DEBATE EN EL CAMPO PROLETARIO:
LOS SIGNOS PRECURSORES DE LA DECADENCIA DEL CAPITALISMO

En el artículo “Por una definición del concepto de decadencia” (Prometeo n°8, serie VI, diciembre 2003, en francés en su sitio Internet) el BIPR ha intentado precisar la noción de decadencia del capitalismo, primero, objetando y criticando lo que considera definiciones o explicaciones falsas o erróneas de ésta y, segundo, delimitando las causas o factores económicos que, en todo caso, determinarían el paso del capitalismo a su fase de decadencia. Respecto a lo que considera como falsas explicaciones, hemos respondido ya (boletín 26, junio 2004) a la del “derrumbe automático” del capitalismo que, según el BIPR, se desprendería de la visión de la CCI.

La segunda observación crítica del BIPR a la teoría de la decadencia, y en especial a la forma en que la expresa la CCI (si bien el BIPR no la menciona explícitamente) es, que, para fundamentar la fase de decadencia del capitalismo, no basta con referirse a las formulaciones generales de Marx sobre los límites históricos del capitalismo, o de los anteriores modos de producción:

parafrasear a Marx, recitar que el capitalismo ha conocido una fase progresiva y ahora es decadente, que es una forma transitoria como todas las que le han precedido, y que entra en una fase de decadencia cuando no puede ya desarrollar las fuerzas productivas materiales, al entrar estas últimas en contradicción con las relaciones de producción existentes; recitar eso no es suficiente en absoluto, ni desde un punto de vista analítico ni político.”

Y, asimismo, que tampoco es suficiente enumerar una serie de acontecimientos históricos, para demostrar la entrada del capitalismo en su fase de decadencia:

Así, no es suficiente en absoluto referirse al hecho de que, en la fase de decadencia, las crisis económicas y las guerras, así como los ataques contra la fuerza de trabajo, se producen a un ritmo acelerado y devastador. Incluso en su fase progresista (si se entiende por este término ese largo periodo histórico durante el cual la forma productiva capitalista ha superado progresivamente todas las formas de organización económica precedentes, creando las condiciones de un enorme desarrollo de las fuerzas productivas) las crisis y las guerras se han manifestado puntualmente, tal como los ataques contra las condiciones de la fuerza de trabajo...”

Pero entonces ¿cómo se determina la decadencia del capitalismo? ¿dónde reside su causa fundamental, cuál es su origen? Es este el punto central que el BIPR trata de establecer en el artículo mencionado:

(...) el valor del término de decadencia reside en la identificación de los factores que, en el proceso de acumulación del capital, en la determinación de las crisis cíclicas, al igual que para todas las otras formas de expresión de las contradicciones económicas y sociales de la sociedad capitalista, vuelve a todos esos fenómenos más agudos, menos administrables, hasta poner cada vez más en dificultades los mecanismos mismos que presiden al proceso de valorización y acumulación del capital.

(...) En términos simples, el concepto de decadencia se apoya solamente en las dificultades progresivas que encuentra el proceso de valorización del capital partiendo de la contradicción principal que se expresa en la relación entre el capital y las fuerzas de trabajo...” (subrayados nuestros).

Según el BIPR, la decadencia del capitalismo se presentaría, pues, cuando el objetivo fundamental del capitalismo, la valorización del capital, es decir la obtención de ganancias, se volviera un proceso irreversiblemente cada vez más difícil de lograr, cada vez más obstaculizado, cada vez más lento, no sólo momentáneamente (como en las fases cíclicas de sobreproducción y crisis de la fase ascendente), sino a largo plazo, en un sentido histórico, general. Ahora bien. El proceso de valorización se expresa en la ley económica de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. El BIPR resume así su posición:

Las dificultades siempre crecientes del proceso de valorización del capital tienen como presupuesto la baja tendencial de la tasa media de ganancia. El fenómeno de la baja de la tasa media de ganancia es una especie de cáncer económico cuya metástasis se difunde en todos los sectores de la forma productiva volviendo cada vez más difícil el proceso de acumulación que está en la base de la vida y la expresión del capitalismo.

Por supuesto que la baja de la tasa media de ganancia, al nacer de la modificación de la relación entre el capital y la fuerza de trabajo, en otros términos, debido a que las inversiones cada vez más importantes en capital constante en relación al capital variable, reducen la base de la explotación de la fuerza de trabajo si bien la intensifica, es una expresión constante de las relaciones capitalistas que existe y progresa desde su nacimiento. A fuerza de inversiones cada vez más consistentes, y en presencia de una masa de ganancias crecientes, la tasa media de ganancia disminuye en relación a la modificación de la relación orgánica del capital, y entre más avanza el proceso de acumulación, más esferas para expresarse encuentra la ley de la baja”.

Ahora bien. La tendencia decreciente de la tasa de ganancia preside la valorización del capital desde sus orígenes, es decir se trata de una ley económica fundamental del capitalismo. ¿Cómo se puede determinar, entonces, a partir de ésta, el origen de la decadencia del capitalismo? La respuesta que da el BIPR es: evaluando el momento en que los factores que contrarrestan esa tendencia decreciente, las llamadas “contratendencias”, se vuelven ineficaces, es decir, no pueden ya frenar la caída de la tasa de ganancia:

Tomar en consideración la baja tendencial de la tasa media de ganancia en el momento en que sus consecuencias se extienden y profundizan sobre todos los factores que regulan los mecanismos normales de acumulación del capital, y evaluar cuándo las políticas de contratendencias se vuelven menos eficaces, significa aclarar cuándo el proceso de valorización del capital se vuelve más difícil, siendo esto último el punto de partida y llegada del capitalismo, de su existencia como forma de producción y de su ser aún progresivo o decadente(subrayados nuestros).

Una vez que el BIPR llega a esta definición, regresa a las formas de expresión concretas de la decadencia:

Esto no significa que el capitalismo, al entrar apenas en esta fase, ya no logre seguir siendo una forma productiva en desarrollo, sino significa solamente que los ritmos de expansión económica se enlentecen pesadamente (...)

Pero la enumeración de los fenómenos económicos y sociales, una vez identificados y descritos, no puede considerarse por sí misma como la demostración de la fase de decadencia del capitalismo; en efecto, estos fenómenos no son más que los efectos y la causa primera que los impone reside en la ley de la crisis de las ganancias. Es en este sentido y con esta perspectiva, que se comprenden los factores que vuelven decadente al capitalismo, no porque ya no produzca más, sino porque está obligado a enlentecer el ritmo de crecimiento, no porque sigua haciendo la guerra, sino porque las guerras se vuelven el modo permanente de su ser, no porque produzca crisis, sino porque el desequilibrio económico se vuelve una constante, una especie de crisis permanente, y en fin, no porque explote más o menos intensamente a la clase trabajadora, sino porque el asalto sin precedente contre el salario indirecto y el salario directo, el trabajo de desmantelamiento constante del Estado social, la utilización de la fuerza de trabajo en términos de flexibilidad, es decir una utilización temporal en coherencia única con las necesidades productivas del momento en las empresas, se vuelven las prioridades ante las cuales el capitalismo no puede renunciar bajo pena de derrumbarse” (subrayados nuestros)

Hasta aquí, el BIPR establece, desde nuestro punto de vista, una definición aceptable de la decadencia del capitalismo. Tenemos tanto una definición afirmativa, explícita, de una fase de decadencia del capitalismo a partir de sus contradicciones fundamentales, como una determinación de los cambios que ocurren en la vida del capitalismo: la crisis crónica, las guerras imperialistas, el aumento de la explotación y los ataques constantes contra las condiciones de vida de la clase obrera.

Por ello, nuestra Fracción no puede sino saludar esta definición, no puede sino impulsar y animar al BIPR a que continúe esta profundización, ya que está en el centro de nuestros principios y posiciones políticas. Un reconocimiento claro y firme de la decadencia del capitalismo por parte del BIPR implicaría, a plazo, la posibilidad de abrir las puertas para una superación de una serie de diferencias “históricas” con las posiciones políticas defendidas por la verdadera CCI (que son las nuestras). Implicaría la posibilidad de una convergencia en una serie de aspectos que se desprenden de dicho reconocimiento de la decadencia capitalista, entre dos de las corrientes políticas actuales más importantes del pequeño campo proletario.

Evidentemente, la postura del BIPR se distingue de la teoría de la decadencia tal como la ha expresado la CCI, especialmente en que esta última encuentra en la sobreproducción capitalista y la saturación de los mercados las causas verdaderas de la decadencia. Pero la CCI nunca ha negado la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como la ley que preside la valorización del capital; lo que siempre ha planteado es que esta tendencia se expresa concretamente en las dificultades de la realización de las mercancías, en la sobreproducción, en la falta de mercados. La relación entre la determinación de la tasa de ganancia y el problema del límite de los mercados queda, pues, aún abierta.

Sin embargo, hay todavía, en el documento del BIPR, una laguna que nos parece fundamental: la determinación histórica del inicio de la decadencia. El documento rechaza como insustancial la propia pregunta que hace: “(…) ¿cuándo se habría pasado de la fase progresista a la fase decadente? ¿a finales del siglo diecinueve? ¿después de la primera guerra mundial?¿después de la segunda guerra?

Pero la clarificación sobre el inicio de la decadencia del capitalismo no es un ejercicio purista ocioso. Por el contrario, implica la aprehensión consistente, coherente, de los cambios operados no solamente en las condiciones generales del capitalismo, en la alternativa histórica que implica (guerra o revolución), sino también los cambios en las condiciones de vida de la clase obrera, en su lucha de clase, en su táctica, una vez que el capitalismo entró en su fase histórica de decadencia.

La última parte del documento del BIPR describe detalladamente las condiciones del capitalismo en las últimas décadas (a partir de finales de los años 1960), constatando todos los rasgos de la decadencia tal como los define inicialmente: caída de la tasa de ganancia sin que ninguna medida estatal pueda contrarrestarla; problemas económicos crecientes y sin solución; una situación de guerras que se multiplican, agravación imparable de las condiciones de vida de la clase obrera:

Se puede observar que, aunque existen desde siempre, es solamente desde hace algunas décadas que la crisis de las ganancias se hace sentir pesadamente iniciando un círculo infernal del cual el capital mundial muestra que no podrá salir. (...)

La agresión contra el salario directo, precedido de la erosión del salario indirecto que sobreviene rápidamente y con una aceleración jamás vista y que se produce en todos los países capitalistas avanzados en un tiempo muy breve, no puede imputarse a una ferocidad imprevista del capital internacional sino a un factor objetivo uniforme que ha impuesto como respuesta un comportamiento económico uniforme.

Las guerras puntuales y devastadoras, como las crisis económicas que las generan, se han vuelto la situación permanente del capitalismo. Las tasas de ganancia bajas han creado una situación de crisis permanente en la cual la distinción entre recesión y recuperación económica es fugitiva y breve y en la que la solución guerrera aparece como el principal medio para resolver los problemas de valorización del capital (...)

La descripción que hace el BIPR es muy viva e interesante, sin embargo no queda claro cuál es, para el BIPR, su significado. Si su intención es tan sólo ilustrar la definición del concepto de decadencia con la situación que hemos vivido en las últimas décadas, entonces insistiríamos en la debilidad política del BIPR respecto a su falta de precisión sobre el inicio histórico de la decadencia.

Si, en cambio, el BIPR quiere expresar que es precisa y solamente a partir de finales de los años 60 que se aplica su definición, es decir, que es a partir de esta fecha que se inicia la decadencia del capitalismo, entonces rechazaríamos rotundamente esa postura, ya que chocaría no solamente con la teoría de la decadencia desarrollada desde hace un siglo en el campo del marxismo, sino con la historia misma del capitalismo.

¿Cuándo inicia la decadencia del capitalismo?

En el primer artículo de nuestra serie sobre la decadencia (Boletín de la FICCI nº 19, junio 2003) insistimos en que la CCI nunca pretendió ninguna originalidad con su teoría de la decadencia, sino que por el contrario no hizo sino retomar, sistematizar, actualizar y profundizar una teoría que ha estado en el centro del desarrollo del marxismo desde finales del siglo XIX. Y recordábamos entre muchos otros elementos históricos que, por ejemplo, la noción de la decadencia capitalista era reconocida en el movimiento revolucionario, al grado de que había sido una posición de principio de la Internacional Comunista:

Una nueva época surge. Época de disgregación del capitalismo, de su hundimiento interior. Época de la revolución comunista del proletariado. (Plataforma de la Internacional Comunista. En: Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, primera parte, pág. 62. Cuadernos de Pasado y Presente 43, Siglo XXI Editores)

Para el movimiento revolucionario la primera guerra imperialista mundial iniciada en 1914, una guerra que ya no era por la conquista de “nuevos mercados”, sino por la “repartición de los mercados ya existentes” según la expresión de Lenin, sellaba, por decirlo así, la entrada del capitalismo en su fase de decadencia. Posteriormente la revolución rusa de 1917 y la oleada revolucionaria mundial confirmarían definitivamente la entrada del capitalismo en su fase de declive, en su fase terminal.

Sin embargo, volviendo al artículo del BIPR, reconozcamos que estos acontecimientos, aún teniendo una importancia histórica mundial, si bien marcan un punto de inflexión en la vida del capitalismo no “prueban” aún, en el sentido de las relaciones de producción capitalista, del proceso de valorización, etc., la entrada del sistema en su fase de decadencia.

Podríamos entonces remitirnos a los debates en el movimiento revolucionario (y también entre los economistas burgueses) de finales del siglo XIX sobre la evolución del capitalismo, sobre el significado del ascenso de varias potencias capitalistas que, cuestionando el monopolio industrial y comercial de Inglaterra, se lanzaban frenéticamente a la conquista del mundo, por el control de las fuentes de materias primas y la apertura de mercados en una competencia que todo mundo –revolucionarios y políticos burgueses por igual- sabían, desde muchos años antes, que solamente terminaría con un “ajuste de cuentas general”. Debates que estuvieron en el origen de teorías como la del “imperialismo como fase superior y última del capitalismo” o la de la “decadencia del capitalismo”, debates y teorías que forman la base de las posiciones de las corrientes de la Izquierda comunista actual, y cuya importancia no podríamos negar, a menos de querer cortar con toda la experiencia y la historia del movimiento revolucionario de un siglo, es decir, a menos de que queramos colocarnos una soga en el cuello. Una vez que el BIPR ha rechazado las nociones falsas, y ha definido su concepto de decadencia, debería pronunciarse en relación a esas definiciones existentes con anterioridad en el movimiento revolucionario: ¿cuáles es su validez o limitación?

Ahora bien, siguiendo el método definido por el BIPR quedaría aún sin respuesta la pregunta de si ¿podría establecerse claramente, “estadísticamente”, por decirlo así, a finales del siglo XIX, el periodo del origen de la decadencia del capitalismo siguiendo la evolución de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia? Para nosotros es claro que sí, aunque esto requeriría un estudio económico especial de las ganancias, la producción, la inversión, los salarios, etc. Sin embargo, basta con remitirnos a la historia y al marxismo, para poner en evidencia –así sea indirectamente- un proceso análogo al que establece hipotéticamente el BIPR en su definición de concepto de decadencia, (el cual, en todo caso debería ser una referencia para su posterior estudio).

Es sabido que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX (como resultado de las revoluciones en Europa y la introducción de leyes que favorecían a la industria) la producción capitalista conoció una fase de acelerada expansión, la cual alcanzó su límite alrededor de la primera mitad de los 1870. A partir de allí se inició un proceso de descenso sostenido de la producción capitalista, durante dos décadas todos los indicadores de la economía conocen una caída imparable que solamente pudo revertirse mediante la aceleración de la carrera armamentista, con el consecuente aumento en la producción industrial de armamentos, buques, etc., lo que le daría a la economía capitalista una nueva apariencia de “prosperidad”, carrera que, finalmente, desembocaría en la primera carnicería imperialista mundial.

Es este proceso, que se inicia en los primeros años de la década de 1870, el que marca en el plano económico, en el plano de la producción y las ganancias capitalistas, el inicio de un proceso que conducirá a la decadencia del sistema. Dicho proceso fue seguido de cerca por Engels, y nos parece conveniente citarlo ampliamente, porque no solamente describe los cambios en el capitalismo que van exactamente en el sentido de la definición que establece el BIPR, sino que incluso anticipa varios de los conceptos que formarían el núcleo de la teoría de la decadencia. A mediados de los 1880 Engels describe, primeramente, la larga depresión crónica que le da al capitalismo una nueva fisonomía:

También aquí la industria ha adquirido un carácter diferente. El ciclo de diez años parece haber sido quebrado ahora que, desde 1870, la competencia norteamericana y alemana han estado dando fin al monopolio inglés en el mercado mundial. Desde 1868 ha prevalecido una depresión en los negocios de las principales ramas de la industria, al tiempo que la producción ha ido aumentando lentamente, y ahora parece que aquí y en Norteamérica estamos en vísperas de una nueva crisis, que en Inglaterra no ha sido precedida por un periodo de prosperidad. (Carta de Engels a Bebel. Londres, 18 de enero de 1884. – Esta y las siguientes citas de Engels han sido tomadas de: Correspondencia Marx-Engels. Ediciones de Cultura Popular, vol. 3)

“Depresión en los negocios de las principales ramas de la industria” y “lento crecimiento de la producción”. ¿No es esto sino una descripción empírica de la tendencia a la caída de la tasa de ganancia? Proceso que, para ese momento, duraba ya más de diez años. Por otra parte, para Engels el ciclo de expansión, acumulación y crisis decenal ha llegado a su fin, para dar paso a una especie de depresión permanente. Un año después, Engels es aún más preciso:

La depresión crónica en todas las ramas decisivas de la industria continúa aquí, en Francia y Norteamérica. Especialmente en las del hierro y el algodón. Es una situación imprecedente, si bien es por entero resultado inevitable del sistema capitalista: ¡una sobreproducción tan colosal que ni siquiera puede provocar la crisis! La sobreproducción de capital disponible que busca inversión es tan grande, que la tasa de descuento oscila aquí en el 1 y el 1 ½ anual, y para el dinero invertido en créditos a corto plazo, que puede retirarse o pagarse de día en día apenas se consigue el ½ por ciento anual. Pero al elegir esta inversión más bien que en nuevas empresas industriales, el capitalista en dinero admite cuán podrido le parece todo el asunto. Y este temor a nuevas inversiones y viejas empresas, que ya se había manifestado en la crisis de 1867, es la principal razón de que las cosas no hayan llegado a una crisis aguda. (Carta de Engels a Bebel. Londres, 28 de octubre de 1885.)

Engels describe, pues, un fenómeno inédito hasta entonces en la vida del capitalismo: una depresión crónica, de más de una década de duración, la cual afecta a las ramas decisivas de la industria y a las principales potencias capitalistas de esa época. Y, nuevamente, encontramos una referencia indirecta, “empírica”, a la caída de la tasa de ganancia, cuando se refiere a la “sobreproducción de capital disponible”, a lo reducido de la tasa de interés, y a la reticencia de los capitalistas a embarcarse en nuevas inversiones productivas.

En los años 1920, los trabajos de investigación estadística de Kondratieff no harían sino confirmar el fin del ascenso y el inicio de este hundimiento progresivo y general de la economía capitalista a partir de los 1870: Caída en los precios al por mayor, en las tasas de interés, en el comercio exterior, en los salarios, la producción de hierro y carbón. Todas las series estadísticas que muestra Kondratieff expresan de manera más o menos directa la caída de la tasa de ganancia. Así, por ejemplo, la reducción de los precios al por mayor traduce la reducción del costo de producción de las mercancías como producto del cambio de la composición orgánica de la capital (y por lo tanto la reducción de la parte de trabajo vivo que entra en dicha producción). O bien, la caída histórica de las tasas de interés, al constituir éste una parte del plusvalor refleja indirectamente también la caída de la tasa de ganancia. (1)

Enseguida Engels explica el origen de la depresión crónica: el ascenso de nuevas potencias capitalistas (Alemania, Norteamérica, Francia, Rusia) que liquidan el hasta entonces monopolio industrial de Inglaterra. La suma de la producción de estas potencias supera con mucho las capacidades limitadas del mercado capitalista (limitadas, como dice Marx no por la capacidad de consumo, sino por la capacidad de ser vendidas con ganancia, verdadero objetivo de la producción capitalista):

(…) Se dijo hace seis meses que habrían de manifestarse síntomas de mejoramiento del comercio. Pero todo esto ha vuelto a terminar en nada, la miseria es mayor que nunca y también la falta de perspectivas... Este es ya el octavo año de presión de la superproducción sobre los mercados, y en lugar de mejorar empeora constantemente. Ya no cabe duda de que la situación ha cambiado radicalmente en relación a la que era antes; desde que a Inglaterra le han salido importantes rivales en el mercado mundial, el periodo de las crisis, en el sentido conocido hasta ahora, se ha cerrado. (Carta de Engels a Bebel. Londres, 20-23 de enero de 1886.)

Y, finalmente, llega a la conclusión de que el capitalismo ha entrado en una etapa de su existencia diferente:

Si las crisis se trasforman de agudas en crónicas, sin perder, al mismo tiempo, nada de su intensidad ¿en qué se terminará? Después de todo, alguna vez debe volver un periodo de prosperidad, aunque sea corto, una vez que se haya agotado la acumulación de mercancías; pero tengo curiosidad por ver cómo ocurrirá todo esto. (…) hemos entrado en un periodo incomparablemente más peligroso para la existencia de la vieja sociedad que el periodo de las crisis decenales; (Carta de Engels a Bebel. Londres, 20-23 de enero de 1886.)

Pero, ¿cómo va a terminar todo esto? La producción capitalista no puede detenerse en un punto; tiene que crecer y extenderse o morir. Ya ahora, la mera reducción de la parte del león que corresponde a Inglaterra en el aprovisionamiento de los mercados mundiales significa estancamiento, miseria, exceso de capital por una parte y exceso de obreros desocupados por otra. ¿Qué va a ocurrir cuando el aumento anual de la producción cese por completo? Este es el punto vulnerable, el talón de Aquiles de la producción capitalista. La extensión continua es la condición de su vida; pero ahora esta extensión continua es imposible. La producción capitalista se encuentra en un callejón sin salida. Cada año es más aguda la forma en que se le plantea a Inglaterra esta cuestión: ¿quién ha de sucumbir, la nación o la producción capitalista? ¿Cuál de las dos es la condenada a desaparecer? (Citado en “Prefacio a la segunda edición alemana de 1892 de La situación de la clase obrera en Inglaterra”. F. Engels),

Este nuevo periodo “incomparablemente más peligroso para la existencia de la vieja sociedad”, este “callejón sin salida” al cual arriba el capitalismo como producto de sus propias contradicciones fundamentales (y en especial la que se da entre el desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas, y lo limitado de las relaciones de producción, que tienen como fin la ganancia), no es otro que el periodo de la decadencia del capitalismo.

Por lo demás, Engels no se detiene en la constatación de que el capitalismo ha entrado en un nuevo periodo al llegar a cierto límite sus contradicciones fundamentales. Por una parte, sigue el “hundimiento gradual del nivel de vida de la clase obrera” en todos los países capitalistas, anticipando un renacimiento del movimiento obrero en todos ellos. Por otra parte, anticipa que la única salida para las potencias capitalistas, y en especial para las que buscan un sitio en la arena mundial, será una guerra generalizada para tratar de acabar con los competidores y apoderarse del mercado:

... para Prusia-Alemania ya no es posible guerra alguna que no sea mundial, y por cierto que una guerra mundial de extensión y violencia que hasta ahora no se han soñado. De ocho a diez millones de soldados se matarán mutuamente, y de este modo devorarán toda Europa (...) hambre, peste, desmoralización general de los ejércitos y de la masa de la población, producida por miseria aguda; desesperada confusión de nuestra artificial maquinaria del comercio, de la industria y de las finanzas, acabando en bancarrota general; colapso de los viejos Estados (...) imposibilidad absoluta de prever cómo habrá de terminar todo y quién saldrá victorioso de la lucha; un solo resultado absolutamente seguro, agotamiento general y creación de las condiciones para la victoria final de la clase obrera.

Esta es la perspectiva que nos brinda el sistema de la carrera armamentista cuando, llevada al extremo, produzca sus inevitables frutos. (...) La guerra podrá, quizá, echarnos pasajeramente en la oscuridad, podrá despojarse de más de una posición conquistada. Pero una vez que hayáis desencadenado fuerzas que entonces ya no podréis volver a controlar, las cosas podrán marchar como ellas quieran: al final de la tragedia quedaréis destrozados y la victoria del proletariado, o bien se habrá alcanzado, o será en todo caso inevitable.

(Prefacio de Engels al libro de Borkheim “En memoria de los grandes patriotas alemanes de 1806-1807”. Diciembre 1887 – Citado en: Correspondencia Carlos Marx-Federico Engels. Ed Cultura Popular, vol. 3, pág. 144. [Asimismo, Lenin lo cita y comenta en: “Palabras proféticas”, julio 2, 1918.- Obras completas]).

Engels nos brinda aquí una verdadera joya del análisis marxista al predecir, con un cuarto de siglo de anticipación, la carnicería mundial a la cual apuntaba ya el capitalismo como única “solución” a la depresión crónica, y como culminación de la carrera armamentista, que a la sazón se aceleraba. Así, el nuevo periodo del capitalismo abierto con la depresión crónica planteaba desde ese momento la alternativa histórica de guerra y barbarie capitalistas o revolución proletaria.

Con estas líneas, hemos querido inscribirnos en el debate que los camaradas del BIPR han (re)lanzado sobre esta herramienta conceptual, esencial según nosotros para comprender la situación, orientarse y dar perspectivas a la clase obrera.

Estamos conscientes de que los argumentos expuestos no serán suficientes sin duda para convencer al conjunto de camaradas que nos leerán. Sin embargo, lo que es más importantes es que el debate existe, que se desarrolla de manera clara y fraternal, lo que no excluye -¡todo lo contrario!- la expresión de divergencias y desacuerdos.

El debate debe continuar y animamos a los lectores de nuestro boletín y a quienes consulten nuestro sitio Internet a expresar sus puntos de vista, sus críticas y contribuciones.

Mayo 2005.


Notas:

1. De antemano, aclaramos que no pretendemos defender, ni las tesis teóricas de Kondratieff, ni alguna especie de teoría de “ciclos largos”. Simplemente hacemos la observación de que, uno de los trabajos estadísticos más acuciosos y serios de la época confirman plenamente el final del ascenso del capitalismo y la depresión crónica que marcan los años 1870. Autores como Trotsky ya señalaron que el error teórico fundamental de Kondratieff fue poner patas arriba la teoría marxista al poner como efectos las causas de los indicadores que estudia. La serie estadística de Kondratieff puede consultarse en : “Los grandes ciclos de la vida económica” http://www.eumed.net/cursecon/textos .

Fracción interna de la CCI - Boletín 31