra imperialista generalizada van a ser directa y principalmente soportados por el proletariado internacional. Y la nota se anuncia ya excesiva. Los ataques de todo tipo contra la clase obrera se van a redoblar y al caer recio. Inevitablemente, estos ataques van a provocar reacciones del proletariado internacional. Y a diferencia de los años 1930, si bien aún se mantiene sometido a la ideología burguesa, afectado momentáneamente por los temas ideológicos que las campañas mediáticas lanzan, no adhiere a estos temas y no está dispuesto a someterse a sus Estados y burguesías nacionales. Nos encontramos ante una situación inédita. La burguesía está obligada a ir a la guerra mientras que al mismo tiempo su enemigo mortal, el proletariado, no está derrotado ni ideológica, ni política, ni físicamente. La burguesía no esta pues en una situación favorable desde un punto de vista histórico frente al proletariado. Crisis y guerra se presentan al mismo tiempo, con la misma brutalidad, y son impuestas también brutalmente a los obreros. Esto solamente puede provocar importantes luchas obreras que la burguesía tendrá las mayores dificultades -no dudamos que ella empleara, y lo hace ya, toda su energía y toda las fuerzas de que dispone, especialmente los partidos de izquierda, izquierdistas y sindicatos- para “calmar”, controlar y combatir.

Por contra, hay una debilidad de la que sufre el proletariado internacional y que puede resultar fatal: la dispersión y el sectarismo de sus minorías revolucionarias, principales “depositarias” de su conciencia de clase y de su programa revolucionario. Enfrentamientos de clase masivos y decisivos se anuncian y los revolucionarios corren el riesgo de encontrarse dispersos, sin preparación, desorientados, y así faltarle cruelmente al proletariado. Actualmente, ante la nueva situación alarmante del mundo capitalista, los grupos comunistas deben salir de su adormecimiento, de su rutina, y dirigirse al proletariado con energía, fuerza, determinación, y unidos. Actualmente, frente a esta situación, toda iniciativa que vaya en este sentido, conferencia internacional, intervención común, sería un paso adelante que solamente podría desbrozar la vía hacia el reagrupamiento de los revolucionarios y la constitución del partido mundial. Inevitablemente la apertura de un proceso tal tendría un impacto a la vez sobre los elementos revolucionarios y en búsqueda de coherencia política así como sobre las minorías más combativas del proletariado.

El porvenir pertenece a nuestra clase, el porvenir nos pertenece.

¡Nos corresponde ponernos a la altura de lo que está en juego!

20 de septiembre de 2008.


Boletín Comunista 44 - FICCI