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CORREO DE LECTORES

AL Y CH -dos exmilitantes de la CCI que, por lo menos, no comparten el combate (al menos en su postura) de nuestra fracción hacia la CCI actual– nos han hecho llegar el correo que han enviado a ésta, luego de la nueva agresión física cometida contra nuestros militantes el 20 de mayo pasado.

Publicamos estas dos reacciones porque es evidente que la “facción liquidadora” que domina hoy a la CCI no tiene la intención de hacerlo, y sobre todo hace todo lo posible por no entablar un debate (tanto internamente como frente a otros grupos del campo proletario) que no puede sino condenarla a muerte.

Por otra parte, si bien no compartimos íntegramente el contenido de esas reacciones, las saludamos por la defensa clara e intransigente de los principios proletarios que asumen, de los que el oportunismo “liquidador” traiciona y se mofa cada día más.


Carta de AL a la CCI

El primer punto a señalar de su respuesta trata sobre la desonhestidad intelectual de ustedes.

Como es su costumbre, califican abusivamente a las personas víctimas de sus denuncias como “ladrones, lúmpenes, agentes de la policía, etc.” y de todos los sobrenombres que han reemplazado entre ustedes, desde hace muchísimo tiempo, a todos los conceptos argumentados mediante un razonamiento político. ¡Evidentemente, es más fácil así!

Ustedes huyen como de la peste de cualquier argumentación demostrativa, con valor político, transgrediendo así toda la tradición del sano movimiento comunista que nos precede; se les hace intolerable la presencia del menor contradictor. Y, en el fondo, como se ha podido verificar en las reuniones públicas de los grupos de la Izquierda comunista internacionalista en París, lo que a ustedes les hace preferir la violencia física que la confrontación verbal es la vacuidad de sus argumentos políticos.

Aunque yo no comparto la línea política de la FICCI –y ustedes lo saben muy bien- es interesante que me gratifiquen venalmente de ser “simpatizante”. Yo no soy, de hecho, más que simpatizante de cualquier víctima de la violencia física en las relaciones políticas. ¡Pero la política de ustedes se ha vuelto tan imbécil que fabrican los simpatizantes de sus adversarios más rápidamente que ellos mismos!

Al transformarme en “cómplice de ladrones”, esperan así impresionarme, lo que no es nuevo en ustedes ya que la acusación personal ha reemplazado desde hace mucho tiempo los criterios del debate político. Pero, al contrario de lo que les caracteriza, sepan que no tengo ningún amor propio en el asunto, no defiendo mu propio crédito personal, no me considero una personalidad con alguna misión mesiánica que realizar en la Tierra. Lo que me interesa únicamente es el interés de la causa comunista y, sobre este terreno preciso, no están en situación de apelar a la razón; la sola denuncia escandalosa del individuo no les será nunca suficiente.

Por otra parte, ustedes le dan una especie de envoltura política a su denuncia, la cual, sin embargo, no tiene nada de político en su contenido, y solamente tiene como definición la filosofía burguesa de las relaciones sociales: “¡Ladrones, malechores, intenciones y personalidades malévolas, malvivientes!!, etc. tal es el alfa y omega de su discurso. ¿Qué defienden ustedes, pues, si no la propiedad del pequeño tendero? ¿Cuál es la diferencia de naturaleza con el discurso burgués dominante?

Todo eso solamente muestra la más pura concepción del pequeñoburgués. Es por ello, además que les decía que, sobre este terreno, no toleraría de ustedes –ni de nadie, ya que ustedes no se diferencían- ninguna agresión física, especialmente en la vía pública. Ustedes plantean las cosas en el terreno del derecho burgués y sepan que, en este terreno, contrariamente a la FICCI, no les haré ninguna concesión.

Ahora, sobre el plano proletario –muy brevemente porque ustedes nos han mostrado que son incapaces de aceptarlo-, sepan que su actitud es desastrosa para todo elemento interesado en las posciones de la Izquierda Cominista Internacional, e incluso, si reflexionan bien, para los propios intereses organizativos de ustedes. Ustedes generalizan la mala intención, se embrollan en demostraciones nebulosas de esta malevolencia generalizada, al punto de estar obligados incluso a retirar de su difusión sus propios folletos considerados para probar la validez de tal línea absurda (véase “La paranoia de la CCI” I y II).

Siempre tienen que circunscribir a sus adversarios políticos en imaginarios complots, en representaciones populistas del bien o del mal. Al no poder confrontar a sus adversarios políticos con argumentos políticos, los califican entonces como “malechores”, tal es la triste y deplorable línea política de ustedes, la única manera de salvaguardar un tendajón con dificultades de credibilidad.

Tienen el deber, como organización, de mantener el debate al nivel político incluso si su adversario los forzara a abandonarlo destacando diferencias de orden personal. Pero su determinación, confirmada desde hace años, es por el contrario (dar como orientación) el generalizar la mala intención; incluso su concepción general de la historia social es el producto de ésta. Tanto que ninguna otra organización como la suya ha logrado reunir tantos “polizontes, rufianes, soplones” entre sus antiguos camaradas. Y entre los grupos que se reclaman de la Izquierda comunista internacional ustedes son el único que ha perdido el sentido de la solidaridad elemental, especialmente hacia sus antiguos camaradas, los cuales en su mayor parte, estén en la FICCI o en otro lado, sirvierona a su causa durante décadas con una abnegación y un sentido de la disciplina extraordinarios.

Vayamos ahora a los aspectos prácticos que nos conciernen. Yo actúo con la FICCI al igual que con cualquier otro elemento del medio proletario, organización o individuo. En una reunión pública es inadmisible prohibir la palabra a alguien si respeta su turno y la dignidad de los otros, pero es mucho más inverosímil prohibirle distribuir un volante o estar presente en la calle sobre todo a la puerte sus reuniones públicas. Es de una estrechez de espíritu y de una violencia absolutamente extrañas a la tradición comunista. Además, es perfectamente incoherente en la política de ustedes, ya que ustedes se codean con estos mismos “rufianes” en las reuniones públicas de otras organizaciones (BIPR y PCI especialmente), y participan en el mismo debate político que ellos. Su línea política no va más allá de los límites del tendajón; y si tuviera alguna coherencia lógica, no deberían participar en reuniones públicas en las cuales son aceptados los supuestos “soplones”, porque a fin de cuentas su papel sería del mismo tipo que en sus propias RP.

En fin, ya que no dejan de arrojar las relaciones políticas en una insondable vulgaridad procesal, hay que responder en detalle si se quiere combatir sus afirmaciones deshonestas.

Si la acusación de robo que ustedes levantan se sostuviera un poco, y yo su “simpatizante” me hubiera convertido en “cómplice” y perro guardian ¿por qué les devolvimos todos los fondos que teníamos en nuestra posesión (varias decenas de miles de euros) y esto incluso después de nuestra exclusión o dimisión respectiva de la CCI? ¿Por qué los de la FICCI o sus “simpatizantes” continuaron incluso pagando una cotización “especial” mucho después de sus dimisiones o exclusiones respectivas, si no es por mantenerse fieles a sus compromisos tomados antes de su salida de la CCI?

Si estos camaradas fueran “soplones”, ¿por qué rehusar el debate político con ellos ya que, como todos saben desde que existe el proletariado, el soplón no puede sostener durablemente la polémica política?; no solamente no tiene los medios, sino que además no está para eso.

Sobre este aspecto preciso, ustedes les colocan este horrible calificativo en el proletariado de “soplones” debido a que han publicado documentos con las verdaderas iniciales de militantes. Pero, aquí también, su incoherencia descubre completamente la villanía de sus objetivos: ustedes, la CCI, ha publicado durante años las verdaderas iniciales de los simpatizantes o militantes que participan financieramente en su actividad en las columnas de su mensual francés Révolution Internationale. Yo recuerdo muy bien habérselos advertido una y otra vez en aquél tiempo sin que cambiara nada, “como si hubiera sido indigno no tener el coraje de sus actos políticos” me decía, resignado, y aceptaba de buen grado este hábito organizativo que ustedes denuncian ahora “poniendo el grito en el cielo”, cubriéndolo incluso con una explicación política válida. Se ve bien cómo sus criterios son de geometría variable, según el adversario que los confronta.

En resumen, todo eso no es más que para camuflajear mejor la vacuidad de su teoría política. Les dejaría muy tranquilos en la gestión de su tendajón, porque su historia reciente nos muestra que ustedes se desploman más rápidamente bajo su propias contradicciones internas sin que ninguna fuerza exterior tenga necesidad de participar. El único problema que veo es el desgaste y el obstáculos que ustedes representan para la solidaridad de las débiles fuerzas revolucionarias actuales y, cuando la FICCI hace lo mismo, merece las mismas respuestas, lo que no me incomoda decirle. A los jóvenes que les observan, ustedes les inyectan desde hace años la hiel amarga de la mala intención personal en política, algo en lo que no se distinguen de la representación burguesa de la conciencia y el compromiso políticos. Y es un verdadero crimen ideológico hacer pasar la convicción revolucionaria en el mismo plano que el compromiso burgués que solamente se acomoda a la ambición y los objetivos individualistas.

AL.


Extracto de la carta de Ch a la CCI

Último minuto: 19 horas 45 min. Acabo de leer un correo emanado de la “Fracción” llamada “Interna” de la CCI informando que algunos de sus militantes fueron agredidos durante la difusión de un volante a la entrada de la reunión pública, por militantes de la CCI.

Si tal es el caso, no comprendo aún lo que pasa entre ustedes debido a que yo no acepto la utilización de la violencia contra exmilitantes de la CCI, ni contra no importa que otro proletario que, por equivocado o confuso que esté, buscara expresar su punto de vista, sus propuestas alternativas, en una asamblea obrera.

¡Cuando se tiene confianza en sus propias posiciones, en sus propias propuestas alternativas, no son necesarios tales métodos!

¿De qué tienen miedo camaradas? ¿De un volante? ¿De una intervención oral de exmiembros de su organización? ¿De la calumnia? ¿O de sus propios límites y de sus propios errores, inevitables por lo demás? (...)

Ch. ( 21 de mayor de 2006).


Fracción interna de la CCI - Boletín 36