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Publicamos aquí la segunda parte del texto aparecido en el boletín anterior sobre las nuevas posiciones que la noción de irracionalidad, defendida por la CCI, le lleva inevitablemente a adoptar. No solamente éstas constituyen un rechazo de las posiciones originales de la CCI, sino también su alejamiento del marxismo. Esta dinámica revisionista se ha apoderado abiertamente de la CCI de manera dominante con ocasión de la crisis organizativa del verano de 2001. Después, no ha hecho sino confirmarse y acelerarse. La conferencia extraordinaria de marzo 2002 –convocada para eliminar y expulsar a nuestra fracción y “resolver” la crisis- marca claramente la dominación ya sin contestación de este revisionismo teórico y político. Es también esto lo que muestra la última parte de este artículo.
Basta con poner lado a lado la plataforma de la CCI con la resolución de su 16º congreso para apreciar la magnitud del giro teórico-político que se está operando en los últimos cinco años en la organización:
En la decadencia, las contradicciones económicas empujan al capitalismo a la guerra, pero la guerra no resuelve esas contradicciones. Por el contrario, las profundiza. En todo caso, el ciclo crisis-guerra-reconstrucción se ha terminado y la crisis actualmente, ante la incapacidad de desembocar en la guerra mundial, es el factor primordial de la descomposición del sistema. Esta continúa, pues, impulsando al sistema hacia su autodestrucción. (Resolución sobre la situación internacional, punto 14. 16º Congreso internacional de la CCI).
En este lacónico punto, la CCI tira por la borda lo esencial de la comprensión de la decadencia del capitalismo:
- Anteriormente, la CCI sostenía que la decadencia del capitalismo se caracterizaba precisamente por el ciclo de crisis-guerra-reconstrucción. Ahora resulta que este ciclo en todo caso (¿?) “se ha terminado”.
- Anteriormente, la CCI sostenía que la única salida histórica que ofrecía el capitalismo para salir de su crisis era una nueva guerra imperialista mundial, tal como la había mostrado ya la historia en dos ocasiones, y se encontraba en vías de mostrarlo por tercera ocasión, si el proletariado no anteponía su propia alternativa revolucionaria. Ahora resulta que “la crisis ya no puede desembocar en una guerra mundial”.
- Anteriormente, la CCI sostenía que la agudización de la crisis económica era el factor objetivo primordial que acicateaba la lucha de clase del proletariado, que “el próximo asalto revolucionario del proletariado será ciertamente la respuesta a la crisis económica abierta en la cual se hunde el capitalismo” (La Decadencia del Capitalismo. Presentación). Ahora resulta que la crisis es el factor primordial de la descomposición del sistema.
Lo menos que tendría que hacer la CCI actual, después de su 16º congreso, es reconocer franca y abiertamente, que la decadencia habría sido sustituida por la “descomposición”, y que, por tanto su plataforma política habría caducado ante ese “nuevo periodo”.
Pero este viraje teórico-político se opera no a partir de este último congreso, como da a entender Revolutionary Perspectives Nº37, sino, como lo hemos ya mencionado, a partir del 2001. Especialmente en la conferencia extraordinara de marzo 2002 la CCI (además de las sanciones en el plano organizativo, especialmente la exclusión definitiva de nuestra fracción) abre de par en par la puerta a toda una serie de desviaciones teórico-políticas en relación a la decadencia y la guerra imperialista.
Primeramente, ironizando de paso contra el BIPR, la conferencia expone una serie de argumentos francamente mediocres, para demostrar la imposibilidad de la formación de un nuevo juego de bloques imperialistas (y de allí la imposibilidad de una nueva guerra mundial):
(...) la tendencia a la formación de un nuevo bloque ha sido frenada de manera significativa por otras tendencias :
- la tendencia de cada nación a llevar a cabo su propia política imperialista “independiente” desde el fin del sistema de bloques de la guerra fría (...)
- la superioridad militar aplastante de los Estados Unidos (...)
- la formación de bloques imperialistas requiere también de una justificación ideológica, sobre todo con el fin de hacer marchar a la clase obrera. Tal ideología no existe actualmente (...)
- el mantenimiento de un curso hacia los enfrentamientos de clase (...)
(Conferencia extraordinaria de la CCI, 2002. 1º abril 2002. http://fr.internationalism.org/book/print/500 )
Sobre la tendencia de cada país a llevar su propia política imperialista. Esto no es ningún argumento válido. El que cada país “lleve a cabo su propia política” no les impide, sino al contrario, les empuja por las buenas o las malas, a buscar aliarse con otros precisamente para defender su propia política. Esto es, por lo demás, una característica ligada al capitalismo decadente. Aquí, la CCI borra, sin mayor explicación, lo que afirmaba en su 13º congreso, ya citado, según el cual “el cada uno para sí y la formación de bloques no son en lo absoluto contradictorios, que los bloques son solamente la forma organizada del cada uno para sí con el fin de canalizar en una explosión única todas las rivalidades imperialistas reprimidas”
Sobre la “superioridad militar aplastante de Estados Unidos”. Aquí, la CCI olvida otro de sus argumentos de siempre: que el gasto militar al que tienen que recurrir las potencias imperialistas termina por desgastarles a plazo, en tanto los competidores pueden “prepararse”, tal como lo vemos en la actualidad de manera cada vez más evidente, es decir, esta superioridad no “contrarresta” sino que acelera la “carrera armantista” y la tendencia a la formación de nuevos bloques.
En cuanto a la “inexistencia de una justificación ideológica”, la misma resolución de la CCI le dedica una gran parte precisamente a la campaña “terrorismo-antiterrorismo” mediante la cual la burguesía justifica sus pugnas y ataques imperialistas, a la vez que la utiliza para someter a los trabajadores y justificar el estado de urgencia, con lo que se muestra cómo la burguesía adelanta sus temas ideológicos con miras a la preparación de un estado de guerra.
Finalmente, el argumento del “mantenimiento del curso a enfrentamientos de clase” deja de lado, sencillamente que este curso, si bien bloquea el estallido de la guerra generalizada, no evita necesariamente la formación de bloques imperialistas.
Con este tipo de “argumentos” improvisados, lo que en realidad refleja aquélla conferencia es la ausencia de cualquier espíritu crítico, debate o reflexión colectiva. Pero esto no es todo.
En esa conferencia se abre también la vía a la negación de la alternativa histórica de guerra o revolución, a cambio de una tercera: el fin de la humanidad enmedio de la descomposición:
“La entrada del capitalismo en la fase final de su declive, la fase de descomposición, está condicionada por la incapacidad de la clase dominante para ‘resolver’ su crisis histórica mediante otra guerra mundial, pero conlleva peligros nuevos y más insidiosos, los de un descenso más gradual en el caos y la autodestrucción. En tal escenario, la guerra imperialista, o más bien una espiral de guerras imperialistas, sería aún el principal jinete del apocalipsis, pero éste cabalgaría enmedio de hambrunas, epidemias, desastres ecológicos a escala planetaria, y de la disolución de todos los vínculos sociales. A diferencia de la guerra imperialista mundial, para que tal escenario pueda llegar a su conclusión, no sería necesario para el capital enrolar y derrotar a los batallones centrales de la clase obrera; estamos ya confrontados al peligro de que la clase obrera pueda ser sumergida progresivamente por todo el proceso de descomposición, y pierda poco a poco la capacidad de actuar como una fuerza consciente antagónica al capital y a la pesadilla que inflinge a la humanidad.” (Conferencia extraordinaria de la CCI, 2002).
Ya hemos fustigado en nuestro boletín suficientemente esta absurda postura, al grado que últimamente la CCI intenta formularla de tal manera que no aparezca tan evidente la desdichada “tercera vía”. Señalemos solamente de paso el absurdo entre lo que acababa de decir la resolución unos párrafos arriba, sobre el “mantenimiento del curso a los enfrentamientos de clase”, y lo que dice ahora acerca de que, al mismo tiempo la clase obrera “se sumerge en la descomposición y está confrontada al peligro de perder su capacidad de actuar como fuerza antagónica al capital”.
Por último, en la conferencia extraordinaria de 2002, se opera inopinadamente un giro político muy importante, en relación a la consideración de las causas de las guerras imperialistas. Por una parte se afirma que en adelante las grandes potencias reconocen que jamás podrán enfrentarse directamente a los Estados Unidos (de allí también que la guerra mundial ya no está al orden del día): “Frustradas [¡sic!] por su inferioridad militar y factores sociales y políticos que vuelven imposible una confrontación directa con los Estados Unidos, las otras grandes potencias multiplicarán sus esfuerzos de impugnación a la autoridad de los Estados Unidos gracias los medios que están a su alcance: las guerras mediante países interpuestos, las intrigas diplomáticas, etc.” (Conferencia extraordinaria de la CCI, 2002).
En otros términos, las grandes potencias, llevarán a cabo una política imperialista, digamos, más controlada, “razonable”. En cambio, las potencias menores, y hasta “señores de guerra imperialistas” sin Estado (¡sic!), serán los más acicateados por “el cada uno para sí”, es decir, serán los que estarán en el centro de las “guerras de la descomposición”: “La fuerza de la tendencia al ‘cada uno para sí’ se ha confirmado estos últimos años con la voluntad creciente de potencias de tercer y cuarto orden, desafíando frecuentemente la política americana (Israel en Medio Oriente, India y Paquistán en Asia, etc.), de jugar su propia carta. Una nueva confirmación la ha proporcionado el aumento de los “señores de la guerra imperialista” como Bin Laden, que buscan jugar un papel mundial y no ya solamente un papel local, incluso aunque no controlen un Estado en particular.” (Conferencia extraordinaria de la CCI, 2002).
Anteriormente, la CCI, con el conjunto de la izquierda comunista, consideraba que –si bien todos los países actualmente son imperialistas-, los principales promotores de la guerra eran las grandes potencias, las que arrastraban tras de sí al resto. Pero ahora, según la CCI, con la descomposición esta tendencia se ha invertido: mientras los pequeños países se lanzan al “cada uno para sí”, desafían a la primera potencia mundial, y provocan guerras, esta última, junto con las otras grandes potencias no solamente ya no tienden a una guerra mundial y renuncian prácticamente a sus intereses imperialistas, sino que se convierten en las principales promotoras del “orden” contra el “caos y la descomposición”. Esta postura abre una brecha al oportunismo político.
La primera aplicación de esta nueva orientación política de la CCI vino pocos meses después, en relación a la amenaza de guerra entre India y Pakistán. No solamente se analizó el conflicto desde el ángulo de una pugna estrictamente entre estos dos países (es decir, sin tomar en cuenta causas y repercusiones imperialistas regionales y mundiales, como acostumbraba hacerlo la CCI), sino que se hace aparecer a las grandes potencias, y en particular a los Estados Unidos, como las principales promotoras de la paz:
(...) las burguesías de los países desarrollados, americana y británica a la cabeza, se han inquietado realmente por la posibilidad de un escenario catastrófico en el que podrían resultar millones de muertos. Y habrá sido necesario, (...) que los Estados Unidos utilizaran todo su peso enviando al secretario de Estado de defensa, Donald Rumsfeld, a Karachi, y mediante la intervención directa de Bush ante los dirigentes indios y paquistaníes, para hacer bajar la tensión (...)
Actualmente, las grandes potencias, con Estados Unidos a la cabeza, están ciertamente muy inquietas por la posibilidad de ver estallar una guerra nuclear entre la India y Paquistán, pero no por razones humanitarias, lejos de ello. Están ante todo preocupadas por impedir que se desarrollo una nueva etapa, que sería sin precedentes, en la agravación del ‘cada uno para sí’ que reina en el planeta desde el hundimiento del bloque del Este y la desaparición del bloque rival del Oeste.” (Amenaza de guerra nuclear entre India y Pakistán. Revista internacional 110, firmado ZG, 18 juin 2002).
Vemos aquí ya todo el sentido político profundo de la afirmación según la cual la guerra imperialista mundial ha dejado de ser la alternativa del capitalismo: la negación de la política imperialista de las grandes potencias. Como, según la CCI actual, las grandes potencias ya no son las principales promotoras del cada uno para sí, y mucho menos de las guerras imperialistas, entonces, antes de sus intereses imperialistas, estaría ante todo (¡sic!), su preocupación porque no se desarrolle más el cada uno para sí y nuevas guerra catastróficas. Y todo esto en condiciones en que, según el mismo artículo:
“A nivel local, en el sur de Asia, la clase obrera no muestra una combatividad capaz de parar una guerra. A nivel internacional, la clase obrera es impotente en la hora actual ante el capitalismo que se despedaza, con el peligro de ver millones de muertos tapizar en pocos minutos el suelo de una región del planeta.”
Como lo hemos denunciado anteriormente, con esta posición, la CCI abre la puerta a la idea de que, si el proletariado no es capaz de impedir una guerra imperialista (y tal parece, siempre según la CCI actual, que no es capaz), habría que permitir, exigir o apoyar a una potencia para que lo hiciera, con el argumento de que “en todo caso” sería preferible evitar una catástrofe humanitaria con miras a poder continuar “en el futuro” la lucha de clases. Es decir, abre la puerta a la colaboración de clase.
Finalmente, la división de la burguesía en dos fracciones que ha inventado la actual CCI, una que estaría por el “cada uno para sí”, la guerra y el caos, y otra que por el contrario buscaría la paz, el orden y contrarrestar ese “cada uno para sí”, da paso cada vez más a una “nueva” noción teórica en la CCI, según la cual la principal división de la burguesía sería entre dos tipos de fracciones: una racional y responsable; otra irracional e irresponsable. Con esto la noción de “irracionalidad de la guerra” no solamente ha cobrado un nuevo impulso, sino un significado completamente diferente.
Anteriormente, el sentido de “irracionalidad de la guerra” venía de que ésta “no tenía razón de ser”, “no era históricamente necesaria”, ya fuera desde el punto de vista de la sociedad humana en general o incluso del mismo capitalismo. Ya abordamos anteriormente este significado. Pero desde hace algunos años, ese significado se entremezcla con otro, con el sentido de que la guerra es ocasionada por fracciones o individuos “irracionales”, en el sentido literal de que estos no piensan, son irresponsables o están verdaderamente locos.
Este nuevo significado de la noción de “irracionalidad” aparece ya claramente, por ejemplo, en la posición de la CCI sobre los atentados terroristas de Madrid en 2004:
“El terrorismo no es un hijo bastardo del capitalismo, es su hijo legítimo, del mismo modo que la guerra imperialista; y más el capitalismo se hunde en la fase final de su declive, la fase de descomposición, más el terrorismo está destinado a volverse más salvaje e irracional (...) A medida que la descomposición de este sistema avance, más engendrará fracciones irracionales e irresponsables, que alimenten a los grupos terroristas, los señores de la guerra y los gángsteres locales que son capaces de adquirir armas cada vez más destructivas, así como también cada vez más quien les respalde para sacar provecho de sus crímenes. Después del derrumbe de las Torres Gemelas escribimos: ‘Es imposible decir con certeza actualmente si Osama Bin Laden es realmente responsable del ataque a las Torres Gemelas, tal como le acusa Estados Unidos. Pero si la hipótesis de Bin Laden resultara cierta, entonces se trataría
verdaderamente de un caso de pequeño señor de la guerra que se escapa del control de sus amos’ (Rint 107). Esta es una típica expresión de la generalización de la barbarie: completamente aparte de saber qué potencia imperialista o fracción de la burguesía se beneficia de ésta o aquélla acción terrorista, éstas últimas tienden cada vez más a escapar de los planes establecidos por quienes inicialmente las concibieron” (CCI, 19 marzo 2004).
Por una parte, se dice que el terrorismo es “irracional” en el sentido de que no tiene razón de ser, no tiene causa ni objetivo, ni es necesario. Por otra, se afirma que es obra de las fracciones irracionales, tipo Bin Laden, que hace surgir la “descomposición” y que están fuera del control de las grandes potencias. Detrás de la aparente tremenda condena hacia el terrorismo, lo que se encuentra es, nuevamente, una exculpación hacia las grandes potencias imperialstas, ya que ¡no promoverían un “terrorismo irracional”, ni serían ellas mismas “irresponsables”, ni tendrían el control de los grupos terroristas, ni marcharían a la guerra generalizada! En este punto, la CCI actual tiende a convergir peligrosamente con el discurso del propio Bush, con la propaganda burguesa en boga que justifica la actual política imperialista de las grandes potencias con el argumento de la defensa de la paz y el “combate al caos”, al “terrorismo irracional” y a los “Estados irresponsables”. ¿No acaso Bush está buscando el medio de aplastar a Irán, acusado de fomentar el terrorismo salvaje e irracional y el peligro de una guerra nuclear regional?(1)
Así, en la misma medida en que la CCI actual arroja por la borda sus posiciones de principio sobre la decadencia, la guerra imperialista, la alternativa histórica... produce “novedades” teóricas que, a fin de cuentas ni siquiera son tales novedades, sino una calca de la ideología burguesa adornada con retazos de las posiciones marxistas que aún conserva. Así, prosigue su caída cada vez más pronunciada hacia el abismo del oportunismo. Pero todavía no toca fondo.
Notas:
1 Por si no fuera suficiente, esta supuesta división de las burguesías nacionales entre fracciones “racionales” e “irracionales” tiene, además, su complemento en la nueva división que según la CCI se da en el plano de cada burguesía nacional, también entre fracciones más o menos “irracionales” supuestamente según tiendan más al “cada uno para sí” o a la “defensa del interés nacional de la clase como un todo”. Es a partir de esta noción como ha analizado, por ejemplo, los últimos procesos electorales en Francia, Estados Unidos, México, etc. Nuevamente, se abre la puerta al oportunismo, es decir, a la posibilidad de concluir con que, finalmente, vale más elegir a la fracción “más racional y responsable” (de lo contrario, no se entiende cuál sería la “razón” de la CCI en empeñarse tanto en tratar de definir esa supuesta división).
Fracción interna de la CCI - Boletín 35