SITUACIÓN INTERNACIONAL
Las grandes potencias imperialistas, primeras responsables de la generalización de la barbarie

En diciembre de 2001 nuestra fracción puso en evidencia que se había operado una ruptura en la situación. Un nuevo periodo se abría tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, periodo cuya característica fundamental estaba constituido por el propósito cada vez más determinado, por parte de la clase capitalista, de conducir al conjunto del planeta en una marcha forzada hacia una nueva guerra generalizada; siendo este propósito la única respuesta que esta clase bárbara puede aportar a la crisis y quiebra de sus sistema (1). Enseguida, precisamos, desarrollamos este marco poniendo en evidencia los primeros signos mayores de esta marcha a la guerra, en particular la existencia de una tendencia a la polarización de los diferentes imperialismos alrededor de dos ejes principales, los Estados Unidos de un lado, la pareja germano-francesa del otro.

Desde entonces, esta dinámica capitalista no ha hecho sino precisarse, amplificarse, tomar todo su sentido especialmente mediante el encadenamiento y multiplicación de acontecimientos guerreros, así como a través de la preparación progresiva del conjunto de la sociedad a nivel político, ideológico y a nivel de la militarización, en particular por parte de las principales potencias imperialistas.

I – Dispositivos políticos más adaptados a la nueva situación. El caso de las elecciones en los EUA

El establecimiento de dispositivos políticos más adaptados a la nueva situación por parte de fracciones burguesas que actúan sin escrúpulos en el sentido de una defensa a fuerzas de los intereses imperialistas, se ha verificado en la mayor parte de las consultas electorales de este nuevo periodo. Esto se había visto ya, y así lo habíamos analizado, durante las consultas electorales en Francia y Alemania en 2003 (boletines 12 y 13).

La fuerzas burguesas, tal como se acomodan, no dejan duda alguna sobre la voluntad deliberada de la burguesía internacional de forzar la marcha hacia la guerra imperialista al poner al frente de los gobiernos de los principales países, equipos determinados que predican y llevan a la práctica una defensa afirmada de los intereses del capital nacional en el marco de una situación que impone una inmersión más decidida en el plano imperialista (diplomático y militar), medidas económicas –que se traducen especialmente en ataques incesantes y cada vez más masivos y frontales contra las condiciones de vida de la clase obrera- en plena adecuación con esta política. Cada vez más abiertamente, izquierda y derecha, gobierno y oposición se encuentran plenamente en fase para desarrollar, en cada país, el marco ideológico adaptado a la política y los propósitos siniestros de la clase burguesa: el nacionalismo y la defensa del Estado.

Para imponer dispositivos políticos que correspondan cada vez más a sus intereses imperialistas, la clase dominante de esos países, ya que tiene el control del juego “democrático burgués” (la historia no deja de probarlo), utiliza y manipula en su provecho y según sus necesidades los procesos electorales.

Esta realidad acaba de reafirmarse, con tanta más fuerza, en el seno del país que ostenta más abierta, firmemente, la orientación hacia la marcha a la guerra: los Estados Unidos.

Con toda evidencia, la burguesía americana controla la herramienta electoral. Suficientemente, en todo caso, para continuar imponiendo a la salida de las “urnas democráticas”, al hombre y al equipo que mejor corresponden a la línea política guerrera que se impone actualmente, a los más aptos para defender los intereses fundamentales del capital nacional actualmente.

Desde hace cuatro años, y en particular luego del 11 de septiembre de 2001, la línea política seguida por el equipo de Bush no ha tenido ambigüedad alguna: es la voluntad de afirmar, más fuertemente que nunca, la hegemonía imperialista de los Estados Unidos –especialmente mediante su potencia militar-, de ejercerla sobre el conjunto del planeta y sobre todo al encuentro de sus principales rivales, que son sus antiguos “aliados”.

¿Se trataba, para la burguesía americana, con las elecciones de noviembre de 2004, de reajustar esta orientación política, de rectificar el rumbo? ¿Se trataba en particular de restringir o corregir el intervencionismo militar acelerado? ¿Se trataba de “moderar” esta opción política sedicentemente “aventurera” e “ineficaz”, colocando un equipo más “flexible” e “inteligente”, el de Kerry, en el gobierno del país? ¡Claro que no! Dejemos este tipo de razonamiento extravagante a los imbéciles que se reclutan a veces hasta en la izquierda comunista y que no hacen sino retomar la propaganda que prevalecía en los medios burgueses hasta los resultados de las elecciones.

La reelección de Bush, el 2 de noviembre pasado, no es el resultado de un error de la burguesía americana; es por el contrario la elección deliberada de renombrar a un equipo adecuado para conducir y reforzar la misma orientación política.

El reajuste del equipo gubernamental luego de la nominación de Bush es, también, característica de un reforzamiento de la opción imperialista vigorosa de los Estados Unidos.

El descarte de Colin Powell (jefe de la diplomacia norteamericana), considerado como un “moderado”, y su reemplazo por un indudable “halcón”, antieuropeo declarado, C. Rice, responde a esta necesidad imperiosa. Contrariamente a los reajustes que ocurrieron durante la elección anterior (en la que la nominación de Ashcroft, por ejemplo, se había hecho para dar gajes a la derecha conservadora y la de C. Powell para dar satisfacción a los moderados del partido republicano), aquí, lo único importante es dar a los partidarios de una línea más dura todos los medios para actuar, sin trabas, para acelerar el proceso en curso.

Una izquierda más activa en la oposición sobre el terreno del pacifismo

Apenas mostrados los resultados electorales americanos y se abre la batalla con miras a reconstituir una oposición más consecuente con el nuevo poder establecido.

¿Por qué el partido demócrata tuvo tanta dedicación para hacer emerger un candidato, de preferencia ”capaz de replicar a Bush”? El problema es por supuesto el de toda la burguesía americana, de todos los colores, porque todos han mostrado, luego de las elecciones un verdadero entusiasmo súbito por ver al partido demócrata ponerse rápida y vigorosamente a flote. ¿Por qué, si no es porque no le ha escapado a ninguno de ellos que la oposición tiene una responsabilidad primordial que asumir en el tablero político burgués? Y principalmente respecto al encuadramiento y enrolamiento de la clase obrera detrás del Estado nacional. El equipo consejero de Kerry propone a este último como futuro jefe de la oposición demócrata: “si Bush desea realmente trabajar para cubrir la fractura política que divide a América en dos, John Kerry estará dispuesto a ayudarle”. (AFP del 6 nov 2004).

Esta “fractura política” que los medios burgueses no han dejado de señalar, de “valorar”, se articula alrededor de la cuestión de la política guerrera del gobierno de Bush, de manera inmediata alrededor de la guerra en Irak. De un lado una parte de la población, la de la “América profunda”, nos es presentada como la que apoya abiertamente los temas ideológicos más “reaccionarios”, religiosos en particular, que se inscriben directamente en los tejemanejes guerreros de la burguesía americana; del otro una “América” que nos es presentada como más “moderna”, más “esclarecida”, que rechaza la política militarista y guerrera de Bush... en nombre del pacifismo y de “todo excepto Bush”. La disposición del aparato político de la burguesía que “sale” de las urnas corresponde completamente al dispositivo político clásico que instaura la burguesía cuando se dirige hacia la guerra: una falsa alternativa, guerra o paz, militarismo o pacifismo, que se mantiene en el terreno del capitalismo y que busca enrolar al conjunto de la población, y por tanto a la clase obrera, detrás del Estado y la nación.

Cómo integra la “vieja Europa” los resultados electorales americanos

Luego de las elecciones en Estados Unidos, la pareja imperialista franco-alemana, especialmente, mostró su clara comprensión del sentido de sus resultados; así, su posicionamiento en el plano imperialista ha ostentado una determinación a oponerse con mayor fuerza aún al polo americano. El 5 de noviembre, el ministro alemán de defensa P. Struck reafirmaba que “la continuidad de la posición de Alemania sobre el caso irakí: no hay participación de soldados alemanes en Irak, y no los habrá en el futuro” (citado por AFP el 5 de noviembre). El ministro francés de asuntos extranjeros, M. Barnier, alertaba contra las veleidades hegemónicas del nuevo gobierno en la arena imperialista, de manera apenas velada: “Los americanos [deben] reconocer que no pueden imaginar construir, dirigir y animar al mundo solos (...) nuestro mundo tiene necesidad de varias potencias: ellos son la primera. Nosotros estamos adquiriendo los elementos y la voluntad para ser otra gran potencia” (AFP 3 nov). No habrá pues revisión de la posición germano-francesa respecto a Irak, pero sobre todo ellos pondrán toda su fuerza en la batalla para oponerse a la política hegemónica de los EUA.

Y, para ilustrar la “voluntad” del polo europeo de participar en la emergencia de “otra gran potencia”, capaz de desafiar a la potencia americana, el imperialismo francés no ha tardado en dar una muestra mediante su intervención militar en Costa de Marfil.

II– Una “huída hacia adelante” generalizada en el intervencionismo militar

Es también en el plano de la afirmación imperialista de estos dos polos, en el plano de un intervencionismo militar decidido, que la situación se acelera en el sentido de la marcha a la guerra.

El viraje que toma la guerra en Irak por una parte, la demostración de fuerza de Francia en Costa de Marfil de otra parte, confirman esta tendencia contenida en la situación.

- Irak: el imperialismo americano persiste y continúa

Es difícil imaginar lección más edificante, más clara que el aumento de los golpes mortales americanos sobre Irak, luego de la reelección de Bush, para mostrar la determinación de la burguesía americana de continuar y acelerar en la vía iniciada sobre el plano del intervencionismo militar. Esta aceleración es tanto más justificada por cuanto es la respuesta obligada a las “rebeliones” internas también cada vez más presentes y eficaces debido a que continúan siendo apoyadas, organizadas y armadas por potencias “exteriores” opuestas a los EUA.

El 8 de noviembre, una semana después de las elecciones, el ejército americano lanza una ofensiva contra Faluja, a 50 km al occidente de Bagdad. Esta ofensiva conducida en nombre de la represión a los rebeldes sunitas, produjo 2,085 muertos irakíes sin que sea posible determina la proporción de civiles víctimas de la masacre; es la más mortal de estos últimos meses. Sin embargo, en abril pasado, Rumsfeld pretendía que esta misma rebelión sunita concentrada en Faluja había sido controlada luego de un asalto de más de 12 días en la que 600 irakíes habían sido muertos (la mitad civiles).

El 14 de noviembre, 1,200 soldados americanos flanqueados por 1,600 miembro de las fuerzas de seguridad irakíes se despliegan en la ciudad de Mosul, al norte de Bagdad, y el 23 de noviembre la vieja Mosul es de nuevo sitiada en tanto que los helicópteros patrulla por encima de la ciudad, todo ello justificado por la caza a los insurgentes: casas, escuelas son registradas, el número de muertos no es revelado claramente.

En Samara, el mismo tipo de operaciones se lleva a cabo algunos días antes.

El mensaje resultante de esta barbarie es claro: no solamente el gobierno americano apenas nombrado continuará la guerra e impondrá la presencia militar americana en Irak (y por lo demás si su hegemonía imperialista lo requiere), sino que además, lo hará como quiera y cualesquiera que sean las oposiciones que encuentre, tanto a nivel interno como por parte de los países opuestos a su política.

- Costa de Marfil: el imperialismo francés en marcha

En África occidental, el imperialismo francés se considera como “en su casa”.

Costa de Marfil especialmente desde hace mucho tiempo ha sido un ejemplo de calma y paz social cuidadosamene vigilada por las tropas francesas.

Desde 2002, las rivalidades que despedazan a los diferentes sectores de la burguesía local en Costa de Marfil (y que, tradicionalmente, son utilizadas y a veces creadas, por Francia para asegurar su dominio) han desembocado esta vez en rivalidades (atizadas especialmente por Washington) que han dividido en dos al país y que se han traducido en conflictos sangrientos que el imperialismo francés –con el pretexto mentiroso de la “intervención humanitaria”- “arbitra” mediante la fuerza. Está en juego su “credibilidad” y su capacidad para mantener bajo su égida a toda una serie de países que, desde las pretendidas “independencias”, constituyen su patio trasero africano.

Así, a partir del 4 de noviembre, en las principales ciudades del país, las escaramuzas periódicas entre las fuerzas francesas y las manifestaciones de población teleguiadas especialmente por el poder oficial han desembocado en un conflicto armado abierto: dos días después de los ataques del ejército marfileño contra la zona rebelde del norte hostil al gobierno de Gbagbo, un nuevo bombardeo tuvo como blanco la zona de Bouaké (centro) donde se estacionan los soldados franceses de la fuerza de interposición. Estas primeras hostilidades dejaron un centenar de muertos entre la población civil. También en esta ocasión nueve soldados franceses fueron muertos.

Inmediatamente fueron enviados refuerzos militares franceses al lugar: varios Mirages (aviones militares franceses) estacionados en Chad llegan a secundar la fuerza “Licorne” que cuenta con hasta 5,300 hombres en lo más fuerte del conflicto. Una movilización de tal amplitud, tanto por la rapidez de intervención como por la cantidad de fuerzas movilizadas por parte del gobierno francés muestra la determinación del imperialismo francés de imponerse por la fuerza.

El ejército francés va a ejercer sangrientas represalias contra el ejército marfileño y contra las violentas revueltas en las cuales participan los partidarios de Gbagbo pero también toda la población harta del viraje que toma la situación y de la miseria que toma proporciones cada vez más dolorosas en la medida en que las tensiones políticas aumentan.

El ejército francés no duda en ningún momento en disparar a ciegas contra manifestantes desarmados: “una veintena de muertos” según Francia en un primer moment, cerca de 60 marfileños muertos y 1,3000 heridos por los disparos franceses según varias otras fuentes (retomadas por AFP).

A partir de allí, el gobierno francés invocará cínicamente que si los helicópteros y soldados francese, con las armas más sofisticadas habían disparado sobre la multitud desarmada era por una situación de “legítima defensa” y que se trataba de “salvar” a los “franceses” y otros extranjeros en peligro.

Haría falta ser un ingenuo o interesado para no ver que tal discurso no tiene otro objetivo que el de crear, desarrollar un ambiente de chovinismo en el seno de la población francesa, chovinismo en el que no han dejado de revolcarse todas las fuerzas de izquierda y extrema izquierda, marchando de la mano detrás del gobierno de Chirac.(2)

En cambio, ante el exterior, debe quedar claro que cualquier amenaza a los intereses imperialistas franceses pondrá en acción al Estado francés, el cual no vacilará en emplear la fuerza.

Actualmente, muestra que no vacila, y no vacilará en meter sus fuerzas en la batalla para hacer respetar sus intereses y ambiciones imperialistas (así como las del “polo” al cual pertenece) en esta región y otras, desde las presiones diplomáticas hasta los medios militares.

Estos hechos ornamentados y apoyados mediante un discurso de las autoridades francesas no dejan ninguna ambigüedad sobre las verdaderas intenciones del Estado francés: Chirac sube al estrado para justificar la violencia de la intervención militar francesa en nombre del “derecho de ingerencia”. Haciendo referencia a la inestabilidad política reinante en Costa de Marfil (conflicto entre las fuerzas “rebeldes” del norte del país y el gobierno de Gbagbo hasta entonces apoyado por el Estado francés), el mismo presidente francés afirma: “Francia no dejará desarrollarse un sistema que pueda conducir a la anarquía o a un régimen de naturaleza fascista”, declaración que retomará Ouattara, principal oponente de Gbagbo y antiguo primer ministro del expresidente F. Houphouet-Boigny: “Hace falta frenar esta deriva fascista... este régimen es un obstáculo para la democracia”.

Más allá del incremento de las tensiones perceptible desde hace dos años, más allá de los acontecimientos que se desencadenaron el 4 de noviembre, todo esto ilustra la manera y determinación con la cual Francia busca defender sus intereses imperialistas e imponer su presencia en esta región del mundo.

El verdadero brazo de hierro impuesto por Francia para demostrar al resto del mundo su pretensión de mantenerse soberana en Costa de Marfil, de afirmarse como la fuerza con la cual se debe contar en el futuro sobre el plano militar, imperialista es un testimonio de la voluntad de la burguesía francesa de responder a los Estados Unidos, de mostrarles que también es capaz de intervenir mediante el envío de fuerzas armadas. Esta intervención brutal y mortífera de la burguesía francesa es un nuevo momento en la dinámica hacia las intervenciones militares cada vez más violentas, al ascenso de lo que está en juego y a la exacerbación de las rivalidades imperialistas, y hacia la polarización imperialista creciente.

Que los EUA, u otra potencia de primera importancia hayan “aconsejado” a Gbagbo de revisar su alianza privilegiada con Francia, que hayan jugado al incendiario apoyando por debajo de la mesa a este último, es una fuerte probabilidad. Que este “consejo” haya encontrado un eco en la fracción burguesa representada por Gbagbo sobre la mejor manera de defender los intereses inmediatos marfileños, es igualmente una fuerte probabilidad “incluso si Francia continuaba teniendo relaciones privilegiadas políticas y militares... el punto de ruptura política y económica fue alcanzado... Gbagbo quiere dirigirse tanto hacia China como hacia Estados Unidos, busca ser el que termine con el patio trasero” francés en África (A. Glaser, director de La lettre du continent, publicación de autoridad sobre los asuntos africanos, citado por AFP).

Pero, sobre todo, es una tendencia de fondo contenida en la situación a un nivel más general la que está en marcha en estos acontecimientos.

En el marco de la tendencia a la formación de un nuevo juego de bloques imperialistas alrededor de los Estados Unidos de un lado y de Alemania-Francia del otro –tendencias que se afirman cada vez más abiertamente-, las tendencias seculares se rompen, se vuelven a desplegar en provecho (o detrimento) de uno de esos dos polo; que los intereses cruzados de los diferentes imperialismos “periféricos” les conduzcan a modificar su opción original, es un elemento contenido en la aceleración de la situación tal como la habíamos identificado a partir del 11 de septiembre de 2001.

La "ofensiva" diplomática de Estados Unidos (que además de Inglaterra se ha orientados sobre Italia, España y otros) sobre Europa no significa la impotencia o imposibilidad de Alemania como posible polo de reagrupamiento, sino por el contrario expresa el reconocimiento, la preocupación de los EUA sobre el peligro que representaría una Europa cohesionada alrededor de Alemania-Francia... Los conflictos imperialistas entre las grandes potencias ya no solamente se expresan en los conflictos y guerras de los países "periféricos", sino que ahora se expresan de manera abierta como lucha declarada entre ellas mismas, si bien por el momento tienen solamente un carácter "diplomático". Pero no es solamente Europa, sino todos los países del mundo los que van a entrar en esta dinámica de polarización, que se va a expresar, y se expresa ya, en chantajes, alianzas momentáneas, acuerdos y rupturas constantes. Con el caso de Irak ahora cada burguesía nacional tiene que tomar partido por uno u otro bando y esto va a ocurrir de ahora en adelante ante cada acontecimiento de la situación internacional, en una tendencia a la conformación de esos bloques. (Boletín 18 -marzo 2003- Alineamiento imperialistas, campañas pacifistas… la burguesía persiste en su marcha a la guerra).

Si bien la burguesía francesa ha sabido conducir el asunto de manera muy hábil para hacer pasar su intervención imperialista de fuerza como una obra de paz y retorno al orden, si bien ha logrado imponer SU solución en Costa de Marfil en nombre de la Unión Africana y ha logrado una aceptación de la ONU, no deja de ser menos cierto que esta “crisis” en el país que por mucho tiempo fue “el más calmado y dócil” a sus intereses imperialistas muestra claramente una ampliación de las tensiones guerreras. Pero sobre todo, es una respuesta de la burguesía francesa, con el apoyo de Alemania, a la afirmación cada vez más provocadora de la burguesía americana de su voluntad imperialista cuya última manifestación ha sido la reelección triunfal de Bush y enseguida la renovación de sus ministros que más favorecen la guerra, en detrimento de los más “blandos”.

III- Ucrania: hacia una línea de frente imperialista en el corazón de Europa

Lo que acabamos de subrayar se verifica igualmente con Ucrania: Pero no es solamente Europa (occidental), sino todos los países del mundo los que van a entrar en esta dinámica de polarización, que se va a expresar, y se expresa ya, en chantajes, alianzas momentáneas, acuerdos y rupturas constantes.”

La campaña electoral se ha alargado y las “elecciones” trucadas y tropezones que se llevan a cabo en ese país desde hace varias semanas muestran sin equívoco una burguesía local despedazada y oscilante entre una opción imperialista prooccidental (esencialmente vuelta hacia el polo “europeo”) encarnada por el candidato llamado “demócrata”, Iouchtchenko, y la opción prorusa que prevalecía hasta ahora encarnada por Ianoukovitch.

Y hay que ve cómo todos los rapaces imperialistas –Rusia, Francia, Alemania e igualmente EUA, Polonia y otros- diligentemente se “interesan por la suerte” de los ucranianos, les “aconsejan” sobre la mejor manera de votar, les llaman a “la razón y la calma”, o a “la revuelta contra los que buscan someterlos”, es evidente que el reto sobrepasa por mucho el de una simple consulta electoral para uso interno.

Mucho más que el interés económico que representa este país, es sobre todo la extensión de su territorio, su situación geográfica, verdadera zona tapón en el cruce entre Rusia y Europa Occidental, lo que le convierte en un reto estratégico de primera importancia. Y es esencialmente con el objetivo de desplegar sus objetivos expansionistas y prepararse para los momentos en que los antagonismos se afirmen, especialmente a través de una conflagración general, que todos estos bribones imperialistas ofrecen actualmente sus servicios a la clase capitalista ucraniana.

Rusia no ha escatimado su apoyo a “su” candidato, porque ello responde a la prioridad de conservar a Ucrania en su propia zona de influencia, si no es que de reintegrarla en su regazo. Si bien, hasta ahora, Rusia no ha sido capaz de reaccionar firme y eficazmente ante los avances hegemónicos de Europa y Estados Unidos en dirección de los países del exbloque soviético, parece que difícilmente aceptará la perspectiva de ver cómo Ucrania se le escapa ahora, de allí su ardor para implicarse también fuertemente política y diplomáticamente en los asuntos ucranianos. El reto para Rusia es, por lo menos, mantener la situación actual en la relación de fuerzas, tal como quedó trazada después del estallido del bloque del Este a finales de los años 1980, en el mejor de los casos intentar reconstituir la potencia rusa reforzando sus lazos con Ucrania, Kazajastán y Bielorusia. Y evidentemente, se trata, para Rusia, de buscar defender su rango en tanto que potencia imperialista haciendo todo lo posible para impedir, en todo caso para limitar, el avance de Europa (el polo franco-alemán) –o de otras potencias- en la región.

Todos están listos, si es necesario, para diseccionar este territorio como lo muestra la perspectiva fríamente calculada de una partición de Ucrania.

Tal escenario significaría, evidentemente, un avance mayor en las rivalidades entre todos estos gángsters en el corazón de Europa.

Pero cualquiera que sea el desenlace que encuentre esta situación en el plano político, más allá del estricto terreno electoral local, este acontecimiento es una nueva manifestación explícita de una aceleración de la situación en el sentido de una exacerbación de las rivalidades imperialistas.

23 de diciembre, 2004.


Notas:

1. Boletín 4 : La nueva situación mundial y las tareas de la hora para los revolucionarios

2. ¿Debe, precisamente, ponerse en la cuenta de la “ingenuidad” las declaraciones hechas para la ocasión por Révolution internationale? ¿O bien habría que creer que, sobre este punto también, este órgano de prensa está “interesado” y, al parecer, ha terminado por renunciar a denunciar al imperialismo francés para ponerse a remolque de la propaganda de la burguesía francesa? ¿No habría terminado por ceder, aquí también, a las sirenas de la campaña chovinista francesa cuando analiza así el movimiento de la población marfileña?: “Gbagbo desencadenó entonces una amplia ‘caza a los Blancos’ [Notar la respetable B], verdaderos pogroms antifranceses [¡al parecer, los liquidacionistas que dirigen actualmente a la CCI sufren en su carne de “francés”!] empujando a una masa sobreexitada de miserables lumpenizados (¿?), los “patriotas”, a asediar las mansiones, las escuelas, los edificios que abrigan a nacionales franceses, y a librarse a violaciones, pillajes, saqueos e incendios, mientras que algunos testimonios informan [notar la reserva inducida por estas últimas palabras] que el ejército francés no ha vacilado en disparar contra la multitud hostil.”
¿Han caído tan bajo estos militantes que actualmente son ya incapaces de denunciar la responsabilidad de la burguesía especialmente francesa en las condiciones miserables de la población marfileña, a la que llaman con desprecio “miserables lumpenizados”?


Boletín Comunista Nº 29 - Fracción Interna de la CCI