Home  

HUELGA EN LOS TRANSPORTES PÚBLICOS EN NUEVA YORK:
UNA CONFIRMACIÓN, UN SÍMBOLO Y UN ANUNCIO

"Más de 33,000 conductores del metro, trabajadores de los transportes y conductores de autobús han dejado de trabajar a las 12:01 horas [el 20 de diciembre de 2005]. Este paro ilegal ha obligado a millones de neoyorquinos a ir a pie al trabajo bajo una temperatura glacial, y ha costado a la ciudad una suma estimada en 400 millones de dólares en la semana previa a navidad.

Los primeros signos de mejora en las relaciones aparecieron ayer por la noche, cuando el señor Toussaint dijo que los miembros estaban listos para regresar al trabajo si MTA (Autoridad del Transporte Metropolitano) dejaba de lado su pretensión de que los nuevos obreros contribuyeran con el 6 % de su salario para sus propios planes de retiro, una propuesta de la que se esperaba que MTA pudiera economizar 20 millones de dólares en tres años” (del sitio Internet “Times Online” 22 de diciembre de 2005). Tales son los hechos en cifras, tal como fueron informados por casi todos los medios de difusión burgueses.

Tres días de huelga en la ciudad símbolo del capitalismo, más de 33,000 obreros en huelga, el tráfico bloqueado la semana anterior a navidad, los neoyorquinos obligados a ir al trabajo a pie o por otro medio a distancias importantes (¡hasta 40 kilómetros del domicilio al lugar de trabajo!) un frío de muerto, y una población mayoritariamente comprensiva (o más) hacia los huelguistas.

Agreguemos el hecho de que esta huelga es ilegal, que los sindicatos han hecho todo para impedirla, y después para limitarla lo más posible; agreguemos también las reacciones de desprecio e histéricas del alcalde de la ciudad Michael Bloomberg y del gobernador del estado de Nueva York G. Pataki, las amenazas de enormes multas y penas de prisión para los huelguistas, etc. y se podrá medir la importancia del acontecimiento.

Las condiciones de la huelga: mismas causas, mismos efectos

En este fin de año, la dirección de los transportes de la ciudad de Nueva York (MTA) y el sindicato TWU negociaban los convenios colectivos para los próximos años. La MTA (Autoridad del Transporte Metropolitano) quería atacar el salario indirecto de los obreros (aumentos en los pagos que hacen los asalariados para cobertura médica y cotizaciones de pensión). El pretexto era, como en todas partes del mundo, que la empresa estaba en dificultades financieras y que ese aumento en las cotizaciones permitiría mejorar la situación de la empresa. Además, la dirección pretendía también hacer pasar la edad de retiro de 55 a 62 años y los años para tener derecho de 25 a 30; lo que recuerda las medidas que han tomado las burguesías europeas estos últimos años (con las mismas reacciones de rechazo por parte de los obreros). Desde días antes, la presión subía entre los empleados de los transportes de la ciudad, a tal punto de que el jefe sindical local, Roger Toussaint, para no arriesgarse a perder el control del movimiento, se vio obligado a rechazar las “propuestas” patronales y llamó a la huelga desde el martes en la mañana, después de una larga negociación el lunes por la noche. A pesar de la oposición y la tentativa de hacer abortar la lucha por parte de la dirección nacional de TWU, decenas de miles de obreros del metro y los autobuses, encolerizados y dispuestos a combatir, pararon el trabajo inmovilizando a la ciudad.

Para captar la importancia de tal conflicto, es importante tomar en consideración, en primer lugar, el hecho de que la actual y rápida agravación de la crisis económica del capitalismo mundial impone, a todas las burguesías nacionales, instaurar de manera casi simultánea, políticas de la misma naturaleza, si no es que idénticas y esencialmente centradas en el ataque frontal a las condiciones de vida de la clase obrera. Estos últimos años y en este mismo momento, el sector de los transportes particularmente, en los principales países capitalistas, ha sido un blanco elegido por la clase dominante y sus Estados. He ahí porqué, como respuesta, se desarrollan huelgas frecuentemente masivas, y porqué la vida de las grandes metrópolis de estos países se ven cada vez más frecuentemente bloqueadas por los paros de labores determinados en los metros y autobuses.

Frente al movimiento en el metro de Nueva York, las primeras reacciones por parte de la burguesía estadounidense han estado a la altura de lo que está en juego:

- El primer personaje del país, el presidente Bush, habló personalmente apelando “a las partes a reencontrarse y resolver sus diferencias”.

- El alcalde de la ciudad Bloomberg inició inmediatamente un juicio porque la huelga está “prohibida” para los empleados de la ciudad.

- Al día siguiente, la Corte Suprema del estado de Nueva York impuso una multa de un millón de dólares por día al sindicato porque “una ley de 1967 prohíbe a los servicios públicos hacer huelga”.

- Vociferando y gesticulando; Bloomberg se dirigió así a los huelguistas: “ésta debe cesar y cesar inmediatamente”, “no hay nada que ganar en una huelga. Esta huelga es ilegal, ustedes infringen la ley y no se cómo se lo van a explicar a sus hijos”. “No reanudaremos las negociaciones a menos que esta acción ilegal cese. Punto final”. Y no dejó de tratarlos como granujas, de acusarlos de ser “egoístas”, de actuar de forma “innoble” y de comportarse “deshonestamente” demandando a la justicia burguesa imponerles individualmente pesadas multas por cada día de huelga (25,000 dólares por el primer día).

- Los medios de difusión burgueses -particularmente la cadena de televisión Fox news y la prensa escandalosa de Murdoch- desencadenaron una campaña rabiosa, despreciable, odiosa, y de una violencia inusitada contra los obreros, abiertamente considerados como terroristas secuestradores de rehenes, campaña que desarrollarían durante varias semanas;

- El remate lo dará la dirección de la central TWU: aprueba la política antiobrera prevista por la MTA y que prendió fuego a la pólvora; a pesar de su sindicato local, se declaró de lleno contra la huelga, a la que denunció violentamente como “ilegal”, “no autorizada”, y esto abiertamente ante el juicio mencionado más arriba y utilizando los poderosos medios de que dispone el sindicato (prensa, sitio internet...)

Durante los tres días de huelga, las negociaciones van a ir, sin embargo, en buen sentido entre el bonzo Toussaint y la MTA. Al final se obtiene un acuerdo que acepta un aumento de salario del 11 % en tres años a “cambio” de un descuento de 1.5 % de salario para los retiros.

¡El acuerdo debe haber sido tan mal recibido por los obreros al punto que la prensa de EUA decía abiertamente que “Toussaint va a tener ahora que vender a la base!”.

Sin embargo, el trabajo se reanuda gracias, particularmente, a una pequeña maniobra de la dirección que acuerda para los trabajadores más antiguos el reembolso de una parte de su plan de ahorro de retiro anterior.

Es claro que los obreros han vuelto al trabajo sin haber obtenido lo que ellos buscaban, pero también, y sobre todo, cargados de una experiencia considerable.

Veamos ésta más de cerca.

Una lucha símbolo

Esta lucha, por todos sus aspectos, no es solamente una manifestación, un signo de la fase de reanudación de las luchas del proletariado mundial, emprendida desde el año 2001, es un símbolo, un momento significativo.

En el plano de la cólera y determinación de los obreros en lucha, es claro que hemos asistido a una lucha remarcable, masiva, que implicó a la inmensa mayoría de los trabajadores de la empresa, lejos de las que montan frecuentemente, de todo a todo, los sindicatos en Europa, apoyándose en una “minoría de bloqueo”. Los 33,000 huelguistas neoyorquinos, además, se han mantenido firmemente durante tres días, a pesar de las manipulaciones sindicales repetidas, de las amenazas de sanciones enormes, de una incesante y ensordecedora campaña de denigramiento por parte de la burguesía, lanzada por todos los medios disponibles.

En el plano de la popularidad de la huelga hubo, por lo menos, una recepción favorable por parte de la población, a pesar de que sufría importantes inconvenientes, e incluso reacciones de solidaridad obrera por parte de algunos maestros, bomberos y otros empleados de la municipalidad, que comprendían que esta lucha les concernía, debido a que les esperaban las mismas medidas. Durante estos tres días, los habitantes de la ciudad de Nueva York que fueron “castigados” por la ausencia de transporte público mantuvieron, ampliamente, una simpatía, una comprensión hacia los huelguistas, a pesar de que las campañas de denigramiento eran considerables.

¿Fue la preocupación de llevar a cabo “una política de diálogo” la que triunfó y condujo a las autoridades burguesas a evitar la ejecución de todas sus amenazas de represión? ¡Seguramente que no! No perdamos de vista que esta huelga se ha desarrollado en un país donde las “relaciones sociales” son tradicionalmente muy duras, donde la clase dominante jamás ha tenido remordimientos frente a los movimientos sociales ni ha vacilado en utilizar contra ellos los medios más brutales y salvajes, tales como colocar piquetes de rompehuelgas a las puertas de las fábricas en huelga, enviar batallones de policías a “cazar huelguistas” y multiplicar los arrestos (que conllevan, por supuesto, enormes multas, condenas y prisión). Recordemos especialmente la manera en que los controladores aéreos en lucha, a principio de los años de 1980, fueron tratados por la administración de Reagan: No vaciló en despedir, de un golpe a 11,000 huelguistas y reemplazarlos por el ejército.

No perdamos de vista que, finalmente, la lucha de los proletarios neoyorquinos se confronta contra el Estado más poderoso del mundo, el cual conduce actualmente empresas guerreras de envergadura, especialmente en Irak y Afganistán y que, por esto, no tiene necesidad de tener que enfrentar además “un frente interior”. El hecho de que, a pesar de sus amenazas, los representantes de las autoridades no pudieran llevarlas a cabo, el hecho de que la MTA se haya visto también obligada a ceder en algunas de las reivindicaciones de los huelguistas, incluso el hecho de que la huelga mantuviera un aspecto pacífico a la vez de ser muy combativa, que los obreros lograran formar piquetes de huelga, reuniones e incluso mítines de masas (el 19 de diciembre por ejemplo) ante los edificios de algunas autoridades municipales, sin que se les enviara la policía, todo ello muestra la fuerza potencial de este movimiento, no solamente la de los obreros de los transportes de Nueva Cork, sino más generalmente el estado de espíritu que comienza a aparecer en la clase obrera en los Estados Unidos.

Todo ello muestra también que la burguesía estadounidense debe actuar con cautela en tanto que la situación militar en Irak se desmorona, que la población (y la clase obrera en primer lugar) comienza a desprenderse del veneno patriótico y que la situación económica muestra signos de debilidad. No olvidemos que esta lucha es la continuación de movimientos en otros sectores, especialmente del automotriz (General Motors, etc.) y de la industria aeronáutica (Boeing). Y se sabe lo que significa el que una clase obrera sometida durante meses a una campaña patriótica y guerrera comience a situarse en su terreno de clase, comience a plantearse el problema de defender sus condiciones de vida, trabajo y salario.

Por ello, la lucha en el metro es ya ejemplar. Pero también hay que tomar en cuenta el aspecto internacional, no solamente en el sentido de que una huelga en la ciudad de Nueva York adquiera un significado particular, sino también por el hecho de que esta lucha, en este sector precisamente, sucede a continuación de las luchas que hemos visto desarrollarse en Europa y otras partes, de las cuales muchas sostenían precisamente el mismo tipo de reivindicaciones, frente al mismo tipo de ataques (tiempo de vida activa, nivel de pensiones de retiro y aumento de cotizaciones, cotizaciones por enfermedad y nivel de reembolso, etc… en resumen, el conjunto de lo que se llama el salario diferido). Para todos los obreros del mundo, el hecho de que sus hermanos de clase americanos hayan entrado en lucha durante tres días, que las amenazas y sanciones de que fueron objeto no les hayan impedido proseguir la lucha, es algo que queda y quedará inscrito en las memorias. La primera potencia del mundo, el país que lleva a cabo una guerra en Irak y otra en Afganistán, que mantiene un ejército y una policía equipados y entrenados para no hacer concesiones, cuyas leyes son las más estrictas y aplicadas con tal rigor que las prisiones desbordan, el país conocido por tener duras relaciones sociales y donde el derecho de huelga está estrictamente reglamentado, el país donde el “éxito” social es el criterio de los criterios, este país, este Estado ha tenido que recurrir a la negociación después de haber amenazado a los huelguistas con las peores sanciones. Esto es revelador del aumento de las tensiones sociales en los Estados Unidos, como en todas partes del mundo.

No nos hacemos ilusiones, al igual que tampoco lo hacen manifiestamente los empleados de la ciudad de Nueva York, sobre la validez y duración de los acuerdos concluidos. Sabemos, como los obreros de los transportes, los bomberos y los maestros de la ciudad, que las pequeñas ventajas obtenidas o mantenidas, no valen más que el papel sobre el cual han sido firmadas, no más que la palabra de los responsables de la ciudad o del sindicato.

Pero, indudablemente, la principal victoria de la lucha, como decía Marx en El Manifiesto del Partido Comunista, no son las adquisiciones inmediatas, sino la experiencia adquirida y la unidad creciente de los trabajadores. Y cuando se trata de los Estados Unidos y de Nueva York, la ciudad símbolo, esta unidad va más allá del país, concierne a todo el mundo.

Los primeros ecos se hacen escuchar

La reanudación obrera que se ha manifestado desde 2001 con las luchas en Argentina no se desmiente, sino al contrario. Nuestra fracción se esfuerza por seguir su evolución, zigzagueos y dificultades desde esa fecha, y de intervenir cada vez que nuestras fuerzas y la situación lo permiten.

Francia, Italia, Gran Bretaña, Alemania, han sido las etapas importantes de esta reanudación. Cada vez, hemos analizado las cuestiones que se plantean a nuestra clase, buscando aportar respuestas y orientaciones, incluso generales. Las características de estas luchas están ligadas, desde luego, al largo del reflujo desde el principio de los años 1990. Están ligadas también, y tal vez sobre todo, a la situación inextricable en la cual se encuentra la clase dominante. Atrapada entre la necesidad imperiosa de preparar muy directamente la guerra generalizada y los ataques que para ello debe asestar a la clase obrera, la burguesía lucha, de alguna manera, en dos frentes. No tiene los medios materiales para retrasar las medidas antiobreras, y debe al mismo tiempo consagrar una buena parte de sus medios financieros y de sus preocupaciones a defender sus intereses imperialistas en todos los terrenos en que son atacados o amenazados por los competidores adversarios.

Las cosas se clarifican, en cierto sentido, ya que los presupuestos sociales deben reducirse al mínimo, en tanto que se vuelve evidente que la clase dominante y su sistema nos arrastra hacia la guerra. Es el sudor, las lágrimas, y la sangre que prometía Churchill hace 65 años lo que está de nuevo al orden del día.

Pero esta vez, la clase obrera no sale de la derrota histórica que siguió al Octubre Rojo de 1917. El proletariado está presente en el escenario histórico y esto es lo que muestran las luchas que vemos desarrollarse desde hace algunos años.

Si hacía falta una prueba adicional de que esta reanudación esta viva, de que los obreros de los transportes de Nueva York son solamente la etapa más reciente, y que seguramente no se necesitará esperar mucho tiempo antes de que estos sean emulados: se sabe que los obreros del metro londinense han entrado en huelga, a su vez este fin de año 2005, con el mismo tipo de reivindicaciones.

Damos la bienvenida a este “artículo de importación” made in USA y esperamos firmemente que, por ejemplo, las medidas anunciadas por la canciller Merkel en Alemania no tarden en hacer llegar al corazón de Europa y de su proletariado las lecciones de nuestros camaradas neoyorquinos.

La Fracción (10 de enero de 2006).


Fracción interna de la CCI - Boletín 34