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COMBATE CONTRA EL OPORTUNISMO
Acerca del artículo “El capitalismo hace la vida cotidiana cada vez más opresiva”
(de Acción Proletaria, publicación de la CCI en España)

(Al parecer este artículo está disponible solamente en el sitio de la CCI, y no ha sido reproducido en su prensa. Puede consultarse en la dirección: http://es.internationalism.org/book/print/941 ).

El artículo responde a la carta de un lector acerca de las condiciones de vida en la ciudad de Barcelona y una nueva normativa de la ciudad que incluye mayor vigilancia policíaca, mayores restricciones para el tráfico, el comercio callejero, multas, impuestos... En realidad, la carta describe aspectos que ocurren en todas las grandes ciudades del mundo capitalista.

A nuestro parecer, lo más interesante de la carta es la descripción empírica que hace una persona sin tener una clara conciencia de clase, y –mucho menos- sin tener conocimientos marxistas, tanto de las desigualdades sociales, es decir de clase, que brotan incluso fuera de los centros de trabajo, en la mera vida cotidiana de las ciudades, en las calles, como de la tendencia actual de la burguesía a imponer una represión más fuerte sobre la clase obrera. Así, el autor de la carta subraya el hecho de que toda la obra pública, el alumbrado, la limpieza, etc. se enfoca principalmente hacia las zonas comerciales y turísticas, esto es, hacia el beneficio de las empresas capitalistas urbanas y, que, al mismo tiempo, toda la represión, restricciones, multas, constituyan en realidad un ataque contra los “pobres” (el autor se refiere a los artistas, mendigos y prostitutas callejeros, a los jóvenes que juegan en las calles, etc.); al mismo tiempo que, para ellos, los servicios están cada vez más restringidos: “Nos dicen que no debemos gastar demasiada agua, pero existen piscinas privadas y campos de golf”.

Un grupo revolucionario podría aprovechar la descripción de esas expresiones evidentes, “superficiales”, de la vida cotidiana, para encaminar a sus lectores hacia las causas más ocultas, “profundas” de las condiciones de vida en la sociedad capitalista: la división de la sociedad en clases sociales, división que se refleja hasta en las condiciones de las calles; el que la ganancia capitalista sea el motor de esta sociedad (y de allí que hasta la obra pública esté a fin de cuentas a su servicio); y, finalmente, el hecho de que el Estado y todas sus instituciones (del poder ejecutivo hasta el ayuntamiento) estén al servicio no de la “sociedad” en general, sino al servicio de la clase capitalista, lo cual se refleja, en última instancia, hasta en el trato que los polizontes dan a los jóvenes proletarios que se reúnen en las calles.

Además, con el caso de esa nueva normativa, se podría ejemplificar, sobre todo, cómo, actualmente por todo el mundo, la burguesía está restringiendo cada vea más el “libre tránsito” a la población trabajadora, ejerciendo una represión creciente; cómo existe una fuerte tendencia hacia un estado de urgencia “permanente”, con aumento de policías e incluso soldados armados “vigilando” las calles permanentemente. Y cómo el objetivo de la burguesía es, tanto aterrorizar a la clase obrera para cortarle toda veleidad de protesta o lucha de clase, como “acostumbrarla” al creciente ambiente de guerra, como un recurso más de la burguesía en su camino de preparación hacia una nueva carnicería imperialista mundial. Cómo, utilizando el pretexto ideológico de la “lucha contra el terrorismo” la burguesía en todos los países del mundo impone leyes de tránsito más severas, puestos de control de papeles, saca a sus fuerzas represivas a las calles, etc.; aspecto que no deja de notar empíricamente el autor de la carta: Ahora “tienes que soportar ser filmado durante tu estancia en las estaciones con la excusa de ‘tu seguridad’, tienes que ser tratado como si fueses un peligroso delincuente cuando un revisor acompañado de 2 seguratas y un perro(como mínimo) te pide el billete...”.

Y bien. ¿Cuál es el enfoque de la respuesta que Acción Proletaria da esta carta?

Dejemos de lado la debilidad de los argumentos cuando trata de enfocar los aspectos verdaderamente importantes y graves de la vida cotidiana actual de la clase obrera.(1) Dejemos de lado también la incapacidad de la respuesta para explicar las causas del incremento de la represión y la tendencia a instaurar un estado de urgencia permanente en prácticamente todos los países del mundo, ya que para la CCI actual, tras la campaña de la “guerra contra el terrorismo”, no existen preparativos de la burguesía en su marcha hacia una nueva carnicería imperialista mundial, pues hasta el peligro de una tercera guerra mundial se ha alejado ya debido a... la descomposición social. Veamos solamente lo que el artículo de AP considera lo “central”:

Es verdad que en esa escalada represiva, en esa persecución encarnizada, que muy certeramente denuncia el texto, influye el ansía desesperada de beneficios mercantiles. Sin embargo ese no es el aspecto más importante. El factor central es una sociedad en descomposición, dominada por una tendencia creciente al individualismo, al todos contra todos, a la desarticulación general de las relaciones humanas. Frente a esa tendencia imparable, nacida de las propias relaciones capitalistas, el Estado, garante último de la cohesión mínima de esta sociedad, endurece sus mecanismos de control social. Como expresión de ello, no solo vemos como los Estados inglés, americano o francés refuerzan considerablemente su represión, sus mecanismos policiales, hasta el extremo de saltarse a la torera muchas de sus normas “democráticas”, sino que Ayuntamientos regidos por “socialistas” como el Señor Clos, multiplican sus reglamentos, sus multas, sus controles, sus exacciones policiales o recaudatorias rivalizando en celo represor con sus opositores del PP o sus predecesores del franquismo. Vemos con cada vez mayor frecuencia escenas desagradables en la calle o en estaciones de metro, adonde jóvenes, emigrantes o cualquier otro elemento “sospechoso” son humillados, sometidos a controles y cacheos ridículos, por toda clase de guardias, desde la urbana hasta las de empresas de seguridad. El Estado “democrático” se vuelve cada vez más abiertamente represivo... (Acción Proletaria)

Desglosemos este párrafo, tan denso y cargado de las posiciones que viene desarrollando la actual CCI en los últimos años:

El objetivo fundamental del capitalismo: la obtención de ganancias, que AP llama aquí “ansia desesperada de beneficios mercantiles” ha dejado de ser el “aspecto más importante”, “el factor central” que motiva la “escalada represiva” de la burguesía. Lo que preocupa ahora, ante todo, de manera “central” a la clase capitalista es, ahora, la trillada... “descomposición social”, el “individualismo” y la “desarticulación de las relaciones humanas”. Según la CCI actual, por boca de AP, tal es el motivo del incremento de la represión.

De este modo, en su tendencia a querer explicar todo por medio de la teoría de la descomposición social, la CCI actual ha llegado ahora al grado de explicar por medio de ésta también el aumento de la represión. Con esto, más que una “explicación”, lo que la CCI actual ha encontrado es una estupenda justificación de la represión que ejerce la burguesía sobre el proletariado, justificación que, en el fondo, no hace sino retomar una de las formulaciones más cínicas de la ideología burguesa. En efecto, según la CCI actual, resultaría que la represión de los capitalistas ya no tendría el objetivo de contener la lucha de clases para mantener el sistema de explotación asalariada, sino que, ahora, tendría el objetivo más importante, central, de... ¡frenar el individualismo de los trabajadores y mantener las relaciones humanas! (2) Pero esta idea es, precisamente, la que encontramos siempre en el fondo de los ataques propagandísticos de los medios de la burguesía contra los obreros que se lanzan a la huelga y las manifestaciones de calle, quienes son calificados como “individualistas”, como gente que solamente vela por su interés “egoísta” y no por el del conjunto de la sociedad (así, según la burguesía, “los maestros retrasan el estudio de los niños, los enfermeros abandonan a los pacientes, los choferes impiden la gente llegue a su trabajo, etc, etc...”).

No satisfecha la CCI actual con retomar por cuenta propia esta justificación ideológica de la represión, adornándola simplemente con el barniz de la “teoría de la descomposición”, va todavía más lejos. Ahora ha comenzado a aplicar también su desdichada teoría a la cuestión de la función del Estado capitalista. Así, pues, la CCI actual define al Estado como el garante último de la cohesión de la sociedad, es decir, como un organismo cuya función es evitar que la sociedad termine hundiéndose en el individualismo, la guerra de todos contra todos y, a fin de cuentas, en la desarticulación de las relaciones humanas.

Sin embargo, aquí, la CCI actual, ni requiere de la teoría de la descomposición, ni dice nada nuevo. Su definición del Estado, tal como aparece en el artículo que estamos criticando, es nada menos que el fundamento de la ideología burguesa sobre el origen y función del Estado. En efecto, los primeros ideólogos de la burguesía, en sus esfuerzos, tanto por combatir la ideología del “derecho divino” propia de la monarquía feudal, como por justificar la naciente propiedad individual capitalista, fueron quienes desarrollaron la noción de que la función del Estado sería la de garantizar, mediante las leyes y la represión, la cohesión de la sociedad, frente a las tendencias al individualismo y al “todos contra todos” de los individuos. Un precursor tan temprano de la ideología burguesa como Thomas Hobbes escribía ya, por ejemplo, hace tres siglos y medio, que:

Así que en la naturaleza del hombre, hallamos tres causas principales de disputa: Primero, la competencia; segundo, la timidez, tercero, la gloria. (...)

Por ello se manifiesta que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que les infunda temor, están en la condición llamada guerra; y tal guerra es de todos contra todos los hombres (...) En tal condición no hay lugar para la industria, debido a que el fruto de ésta es incierto: y consecuentemente no hay cultivos, ni navegación, (...) ni conocimiento acerca de la Tierra; (...) ni artes, ni letras; ni sociedad; y lo peor de todo, un constante miedo y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre, solitaria, pobre, terrible, bruta y corta (...) (Thomas Hobbes, Leviathan, cap. XIII. 1651).

Ya que las leyes naturales, como la justicia, equidad, modestia, misericordia, (...) son contrarias a nuestras pasiones naturales (...) Y los pactos, sin la espada, son solamente palabras sin ninguna fuerza para dar seguridad al hombre. Por consiguiente, a pesar de las leyes naturales (...) si no hay un poder erigido, o no es lo suficientemente grande para nuestra seguridad, cada hombre confiará solamente, y lo hará legítimamente, en su propia fuerza y capacidad para cuidarse contra todos los otros hombres (...)

La única forma para levantar un poder común tal, (...) es que confieran todo su poder y fuerza sobre un hombre, o sobre una asamblea de hombres, que puedan reducir todas sus voluntades, por pluralidad de voces, a una sola voluntad (...). Hecho esto, la multitud así unidad en una persona es llamada Commonwealth [Nación, Estado N.T.]; en latín, Civitas. Tal es el surgimiento del gran Leviatán, o mejor dicho, para hablar más reverentemente, del dios mortal a quien debemos, bajo el dios inmortal, nuestra paz y defensa...” (Leviathan, cap. XVII. Subrayados nuestros).

La posición de la CCI actual es semejante al discurso de Hobbes, casi hasta en los términos. En efecto, tanto en el artículo de la CCI, como en Hobbes podemos encontrar estos elementos comúnes fundamentales:

- Los seres humanos tienden al individualismo, a la competencia, a la guerra de todos contra todos, al cada uno para sí. (Si bien en Hobbes esta propensión se debe a la naturaleza humana misma, mientras que en la CCI es producto de la descomposición social; es decir, Hobbes encuentra una “causa”, mientras que en la CCI el razonamiento es tautológico: “los efectos de la descomposición se deben a ... la descomposición”).

- Esta guerra de todos contra todos conduce a la barbarie y al hundimiento de la sociedad (Según Hobbes no es posible ni la industria, ni la ciencia, ni el arte, ni la sociedad, los hombres caen en el miedo, la soledad, el embrutecimiento. Según la CCI, la sociedad tiende al “caos”, a la “desarticulación de las relaciones humanas”).

- Ante esto, el Estado se levanta como un poder por encima de los individuos que garantiza la subsistencia de la sociedad. (En Hobbes es el Leviathán, el “dios mortal” creado por los hombres, para garantizar el cumplimiento de las leyes naturales, los pactos humanos y la paz. En la CCI actual es el “Estado garante último de la cohesión de la sociedad”)(3).

- Finalmente, la represión del Estado encuentra su explicación en la necesidad de mantener las relaciones humanas. (En Hobbes mediante el temor y la espada. En la CCI es la causa de que “el Estado ‘democrático’ se vuelva cada vez más abiertamente represivo”).

Pero la doctrina marxista sobre el Estado se erigió combatiendo precisamente todos los fundamentos ideológicos que justifican la existencia del Estado en general y del Estado capitalista en particular. Para el marxismo, el origen del Estado no se encuentra en la necesidad de refrenar el “egoísmo de los hombres”, sino en el surgimiento de las clases sociales y la lucha entre éstas. Su función no es mantener la “cohesión social” en general, sino el dominio de una clase sobre otra. Y, por último, la represión no es, pues, un mecanismo de “control social para mantener la articulación de las relaciones humanas”, sino el medio concreto de la clase explotadora para mantener su opresión sobre la clase explotada:

Como el Estado nació de la necesidad de tener a raya los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació enmedio del conflicto de estas clases, el Estado lo es, por regla general, de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo así nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida. (Engels. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Cap IX. 1884).

En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la república democrática que bajo la monarquía. (Engels. Introducción de 1891 a “La guerra civil en Francia”, de Marx).

El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente conciliarse (...) Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. En opinión de los políticos pequeñoburgueses, el orden es precisamente la conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra. Amortiguar los choques significa para ellos conciliar y no privar a las clases oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha para el derrocamiento de los opresores (Lenin. El Estado y la Revolución. Cap I. 1917).

El artículo de la CCI, simple y sencillamente, no solamente “olvida”, omite esta postura básica, de principio, del marxismo sobre el Estado, sino que, además, y lo que es verdaderamente peligroso, hace pasar como “marxismo” la postura que la ideología burguesa viene machacando desde hace siglos para justificar la existencia del Estado capitalista ante los ojos de la clase obrera. Esto resulta tanto más grave por cuanto que la propia organización machaca constantemente sobre la necesidad de reforzar la “conciencia e identidad de clase” del proletariado, y por cuanto el artículo pretende responder a la carta de un lector en búsqueda de coherencia política revolucionaria. Si la posición que desarrolla el artículo, en lugar de ser criticada fuerte y abiertamente, resultara ser la primicia de una “nueva” postura sobre el Estado aceptada por el conjunto de la CCI actual (¿tal vez como un “nuevo desarrollo” en el marco de la desdichada “teoría” de la descomposición?), entonces ello significaría que, en relación al abandono del marxismo, en relación al oportunismo y la colaboración de clases en el interior de la CCI, se habría abierto una nueva y grave brecha teórica.

Junio de 2006.


Notas:

1 Cuestión que se refleja, por ejemplo, en sus preocupaciones tales como las “cagadas de los perros” (¡sic!): “Fuera de esas zonas privilegiadas, el abandono es patente: barrios obreros –o incluso de clase media- padecen la falta más absoluta de seguridad y de limpieza: por ejemplo, las meadas y las cagadas de perros –e incluso de humanos- reinan por doquier haciendo de pisar el suelo algo más complicado que transitar un campo de minas.” (Acción Proletaria). Afirmaciones de este tipo podrían parecer “chistosas” si no fueran la expresión más caricatural de algo más grave: el ocultamiento que hace AP de las relaciones de clase antagónicas, de la función del Estado capitalista, y del verdadero significado del incremento de la vigilancia y la represión en las grandes ciudades.

2 Ahora podemos entender las razones de las muestras de solidaridad de la CCI hacia los CRS (policía antimotines) durante el reciente movimiento estudiantil en Francia. ¡Es que no entendíamos que la función de los CRS es la de “educar” a macanazos a los obreros, para que estos aprendan a comportarse de manera menos individualista y más humana!

3 Ciertamente, en la Plataforma de la CCI se menciona que el Estado “actúa como garantía de la cohesión del cuerpo social” en relación a que esta se ve amenazada de “dislocación por la creciente descomposición de sus fundamentos económicos”. Pero, la Plataforma de la CCI se refiere a que esa “disolocación” se debe NO a algún tipo de “individualismo”, sino a los conflictos de clase: a las rivalidades interimperialistas y a la “exacerbación creciente de las contradicciones sociales”, aspectos fundamentales que, precisamente, el artículo de la CCI evita cuidadosamente abordar. (Ver Plataforma de la CCI.- IV El capitalismo de Estado).


Fracción interna de la CCI - Boletín 36