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COMBATE CONTRA EL OPORTUNISMO
Próxima aparición de un nuevo folleto de la Fracción

Presentamos aquí un trabajo teórico de nuestra fracción, publicado originalmente, en dos partes, en el Boletín Comunista de la Fracción Interna de la CCI números 38 y 39 (febrero y mayo de 2007), con el título de “Moral proletaria, lucha de clases y revisionismo”. Hemos considerado conveniente difundirlo más ampliamente, en forma de folleto, como una contribución al combate contra el avance de la ideología oportunista en el interior del campo proletario internacional.(*) Avance que se manifiesta tanto en el cada vez más acelerado proceso de degeneración política-organizativa que vive desde hace algunos años la CCI (Corriente Comunista Internacional) –es decir, de la organización que llegó a ser, hasta los años 1990, el polo de referencia y agrupamiento más importante de este campo a escala internacional-, así como también, más generalmente, en las tendencias a la dispersión y falta de rigor teórico-político, individualistas, antiorganizativas, consejistas e incluso anarquistas que desde hace algún tiempo tienden a inundar a dicho campo.


(*) Para nosotros el Campo proletario está constituido esencialmente por las organizaciones históricas y agrupaciones de militantes que se reivindican de las posiciones de las fracciones de la Izquierda Comunista que surgieron ante la degeneración de la Terecera Internacional, así como también por los núcleos y elementos en búsqueda de clarificación política que se acercan o gravitan alrededor de estas mismas posiciones.


El oportunismo ideológico

El escrito de la fracción surgió como respuesta a un debate lanzado por la propia CCI actual. A mediados de 2006, en el informe publicado sobre el 17º congreso de RI (sección de la CCI en Francia) podíamos leer que:

En este congreso se desarrolló una discusión particular sobre la evolución en la organización de un debate interno iniciado a nivel internacional en junio de 2004 acerca de las cuestiones de la ética y de la moral proletaria. Esta discusión reveló ser crucial para el combate del conjunto de la clase obrera e igualmente para el reforzamiento de la vida de sus minorías revolucionarias (17º Congreso de RI: la organización revolucionaria a prueba de la lucha de clase. Las negritas y la traducción, aquí y en las siguientes citas son nuestras.)

Y, según aquél mismo informe el “detonante” de tal discusión habría sido nuestra propia fracción.

Nuestra impaciencia era tanto mayor por cuanto el informe nos daba ya las primicias de lo que estaba en juego en ese debate interno de la CCI:

La degeneración de las costumbres en la sociedad capitalista, el aumento del cada uno por su cuenta y la descomposición del tejido social han provocado un desarrollo innegable del pesimismo sobre las cualidades humanas, un rechazo, si no es que la negación, de la importancia de los valores morales que distinguen a la especie humana del mundo animal. (...)

Lo que ha podido aparecer fragmentado en esta discusión es de hecho el reflejo de la inmensidad de la tarea teórica por cumplir. Las cuestiones de la ética y la moral proletaria, las de la ‘naturaleza humana’ requieren investigar el campo de las ciencias con el fin de retener lo que puede enriquecer la visión marxista. Siempre ha sido una preocupación del marxismo mantenerse al corriente y asimilar los avances científicos y técnicos de la civilización humana”. (ídem)

Perlas de ese calibre -sobre las cuales nuestro texto tiene como primera función responder teóricamente- nos permitían percibir ya que detrás de ese “debate” en la CCI, detrás de la caballeresca “confrontación contra los malechores”1 y “contra la degeneración de las costumbres”, y detrás de la proclamación de “enriquecer al marxismo asimilando los avances de la civilización humana”, lo que en realidad estaba en juego era la tendencia oportunista al abandono de un punto de vista de clase tajante en relación a la actividad de los revolucionarios y, más en general, en relación a los métodos de la lucha de clase del proletariado, a cambio de la introducción de la ideología burguesa de encubrimiento y atenuación de los antagonismos de clase y de una política de conciliación de clases, introducción velada con argumentos del tipo de “enriquecer al marxismo con los valores humanos generales” que, por supuesto, estarían colocados por encima de cualquier “interés de clase mezquino”. Nos permitían percibir, pues, que nos encontrábamos frente a un ataque de las tendencias oportunistas y revisionistas en el campo revolucionario actual, análogo –por su contenido- al de la “bersteiniada” de finales del siglo diecinueve en la Segunda internacional.

En efecto. El revisionismo al “viejo estilo” de los Bernstein o Henri de Man introducía los temas ideológicos de la burguesía, sus intereses de clase, en el movimiento obrero, no proclamándolos abiertamente como intereses de la burguesía, sino, por el contrario, como intereses del propio proletariado, utilizando para ello dos argucias teóricas fundamentales:

- Proclamando la necesidad de “completar” al marxismo el cual resultaba demasiado “tosco” o “unilateral”, con filosofías más “generales”, más “ricas”;

- Proclamando la existencia de “necesidades”, “valores”, o una “moral” “humanas”, trascendentes, existentes por encima de los intereses “particulares” de las clases, los cuales el proletariado tendría que “integrar” en sus propias preocupaciones e intereses de clase.

De este modo, el revisionismo introducía la filosofía, los valores, la moral, los intereses, y en general la ideología burguesa en el movimiento obrero a título de ciencia “general”, de filosofía “abstracta”, de moral e intereses “humanos”. Todos los revolucionarios marxistas de la época denunciaron claramente esta engañifa. Por ejemplo, Rosa Luxemburg, caracterizaba así la teoría de Bernstein:

Esta teoría, formada de trozos elegidos caprichosamente y pertenecientes a otros sistemas, parece, a primera vista, hallarse libre de prejuicios. Bernstein no quiere oír hablar de una ‘ciencia de partido’, o, más justamente, de una ciencia de clase, así como tampoco de un liberalismo y de una moral de clase. Cree defender y representar una ciencia humana común, abstracta; un liberalismo abstracto, una moral abstracta. Pero como la sociedad viva se compone de clases con tendencias, intereses y concepciones diametralmente opuestos, tenemos que, hoy por hoy, una ciencia humana, común en cuanto a las cuestiones sociales; un liberalismo abstracto, una moral abstracta, son una fantasía, es engañarse a sí mismo. Lo que Bernstein tiene por ciencia humana común, por moral, por democracia, es sencillamente, la ciencia, la democracia y la moral burguesas.” (Rosa Luxemburg. ¿Reforma o revolución?.- Segunda parte.- IV. El derrumbe).

El marxista italiano Antonio Labriola, por su parte, señalaba el destino inevitable de este tipo de elucubraciones revisionistas:

Un retorno a otras filosofías es actualmente sugerido también por algunos socialistas. Uno quiere retornar a Spinoza, es decir, a una filosofía en la que los saltos en el desarrollo histórico no figuran. Otro estaría satisfecho con el materialismo mecánico del siglo dieciocho, es decir, con el rechzo a cualquiera y toda la historia. Otros más piensan en revivir a Kant. Pero ¿implicará esto revivir su antinomia insoluble entre razón práctica y razón teórica? ¿Significará un retorno a sus categorías fijas y a las facultades fijas del alma (…)? ¿Incluye su imperativo categórico, en el cual Schopenhauer ha descubierto los mandamientos cristianos disfrazados de principio metafísico? ¿Significa la teoría de los derechos naturales, los cuales ni el Papa defiende ya? ¿Por qué no dejan que los muertos entierren a sus muertos? Solamente se puede elegir entre dos alternativas lógicas. O bien uno acepta esas filosofías enteramente, tal como fueron en su tiempo, y en tal caso hay que decirle adiós al materialismo histórico. O bien se recolecta de ellas lo que uno desee, y se ajustan los argumentos a la medida, y en ese caso se agobia uno en una labor inútil, pues la historia del pensamiento está constituida de tal modo que no se ha perdido nada de lo que fueron en el pasado las condiciones y preparaciones para nuestras concepciones actuales.

Existe, probablemente, una tercera posibilidad, la de caer en el sincretismo y la confusión. Una buena ilustración de este tipo es L. Woltmann, quien reconcilia las leyes eternas de la moralidad con el darwinismo, y a Marx con el cristianismo.

(Antonio Labriola. Socialismo y filosofía. Cap 7.- Nota de pie 3. En: http://www.marxists.org/archive/labriola/works/al05.htm . Traducido del inglés por nuestra cuenta).

El lector del presente folleto tendrá la oportunidad de apreciar cómo, la sopa ecléctica sobre “moral” que nos ha servido la “nueva” CCI, “formada de trozos elegidos caprichosamente y pertenecientes a otros sistemas”, expresa precisamente la tendencia actual de esta organización tanto a “decirle adiós al materialismo histórico” como a “reconciliar las leyes eternas de la moralidad –es decir, la ideología burguesa- con el marxismo”.

En fin. Debemos subrayar que el interés de este “debate sobre la moral” trasciende por mucho la mera “querella” organizativa y política entre la facción liquidacionista que dirige actualmente a la CCI y nuestra fracción. En la medida en que la actual CCI adopta, cada día un poco más, las posturas del oportunismo político y los temas del revisionismo teórico “clásicos”, por llamarlos así, haciéndolos pasar ante el proletariado a título de política de la “izquierda comunista” y de “contribución a la teoría marxista”, el combate contra su deriva organizativo-política se vuelve más significativo; adquiere también los rasgos del combate “clásico” –e histórico- del marxismo contra el oportunismo en todas sus variantes, trasladado a la época actual y a las condiciones del campo político proletario actual.

Si el presente texto lograra provocar al menos una reflexión sobre la realidad del peligro oportunista que se cierne actualmente sobre el campo proletario internacional, habrá cumplido su función.

La Fracción.

Noviembre de 2007.


Nota:

1 Esto es lo que dice de nosotros, entre otras cosas, el informe del 17º congreso de RI: “Teníamos que haber sido confrontados a los comportamientos de rufianes y chivatos de una pequeña asociación de malechores autoproclamada mentirosamente ‘Fracción Interna de la CCI’ para que comprendiéramos la necesidad de enfrentarnos teóricamente a la cuestión de la ética en relación con la del comportamiento político de los revolucionarios.”


Boletín Comunista 42 - FICCI