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SITUACIÓN INTERNACIONAL
LA IMPLACABLE "LÓGICA" GUERRERA DEL IMPERIALISMO

Detrás de las pequeñas luchas políticas que agitan a los sectores políticos de la mayor parte de los países (al menos los “desarrollados” y “democráticos”); detrás de los escándalos y revelaciones más o menos teleguiadas que implican a hombres políticos1 ; detrás de las disputas y transacciones en los organismos internacionales respecto a Irán, a la actitud a adoptar ante Hamas en Palestina, a propósito de la OMC y las subvenciones que los países más poderosos otorgan a sus sectores “estratégicos”; detrás de las baladronadas del presidente venezolana Chávez; detrás, incluso, de las leyes votadas un poco por todas partes en los países desarrollados para luchas, supuestamente, contra la delincuencia, la inmigración, el “peligro terrorista”; detrás de todo eso, lo que se dibuja realmente y de manera cada vez más alarmante son los preparativos guerreros de la burguesía; es la instauración cada vez más precisa de las condiciones en las cuales se desarrollará (o, más bien, se desarrollaría si la clase obrera no levantara sus luchas al nivel suficiente) un próximo conflicto generalizado; lo que se va precisando son los contornos de la tendencia hacia la bipolarización imperialista del mundo.

A este respecto, esto es lo que hemos venido escribiendo en los años recientes:

“Desde el 11 de septiembre, la realidad de la marcha a la guerra del capitalismo en su conjunto no ha hecho más que confirmarse y precisarse. No como una ‘elección’ que la burguesía podría poner en la balanza ante otra ‘elección’ posible, sino, al contrario, como la única orientación clara y derminada en la cual todos los Estados se precipitan, desde los más grandes a los más pequeños. Y no es solamente en la acumulación de conflictos abiertos que se verifica esta realidad; es igualmente en todos los aspectos de la vida política y social que la guerra se vuelve un hecho ineludible.” (Boletín nº 14, 23 de noviembre de 2002).

O también:

“Lo que se dibuja de manera cada vez más claramente detrás de esta aparente confusión, es la confirmación del reino del imperialismo más desenfrenado para el capitalismo planetario, y al cual ninguno de sus componentes escapa, con una tendencia a que esta situación se organice mediante una bipolarización (con miras a la formación de nuevos bloques imperialistas, previamente a un enfrentamiento guerrero generalizado): de un lado los Estados Unidos que se esfuerzan por mantener su dominación mediante todos los medios a su disposición y, del otro lado, la cristalización de un polo rival alrededor de dos países, Alemania y Francia” (Boletín Nº 22, diciembre 2003).

La burguesía, empujada por los imperativos de su crisis económica, prepara la guerra de manera decidida. Esta preparación, este “alistamiento” pasa a la vez por:

- La competencia económica más aguda; la apropiación o el control de las fuentes de energía y materias primas estratégicas (que son de hecho muy numerosas dado el aspecto tecnológico de la guerra moderna: petróleo y energía nuclear, así como acero, aluminio, metales de todo tipo, etc.); también la influencia sobre los organismos internacionales (ONU, OTAN, OMC, Banco mundial, etc.) es determinante y da lugar a pleitos a cuchilladas cuyos ecos son en buena parte apagados y ocultados al “gran público”.

- Las luchas entre potencias grandes y medianas que buscan todas situarse de la manera más favorable posible para las burguesías correspondientes en la instauración de los futuros bloques imperialistas, así como los juegos de alianzas, influencias y presiones sobre los países de “segundo orden”.

- La ocupación militar de zonas de importancia estratégica para el conflicto que se prepara: el sur del Cáucaso, Medio Oriente, Cuerno de Africa oriental para el acceso al Mar Rojo, más lejos el Golfo Pérsico, y más ampliamente el Océano Índico, etc.

- A los dos elementos precedentes corresponde una nueva aceleración de la “carrera armamentista” sin precedente desde el final de la “guerra fría”.

Lo que sorprende de entrada, en este rápido panorama, es la distancia entre, de un lado, el avance objetivo, metódico, por parte de las diferentes burguesías nacionales hacia el establecimiento de los polos destinados a enfrentarse en un eventual futuro conflicto generalizado, y del otro, la manera en que las diferentes burguesías nacionales y sus medios de difusión lo presentan, justifican, racionalizan ante los ojos de sus propias poblaciones.

Antes de ver más en detalle las condiciones y la lógica de los preparativos guerreros, vale la pena detenerse un momento en este desfase de que hablamos.

I – Lógica implacable y aparente incoherencia de la preparación guerrera

Hasta 1989, la clara división del mundo en dos campos opuestos daba el marco a la competencia entre imperialismos y a los conflictos que surgían necesariamente en el mundo capitalista.2.

El fin de esta situación entrañó la necesidad para todos los países de volver a definir sus alianzas en la lógica nueva de una tendencia a la bipolarización imperialista. Este proceso complejo y contradictorio está en curso y muchos límites, fronteras están aún por definir, una cantidad importante de países aún tiene por delante muchas elecciones que hacer.3.

Si bien la bipolarización, el reagrupamiento del conjunto de los países en dos grupos opuestos y enemigos, está inscrito en la lógica íntima del imperialismo, el proceso que constatamos desde 1989 tiene como especificidad que se combinan en él a la vez el desmembramiento de las antiguas alianzas (con malicia, se podría decir la “descomposición” de las antiguas alianzas) y a la vez la constitución de las nuevas. De hecho, se trata de una sola y la misma lógica, en la cual cada país, en función de sus intereses imperialistas propios y de su poderío, de sus medios, tiende a anudar alianzas con tal o cual estructura existente.

La apariencia desordenada de este proceso a los ojos de los observadores superficiales (y de los grupos políticos que han perdido la brújula marxista) proviene del hecho de que los puntos de referencia antiguos de la guerra fría no existen ya, y de que la burguesía y su propaganda presenta abundantemente cada hecho, cada conflicto, cada acontecimiento, desgajado de su marco global, como un hecho aislado. De modo que la situación de conjunto parece incoherente y resumida en una multitud de hechos y acontecimientos sin otro lazo entre ellos que la violencia, la barbarie, la ausencia de perspectiva.

Detrás de esta visión ampliamente ostentada, la burguesía marcha resueltamente hacia su “solución” a su crisis: la guerra generalizada. Y lo hace tanto más cómodamente, por cuanto logra ocultar esta marcha detrás de un aparente desorden. Se podrían multiplicar los ejemplos en este sentido, y volveremos al respecto más adelante en este texto. El hecho de que varios países cuyas orientaciones están claramente establecidas en los dos polos diferentes puedan, en un momento y sobre un tema dado, entenderse y marchar en el mismo sentido no debe sorprendernos y no elimina en nada la lógica fundamental y tendencialmente bipolar del mundo actual. El simple pragmatismo de los Estados burgueses les incita a asociarse temporalmente para controlar a un tercero en discordia, por ejemplo, para después reanudar la lucha entre ellos de manera más aguda.

Es lo que se ha visto con Ucrania y su llamada “revolución naranja” hace algunos meses; es lo que se trama respecto a Irán actualmente cuando Gran Bretaña, Alemania, Francia, luego Rusia y finalmente los Estados Unidos tienen el objetivo común de limitar lo más que sea posible las capacidades nucleares de ese país, al mismo tiempo que cada uno de estos últimos países mencionados tiene sus propios objetivos imperialistas que quiere hacer valer. Su postura común no es otra cosa que la preparación del terreno y las condiciones para sus enfrentamientos recíprocos futuros. Es la lógica de los grandes padrinos mafiosos que se deshacen de los pequeños gángsters antes de destriparse entre ellos mismos.

Todo eso puede dar, pues, una impresión de incoherencia y dispersión. Y la clase burguesa tiene todo el interés de que esto sea así. Pero otro aspecto importante del desfase sabiamente mantenido entre la preparación guerrera y la impresión de incoherencia que los medios de difusión dan de la evolución de la situación, reside en el hecho de que los grandes temas ideológicos de un eventual conflicto generalizado están siendo aún elaborados por la burguesía. Para lanzar al mundo en la guerra hace falta, en efecto, que los intereses burgueses más mezquinos y prosaicos estén adornados de los colores de la “defensa de la civilización” y otras pamplinas. Detrás de las “campañas contra el terrorismo”, detrás de lo que se nos presenta como el “gran riesgo de la inmigración”, y detrás del pacifismo, en contrapunto, los temas en nombre de los cuales la burguesía apelará mañana a los proletarios a matarse entre sí están en preparación.

Es por ello que a la clase burguesa le conviene que las expresiones actuales de sus pugnas por sus intereses parezcan incomprensibles4.

Volvamos ahora sobre la evolución de las tensiones y conflictos imperialistas

II - Grandes maniobras y reequilibrio de fuerzas

Desde el punto de vista marxista, la explicación detrás de los fenómenos sociales debe buscarse en la evolución económica, en el imperativo de la valorización del capital. Desde este punto de vista, los acontecimientos recientes son particularmente esclarecedores.

Se asiste, desde hace algunos meses, a una aceleración considerable de los procesos de concentración capitalista que corresponden a una necesidad imperiosa para el capital. Todos los sectores, desde la banca a la industria automotriz o farmacéutica, desde los medios de difusión (prensa escrita, radio, TV, etc.) hasta las compañías de seguros y sociedades de servicios, están implicadas en esta lógica con miras a “rentabilizar” las empresas, reducir la masa salarial (mediante la instalación de sitios de producción en los países con bajo costo de mano de obra), combatir la competencia y destruirla si es posible. Notemos, de paso, que esto también es uno de los signos de la profundidad de la crisis.

Las necesidades económicas y la lógica de la bipolarización

Si por un lado la lógica económica del capitalismo desemboca en las oposiciones imperialistas, por el otro esas oposiciones imperialistas están encaminadas a estructurarse, organizarse (a plazo en dos bloques en competencia que reagrupen a la mayor parte de los países, la bipolarización acabada, en suma) y esta estructura resultante juega a su vez un papel en la evolución de la crisis. Varios hechos actuales muestran que el nivel ya alcanzado en la tendencia a la bipolarización influye sobre las orientaciones económicas esenciales. O, al menos, que en las luchas encarnizadas que se desarrollan alrededor de sectores económicos estratégicos (energía, materias primas, energía nuclear, industria espacial y aeronáutica, sector bancario, etc.) los Estados buscan ejercer un máximo de influencia. Por decirlo de otro modo, la lógica estricta e inmediatamente económica es cada vez más batida en brecha por la lógica política e imperialista a mediano plazo.

Es así como el caso de Arcelor-Mittal Steel-Severstal, o también el de Euronext-NYSE-Deutsche Börse, son ilustraciones perfectas de la lucha cuerpo a cuerpo a la que se libran los grandes grupos industriales o financieros y, a través de ellos, los grandes imperialismos.

En el primer caso, se ve cómo tres grupos de la siderurgia se disputan el dominio del mercado del acero y, detrás de esto, se ve al Estado francés especialmente intentar (aparentemente sin éxito hasta ahora) reaccionar a la tentativa de control del grupo hindú (controlado por debajo por los capitales anglosajones) sobre Arcelor; en esta tentativa de contraataque, el Estado francés recurre... a un grupo industrial ruso, controlado de manera directa por el Estado ruso.

Si bien parece que, por el momento, la lógica industrial ha predominado y que la alianza entre las dos mayores empresas se va a llevar a cabo, hay que notar cómo el Estado francés ha hecho todo lo posible para hacer fracasar ese plan, privilegiando una solución más conforme a los intereses a plazo del polo “germano-franco-ruso”.

En el mismo sentido, respecto a la “alianza” entre Euronext (sociedad que gestiona las bolsas de valores de varios países europeos, entre ellos Francia, Luxemburgo y Portugal, especialmente) y la New York Stock Exchange (que gestiona la bolsa de Nueva York y lleva a cabo por mucho la mayor capitalización del mundo), el Estado francés ha intentado favorecer una “alianza” diferente, con la sociedad alemana Deutsche Börse en este caso.

Este otro “fracaso” de la intervención del Estado no debe ocultar el hecho esencial de que las orientaciones económicas son y serán cada vez más determinadas por la lógica de la polarización. La cuestión del aprovisionamiento de energía de Europa, y del papel que juega Rusia en este marco es una perfecta ilustración del peso político del imperialismo.

Rusia vuelve al juego

Acabamos de hablar de la implicación del grupo siderúrgico ruso Severstal y su papel en el asunto de Arcelor. No es más que una nueva confirmación del papel que busca jugar este imperialismo en el proceso de bipolarización. Una de las armas esenciales que utiliza este país para hacer escuchar su voz y defender sus intereses se funda en su riqueza de hidrocarburos. Se vió, hace algunos meses, en relación al suministro de gas a Ucrania. La crisis resultante reforzó el juego del imperialismo ruso con miras a recuperar una parte de las zonas de influencia que perdió desde 1989.

Entre los países de su exbloque que se pasaron (o están por pasarse) al conjunto europeo, la pérdida de su antigua influencia no solamente en zonas del globo alejadas, sino también en sus propias fronteras (integración en la OTAN de varios de sus antiguos satélites), Rusia no podía mantenerse sin responder. Y sucede que esta respuesta pasa actualmente por un acercamiento hacia Alemania, Francia y los países implicados en el polo germano-francés.

El terreno de acuerdo ha sido rápidamente encontrado por los protagonistas ya que, por un lado, Rusia se asegura mercados estables para sus exportaciones (hidrocarburos y diversas materias primas, así como productos de exportación provenientes de sectores en los que es competitiva, como por ejemplo el armamento), se integra en el juego imperialista en buena posición y podrá contar con sus nuevos “aliados” para hacer valer sus exigencias imperialistas en al menos una parte de su antigua zona de influencia (Europa Central y el sur del Cáucaso, especialmente) lo que la coloca también en posición más favorable ante el competidor chino.

Por el otro lado, el “polo” germano-francés puede contar con Rusia para contrarrestar las ambiciones de Estados Unidos en dos zonas geográficas y geoestratégicas esenciales: el sur del Cáucaso, por supuesto, y la parte oriental de Europa Central (Países Bálticos, Ucrania, Polonia, incluso Rumania). En estas dos zonas, en efecto, los Estados Unidos y sus “aliados” (Gran Bretaña especialmente) hacen todo lo posible desde hace ya varios años para levantar unas “murallas” con miras a cortarle a los países de Europa Occidental la zona euroasiática y a Rusia el Asia Central. El reto es considerable ya que, si Rusia y el polo germano-francés logran desbaratar la maniobra, constituirían un conjunto geográfico continuo de una extensión y solidez jamás visto; lo que representarí una ventaja estratégica mayor en la oposición imperialista. Es en este contexto global que hay que comprender la política determinada (y pasablemente bárbara) de Rusia y Putin por ejemplo en Chechenia –ante la cual las caritativas almas europeas colmadas de derechos del hombre cierran púdicamente los ojos- y su implicación en el arreglo de la cuestión nuclear en Irán.

Si para Alemania, Francia y un buen número de otros países europeos es esencial que los Estados Unidos no se apoderen del “cerrojo” iraní –lo que les conferiría una posición todavía más sólida en la región-, Rusia se vería directamente amenazada por tal eventualidad ya que las posiciones que los Estados Unidos han logrado instalar en algunos países (Uzbekistán, Kazajastán, Turkmenistán, Georgia, etc.) durante la guerra en Afganistán se volverían inexpugnables, y Rusia se encontraría posiblemente encerrada en su zona nacional. Así, pues, requiere absolutamente mantener a Irán fuera de las garras del imperialismo estadounidense –sin perjuicio de destriparse posteriormente con sus socios alemanes y franceses- porque ello condiciona sus posibilidades de cuestionar la presencia militar de los Estados Unidos en los países vecinos.

Tales son los fundamentos de la política que se lleva a cabo en la región, y se ve claramente que la agudización de las tensiones imperialistas implica el reforzamiento de la tendencia hacia la bipolarización.

Más allá de la región, las tensiones imperialistas se concretan

Por su parte, la potencia norteamericana no se deja atacar sin reaccionar y, si bien se puede notar maniobras diversas hacia los países del Maghreb (acercamiento entre la OTAN y Argelia, venta de sistemas de armas a este país, etnre otros, etc.); si bien la reciente “luna de miel” con Libia es la expresión de presiones ejercidas en esta región, es claro que el dominio estadounidense es muy viejo y sólido sobre varios países de la zona (Israel, Egipto, etc.). Pero sobre todo, la zona más disputada en la hora actual es, como lo hemos dicho más arriba, Asia Central y el sur del Cáucaso; es allí que se juegan y que se jugarán en el periodo venidero las batallas más ásperas del momento.

Aunado a lo anterior, desde hace ya algunos años estamos presenciando un nuevo impulso de la “carrera armamentista” entre las grandes potencias imperialistas y, con la complicidad de éstas, detrás de ellas, todas las demás, medianas o pequeñas. Destaca en particular, en ésta carrera, la renovación, desarrollo y acumulación de armas que nada tiene que ver con el supuesto objetivo de “combatir el terrorismo”, sino, explícitamente con el de la preparación para la guerra contra otra nación, tales como los misiles de largo alcance, las armas atómicas “de precisión”, los submarinos y bombarderos de largas distancias, los sistemas de telecomunicaciones y de posicionamiento estratégico, así como los dispositivos para destruir estos, etc.

Todo ello, sin contar la multiplicación de los “ejercicios militares” que se llevan cada vez más a cabo entre países potencialmente “aliados” en el escenario de combatir una “invasión”; o los “ensayos” de armamentos que muestran directamente la capacidad de un país de “alcanzar” a otro. Como meros ejemplos recientes, podemos citar cómo Rusia alardea de poseer ya un misil capaz de perforar el “escudo defensivo” norteamericano, así como de un bombardero que puede llegar a los EUA sin ser detectado; o bien las recientes pruebas de misiles de Irán (con la ayuda de Rusia) y de Corea del Norte (respaldada ésta por China), en desafío abierto a las amenazas de “sanciones” de los EUA.

Respecto a las pruebas coreanas, tuvieron su inmediata réplica en el envío de una nave cargada de misiles de los EUA a los mares de Japón, y la declaración de Japón de su decisión de prepararse también para una eventual “agresión externa”, lo que cuestionaría la “doctrina estratégica” impuesta a este país desde el fin de la segunda guerra mundial.

III – Las responsabilidades de las organizaciones comunistas

La tendencia a la bipolarización de la que tratamos con regularidad en este boletín es el fenómeno más característico del periodo actual. Como lo hemos dicho ya más arriba, esta tendencia, este proceso no es lineal y no deja de tener aspectos contradictorios. Es la vida misma del capitalismo, el avance de su crisis, el ritmo de ésta, la manera en que tal o cual burguesía, en un momento dado, toma tal o cual opción en el juego imperialista, son innumerables factores los que determinan las evoluciones contingentes del proceso. Pero la tendencia de fondo sigue siendo la misma, ya que está dictada por la férrea lógica del capitalismo en su fase imperialista: la competencia encarnizada a la que se libran los diferentes imperialismos solamente puede desembocar en un enfrentamiento en el terreno militar a través de una nueva guerra generalizada.

La función de las organizaciones comunistas es, primero, volver esta realidad palpable y comprensible en el interior de su clase. Su papel, su responsabilidad esencial ante su clase es dar orientaciones claras para que el proletariado sea capaz de oponerse eficazmente a esta perspectiva guerrera mediante el único verdadero medio a su disposición: la lucha en su terreno de clase, la transformación de las amenazas de guerra imperialista en realidad de guerra civil, de guerra de clase.

Y, para cumplir este papel y esta función, las organizaciones comunistas deben ante todo tener una visión clara y sólidamente anclada en el marxismo de la naturaleza del capitalismo; no dejarse embaucar por la propaganda burguesa que presenta su marcha hacia la guerra como una serie de hechos anodinos e ineluctables, sin lógica propia, sin coherencia de conjunto.

Los comunistas deben alertar a su clase sobre la realidad de esta sociedad que no solamente es sórdida e inhumana, sino también, y sobre todo, que no puede sobrervivir más que por la relativa pasividad de nuestra clase.

Las luchas que nuestra clase ha reanudado desde hace algunos años deben alzarse a un nivel muy superior para esperar cuestionar los proyectos guerreros de la burguesía. Los revolucionarios tienen un papel primordial que jugar en este esfuerzo del proletariado. Nuestra fracción hace y hará todo lo posible para participar en éste.

Junio de 2006.


Notas:

1 En Francia, el asunto Clearstream, en Alemania, el juego turbio del excanciller Schröder en los contratos con Rusia sobre el suministro de gas, en Inglaterra las revelaciones sobre los escándalos de algunos ministros de Blair, en Italia los escándalos repetidos respecto a Berlusconi, etc.

2 Hemos escrito varios artículos al respecto en este boletín. Ver especialmente los números:14, 22, 23.

3 La historia nos ha mostrado incluso que algunos países pueden “vacilar”, “oscilar” hasta el estallido del conflicto generalizado y no pronunciarse ni comprometerse sino durante éste. Tal fue, por ejemplo, el caso de Italia en la primera guerra mundial, de la URSS en la segunda.

4 Tal es la razón que nos hace decir que el combate y la responsabilidad primeras de las fuerzas comunistas actualmente es la de mostrar esta preparación guerrera a través de la bipolarización creciente del mundo burgués. Es la condición para que los revolucionarios estén a la altura, mañana, de dar una orientación a las luchas de su clase.


Fracción interna de la CCI - Boletín 36