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Presentación del boletín 34

En este número 34 de su boletín, nuestra fracción aborda en primer lugar los desarrollos de la situación internacional. Las tensiones que se han manifestado entre Rusia y Ucrania en relación al suministro de gas (ver toma de posición en este boletín), muestran que la lógica de marcha a la guerra de la burguesía, en la que el proceso de bipolarización imperialista constituye uno de los eslabones, sigue en marcha.

Esta tendencia irreprimible del imperialismo se manifiesta de manera cada vez más fuerte, más determinada, y no son los azares que pueden suceder en las relaciones cotidianas (de los que no se conoce más que los sobresaltos debida y voluntariamente mediatizados que transmiten los medios de información) entre los diferentes países lo que nos desmentirá. Rusia defiende, por supuesto, sus propios intereses imperialistas, pero es claro que solamente puede hacerlo en el marco de un “acercamiento” hacia Alemania. Esta última, desde la elección de Angela Merkel como canciller, parece, si se observa de manera superficial, cuidadosa de no importunar a los Estados Unidos, de tomar distancia de una Francia en la que Chirac se esfuerza, con ocasión de su discurso de año nuevo, de jugar al valiente y agitar su sonaja nuclear; pero la realidad concreta de los imperativos económicos e imperialistas les obliga a unos y otros a seguir una política dominada por su necesaria “alianza” con la cabeza del polo imperialistas que se dibuja. Una lógica de hierro se impone a estos dos países, como a los demás, y se puede observar por todo el mundo una gran cantidad de situaciones en donde, en última instancia, son las tendencias y los efectos de esta bipolarización los que se expresan (África, América Latina, Medio Oriente, Asia, etc.).

Esta lógica de bipolarización, que es una de las manifestaciones del proceso de preparación burguesa para una tercera guerra mundial, va acompañada de violentos ataques contra la clase obrera y sus condiciones de vida y trabajo. Pero, por supuesto, existen las reacciones de la clase obrera contra estos ataques.

Hemos señalado y analizado la dinámica de reanudación de las luchas obreras desde el comienzo de la década: Argentina 2001, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, etc., a partir de 2003... A pesar de las dificultades, esta reanudación se confirma también con las luchas que se desarrollan, especialmente en los Estados Unidos con la huelga de los obreros de los transportes de Nueva York en diciembre pasado (ver artículo “Huelga en los transportes públicos de Nueva York: una confirmación, un símbolo y un anuncio”). Esta lucha es eminentemente significativa por más de un aspecto; por ejemplo, los motivos de la huelga y sus objetivos son los mismos que los de las luchas que se han llevado a cabo en Europa y otras partes, desde hace algunos años, pero además, esta lucha se desarrolla en un país en el que la burguesía lleva a cabo abiertamente la guerra.

Estas luchas expresan, por parte de nuestra clase, una necesidad de clarificación, y de allí, les confieren a las minorías comunistas una obligación de intervención, de claridad, de compromiso en el interior de su clase. Una obligación, también, de seriedad política, el deber de trabajar resueltamente por el reagrupamiento de las fuerzas, de delimitación, para retomar la expresión de Lenin, en su combate por el Partido.

Esta cuestión está en el centro de las discusiones que nuestra fracción lleva a cabo con el BIPR. El debate y la confrontación fraternales de las posiciones de base del BIPR y la CCI –de la CCI “histórica” y no las de su liquidación actual- sobre el partido comunista y su relación con el proletariado es una oportunidad “histórica” –estamos convencidos de ello- para superar las falsas divergencias y las incomprensiones; para avanzar en el sentido de la clarificación política y el reagrupamiento organizativo. Este debate tiene como función delimitar las fuerzas comunistas que se orientan hacia la construcción del partido, ante las fuerzas “antipartido”, consejistas y oportunistas, que le dan la espalda cuando no se oponen directamente a ésta. En tal sentido, no debe limitarse solamente al BIPR y nuestra fracción: todos los elementos y grupos comunistas serios deben inscribirse y participar en este debate.

En el número anterior de este boletín, publicamos una toma de posición del BIPR sobre esta cuestión, así como una síntesis de las discusiones que hemos tenido con una delegación del Buró. Como el lector habrá podido constatarlo, la discusión de ese texto fue la ocasión para clarificar una serie de cuestiones y definir puntos de acuerdo que nos parecen fundamentales, los cuales permiten “superar” muchas incomprensiones y desacuerdos pasados entre la “verdadera” CCI y el BIPR.

Ahora, publicamos en este boletín la primera parte de un texto de Internationalisme (órgano teórico y de discusión de la Izquierda Comunista de Francia) de enero de 1946, sobre la espinosa y siempre difícil cuestión de la organización y el reagrupamiento. La publicación de este texto se inscribe, pues, como un momento del debate y la clarificación política que tenemos con los camaradas al volver, esta vez sobre los verdaderos desacuerdos “históricos”, de origen, entre la CCI y el BIPR sobre las condiciones de la constitución del Partido Comunista Internacionalista en Italia a partir de 1943.

Así, pues, es un debate serio el que se desarrolla sobre esta cuestión, y debe volverse una referencia para el conjunto de las fuerzas comunistas y los elementos en búsqueda, en breve, para lo que llamamos el “campo proletario”.

En esta situación histórica, de agravación de los preparativos guerreros imperialistas, ataques contra el proletariado mundial, nueva dinámica de confrontación política y reagrupamiento de las fuerzas comunistas, una vez más debemos, lamentablemente, revelar que la CCI actual se conduce exactamente en sentido opuesto no solamente a las necesidades del momento, no solamente en contradicción flagrante con la tradición de la cual todavía osa reclamarse, sino también y sobre todo en una lógica mortífera, en la que el oportunismo político del que sufre desde hace ya varios años se manifiesta bajo la forma más caricatural de la liquidación, ¡de la destrucción!.

En efecto. Si bien es el oportunismo en su versión “revisionista” el que se expresa en sus nuevas y aventuradas (¡y cuánto!) “teorías” sobre la pretendida “irracionalidad de la guerra” (ver artículo Del análisis marxista a la ideología de Bush: La posición de la CCI actual sobre la guerra imperialista mundial, del cual publicamos la primera parte en este número) se puede decir que a este nivel, por lo menos el delirio todavía tiene un vestido (o un disfraz).

La ventaja, en cierto sentido, es que al buscar situarse en un terreno político el oportunismo muestra la punta de la oreja; el lector menos advertido verá que esta supuesta “irracionalidad” no es más que la manifestación del santo horror del pequeñoburgués ante la cruda realidad del capitalismo y de su impotencia para llevar a cabo el combate. “¡Es irracional! dice éste. “¡No tiene ningún sentido! ¡No es posible luchar en tales condiciones!”. Y para justificar la habitual renuncia de los pequeñoburgueses, llama a la clase obrera... a seguir su ejemplo, a renunciar.

Parafraseando a Lenin (sí, ¡otra vez él!) podríamos decir a estos liquidacionistas: “¡Sí, señores!, ustedes son libres no solamente de inventar nuevas teorías nebulosas para justificar su deserción. Pero entonces suéltennos la mano, no se aferren al nombre de una organización (la CCI) de la cual traicionan cotidianamente las bases de principio y no ensucien la gran palabra de Izquierda comunista...” (libre interpretación de ¿Qué hacer? de Lenin, capítulo “Dogmatismo y libertad de crítica”).

Decíamos, pues, que la ventaja de la versión revisionista del oportunismo es que es visible, incluso política, en cierto sentido. Pero es diferente la versión “liquidadora”, destructiva de este mismo oportunismo. Porque se trata de un trabajo de zapa y demolición sistemática el que se ha puesto en marcha con los artículos de la Revista Internacional a propósito de la política de reagrupamiento del BIPR. Aquí, en efecto, no se trata ya de argumentos políticos, sino de vulgaridades psicologizantes subfreudianas. Aquí, las orientaciones, las posturas, los análisis políticos de las corrientes y organizaciones a las cuales se refiere la CCI no se determinan por su validez o no validez concreta y práctica, por su adecuación o su inadecuación en relación a las fuerzas reales en juego, sino que se juzgan por las intenciones, los sentimientos, el carácter y la nerviosidad de tales o cuales individuos. Las organizaciones y militantes no se sitúan ya en función de concepciones política y convicciones, sino según criterios que revelan su “mundo interior”, como el “afecto” o la “decepción”. ¡Esto daría risa, si no fuera tan terriblemente triste y desprovisto de todo interés para el joven lector en búsqueda de clarificación política!

Frente a la versión revisionista del oportunismo, el combate político tiene un sentido y puede ser útil para las nuevas generaciones de obreros en búsqueda de coherencia; frente a la versión liquidadora de este mismo oportunismo, no queda más que una salida, un solo arma: la denuncia intransigente.

¡Estén seguros que la fracción se dedica y seguirá dedicándose a ello!

La Fracción, 7 de febrero de 2006.


Fracción interna de la CCI - Boletín 34