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Sobre la situación internacional
Las luchas desunidas le hacen el juego a la burguesía

Raramente estos últimos años, el ataque impuesto a las condiciones de vida de los trabajadores había sido tan masivo, violento, brutal. En algunas semanas, las amenazas de despidos se han abatido sobre cientos y miles de obreros; los salarios y ritmos de trabajo se vuelven por todas partes cada vez más difíciles, más inaceptables, más inviables; todos los sectores son blanco de un ataque magistral por parte de todos los Estados capitalistas, y esto en todos los continentes, desde África (Guinea, Zambia…) hasta Europa o América.

La acumulación de golpes asestados desde hace años, a lo cual se agrega la brutal aceleración de estos últimos meses, no puede más que favorecer y desarrollar los gérmenes de la cólera obrera.

En muchos países esta cólera obrera toma la forma de luchas abiertas, de huelgas más o menos masivas, más o menos extensas.

Habría mucho que decir sobre las debilidades de estos movimientos, su dispersión y la confianza aún fuerte, entre los obreros, hacia los saboteadores patentados de la lucha que son los sindicatos. Debilidades que, en relación a lo que está en juego y a la determinación con la cual la burguesía lleva a cabo sus ataques, muestran que el camino es aún largo para llegar a establecer una relación de fuerzas significativa que permita hacer retroceder a la burguesía, o por lo menos de enlentecer su ofensiva.

La censura ejercida por todos los medios de difusión internacionales sobre estos múltiples focos de lucha muestran, sin embargo, el temor que tiene actualmente la clase dominante de ver que la cólera y la combatividad obrera se extiendan como mancha de aceite, de permitir que estos focos aun aislados sirvan como ejemplo a seguir.

A pesar de ello, la realidad de estas recientes expresiones de combatividad y de luchas está presente y debe destacarse claramente. Confirma que estamos en un contexto de reanudación de las luchas obreras a nivel internacional, tal como lo hemos desarrollado en varias ocasiones en nuestro boletín; reanudación cuyos momentos más fuertes se han cristalizado en las reacciones obreras del invierno 2001-2002 en Argentina –que, a pesar de sus límites, inician esta reanudación obrera-; en las de la primavera de 2003 en Francia, especialmente entre los maestros, sobre la cuestión de las jubilaciones; en la huelga de octubre de 2003 entre los trabajadores postales británicos; en la de los transportes urbanos en Italia a finales de 2003 y principio de 2004; en las que los obreros automotrices durante el verano y en octubre de 2004, en Alemania (OPEL-Bochum); en la de los empleados del transporte de la ciudad de Nueva York en diciembre de 2005, etc.

Al lado de la necesidad de avanzar hacia la guerra impuesta por la crisis a la clase capitalista, se desarrolla, pues, al mismo tiempo, paralela e inevitablemente la necesidad para el proletariado de desarrollar sus luchas, su unidad, su conciencia de clase. Y, cualquiera que sea la conciencia que tengan hoy las dos clases protagonistas, estas dos necesidades se contradicen, se enfrentan, se oponen. Ninguna podrá triunfar sobre la otra sin que las dos clases sean violentamente arrojadas una contra la otra, hacia lo que la CCI ha llamado, y que nosotros seguimos llamando, enfrentamientos de clase decisivos” (Boletín Nº5, enero de 2002. “Frente a la crisis y la respuesta militarista de la burguesía, las luchas en Argentina confirman la perspectiva de los enfrentamientos decisivos entre las clases”).

I. No hay término medio en el ataque lanzado por la burguesía

El vasto plan de ataque que la burguesía lleva a cabo por todo el mundo contra los trabajadores, prueba su voluntad claramente pregonada de imponerse. Los sacrificios ya impuestos ayer con el pretexto de un hipotético futuro hermoso han sido vanos. Actualmente ya no hay promesas, ya no hay adornos. Ya no hay “remordimientos” tampoco cuando se anuncian las verdaderas hecatombes que se pretende infligir a los obreros. En primer lugar de este ataque generalizado figuran los despidos y supresiones de puestos de trabajo. Por no citar más que algunos, entre los últimos anunciados, que se han sido programados de manera masiva: 10,000 en Airbus, 12,500 para Alcatel–Lucent. Ford prevé suprimir 44,000 empleos y cerrar 16 plantas de aquí a 2012. En Deutsche Telekom, donde ya el año pasado se habían planificado 32,000 supresiones de puestos, se añade un nuevo plan de “reestructuración” con la transferencia de 55,000 asalariados a una nueva filial, en la cual los empleados tendrán que trabajar 40 horas y media en lugar de las 34 y media actuales. El grupo Bayer anunció, el 2 de marzo, 6,100 reducciones de puestos de trabajo en el mundo (de los 60,000 empleos a fines de 2005) y el cierre de plantas. 13,000 empleos serán suprimidos en Daimler–Chrysler en Norteamérica, mientras que el número de empleos suprimidos en Estados Unidos en 2006, tanto en la industria automotriz como de refacciones, supera los 150,000. Y la lista aumenta cada día.

En segundo lugar, hay que notar que este ataque se sitúa en sectores vitales de la economía mundial, tales como química, automotriz, aeronáutica, comunicaciones. Sectores que son vitales tanto desde el punto de vista de la competencia económica a la cual se libran los Estados, como a nivel estratégico. Lo que está en juego está, pues, claramente planteado y los sacrificios son llamados a multiplicarse y generalizarse cada vez más en un futuro próximo.

Por otra parte, y en la mayor parte de los casos, son empresas multinacionales, que explotan la fuerza de trabajo de decenas, o hasta cientos de miles de trabajadores alrededor del mundo, las que llevan a cabo estos ataques en regla (Renault, Airbus, Ford, Bayer…). Ningún sector se escapa de las medidas en curso, a la vez que ningún trabajador puede pretender ahora “estar protegido”. Pues si escapa al despido, son sus horarios de trabajo los que aumentan, sus condiciones de trabajo las que se vuelven más duras, y su salario disminuye.

Son sobre todo, directa y masivamente, los obreros de los sectores industriales, el blanco de los mismos ataques. Lo que tienen un peso decisivo en la economía. Pero son también las más fuertes concentraciones obreras, las que tienen a su favor la más rica experiencia de lucha, sobre las cuales la burguesía se ve obligada (por la profundidad de la crisis de su sistema) a dar sus golpes.

Al atacar tan brutal y generalizadamente al corazón de la clase obrera, la burguesía toma un riesgo importante: el de ver multiplicarse los focos de lucha, el de ver incendiarse el frente social.

II. Aunque vacilante, la reanudación obrera se confirma a nivel internacional

El poco espacio (cuando no, simplemente un completo silencio) dedicado por los medios de difusión burgueses a las luchas obreras, especialmente las que se manifiestan, estos últimos tiempos, un poco por todo el mundo, no puede ocultar la realidad de una clase obrera internacional capaz de responder y aún decidida a no dejarse someter. La reanudación obrera iniciada desde hace varios años se confirma gradualmente.

En este contexto, tendencias generales y características comunes aparecen cada vez más claramente en las luchas a pesar de su dispersión, y esto tanto en su forma como en su contenido; son el signo de una dinámica profunda que participa del reforzamiento de la reanudación general. Es importante aquí, porque es nuestra responsabilidad como vanguardia de nuestra clase, evidenciar estas tendencias y características.

Combatividad renovada, unidad de reivindicaciones

Uno de los primeros rasgos que marcan las luchas que se multiplican estas últimas semanas, de las que citaremos solamente algunas, consiste en la convergencia, si no es que en la identidad de las reivindicaciones por aumentos de salarios, contra los despidos y otras supresiones de puestos o contra las condiciones de trabajo cada vez más insoportables.

Es por su determinación de comprometerse en una huelga indefinida que los trabajadores de Ford-San Petersburgo, en Rusia han obtenido un aumento de 20% en sus salarios, el mantenimiento del empleo en caso de enfermedad profesional y el fin de los contratos de corta duración que hasta entonces se les habían impuesto (ver el recuadro publicado el 18 de febrero pasado ene nuestro sitio internet).

En Bucarest (Rumania) los obreros de Dacia-Renault, se han movilizado y han obtenido al término de una sola jornada de huelga, una revalorización progresiva del 20.2 % de los salarios de aquí a julio próximo, así como una prima mensual; mientras que la dirección les “proponía” al principio solamente el 5 %. El 27 de febrero, fue a los trabajadores del metro de Bucarest a los que la dirección tuvo que conceder un aumento inmediato de 21% en los salarios.

Si bien el aumento espectacular constatado y la rapidez con la que los trabajadores han obtenido el beneficio deben relativizarse dado el nivel particularmente bajo de los salarios en estas dos regiones (el salario mensual de un obrero de Ford-Rusia era anteriormente de 551 euros y los salarios mínimos en Rumania están entre los más bajos de Europa -90 Euros al mes-), no es menos cierto que estos combates deben de servir como impulso a la lucha en todas partes. Es solamente a su capacidad de movilización y a su determinación que estos trabajadores le deben su éxito, aún relativo, frente a una burguesía que, en todas partes y cada vez más busca “reducir los costos de producción”. Y esto tanto más que la crisis se agudiza, especialmente en el sector automotriz, dictándole una política de drásticas restricciones a los salarios obreros.

En Zambia, 7,000 mineros de la mina de cobre segunda en importancia del país, al dejar sus herramientas de trabajo, han obtenido un aumento de 30% en sus salarios, mientras que la dirección quería limitar éste a 16%.

La movilización de los obreros sobre la cuestión de los salarios y su voluntad de arrancar, mediante la lucha, aumentos consistentes, no es un fenómeno aislado o reservado a ciertas zonas geográficas más desfavorecidas.

En Irán, entre 2,000 o 3,000 maestros salieron en varias ocasiones a la calle, en la primera semana de marzo, para reclamar un aumento a su salario: éste no supera los 200 o 300 dólares mensuales, lo que los obliga a ejercer un segundo trabajo para poder sobrevivir.

En Bélgica, en Volskwagen-Forest, el 26 de febrero pasado, el temor de una reducción en sus salarios (cuando ya habían sufrido hacía poco una serie de ataques), hace estallar la huelga de nuevo y espontáneamente a los obreros. Esta vez también, la dirección ha recibido el apoyo de los sindicatos, los que han desviado el movimiento mediante la organización, desde el primer día, de una verdadera farsa que tomó la forma de un pseudo referendo “democrático” que preguntaba a los obreros: “¿están sí o no de acuerdo en continuar las actividades con Audi?”, y que, sobre todo, les alejaba de sus preocupaciones y reivindicaciones de origen.

En Alemania, 13,000 asalariados de Deutsche-Telekom se manifestaron el 28 de febrero contra el nuevo plan de reestructuración que pretende imponer la dirección.

En Canadá, trabajadores del transporte ferroviario nacional emprendieron una huelga el 10 de febrero, por cuestiones salariales.

En York (Estados Unidos), los obreros de la empresa Harley Davidson (3,200 personas) entraron en huelga indefinida el 5 de febrero, también por aumentos de salario.

En Francia, se llevan a cabo varias luchas, motivadas por reivindicaciones salariales, pero también contra las malas condiciones de trabajo:

-En el correo, algunos centros de clasificación y plataformas de paquetería conocen movimientos de lucha, desde hace cuatro meses, bajo diversas formas, ya sea alrededor de una revalorización de las jornadas nocturnas, ya sea contra las supresiones de puestos de trabajo, etc.,…

- En Havre, el 28 de febrero, varios miles de asalariados de Renault, de Total, de Plastic Omnium, de la Fonderie de Cléon y otras empresas de la región se manifestaron contra las reducciones de efectivos en la industria, especialmente en la automotriz; la manifestación estuvo acompañada de paros de trabajo de varias horas de los obreros de Renault-Sandouville donde 400 retiros anuales no son ya reemplazados, lo que aumenta otro tanto la carga de trabajo de los 4,200 asalariados de la fábrica.

- En Renault-Le Mans, hubo un paro en la noche del 6 de marzo contra un proyecto de la dirección que buscaba el alargamiento del tiempo de trabajo diario, la supresión de pausas de descanso y la obligación de trabajar 10 sábados por año.

- Los obreros de PSA Peugeot-Citroën en Aulany-sous-Bois (región parisina) se han batido a partir del 28 de febrero y a todo lo largo del mes de marzo por un aumento de salario de 300 euros, por el retiro a los 55 años y por la basificación de 700 interinos de la fábrica. La huelga estalló luego de que los obreros de Magnetto –empresa subcontratante instalada en el corazón de Aulnay, cercana a PSA- obtuvieron, luego de tres días de conflicto, un aumento de 10% así como la basificación de una decena de interinos y cinco días de vacaciones suplementarias. Este triunfo, si bien temporal, inspiró a los obreros de PSA quienes, en asambleas generales, nombraron un comité de huelga que incluía a obreros sindicalizados y no sindicalizados. Una delegación de 150 huelguistas acudió a la empresa Gefco (Survilliers) en solidaridad con los obreros de esta empresa cercana que también se hallaba en huelga. Paros de apoyo tuvieron lugar en otras plantas del grupo PSA: en Poissy, Mulhouse, Saint-Ouen, Sochaux; pero el movimiento no logró realmente extenderse ni unificarse. Si bien la reanudación del trabajo, el 11 de abril se hizo sobre la base de un fracaso en el plano reivindicativo, los obreros sin embargo han planteado, conscientemente, en el corazón de la lucha, la cuestión de los salarios, la de la extensión como prioridad para las luchas futuras.

Un número creciente de obreros implicados en las luchas

Si bien el número no es un factor suficiente que pueda garantizar el éxito de las luchas obreras, no constituye menos un elemento indispensable para que éstas puedan imponer una relación de fuerzas y oponerse a los ataques de la burguesía.

Y si, a pesar de la multiplicación de los conflictos, los obreros se mantienen aislados y no se encuentran aún reunidos en la lucha, todos bajo una misma bandera en las calles, se puede sin embargo retener el ejemplo de la manifestación de los trabajadores de PSA-Aulnay en Francia, que marcharon lado a lado en las calles con los huelguistas de Clear Channel (empresa de carteles electorales) detrás de la misma reivindicación de aumento a los salarios y bajo la manta de “PSA, Clear Channel, un mismo combate”. Los obreros, durante la manifestación, han intercambiado sus puntos de vista: “Este movimiento es un aprendizaje, se aprende a luchar, a hacerse respetar. Y esto ya es una victoria… Todos tenemos los mismos problemas”. (Declaración reproducida por la agencia AFP).

III. Las debilidades importantes de las luchas actuales

Las luchas actuales van más allá de las cuestiones específicas de tal o cual categoría de trabajadores, de tal o cual sector. Objetivamente, plantean el problema de las condiciones comunes de todos los proletarios, por encima de las categorías profesionales, por encima de las empresas, e incluso por encima de las fronteras nacionales.

Sin embargo, la multiplicación de los conflictos, el número creciente de los obreros implicados, el efecto estimulante de algunos conflictos para los trabajadores de otras empresas, todo esto es insuficiente para la construcción de una relación de fuerzas apta para hacer retroceder a la burguesía.

La realidad de las luchas tales como la que llevaron a cabo los obreros de Airbus o Alcatel, muestran límites importantes de la reanudación actual.

Las huelgas de Airbus, Alcatel-Lucent: símbolo de las insuficiencias presentes de la reanudación obrera

Los conflictos que estallaron en estos dos mastodontes transnacionales son, evidentemente, reveladores del descontento y la combatividad crecientes en la clase obrera. Tanto más por cuanto el ataque que los proletarios han sufrido es feroz: 12,500 supresiones de empleos en Alcatel-Lucent que emplea a 79,000 personas en el mundo, y 10,000 en Airbus de 50,000 empleados; no hay que decir que la hemorragia es dramática. Sin olvidar que, para Alcatel, este nuevo plan antiobrero es una continuación de una reducción de efectivos de 10% que ya había sido programada durante la fusión de las dos empresas francesa (Alcatel) y estadounidense (Lucent) en abril de 2006.

Sin embargo, estos dos conflictos son particularmente reveladores de pesadas debilidades de las que dan prueba los proletarios, así como de la capacidad de la burguesía para controlar su movimiento, manipularlo y esterilizarlo. No es por tanto una casualidad si, contrariamente a lo que se produce en la mayor parte de las otras luchas obreras, los medios de difusión de la burguesía los han mostrado ampliamente.

El aislamiento ahoga el germen de la cólera y combatividad obreras

Desde el anuncia de esos planes, miles de asalariados, en diversos sitios, emprendieron la respuestas. En Alcatel-Lucent, paros y huelgas estallaron en Francia (Nantes, Rennes, Lannion) y España (Barcelona).

En Airbus, los asalariados reaccionaron también inmediatamente ante el anuncio del plan “Power 8”. Varias amenazas de desbordamiento tuvieron lugar en Alemania, donde los obreros, en 3 plantas (Varel, Nordenham y Laupheim) abandonaron su puesto de trabajo y se fueron a casa. En Francia, en Méaulte, luego de haber parado espontáneamente el trabajo la tarde del anuncio, 150 de las 1,300 personas con que cuenta la empresa se rehusaron a reanudar el trabajo al día siguiente. Un delegado sindical (CFDT) llegó hasta a denunciar a los huelguistas: “Están en la ilegalidad, ya que no ha sido lanzado ningún movimiento de huelga por los sindicatos” (citado por AFP). En la planta de Saint-Nazare, el 90% de los 2,400 asalariados pararon.

Todas estas explosiones de descontento espontáneas de los obreros eran perfectamente necesarias y legítimas; pero, por vivas que pudieran ser, eran, desafortunadamente, ampliamente insuficientes como respuesta –por parte de los obreros- a la política inaceptable del capital. La presión obrera solamente puede ser eficaz si todos los focos de lucha dispersos y aislados unos de otros se unen en el tiempo y espacio. Por ello toda lucha obrera debe inmediatamente darse como objetivo primero evitar el aislamiento, que es la causa principal de la derrota, y oponerse a todo lo que empuje en ese sentido. Pero los obreros no podrán jamás evitar esta trampa si no asumen ellos mismos el control colectivo de sus lucha, y si dejan la dirección de ésta a los sindicatos, los cuales les encierran en la fábrica o en la corporación, los aíslan de otras luchas con el pretexto de que “las reivindicaciones no son las mismas” y les entierran en manifestaciones de desfogue, “bien controladas” y sin futuro. Es la suerte que conocieron todas las recientes luchas y sobre todo las que sacudieron a Alcatel-Lucent y Airbus. Los obreros más combativos de estas dos grandes empresas reaccionaron tal vez inmediata y fuertemente, pero se detuvieron allí, manteniéndose encerrados en su fábrica, o, aún peor, quedándose en su casa.

¿Qué otra alternativa tenían, en ese momento preciso? Tenían, sin esperar las “directrices sindicales” (que cada vez que las siguen les cuesta caro), la posibilidad de reagruparse, discutir, y decidir en conjunto la vía a seguir, especialmente la de desplazarse en delegaciones masivas hasta las empresas vecinas para buscar la solidaridad activa de otros obreros; y, en esta acción vital para la lucha, podían llamar a la unificación del combate; los que ya están en huelga impulsar a los que aún no estaban en lucha a parar a su vez, ya que todos conocen fundamentalmente las mismas condiciones insoportables de existencia y trabajo; podían, en fin, determinar en común las acciones a llevar a cabo para rechazar los ataques de la patronal y el Estado burgués y para imponerles mediante la fuerza reivindicaciones comunes.

Desafortunadamente, la cólera y determinación que existían al inicio no desembocaron en una tal extensión del combate, en un tal control colectivo. No desembocaron en una voluntad, ni siquiera minoritaria, de disputar a los sindicatos la dirección concreta, real, es decir política, de la lucha. Entonces, ella estaba condenada a ser aplastada y a extinguirse rápidamente en medio de la desorientación y la confusión.

Los actos voluntarios de sabotaje de las fuerzas que están al servicio de la burguesía

En estos dos conflictos especialmente, los sindicatos en primer lugar, han aprovechado la indecisión de los obreros para canalizar su descontento y encerrarlos en callejones sin salida.

Mientras que las potencialidades obreras existían todavía durante la manifestación de los asalariados de Airbus del 6 de marzo –lo que se verifica por el número de participantes (entre 12 a 15,000 manifestantes en Toulouse y también el 90% de huelguistas en Saint-Nazaire, o sea el mismo porcentaje que el día del anuncio del plan “Power 8”)-, éstas se fueron debilitando con el paso de los días debido al sabotaje sistemático operado por las fuerzas al servicio de la burguesía. Así, los sindicatos actuaron en primera línea, en el terreno, contra la lucha:

- Inyectando, en las filas de huelguistas y durante las manifestaciones, una buena dosis de nacionalismo patriotero, esta arma ideológica esencial de las clases poseedoras para dividir las filas obreras y para poner por delante la defensa del capital nacional; lo que ha emocionado al mundo político y sindical, no son los millares de supresiones de empleos (que van a crear nuevas masas de desempleados entre los obreros), sino que estos estuvieran mal repartidos entre las plantas de Francia y Alemania, que esta repartición fuera “injusta” para el capital francés o alemán, según el caso;

- al programar y proponer pseudoacciones “radicales” y nuevas manifestaciones-paseo, llegando hasta tentar con hipotéticas “manifestaciones internacionales” que supuestamente debían reunir a los obreros de los diferentes lugares por encima de las fronteras.1 La realidad de esas “propuestas” sindicales, es que cada quien se mantenga detrás de su empresa, Airbus por un lado, Alcatel por el otro, cada quien en su región, en su lugar, cada quien desfilando en fechas distintas; y es así como los obreros serán traídos y llevados.

En Francia, particularmente, los responsables políticos de todo pelaje fueron también invitados a la fiesta. Con las elecciones presidenciales en puerta, todos los candidatos desfilaron por los sitios en huelga, en las manifestaciones; todos declararon que estaban “escandalizados” por la “mala gestión” llevada a cabo por los patrones de esas empresas en dificultades; todos dijeron su estrofa de “solidaridad con los obreros”, se sus “soluciones” cuando fueran elegidos. Y son esencialmente esos politicastros burgueses los que dieron la nota a los medios de difusión. En dirección hacia una clase obrera cada vez más descontenta, todos machacan el mismo rollo sobre los “beneficios” presentes y futuros de la “democracia” y, con el fin de desviarla de su terreno de clase, le restriegan más o menos explícitamente el mensaje: “¡No luchen, mejor voten!”.

Se encuentra, en muchos otros países, por parte de la clase dominante y su Estado, esta misma utilización de las elecciones y otras producciones de la “democracia burguesa”, esta misma difusión intensiva de este veneno ideológico destinado, en lo esencial, a la clase obrera.

IV. Perspectivas

Por todas partes, en este momento, y con los pretextos más engañosos tales como la “modernización de la economía” o su “necesaria adaptación” a la “mundialización”, la burguesía lleva a cabo ataques feroces contra la clase obrera. Según ella, los sacrificios hechos por los proletarios actualmente tendrán su fruto mañana. La realidad es ante todo que, desde hace varias décadas, el capitalismo mundial se hunde, con violentos sobresaltos, pero inexorablemente, en una crisis mortal; la realidad es también y sobre todo que la única política que puede llevar a cabo la clase explotadora para hacerle frente, es hacer recaer todo el peso de dicha crisis en la clase obrera, hasta llegar a exigirle el sacrificio supremo en una tercera guerra mundial (la cual es la única salida del capitalismo en crisis). Así, actualmente, cuando el Estado burgués, la patronal, los políticos, los medios de difusión y hasta los sindicatos ponen por delante y defienden los intereses de la economía nacional y de sus empresas, como si fueran los intereses de los obreros, llevan a cabo el más burdo engaño, una tentativa de envenenamiento ideológico. De manera inmediata, todos buscan, al menos, hacer pasar, sin sobresaltos, su política de ataques contra las condiciones de vida de los proletarios.

Pero, sucede que estos últimos, en su inmensa mayoría, manifiestamente no están dispuestos a “avalar estos rollos”. Como se puede constatar, un poco por todo el planeta, especialmente en los países del corazón del capitalismo, la indispensable y legítima respuesta de los obreros está presente, y muestra que están lejos de identificar sus intereses con los de la empresa o del capital.

Sin embargo, aparece cada vez más claramente que, globalmente, la respuesta obrera, tal como se desarrolla en la actualidad, no es suficiente para contrarrestar los planes de la burguesía, al menos sus políticas de despidos masivos, de reducción de salarios, de degradación de las condiciones de trabajo, en una palabra, de ataques repetidos contra las condiciones de vida de la clase obrera. La relación de fuerzas que las luchas actuales impone a la clase dominantes es, pues, insuficiente, y esta situación está ligada, como lo hemos señalado antes, a las debilidades propias de los obreros –especialmente cuanto estos se contentan con luchar en el marco de su planta, o en el mejor de los casos de su empresa, y por sus reivindicaciones específicas- así como a las capacidades de las fuerzas burguesas para manipularlos, dividirlos y arrastrarlos a callejones sin salida.

Es por ello que, desde el momento en que emprenden la lucha deben darse inmediatamente la perspectiva de extenderla. Y esta extensión debe plantearse a la vez para convencer a los trabajadores de la empresa sobre las necesidades de la lucha, como para buscar la unidad con los trabajadores de las empresas cercanas. No son dos opciones diferentes que se excluyan una a la otra, es un mismo movimiento el que debe operarse y que los obreros deben defender y tomar en sus manos colectivamente. A ellos les corresponde, una vez más y siempre, tomar la iniciativa.

Pero para cumplir una acción política de masas, hace falta ante todo que el proletariado se reúna en masa; para ello, hace falta que salga de las plantas y talleres, de las minas y los altos hornos, y que supere esta dispersión y división a la cual le condena el yugo capitalista.” (Rosa Luxemburg. Huelga de masas, partido y sindicatos).

En cuanto a las minorías revolucionarias, sus responsabilidades en la justeza y precisión del análisis de la situación y sus retos son primordiales, así como lo es su intervención.

Para nosotros, los principios de base que deben dictarles sus conducta son aún los que nuestra organización, la (verdadera) CCI, planteaba ya en 1985, reforzados todavía más por un contexto maduro y de retos más claros:

A las organizaciones revolucionarias les corresponde ‘el deber como siempre de anticipar el curso de los acontecimientos, de buscar precipitarlos’ decía Rosa Luxemburg, porque están llamadas a tomar cada vez más la ‘dirección política’. Es por ello que los obreros más combativos, los grupos comunistas deben llevar a cabo esta batalla política cotidiana en las fábricas, en las asambleas, en los comités, en las manifestaciones. Es por ello que deben imponerse contra las maniobras de los sindicatos. Es por ello que deben destacar y defender las reivindicaciones y las propuestas de marcha concretas e inmediatas que van en el sentido de la extensión, del reagrupamiento y de la unificación de las luchas.

Del resultado de esta batalla depende la capacidad del proletariado para ‘cumplir una acción política de masas’ que haga retroceder momentáneamente a la burguesía en su ataque contra el proletariado y, sobre todo, que abra, gracias a la generalización internacional de su combate, la perspectiva del asalto revolucionario del proletariado contra el capitalismo, de su destrucción y del advenimiento del comunismo. Nada menos.” (Revolution Internationale Nº 42. Simultaneidad de las luchas obreras y obstáculo sindical).

Abril de 2007.


Nota:

1 Las pseudo grandes manifestaciones obreras de carácter “internacional” que estaban previstas al inicio, respecto a Airbus, nunca se llevaron a cabo, con el pretexto de que “no se puede concentrar a poblaciones en un mismo lugar, ni en Bruselas ni en París” (declaración de un dirigente sindical informada por AFP el 7 de marzo pasado). En cambio, se vio, en París y Toulouse, el ridículo desfile de un puñado de sindicalistas convencidos provenientes de Alemania, España e incluso… un delegado de Australia. Evidentemente fue esta parodia de “internacionalismo obrero” la que se expuso en las cadenas de televisión.


Fracción interna de la CCI - Boletín Comunista (Nº 39)