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MÉXICO:
El “cambio climático” no es la causa primera de la muerte y sufrimiento de los explotados, sino las condiciones de vida y trabajo que les impone el capitalismo

Explosión en una plataforma petrolera

A finales de octubre y principios de noviembre de 2006, tres acontecimientos afectaron profundamente la existencia de cientos de miles de personas en el sur de México; teniendo como consecuencia la muerte de decenas de personas y el desalojo total de cientos de miles debido a la destrucción de sus hogares a causa de las inundaciones.

El 23 de octubre, 86 obreros de Petróleos Mexicanos tuvieron que abandonar urgentemente unas plataformas petroleras ubicadas frente a la costa de Campeche debido a la explosión de uno de los pozos provocada por el movimiento de la plataforma bajo el efecto de la lluvia; algunos se refugiaron en unos barcos y otros trataron de salvar la vida en unas lanchas salvavidas llamadas “mandarinas” debido a su forma esférica y su color naranja. Entre los que recurrieron a esta segunda solución se encuentran la mayoría de víctimas debido a que estas lanchas fueron incapaces de soportar las turbulencias debido a las lluvias. Los que utilizaron las “mandarinas” se encontraron en realidad atrapados en una verdadera trampa de la que nadie podía salir vivo; poco tiempo después de la “catástrofe” estas lanchas se encontraron despedazadas a lo largo de la costa, mientras que aparecían los cuerpos mutilados de aproximadamente 20 trabajadores.

La inundación de Tabasco

Siete días después, el estado de Tabasco, contiguo al de Campeche, quedó casi en su totalidad bajo las aguas, en parte debido a las lluvias pero principalmente por la llegada de un torrente proveniente del desbordamiento de al menos tres ríos uno de ellos proveniente de Chiapas y que atraviesan gran parte de ese estado. Las incesantes lluvias habían provocado la saturación de las presas, las cuales fueron abiertas sin que la población fuera advertida previamente; esta tragedia que pudo haber sido evitada, puso a la población en peligro instantáneamente porque el agua tardó apenas 40 minutos en cubrir las casas sin dejar a los habitantes ninguna posibilidad de reaccionar. La cifra de afectados se acerca al millón de personas.

Deslizamiento de tierra en las márgenes del río Grijalva en Chiapas

El cuatro de noviembre, enmedio de la noche, en los límites de Tabasco y Chiapas, y oficialmente debido a las lluvias, una colina se desgajó en la riviera del Grijalva, lo que ocasionó un tapón de 800 m de largo y 300 de altura el cual provocó en un primer momento un pequeño tsunami el cual cubrió completamente un pequeño poblado llamado San Juan de Grijalva. De una población de 400 habitantes, solamente 120 fueron rescatados, es decir las tres cuartas partes de este poblado sucumbió ante la tragedia.

Tres acontecimientos separados pero el terror la muerte y el sufrimiento tienen una misma causa: las condiciones de vida del capitalismo impone la población

Desde hace algunos años, la burguesía -políticos, sus medios de difusión, sus científicos- han tomado la costumbre de cargar sobre el “cambio climático” lo esencial de los sufrimientos de la humanidad, como si tal fenómeno viniera de la nada. El responsable de tal fenómeno es el capitalismo, con la explotación desenfrenada de la naturaleza, al igual que es la causa de tantos otros males, por su propia lógica de rapiña inmoderada, de búsqueda de ganancia en detrimento de los otros. Es cierto que las condiciones naturales del medio ambiente a las cuales la población se ve sometida, como las lluvias, los terremotos, los volcanes, etc. han existido siempre. Sin embargo, como el sistema capitalista no opera en beneficio de la sociedad en su conjunto sino solamente en beneficio de una clase particular, la burguesía, el resto de la población -en la lógica de este sistema y según la naturaleza de la clase privilegiada- solamente puede servir a sus propios fines, es decir como una masa de asalariados y explotados y como carne de cañón; y mientras estas condiciones se perpetúen, el objetivo del capital será buscar obtener la mayor ganancia posible mediante la explotación de la fuerza de trabajo, invirtiendo lo menos posible en la mano de obra, reduciendo al mínimo los salarios, los presupuestos sociales, los medios de vida, las infraestructuras comunes, etc.

Es por ello que las condiciones de seguridad en las cuales trabajan los obreros, así como las condiciones en las que viven, no le interesan para nada a la burguesía. Así, aunque sabían que las “mandarinas”, en el caso de Petroleos Mexicanos, no soportarían las condiciones de una tempestad, fueron dejadas para “los casos de emergencia”.

Luego de las tragedias, la burguesía se ha lanzado a justificarlas culpando al “cambio climático”; pero ha mantenido silencio acerca de las condiciones en las cuales trabajan y viven nuestros hermanos de clase.

El gobernador de Tabasco, al hablar de las inundaciones, ha culpado de la catástrofe aún “frente frío”. Pero olvidó decir que todo mundo sabia que que la ciudad de Villahermosa se encontraba en una cuenca, y que lo que sucedió con las fuertes lluvias era previsible, y que se podían haber hecho inversiones para evitar la catástrofe. Se ha señalado incluso que en el presupuesto del gobierno anterior había un gasto para obras en este sentido, pero que los trabajos para evitar las inundaciones jamás fueron llevados a cabo.

Al mismo tiempo, respecto al accidente de las plataformas petroleras, según el jefe de la Semarnap (Secretaria del Medio Ambiente) Juan Rafael Elvira Quezada, el cambio climático es responsable del accidente: “Las olas de 12 m que han golpeado la plataforma superaron las normas y los sistemas de seguridad de Pemex”.

Y como colmo, el presidente de la república, Felipe Calderón, ha declarado sin vacilar inmediatamente: “El origen y causa de esta catástrofe se encuentran precisamente en el cambio climático que, se quiera o no, la ha provocado”.

En el caso de la colina que se desgajó, se trata de las condiciones en que viven los trabajadores, en condiciones malsanas y en lugares inseguros como es el caso de los habitantes de San Juan de Grijalva que vivían en las márgenes del río con todos los peligros que se implica. Y en ningún momento las autoridades propusieron o proporcionaron otros lugares para habitar, ni siquiera después de la tragedia. Y solamente reconocieron una veintena de muertos ya que las otras personas “se encontraban desaparecidas”, burla con la cual pretenden disimular la verdadera amplitud en la tragedia; el mismo pretexto fue utilizado en el caso de la inundación de Tabasco ya que no hay cifras de muertos, únicamente de “desaparecidos”.

Y, ahora, después de las tragedias, se pretende despertar la “solidaridad humana” trasmitiendo una y otra vez en los medios las imágenes terribles y apelando a proporcionar el máximo de ayuda a los que han caído en desgracia como si nosotros fuéramos los culpables de los efectos de las catástrofes. Por un lado, se llama a dar ayuda, por el otro se anuncian sumas extraordinarias de dinero destinadas por el gobierno federal para salvar la pequeña y mediana industria. Mientras que por todas partes se escuchan las quejas de los afectados, que no ven llegar las provisiones indispensables para sobrevivir. Sin contar que en el caso de las inundaciones se estima que se requerirán al menos tres meses para que la zona se seque, con toda las consecuencias de enfermedades, desempleo, penuria, que ello implica. En el caso de Tabasco, lo esencial de los sufrimientos, aún está por llegar.

Contrariamente a lo que se nos trata de hacer creer, no es el cambio climático el responsable del sufrimiento de la población. Es la avidez del capitalismo, en su sed de riqueza y poder. El proletariado no debe dejarse llevar por la propaganda de los ecologistas que “luchan”, para que los que nos explotan hagan algo en las grandes “cumbres” en las que se ha “examina” el cambio climático y en las que no se hace nada, tal como la de Kyoto entre otras. No es plantando un árbol como vamos a disminuir los problemas que nos afectan, sino echando abajo al sistema capitalista. Nuestro combate comienza con la lucha por mejores condiciones de vida -incluyendo mejoras en los salarios, vivienda, salud, etc.- las cuales, sin cesar, la clase dominante busca reducir al estrictoo mínimo, haciendo que los proletarios vivan en las peores condiciones de miseria, y que sean víctimas fáciles de los fenómenos naturales, las enfermedades y otras calamidades. Las condiciones de vida son el reflejo de las condiciones de clase. Mientras que la burguesía, detentora de las riquezas, dispone de todos los medios necesarios para evitar sufrir tales situaciones, el proletariado, que no poseen ningún medio de producción y se ve obligado a vender su fuerza de trabajo para poder subsistir, es la clase que dispone menos de algún medio para enfrentar las enfermedades, las catástrofes naturales, etc.. En lo esencial, nuestras condiciones de vida están determinadas por la posición económica que tenemos en el sistema capitalista. Pero estas condiciones que nos hace sufrir día tras día el capitalismo también nos deben llevar a tomar conciencia que es solamente poniendo fin a la dominación de los enemigos de clase como podremos ofrecer un mundo mejor al conjunto de la humanidad.

La Fraccion, diciembre 2007.


Boletín Comunista 42 - FICCI