Campaña por el referendo en Francia
LA BURGUESÍA REFUERZA SU DISPOSITIVO ANTIOBRERO

Como en un escenario bien preparado se asiste, en Francia, con la campaña por el referendo sobre la Constitución europea, a una gran movilización de todas las fuerzas con que cuenta la burguesía.

Para la ocasión, las convocaron para que convencieran al ciudadano-elector de presentarse en las urnas. Hasta los anarquistas de Alternativa Libertaria desde hace casi seis meses exigen que cada ciudadano europeo sea consultado (1).

Votar masivamente, tal es pues, la cantinela.

Para dar cuerpo a la campaña, los medios de difusión nos llenan de sondeos, encuestas de opinión, sabios análisis políticos respecto a lo que querrían hacer pasar como una cuestión de importancia crucial para el porvenir de Francia, del continente europeo, si no es que para el mundo entero. ¡Y serían los electores franceses los que tendrían tal poder entre sus manos!

Se ha visto al PS ofrecernos el espectáculo de su voto interno, se ve al partido del presidente, el UMP, pronunciarse oficialmente por el “sí” en tanto que varios de sus tenores ostentan –o disimulan mal- su elección opuesta, han vuelto a sacar hasta al zopenco Pasqua, al marqués vendeano De Villiers, al espantajo Le Pen… para esta representación. Para defender el “no” social, hasta “obrero”, se encuentra al frente de la escena a socialistas “opositores”, “rete-radicalizados” con un PCF resucitado, seguidos por el cortejo completo de trotskistas, anarquista y otros altermundialistas.

Se dramatiza a ultranza a golpe de porcentajes de intenciones de voto, publicados regularmente como si se tratara de conjurar al espectro de la indiferencia porque muchos se dicen que el reto no está verdaderamente allí donde nos dicen.

Un referéndum muy oportuno

Cuando la burguesía hace tal alboroto con el cuento de “vota, sí o no, pero vota” hasta el punto en que se podría pensar que el resultado del voto le importa menos que la cantidad de boletas colectadas, entonces, efectivamente hay razones para desconfiar. Cuando despliega tantos esfuerzos para organizar tal escándalo, es que mediante y más allá incluso de esta consulta, encuentra su beneficio. Y es en efecto una sucia maniobra la que se está organizando contra la clase obrera.

1º. Poner un freno al descontento social creciente

Al hacer alarde de esta campaña sobre el referendum durante varios meses, con redoblada fuerza , la burguesía espera a la vez que ganar tiempo, desviar las manifestaciones de descontento que aumentan: manifestaciones de calles, huelga de correos, de hospitales, descontento de los estudiantes difícil de frenar, represión policíaca contra los manifestantes, lo que a su vez no hace sino engendrar rechazo y náuseas entre todos los asalariados. Y en el centro de este descontento, está el rechazo a los despidos, al evidente aumento del tiempo de trabajo (mediante el trabajo gratuito el día de Pentecostés, del reajuste de la ley de las 35 horas...) y a la constante disminución del nivel de vida obrero que gobierno y patronos tienen cada vez más dificultades para ocultar. La clase dominante espera enfrentar así cuidadosamente a un inmenso malestar aún difuso, pero que toma un carácter global. ¿Es casualidad que todas las herramientas de “comunicación” oculten estos movimientos sociales al máximo para privilegiar solamente los “debates” sobre el referéndum?

Para quien no ve en este ambiente de impugnación generalizada más que una sucesión de luchas aisladas, la situación es incomprensible; pero para quien se esfuerza por vincular este movimiento de fondo con las luchas obreras iniciadas en 2001 en Argentina, continuadas por las luchas en Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, entonces el hilo conductor se vuelve evidentemente el de una confirmación de la reanudación de las luchas obreras. En cuanto a la burguesía, ésta ha integrado perfectamente esta amenaza y utiliza todas sus armas para que reine, de nuevo, el espíritu de sumisión y la calma social.

Esta amplia campaña que durará hasta la víspera de las vacaciones de verano constituye una oportunidad para ocupar el terreno, todo el terreno, e intentar así, si no frenar totalmente, al menos introducir una pausa en el frente de la lucha social.

2º. Inyectar una dosis de veneno democrático

Todo esta dispuesto con el fin de interesar a los obreros en la campaña por el referendum, haciéndoles creer que lo crucial de este escrutinio es una posible mejora de sus condiciones de vida y trabajo, inoculándoles la ilusión de que su bienestar, su porvenir, todo depende del resultado de las elecciones del 29 de mayo en Francia. Al adherir (mediante el sí o el no a la Constitución) a la mascarada electoral, supuestamente tendrían el poder de influir sobre su suerte en el seno de Europa.

Hasta en las fábricas, en los sitios de trabajo, las miradas de los responsables sindicales, de esos capataces de los “derechos democráticos adquiridos”, se vuelven suspicaces, listos a reprochar la falta de entusiasmo en las urnas, el poco interés por el “futuro de Europa”, que ellos no dejan de asimilar a una falta de pasión por la causa obrera común.

Una vez más se busca hacernos tragar ese veneno según el cual la boleta de voto constituye una alternativa para hacer escuchar nuestra cólera, un medio para influir en las decisiones económicas, políticas de los Estados y gobiernos. Todos esos embusteros hacen todo lo posible para ocultar una realidad del capitalismo decadente: de las urnas de la democracia burguesa, la clase obrera no tiene nada bueno qué sacar; y esto es, una vez más, evidente con ésta enésima consulta respecto a Europa.

Entre esos embusteros, los más “radicales” concederán que por supuesto está la lucha obrera como otra alternativa, pero, añaden también: “Por qué no aprovechar la oportunidad indolora, pacífica de ‘expresarse’ democráticamente?”

Es la contribución de todos, izquierda, izquierdistas, sindicalistas de todo pelo, al enrolamiento de los obreros detrás de la bandera de la democracia burguesa.

3. Reactivar el juego derecha-izquierda contra la clase obrera

Esta campaña por el referendum tiene, además, un objetivo más que esencial, que es el de impulsar el juego derecha-izquierda, inyectarle vida a la oposición mistificadora entre esas dos fracciones burguesas. Es lo que aparece claramente en su feroz voluntad de oponer el “no” al “sí” y sobre todo de diferenciar el “no” de izquierda (más “social” y “al servicio de la clase obrera”) del “no” de derecha (soberanista, nacionalista).

Es también lo que ha expresado, con acentos casi revolucionarios, el gran campeón del “no” socialista, Laurent Fabius, en un artículo que publica en Le Monde del 24 de abril pasada, cuando, para justificar su renovado radicalismo, escribe: “un partido únicamente gestionario tiene el riesgo de perderse en una cierta rutina, que le haría perder de vista ‘las estrellas del cielo’, para retomar la magnífica fórmula de Jaurès.”

Durante las décadas recientes, la izquierda y la derecha se han sucedido en el gobierno para llevar a cabo abiertamente la misma política al servicio de los intereses del capital nacional. No han cesado, especialmente estos últimos años, de darse la mano para defender la “democracia” y un montón de “reivindicaciones ciudadanas” en detrimento de la clase obrera y de las reivindicaciones de ésta última. Con el reflujo del combate de clase, su “oposición”, tanto a nivel de su política como de su lenguaje ideológico, se había apagado. Pero ahora que los obreros han reanudado el camino de las luchas, esta “oposición” vuelve a ser una necesidad vital para la defensa de los intereses burgueses. Se trata ahora de hacer olvidar los vínculos que existen entre esas diferentes fracciones y, para la izquierda, volverse a dar un barniz “social” para poder pretender defender a los obreros y sus intereses. Para controlar y desviar las luchas que van a seguir desarrollándose, la clase dominante tiene necesidad de esta izquierda y de su “oposición”, si es necesario radical, a la derecha.

4º Inyectar una buena dosis de nacionalismo en las filas obreras

Esta campaña también está caracterizada por su fuerte coloración nacionalista, proteccionista y sobre todo antiamericana.

Porque a medida que se avanza en esta campaña, los argumentos se vuelven los mismos de los dos lados:

- El “sí” garantizaría a Francia inclinar la balanza en favor de sus intereses; los que apoyan el sí remarcan que un rechazo a esta constitución debilitaría a Europa y a Francia en particular. No han dejado de referirse al papel de Francia en la construcción europea pero, sobre todo, de mostrar los horrores que implicaría la victoria del “no”, en particular por la parálisis de la Unión Europea, la pérdida de influencia y el aislamiento de Francia que resultaría.

- El “no” garantizaría a Francia y sus “nacionales” que sus intereses no se disolvieran y por tanto debilitaran en los de la comunidad europea. Ya sea en nombre del rechazo del ultraliberalismo o en el de la defensa de la soberanía del país, todos los partidarios del “no” enganchan sobre la nación y el nacionalismo más craso.

Partidarios del sí y partidarios del no, en una orgía de chovinismo, están pues en perfecto acuerdo sobre este punto: es a Francia a la que quieren que defendamos; son los intereses del capital francés, su puesto en la arena imperialista lo que está en juego; y todos agitan la amenaza que representaría la funesta “competencia de China y de los EUA” contra los intereses de “nuestro” país.

Esos hedores malsanos de patriotismo, nacionalismo, chovinismo, es lo que nuevamente se busca hacer absorber a los obreros. Pero el nacionalismo siempre ha sido, sigue y seguirá siendo un componente esencial de los periodos de preparación guerrera, componente detrás del cual la burguesía siempre ha buscado arrastrar a la clase obrera:

Los gobiernos saben muy bien que no pueden lanzarse a la temible prueba de una guerra, de una guerra de inmensa amplitud, más que con la condición de tener a la nación entera detrás de ellos. Ya sea francés o alemán, hablan exactamente el mismo lenguaje, emplean los mismos medios. Cuando falta el pretexto para un reforzamiento del armamento, se le suscita” decía A. Rosmer al analizar los preparativos diplomáticos, políticos y sociales que habían precedido a la Primera guerra mundial, preparación en la cual la socialdemocracia había aportado su amplia contribución (en El movimiento obrero durante la primera guerra mundial.- De la Unión sagrada a Zimmerwald).

Si, en este plano, la burguesía francesa explota tanto esta campaña por el referéndum, es completamente adecuado en relación a los objetivos profundos que ella (así como todas las burguesías del mundo) persigue: preparar a la clase obrera para las condiciones ideológicas de una nueva guerra imperialista.

Una vez más, el desencadenamiento nacionalista al cual da lugar esta campaña constituye un paso más en la tentativa de preparar a “la nación entera”, y a los obreros en particular, para “la temible prueba de una guerra”.

Los verdaderos retos de la situación están en otra parte

Así como el referéndum francés, el Tratado de Constitución europea alrededor del cual se busca agrupar a la población francesa constituye solamente un tejido de mentiras y una extensa cortina de humo detrás de la cual se abriga la burguesía para disimular la crisis mortal de su sistema y sus verdaderas maniobras para conducir a su salida sangrienta, una nueva guerra mundial.

¿Fijaría esta Constitución las reglas de un funcionamiento político más adecuado para una nueva Europa en vías de ampliación, una Europa próspera, de “paz” y plena armonía?

¿Sería el “pueblo europeo” quien decidiría finalmente sobre ese “funcionamiento ampliado”?

Nada de eso. Las grandes tendencias y orientaciones, las que afectan la evolución de la economía en el sentido de la crisis y la miseria creciente, son el fruto de las contradicciones internas del sistema capitalista como un todo. La Europa comunitaria, a través de sus diferentes evoluciones y peripecias, jamás ha sido capaz de aportar soluciones a la crisis capitalista y, aún menos ha sido favorable a los intereses de los obreros. ¡Por el contrario! En cuanto a las decisiones esenciales en los planos diplomático, estratégico y militar, éstas no son tomadas en este marco, sino en el marco de alianzas sobre las cuales la burguesía y sus medios de difusión no hacen mucha publicidad. Tal es el caso, por ejemplo, del polo imperialista que se constituye, desde hace algunos años, detrás de la dupla franco-alemana para oponerse a la superpotencia americana.

Es así que la única oposición que logro contrariar a la guerra de Bush Jr. En Irak fue la que se organizó alrededor de Chirac y Schröeder, la cual sobrepasaba ampliamente el marco de Europa. Por su parte, la Unión europea como tal se encontró dividida sobre esta cuestión, y se ha mostrado como lo que es: un campo cerrado que se disputan los principales rivales imperialistas. Además, este fuerte desacuerdo sobre Irak ha abierto aún más la vía hacia la bipolarización imperialista del mundo, al reforzamiento del polo formado detrás de Alemania y Francia, que se opone cada vez más abierta y eficazmente a las veleidades hegemónicas de los EUA.

Desde entonces, efectivamente, otras decisiones, otros acuerdos, otros países han reforzado al polo iniciado por esta cooperación franco-alemana, cooperación al lado de la cual el Tratado de Constitución europea es una pálida sombra, ya sea que vea o no el día.

Es el tándem franco-alemán el que se impone ante la Comisión europea respecta a ciertas decisiones económicas, y no de las de menor importancia: como cuando se trataba de flexibilizar la reglamentación del pacto de estabilidad, al fijar en 3% el límite de déficit de los países europeos para mayor comodidad de los “dos pilares de la construcción europea”; esta flexibilización que impusieron les permitió aumentar su presupuesto militar y reforzar directamente su propia alianza imperialista.

Los cuatro ministros de Justicia de Francia, Alemania, Bélgica y España tampoco tuvieron necesidad de la Constitución europea para decidir compartir los archivos nacionales de los registros de antecedentes penales “prefigurando el establecimiento de un registro de antecedentes penales europeo” (AFP abril 4, 2005). Y esta decisión no es algo secundario, no se trata de un acuerdo parcial y momentáneo: es ya la afirmación de una cooperación estrecha en el plano de la vigilancia de las poblaciones, que contiene la represión organizada contra los reagrupamientos de poblaciones, entre los cuales las manifestaciones obreras son uno de los blancos privilegiados.

Pero el hecho de que ese tándem dominante, Francia-Alemania, logre imprimir su voluntad en las transacciones respecto al reglamento de acuerdos económicos o judiciales en el seno de Europa no constituye más que uno de los aspectos de la cuestión. Es sobre todo en el plano imperialista que el polo franco-alemán avanza sus peones constantemente.

Es en el marco del UE3 (que les reúne con Gran Bretaña) que Alemania y Francia llevan a cabo desde octubre de 2004 negociaciones con Irán respecto a su producción de uranio enriquecido, mientras que los Estados Unidos (que quieren ser, en principio, el único “gendarme del mundo”) fueron descartados de esas negociaciones.

Es, recientemente también, este mismo tándem, al cual se ha unido el primer ministro español Zapatero y sobre todo el ruso Putin (quien fue recibido con grandes pompas) el que, en la víspera misma de la llegada de Bush en su reciente gira por Europa, ignoró las instancias europeas y organizó en París una cumbre que seguramente sirvió para definir una política común frente a los Estados Unidos. Sobre este encuentro, que fue una provocación (para los EUA) y un desprecio (hacia los otros europeos) Schröeder señalaba que “sin una sociedad estratégica real con Rusia, no habrá en nuestro continente paz y desarrollo económico durables para nosotros los europeos”.

Y todo esto ocurre mientras la campaña del referéndum está en su auge, y no se deja, a través de ella, de martillarnos las mismas pamplinas sobre la Unión europea que sería “un remanso de paz y prosperidad” y sobre los supuestos méritos de un Tratado constitucional que no tiene ninguna influencia real sobre la evolución de la situación en el mundo.

Las urnas de la democracia burguesa: una trampa para la clase obrera

Una vez más, la clase explotadora llama a los obreros a presentarse en fila, atomizados, ante las urnas de su “democracia”. Una vez más, busca hacerles creer que, gracias a la boleta de voto, pueden influir en la situación y mejorar su destino. Todo eso es no es más que una mentira y, sobre todo, un peligro para los proletarios.

Las consultas electorales o referendos de la democracia burguesa que constantemente se le proponen no expresan ya, desde hace mucho tiempo, ninguna pizca de “voluntad popular”.

La llamada democracia, es decir la democracia burguesa, no es otra cosa que la dictadura burguesa disfrazada. La tan mentada ‘voluntad popular’ es una ficción, al igual que la unidad del pueblo. En realidad, existen clases cuyos intereses contrarios son irreductibles. Y como la burguesía sólo es una minoría insignificante, utiliza esta ficción, esta pretendida ‘voluntad popular’con el fin de consolidar, en medio de bellas frases, su dominación sobre la clase obrera para imponerle la voluntad de su clase”. (Plataforma de la Internacional Comunista. En: Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, primera parte, pág. 64. Cuadernos de Pasado y Presente 43, Siglo XXI Editores). Así es como la Internacional Comunista, en 1919, en su plataforma, definió en este plano la posición del proletariado.

Y, casi setena años más tarde, la plataforma de la CCI precisa que: “La participación electoral y parlamentaria no tiene actualmente ninguna de las ventajas que podía tener en el siglo pasado (en el siglo XIX, ndr). En cambio, acumula todos los inconvenientes y peligros, y principalmente el de mantener vivas las ilusiones sobre la posibilidad de un ‘pasaje pacífico o progresivo al socialismo’ mediante la conquista de una mayoría parlamentaria por los partidos llamados ‘obreros’”.

Con el referéndum actual, esa posición es más que nunca válida. Responder “sí” o “no” al Tratado constitucional europeo no aportará ninguna mejora a las condiciones de miseria y barbarie que sufren actualmente los obreros en el capitalismo, y no influirá en nada sobre lo que es (y será) realmente la política que desarrolla la burguesía para enfrentar la crisis mortal de su sistema; esta política impone cada vez más sacrificios a los obreros y llegará, si estos lo permiten, al grado de exigirles el sacrificio supremo.

Debe quedar claro que el proletariado no puede expresar su “voluntad popular” más que mediante sus luchas; no podrá imponer realmente esta “voluntad” más que mediante el desarrollo de su combate de clase, y esto hasta echar abajo al capitalismo mismo.

¡VOTAR ES SOMETERSE TODAVÍA MÁS A LA POLÍTICA DE MISERIA Y BARBARIE DE LA BURGUESÍA!

Mayo 11, 2005.- Fracción Interna de la CCI.


Notas:

1. En el sitio Internet de AL figura un documento fechado 10/01/04 que anuncia: “AL es favorable a que se lleve a cabo un referéndum en cada Estado de la Unión Europea sobre el proyecto de Constitución europea. Es esencial participar para un arco de fuerzas política y sociales para poner la cuestión de un referendum a la luz del día y exigir que se lleve a cabo.”

Fracción interna de la CCI - Boletín 31