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LA CUESTIÓN DEL PARTIDO
¿La constitución del Partido Comunista Internacionalista de Italia al final de la guerra?

El artículo del cual publicamos la primera parte a continuación(1) apareció en enero de 1946 en Internationalisme Nº7.

El lector verá llevarse a cabo una batalla política de primera importancia, intransigente, sin misericordia en el fondo pero fraternal y desprovista de cualquier consideración personal o, mucho menos, “psicológica”.

La “corriente” representada por la Izquierda Comunista de Francia (ICF) –que publicaba Internationalisme, y de la cual somos herederos- y la que fundó el Partido Comunista Internacionalista en Italia –de la cual Battaglia Comunista y el BIPR son los descendientes- tenían divergencias en varios puntos; el artículo muestra claramente que, en cambio, el acuerdo era total en relación a la necesidad de fundar el partido. No solamente estaban de acuerdo de manera teórica y general, sino práctica, políticamente y de manera inmediata.

El debate no versaba sobre la necesidad del Partido, en general; ¡ni siquiera sobre la oportunidad de fundarlo en ese momento y en esas condiciones!(2)

El debate trataba, como el lector lo constatará, sobre la claridad política indispensable para el nacimiento del partido; sobre el combate por la delimitación política y teórica más estricta en el interior de los elementos y corrientes que participaban en este proceso.

Internationalisme demuestra en este artículo (como en muchos otros) que se sitúa en la línea de la Izquierda, en la continuidad de Bilan y de la Fracción de los años 1930. Detrás de la figura de Vercesi –militante respetable y “figura” de la Fracción antes de la guerra- es una tendencia oportunista lo que combaten nuestros camaradas de la ICF.

Este oportunismo, que ha hecho tanto daño a las organizaciones de nuestra clase a través de la historia, y no solamente ayer a anteayer. Es nuevamente este mismo oportunismo, este abandono vergonzoso y oculto de las posiciones fundamentales del marxismo, el que combatimos actualmente en la forma que toma con la deriva de la CCI desde hace algunos años.

Por nuestra parte, esta es la lección primera que trazamos de este texto: la lección que dice que el combate por la creación del partido, pasa por el reagrupamiento de la fuerzas comunistas Y por la delimitación, el combate contra las corrientes y tendencias oportunistas.

Este artículo es vivo y actual porque conlleva tal lección. Es la historia viva de nuestra clase la que se expresa.


Sobre el primer congreso del Partido Comunista Internacionalista de Italia (1º parte)

I – La Fracción de Izquierda

Al final del año 1945 tuvo lugar el primer congreso del joven Partido Comunista Internacionalista de Italia, recientemente constituido.

Este nuevo partido del proletariado no ha surgido espontáneamente de la nada. Es el fruto de un proceso que comenzó con la degeneración del antiguo Partido Comunista y de la internacional Comunista. Esta degeneración oportunista hizo surgir en el interior mismo del antiguo partido la respuesta histórica de la clase: la Fracción de Izquierda.

Como todos los partidos comunistas constituidos al término de la primera guerra mundial, el Partido Comunista de Italia contenía, en el momento de su formación, corrientes oportunistas y corrientes revolucionarias.

La victoria revolucionaria del proletariado ruso y del Partido bolchevique de Lenin en octubre de 1917, por la influencia decisiva que ejercía sobre el movimiento obrero internacional, acabaría de acelerar y precipitar la diferenciación y delimitación organizativa y política entre los revolucionarios y los oportunistas que cohabitaban en los antiguos partidos socialistas de la Segunda Internacional. La guerra de 1914 quebró esta unidad imposible en los viejos partidos.

La Revolución de Octubre tenía que apresurar la constitución de los nuevos partidos del proletariado. Pero esta influencia positiva de la Revolución de Octubre contenía, al mismo tiempo, elementos negativos.

Al precipitar la formación de nuevos partidos, impidió que la construcción se hiciera sobre la base de una claridad de principios y programa revolucionario. Estos no pueden elaborarse más que después de una lucha franca e intransigente que elimine las corrientes oportunistas y los residuos de la ideología burguesa.

Al no haber consumado un programa de la revolución, los antiguos Partidos Comunistas, construidos tan apresuradamente sobre la base de un apego sentimental a la Revolución de Octubre, presentaban muchas fisuras para la penetración del oportunismo, en los nuevos partidos del proletariado.

También, la IC y los partidos comunistas de los diversos países verán desde su fundación, reaparecer la lucha entre los revolucionarios y los oportunistas. La lucha ideológica -que debía hacerse previamente y ser la condición de la construcción del partido, el cual no puede protegerse de la gangrena oportunista más que mediante la formulación de principios y la construcción del programa-, no tuvo lugar más que después de la constitución de los partidos. Debido a esto, no solamente los antiguos partidos comunistas desde su constitución introducían en su seno el germen del oportunismo, sino que además haría más difícil la lucha de las corrientes revolucionarias contra el oportunismo que sobrevivía y se mimetizaba en el interior mismo del nuevo partido. Cada derrota del proletariado, al modificar la relación de fuerzas desfavorablemente para el proletariado, producía inevitablemente el reforzamiento de las posiciones del oportunismo en el partido, lo que, a su vez, se volvía un factor adicional para las derrotas ulteriores del proletariado.

Si el desarrollo de la lucha entre las corrientes en el partido alcanzó rápidamente una agudización tan grande, ello se debe al período histórico presente. La revolución proletaria ha salido de la esfera de la especulación teórica. De un ideal lejano que era ayer, se ha vuelto un problema de actividad práctica, inmediata.

El oportunismo no se manifiesta ya en elucubraciones teóricas librescas que actúan como un veneno lento sobre los cerebros de los proletarios. En la época presente de lucha de clases aguda, tiene repercusión inmediata y se paga con millones de vidas de proletarios y derrotas sangrientas de la revolución. Al oportunismo que surgía y se reforzaba en la Internacional Comunista y sus partidos, al oportunismo carta principal y auxiliar del capitalismo contra la revolución, porque es la prolongación del enemigo de clase en el seno mismo del órgano decisivo del proletariado, el partido, los revolucionarios no podían oponérsele más que constituyendo su Fracción, proclamando la lucha obrera y a muerte contra éste. La constitución de la fracción significa que el Partido se ha vuelto el escenario donde se enfrentan las expresiones de clase opuestas y antagónicas.

Significa el grito de guerra de los revolucionarios para salvaguardar al partido de la clase, contra el capitalismo y sus agentes oportunistas y centristas que tienden a apoderarse del Partido y convertirlo en un instrumento contra el proletariado.

La lucha entre la Fracción comunista de izquierda y las fracciones centristas y derechistas por el partido no es una lucha por la “dirección” del aparato, sino esencialmente programática es un aspecto de la lucha general entre la revolución y la contrarrevolución, entre el capitalismo y el proletariado.

Esta lucha sigue el curso objetivo de las situaciones, las modificaciones de las relaciones de fuerza entre las clases y está condicionada por éstas últimas.

El resultado no puede ser más que el triunfo del programa de la Fracción de izquierda y la eliminación del oportunismo, o la traición abierta del partido, que pasa al servicio del capitalismo. Pero cualquiera que sea el resultado de esta alternativa, la aparición de la Fracción significa que la continuidad histórica y política de la clase ha pasado definitivamente del partido a la fracción y que ésta es la única que expresa y representa en adelante a la clase.

Y de la misma manera que el antiguo partido no puede ser salvaguardado más que por el triunfo de la fracción, de la misma manera en la alternativa de la traición del antiguo partido, que consuma así su curso ineluctable bajo la dirección del centrismo, el nuevo partido de clase no puede formarse más que sobre las bases programáticas dadas por la fracción.

La continuidad histórica de la clase, el proceso de esta continuidad se lleva a cabo mediante la sucesión partido-fracción-partido, es una de las nociones fundamentales de la Izquierda Comunista Internacional. Esta posición fue largo tiempo un postulado teórico. La formación del P. C. I. de Italia y su Primer Congreso aportan la confirmación histórica de la justeza de este postulado.

La Fracción de Izquierda italiana, después de una lucha de veinte años contra el centrismo, consuma su función histórica al transformarse y dar nacimiento al nuevo Partido del Proletariado.

II – De la Fracción al Partido de clase

La constitución del PCI nos proporciona una segunda confirmación histórica, a saber sobre el momento histórico de la formación del nuevo partido.

Los trotskistas, desconociendo todos los criterios marxistas, abordaban el problema de la formación del partido como una cuestión que no incluía ninguna condición objetiva. Para ellos, el problema de la formación del partido no depende más que del voluntarismo subjetivo, del “saber hacer”, de la maniobra astuta y de infiltración.

Así pasan, de su posición de “oposición”, declarándose prestos a disolver su organización propia contra la libertad de expresión democrática en el partido stalinista, a la proclamación del nuevo partido y de una nueva Internacional. Con la misma soltura pueden, algunos meses después, disolver su nuevo partido y su nueva internacional para regresar a los partidos socialistas y a la Segunda Internacional que, desde 1914, se han convertido en partidos de la burguesía. Su acrobacia en el dominio del partido -donde, por turno, son la oposición del partido stalinista prestos a disolverse, POI, “oposición” en el partido socialista, de nuevo PCI para convertirse oposición en el PSOP, y de nuevo POI- es solamente comparable su inconsistencia política en conjunto, su defensa de la URSS, su participación en la guerra imperialista, su participación en la liberación nacional y en la resistencia.

La Izquierda Comunista siempre ha condenado enérgicamente esta especie particularmente peligrosa de aventurerismo e irresponsabilidad que consiste en proclamar, en no importa qué situación, la formación del nuevo partido.

La degeneración y traición del antiguo partido no son el producto de la voluntad demoníaca o de la intriga de algunos jefes que se han vendido a la burguesía, sino que son el reflejo, la resultante de la insuficiencia del programa inicial que ha permitido, primero, que la penetración de la ideología burguesa se lleve a cabo, y que ésta cristalice en una corriente oportunista, y de un curso objetivo de derrotas y retrocesos del proletariado que permite a la burguesía apoderarse del partido, sin que el proletariado pueda defenderse. Las mismas condiciones históricas no permiten al proletariado salvaguardar su antiguo partido, y le impiden la formación del nuevo partido. Solo un curso nuevo, un cambio favorable al proletariado en las relaciones de fuerza, una reanudación general de la lucha ofensiva del proletariado, crean las condiciones que permiten la reconstitución del nuevo partido. Esta situación no existía entre 1933 y 1939, que era precisamente el periodo de curso hacia la guerra imperialista.

El RKD, que nos reprochó durante todo un período nuestro supuesto centrismo, porque resistimos y actuamos como fracción rechazando la fraseología revolucionaria sobre la formación del partido cuando el momento de esta formación no había llegado aún, no hacía más que expresar su propia incomprensión también sobre la noción fundamental del partido y el momento de su construcción, como sobre el lugar histórico que ocupa la fracción.

La formación del PCI de Italia prueba que el partido no se forma por la voluntad de militantes en no importa qué momento de la historia. La sucesión de la Fracción en Partido está sometida a ciertas condiciones objetivas como es el caso para la primera parte del proceso en la sucesión del partido en fracción.

III – El significado histórico de los acontecimientos de julio 1943 en Italia

La formación del partido en Italia clausura prácticamente un apasionado debate que surgió en el interior de la Izquierda Comunista Internacional (ICI) y de la Fracción italiana. Una tendencia en la Fracción Italiana –la tendencia Vercesi y en parte también la Fracción belga- negaba, y esto hasta el fin de las hostilidades, la aparición del proletariado italiano en el escenario político. Para esta tendencia, los acontecimientos de 1943 no eran más que una manifestación de la crisis económica llamada “crisis de la economía de guerra”, o bien una revolución de palacio, una riña en las altas esferas dirigentes del capitalismo italiano y nada más.

El proletariado italiano, para esta tendencia, había estado y continuaba estando ausente tanto política como socialmente. Esto debía cuadrar con toda una teoría, fundada por esta tendencia en “la inexistencia social del proletariado durante la guerra y durante todo el período de la ‘economía de guerra’”.

También, después de 1943 como anteriormente, preconizaban la pasividad absoluta, llegando hasta la disolución organizativa de la Fracción. Con la fracción italiana, combatimos brazo con brazo esta tendencia liquidacionista en la ICI 3.

Con la fracción italiana analizamos los acontecimientos de 1943 en Italia como una manifestación avanzada de la lucha social y de la apertura del curso hacia la revolución, y preconizamos la orientación de la transformación de la fracción en partido.

No puede uno proclamarse decentemente solidario con la existencia del PCI en Italia sin reconocer la justeza de nuestro análisis en 1943. Lo primero implica lo segundo; la formación del nuevo partido en Italia, su desarrollo, son la respuesta más categórica que concluye un debate encarnizado entre nosotros y la tendencia oportunista de Vercesi.

¿Cómo, en efecto, puede concebirse que se apruebe, por una parte, la formación del partido pretendiendo, por la otra, que el curso histórico no ha sufrido un cambio profundo?

Quienes, como la tendencia revisionista, niegan que en 1943 hubo una primera ruptura del curso de la guerra imperialista, que en 1943 hubo una primera manifestación de oposición de la clase a la guerra, deberían –si aún tienen lógica y si aún están convencidos de la formulación teórica de la fracción sobre la imposibilidad de construcción del partido en periodo de reflujo- condenar la formación del PCI como un acto de aventurerismo voluntarista. Sin embargo, no hay nada de ello, porque los mismos que incluso no tenían suficientes sarcasmos contra nuestro análisis “optimista” son ahora los partidarios más encarnizados, los más escandalosos entusiastas ahora. En vano se buscará en sus escritos recientes una explicación cualquiera sobre su contradicción flagrante. La facilidad con la que se cambia de actitud y posición, con la que se acumulan contradicciones cada vez más escandalosas, es verdaderamente asombrosa. Los años de política de zigzag de la IC han acostumbrado y pervertido los espíritus hasta el punto en que, incluso en el medio de los grupos de la Izquierda, las contradicciones más evidentes no provocan siempre reacciones inmediatas.

Pero ya sea que se le reconozca, se le justifique, o no, una contradicción sigue siendo una contradicción. Ante cada militante pensante, la cuestión sigue planteada y ningún subterfugio la resolverá. O bien el partido puede ser construido en no importa qué período, tanto en el periodo de flujo como de reflujo revolucionario, y entonces son los trotskistas quienes tenían razón contra la Izquierda comunista internacional, o bien el partido puede ser construido en Italia y en los otros países porque se ha abierto un nuevo curso histórico de flujo revolucionario.

Pero si se acepta la segunda formulación, inmediatamente se plantea esta otra cuestión: “a qué acontecimientos debe atribuirse el significado manifiesto de un nuevo curso histórico opuesto al anterior, y en qué momento se sitúa este nuevo curso”.

La caída del régimen de Mussolini en Italia, así como la terminación de la guerra, por ellos mismos, no determinan un curso histórico nuevo porque, si fuera así, no se comprendería porque la ICI declaraba imposible y se oponía violentamente a la fabricación de partidos en el periodo anterior a la guerra; es decir, en el periodo en que la guerra no existía y esto incluso en los países de régimen “democrático”. No solamente la caída de Mussolini y la terminación de la guerra no determinan el curso ascendente, ni explican por ellos mismos el nuevo curso, sino que si se hace referencia a estos acontecimientos solamente se remite la explicación a los acontecimientos que, precisamente, deben ser todavía ellos mismos explicados.

No se hace más que dar vueltas en un círculo vicioso y se va de dificultad en dificultad.

Se conoce la teoría de Vercesi de “la crisis de la economía de guerra”, apéndice de su teoría de “la economía de guerra”. Según esta teoría, la guerra, que es el punto culminante de la era de mayor prosperidad y auge económico(4), no se detiene más que mediante una crisis debida al agotamiento económico. Dejemos de lado la paradoja según la cual la mayor prosperidad que es la guerra desemboca justamente en una crisis de agotamiento,. esta idea es no menos absurda que la primera y se desprende directamente de la primera, la que consiste en presentar y definir la guerra y la economía de guerra, que se caracterizan por una política económica de destrucción, como la era de la mayor prosperidad. Retendremos aquí solamente la proposición según la cual la guerra se detiene mediante una crisis de agotamiento económico y es esta crisis que, después de haber determinado la detención de la guerra, condiciona enseguida, en la posguerra, la aparición del proletariado y la reanudación de las luchas sociales.

Si admitimos por un instante este esquema como la reproducción exacta de la realidad, una cosa queda aún no demostrada, a saber ¿por qué esta crisis “económica” determinará por su sola virtud una crisis social y abrirá el curso ofensivo de la revolución fuera de la cual no puede fundarse el nuevo partido? Hemos conocido en la historia muchas crisis económicas que lejos de ser un punto de partida de un curso ofensivo del proletariado, por el contrario, han coincidido con la acentuación del curso de reflujo. Tomemos como ejemplo los años 1929 a 1934, periodo de lo más hondo de la crisis permanente del capitalismo decadente. Este periodo se caracteriza por derrotas del proletariado internacional, y derrotas tanto mayores por cuanto se inflingen a un proletariado que no combate en absoluto. Es el periodo del paso abierto de los partidos de la IC al servicio del Estado capitalista nacional, reconduciendo a los obreros a la defensa de la patria. La “crisis económica” de Vercesi es absolutamente impotente para explicar el curso histórico nuevo.

Pero además ¿vemos la verificación de esta teoría en la realidad concreta? Según ésta, había que esperar pacientemente el fin de la guerra imperialista para que pudiera verse resurgir al proletariado y abrirse un curso nuevo que planteara las condiciones de la formación del partido. Todo ello requería de cierto tiempo. Y mientras se aguardaba el fin de la guerra, no se podía hacer nada desde el punto de vista revolucionario. A lo más, podía utilizarse esta “temporada muerta” del proletariado para catequizar a la burguesía, tal como lo hacía Vercesi en el Comité antifascista de la emigración italiana en Bruselas. ¿Y qué es lo que vemos?

Mientras que Vercesi preside los destinos de la Coalición antifascista y se hace redactor del periódico de esta coalición, donde se hacían las exhortaciones más chovinistas en favor de la participación en la guerra imperialista, durante ese tiempo, en plena guerra, los militantes revolucionarios en Italia y, en primer lugar, los de la Fracción de Izquierda, hacen esfuerzos para reagruparse y se orientan hacia la formación del partido. Incluso cronológicamente el partido nace antes del fin de la guerra.

El punto de partida de la formación del nuevo partido no es la crisis económica de posguerra, sino directamente la crisis de la guerra, la ruptura del curso de la guerra que sobreviene y surge en el curso mismo de la guerra, y cuya manifestación abierta tiene nombre y fecha: los acontecimientos de julio de 1943 en Italia.

IV – Contra el capitalismo, por la formación del Partido o por el antifascismo por la coalición con la burguesía

Ahora, todo el mundo se adhiere al nuevo partido y, sobre todo, los mismos que fueron los adversarios más encarnizados de la construcción del partido son quienes levantan más clamores a su favor. Estos gritos entusiastas son probablemente menos homenajes dirigidos al partido que la necesidad de olvidar y hacer olvidar las posiciones anteriores. Sin embargo, no creemos obedecer a no se sabe qué resentimiento, ni amor propio, si recordamos las posiciones respectivas de cada quien. La historia nos ha enseñado a desconfiar doblemente de las conversiones repentinas. Preferimos la hostilidad de un Martov a la amistad perniciosa de un Martinov convertido al bolchevismo. No es que consideremos que un error, en el plano individual, sea fatal para quien lo comete. Una corrección de faltas, incluso las más graves, siempre es posible. Pero para que haya corrección, es necesario que haya antes toma de conciencia y examen crítico.

El “olvido” no es más que ocultamiento. Una enfermedad maquillada no es más que una apariencia de curación y conduce en perspectiva a accidentes y recaídas fatales. La cuestión es tanto más importante por cuanto no se trata aquí de una individualidad, de un caso aislado, sino de una enfermedad que se ha desarrollado en el interior del organismo de la clase, en la Fracción. El hecho de que la Fracción haya sido “superada” por la fundación del partido, no significa la superación automática de las enfermedades que surgieron en la Fracción. Hay continuidad política entre la fracción y el partido, tal como hay continuidad fisiológica entre el adolescente y el adulto.

Y porque existe esta continuidad, no hay borrado, sino que debe haber superación.

A pesar, pues, de parecer aguafiestas e impedir la ronda, consideramos indispensable ver el desenvolvimiento de los acontecimientos y hacer la prueba, el examen, de a través de cuáles se verifican, se confirman o invalidan las posiciones políticas fundamentales de ayer, con el fin de permitir, a través de esta verificación, desprender la naturaleza política íntima de tal o cual corriente.

Hemos visto a la Fracción Italiana y a la Izquierda Comunista Internacional dividirse en dos corrientes cuya oposición se irá ahondando y profundizando ante cada suceso. El análisis diametralmente opuesto de los sucesos de julio de 1943, sacará las divergencias del dominio de la especulación teórica para materializarlas en el dominio de la práctica inmediata. La resolución sobre las “tareas inmediatas”, votada por la conferencia de agosto de 1943, formulará nuestra orientación general hacia la acentuación de la reanudación de la actividad en el plano internacional y hacia la construcción del partido en Italia. Pero, mientras la mayoría de la fracción italiana y de nuestra Fracción se inspirarán en esta resolución, en esta orientación en su actividad política, la tendencia Vercesi combatirá violentamente esta orientación y toda la actividad. Partiendo de la “inexistencia social del proletariado” durante el periodo de la economía de guerra, negando su aparición política en los remolinos sociales en 1943, la tendencia Vercesi proclamará la necesidad de la pasividad absoluta hasta que las nuevas condiciones hayan madurado. Sabremos, posteriormente, en qué consistirán las nuevas condiciones. Vercesi se explicará públicamente sobre esto. Éstas consisten en la victoria del bloque anglo sajón, “victoria que debemos desear”.

Y ya que el derrotismo revolucionario de Lenin se transformó en derrotismo del fascismo solamente, y ya que esta derrota del fascismo es la condición (hasta ahora creíamos que ésta no era la condición sino el producto) de la reanudación de la lucha de clases, Vercesi y su tendencia, con el fin de apresurar la maduración de esta condición, proclamarán la necesidad de la coalición con la burguesía “democrática” y antifascista. Con el relevo del gendarme nazi por el relevo del gendarme “democrático” , con el cambio del ocupante, la sustitución de la ocupación imperialista alemana por la ocupación no menos imperialista anglosajona, que se llama la “liberación”, Vercesi y su tendencia encontrarán la plena libertad de acción, de palabra, de prensa 5. Al tomar la iniciativa de la formación del Comité de coalición antifascista con todos los partidos “democráticos” de la burguesía, esta tendencia tradujo a su vez, en la actividad práctica, sus visión teórica.

Se saludará la acción de los “partisanos” en quienes se verá una fuerza de clase. Se enseñará que el antifascismo habría dejado de ser el arma capital en manos del capitalismo para desviar al proletariado y destruir su conciencia de clase, para volverse el arma de emancipación del proletariado; se descubrirá que la coalición con la burguesía no sería ya la traición al proletariado, sino que sería la “táctica indirecta”; se llamará a los obreros a participar en la farsa bufonesca y tramposa de la “depuración”; se hará comprender a los obreros que sus intereses de clase le dictan volverse auxiliares benévolos de la policía y practicar la

“denuncia” de la policía de los “fascistas”; se enseñará a los obreros que la asistencia y la cultura son cosas que están por encima de la lucha de partidos; es decir, de las clases; se hará pasar a los jefes socialistas, traidores en 1914, como amigos y protectores de los obreros emigrados; en fin, se servirá la fraseología marxista como aperitivo en el periódico de la coalición mientras que los platos fuertes serán los llamados al reclutamiento de voluntarios, a la participación en la guerra imperialista, a la victoria de los aliados, a la liberación de la madre patria y a la reconstrucción de la nueva Italia “republicana y democrática”.

La negación de la existencia social y política del proletariado debía conducir a esta tendencia a abandonar las posiciones políticas de la clase y a adherirse directamente a la burguesía. No hay vía mixta o intermedia. O bien contra el capitalismo por la formación del partido de clase, o bien por el antifascismo con la burguesía. La Fracción ha elegido la primera vía. La tendencia oportunista de Vercesi la segunda. Su bancarrota fue total.

Pero no basta con cambiar geográficamente de lugar para borrar tras de sí las huellas de una práctica y política de traición. La conversión y adhesión al partido, aunque contenga la condena de esta política, no ofrece en sí ninguna garantía. Sin embargo, no preconizamos como absolutamente inevitable la exclusión individual . La cuestión es mucho más grave como para poder arreglarse con simples medidas organizativas. No puede encontrar la solución más que en esta alternativa: O bien la tendencia Vercesi ajusticia públicamente, ante el partido y el proletariado, su política de coalición antifascista y toda su teoría oportunista que le ha conducido a esta política; o bien, corresponde al partido, después de una discusión crítica abierta, ajusticiar teórica, política y organizativamente, la tendencia oportunista de Vercesi.

M.

(Continuará)


Notas:

1 Esta primera parte apareció en el número anterior de nuestro boletín (el Nº 34) solamente en la versión francesa. Por el interés que presenta para el debate actual en el campo proletario, hemos considerado hacer el esfuerzo de traducirla, por lo cual podemos presentarla ahora en este número 35 en español (mientras que en el número 35 de la versión en francés estamos publicando ya la segunda parte de este mismo artículo, la cual, a su vez, publicaremos también en español en el próximo boletín).

2 Hoy se puede mostrar que la perspectiva de reanudación revolucionaria que todos los grupos salidos de la Izquierda destacaban no se realizó. Pero este es otro debate. El error de apreciación política común a todos los grupos y militantes de esa época ¡es ahora, sesenta años después, evidente !

3 La conferencia de la Fracción italiana de mayo 1944, en una declaración política, condenó el conjunto de posiciones teóricas y políticas de la tendencia Vercesi calificada justamente de revisionista y oportunista, y ha previsto como inevitable la separación orgánica con esta tendencia. Posteriormente, la tendencia Vercesi justificaría simplemente esta apreciación, al tomar la iniciativa de un comité de coalición antifascista italiano en Bruselas, en el que ha practicado la más vergonzosa colaboración de clase con los representantes de todos los partidos políticos del capitalismo italiano. Por este hecho, la tendencia Vercesi fue excluida de la fracción italiana en 1945.

4 No nos detendremos aquí en todo lo que hay de erróneo, fantasioso, en esta teoría de la economía de guerra y que conduce directamente al abandono del marxismo. Hemos hecho varios estudios en los cuales hemos puesto al desnudo y refutado el fondo revisionista y las conclusiones contrarrevolucionarias de esta teoría. Retomar aquí la crítica nos llevaría fuera del tema. Remitimos al lector a nuestros estudios anteriores y más particularmente al folleto “Nuestra respuesta”.

5 Este hecho es altamente significativo. Mientras que el gobierno belga impide la aparición del periódico trotskista, a pesar de que se unía a la guerra imperialista a través de la “defensa de la URSS”, deja toda libertad e incluso impulsa la aparición de un periódico político de “extranjeros”. Se sabe a qué control tan severo fueron sometidos los emigrantes de países extranjeros durante la guerra, y más particularmente cuando se trataba de emigrantes de un país enemigo, como han sido los italianos. Era necesario que el periódico diera más que garantías, sino que prestara servicios para que tal laxitud se practicara hacia éste.


Fracción interna de la CCI - Boletín 35