SITUACIÓN INTERNACIONAL
Huelga “salvaje” en Alemania:reanudaciòn de la lucha de clases en el corazón de Europa

El 14 de octubre, los 9,600 obreros de la fábrica Opel en Bochum (Alemania) se ponen espontáneamente en huelga salvaje. Esta huelga durará poco, unos ocho días, pero es rica en enseñanzas.

Tiene lugar inmediatamente después del anuncio hecho por General Motors de un plan de supresión de 12,000 empleos en Europa de los cuales 10,000 corresponden a la filial alemana de Opel. La instalación de Bochum, se encuentra particularmente amenazada con la desaparición de 4,000 empleos de los 9,600 con que cuenta.

En un contexto de presiones de todo tipo inflingidas al conjunto de los proletarios de Europa: ataques a las pensiones de retiro, baja de salarios, aumento de tiempos de trabajo, las señales de una respuesta social eran ya perceptibles concretamente en Alemania. En julio pasado un amplio movimiento se desarrolló en Daimler-Benz, en tanto que “las manifestaciones del lunes” a iniciativa principalmente de los desempleados se encadenaban contra el plan “Hartz IV” destinado a dar de baja a quienes rechacen los empleos precarios. Ahora, son los asalariados de la industria automotriz, Opel, por supuesto, pero también Volskwagen; Daimler-Benz-Mercedes, los que ocupan el terreno social. La respuesta que han dado los obreros de Opel se basa en hechos muy concretos: en los últimos cuatro años, su poder adquisitivo ha sido disminuido en un 19 %. Este sacrificio de una parte de su salario había sido negociado en su nombre por IG Metall (el sindicato metalúrgico) y consentido entonces como condición ¡para preservar los empleos en el futuro así como la competitividad del sector automotriz!

Bochum forma parte de una región industrial ya particularmente golpeada: después de los sucesivos cierres de minas de carbón primero, después las acereras, este nuevo golpe dado ahora contra los trabajadores de Opel produjo inmediatamente cólera y una fuerte combatividad entre los asalariados.

El coraje, la experiencia acumulada de sacrificios anteriores admitidos en nombre de la “competencia económica” pero siempre insuficientes, la política sindical que posponía la lucha “para después” en beneficio de sacrificios en espera de días mejores, estos elementos explican la determinación de los obreros de tomar en sus propias manos la lucha.

Los primeros paros espontáneos suceden en la mañana del jueves 14 de octubre, logrando paralizar la mayor parte de las líneas de montaje hacia la tarde del mismo día. A partir de ese momento, son las asambleas generales cotidianas (al parecer incluso, según algunas informaciones que se filtraron, si era necesario tenían lugar varias asambleas generales durante el día) las que decidirán sobre la continuación de la huelga de un día para otro: “La huelga es retomada de cuadrilla en cuadrilla, los obreros llegan a la fábrica, discuten y votan por la continuación de la huelga” 1. La práctica de las discusiones en asambleas generales “a micrófono abierto” es adoptada y retomada de las “manifestaciones del lunes”.

Cientos de huelguistas, sus familias, obreros de otras fábricas, se reúnen ante la fábrica incluso durante el cierre de fin de semana de la fábrica, y comentan sobre la lucha. Los obreros se organizan, discuten, y toman las decisiones sobre la continuación de ésta. Desde el principio la preocupación de extender la lucha se plantea –no decimos que se resuelve- en el plano geográfico a partir de Bochum.

Pero lo más significativo en esta lucha es la posición adoptada por los asalariados de Bochum frente y contra el poderosísimo sindicato IG Metall, cuyo poder le envidian tanto los sindicatos como los gobiernos europeos.

Hecho rarísimo en Alemania, los obreros pasan por alto el protocolo habitual en vigor, tradicionalmente respetado, que consiste, primero en entablar negociaciones (sindicato representante y patronal), luego un llamado formal a la huelga hecho por el sindicato de la rama, seguido de una consulta al personal sobre el movimiento, de tal manera que la huelga no se emplea más que como el último recurso de presión. El derecho de huelga está, pues, estrictamente reglamentado, las huelgas son naturalmente “sindicales” y no se dan más que en caso de dificultades durante las negociaciones de los convenios colectivos.

Al iniciar los paros sin la opinión de IG Metal sin siquiera haberlo consultado previamente, al hacer estallar la huelga y continuarla según las modalidades que deciden en asambleas generales, los asalariados de Opel–Bochum ignoran el protocolo legal y rompen con el tabú de esas tradiciones sindicales habitualmente respetadas.

Esto subraya la determinación de los obreros, ya que en esas condiciones, los huelguistas no reciben ni salario, ni indemnización de huelga por parte del sindicato; se ponen simplemente “fuera de la ley”.

Hay que remontarse hasta 1973, con la lucha de los mineros y metalúrgicos para encontrar estas características de espontaneidad inmediata y huelga salvaje en Alemania. Pero aquí, además, para poder entablar la lucha, los obreros son inmediatamente obligados a ir en contra de los sindicatos, de hacerlos a un lado y combatirlos.

El sindicato IG Metall llama a la “moderación” y condena de hecho la huelga salvaje, cuya dinámica no controla; B. Huber, vicepresidente de IG Metall recomienda un “retorno a condiciones de trabajo más ordenadas el lunes, de lo contrario no podremos negociar eficazmente con GM”. Por su parte, los izquierdistas y los sindicalistas radicales, se presentan evidentemente en esta lucha. Plantean la extensión… pero a las fábricas de Opel en los otros países de Europa. Es decir, que ellos plantean la extensión en la corporación, mientras que la dinámica en marcha es hacia la solidaridad y la extensión geográfica de la lucha alrededor de Bochum. En el primer caso, se trata, evidentemente, de dejar la organización de la extensión y de la lucha en las manos de los sindicatos. En el segundo, se trata de impulsar hacia la organización por los obreros mismos de la extensión, y del mantenimiento de su control sobre la lucha. Aunque la lucha duró poco tiempo, la línea de fractura, de oposición entre dos orientaciones en el interior mismo de la huelga, era pues clara entre el sindicalismo de un lado y las necesidades de la lucha del otro.

A ello se agregan las amenazas represivas de la dirección que, desde el inicio, declara tener la intención de cerrar inmediatamente la fábrica si el trabajo no se reanuda inmediatamente. Como los obreros declaran explícitamente que ellos “rechazan estas provocaciones” la dirección ensaya el recurso de la intimidación amenazando con despedir a los “líderes de la huelga salvaje”.

Quien ataque a uno de nosotros lo hará a todos nosotros” responden los obreros. Lo que está en juego en la lucha es claramente percibido, los obreros lo saben y lo declaran “esta no es una crisis de GM o de Opel, se trata de una lucha implacable por el reparto del mercado internacional entre los diferentes constructores de automóviles, lo que no es en ningún caso particularidad de Opel”. En otros términos, los despidos no están reservados a Opel o General Motors. En efecto, no son más que el resultado de la competencia encarnizada a la que se libran las diferentes potencias económicas, expresión de la guerra comercial entre naciones, aquí entre los EU y Europa.

El “fin de la huelga” deja una atmósfera que promete nuevos movimientos en el futuro. Los trabajadores de la planta de Bochum votaron por la reanudación al trabajo por 4,650 votos contra 1,760, después de 8 días de huelga salvaje ininterrumpida y después de que los sindicatos habían puesto todas sus fuerzas en la batalla para sabotear la lucha e imponer esta reanudación. En efecto, en la reunión organizada por los responsables de IG Metall fuera de la fábrica y destinada a deliberar sobre la continuación o no de la huelga, sólo el secretario del comité de empresa de Opel y el responsable de IG Metall tomaron la palabra. Ya que los micrófonos se apagan cada vez que los obreros se levantan para tratar de tomar la palabra. Se propone inmediatamente el voto, con boletas secretas que continen la pregunta formulada de este modo: “¿Se necesita que los sindicalistas del CE sigan negociando con la dirección y que el trabajo se reanude? (informado por el corresponsal de Lutte Ouvrière - 29/10/2004).

Esta reanudación del trabajo es facilitada por la ausencia de perspectivas, de orientación política de lucha. Por un lado, la negociación de IG Metall con la dirección y el gobierno, por el otro la extensión sin contenido real, sin control, en las fábricas de Opel en Europa, en la corporación. La perspectiva de una extensión y generalización de la lucha a partir de Bochum, geográfica y entre fábricas de diferentes empresas, y entre corporaciones diferentes, presente desde los primeros días de la huelga, era el reto de la manifestación del martes 19 de octubre en Bochum, convocada por los sindicatos. Para ellos se trataba de ahogar en una gran “misa”, la voluntad de solidaridad activa expresada por la población obrera de Bochum y de la región, en diferentes empresas y fábricas. Para los obreros lo que estaba en juego era movilizarse para transformar esta jornada de acción y esta manifestación en un trampolín para el desarrollo de la lucha. Hay que constatar que la clase obrera no pudo ir más allá.

Sin embargo, se trata de una primera verdadera escaramuza. Anuncia las luchas obreras por venir y la expresión de la determinación de los obreros. “De todas formas,¡estamos listos para reiniciarla!, tal es el estado de espíritu de los obreros de Opel al día siguiente del voto. Tanto los huelguistas como muchos obreros de otras empresas han adquirido la certeza de que no se puede aceptar todo, que se puede llegar a hacerse temer; las lecciones de está lucha son ahora muy discutidas. Tanto más por cuanto la dirección solamente se ha comprometido a retrasar un poco el plazo para un ataque más fuerte: las supresiones de empleos previstas se volverán “socialmente soportables” (¡ !) y las plantas de producción serán mantenidas en Alemania… “¡¡a cambio de reducciones en los costos!! Pero esta lección, esta experiencia va más allá de únicamente los obreros de Opel. Es toda la clase obrera alemana e incluso más allá, la que se ha sentido concernida.

Argentina 2001, Francia -primavera 2003- Gran Bretaña e Italia -otoño 2003- ….Alemania 2004. La reanudación obrera se confirma

En su boletín, nuestra fracción ha recordado hasta qué punto la conjunción entre crisis económica, guerra y lucha de clases abría una situación inédita para las nuevas generaciones obreras. “Si bien es imposible distinguir en las medidas tomadas contra la clase obrera, lo que revela las consecuencias de la crisis económica y lo que revela la preparación guerrera; en cambio se puede afirmar que las dos causas se suman y que cada vez más constituirán un factor de toma de conciencia para los obreros y un eje de intervención para las minorías revolucionarias”. (Boletín 22 –diciembre de 2003).

Hemos mostrado en diversas ocasiones y analizado los signos evidentes de una reanudación de la lucha de clases en el corazón de Europa, después de 15 años de retroceso y calma social, a través de las diferentes luchas que se han sucedido desde 2001 (ver entre otros el boletín 23, febrero 2004, la reanudación internacional de las luchas obreras y La cuestión de la forma de organización de las lucha obrera).

Igualmente, hemos puesto en evidencia las características comunes de esta reanudación de las luchas obreras en relación con el contexto en el cual se desarrollan(2).

La lucha de los trabajadores de Opel en Alemania se sitúa en línea directa, como prolongación de las luchas de 2001-2002 en Argentina que anunciaban ya la reanudación de la lucha de clase en el plano internacional, de las de la primavera de 2003 en Francia, de la de los postales en Gran Bretaña, de la de los empleados del transporte en Italia a finales de 2003. Y aporta un esclarecimiento adicional sobre la confirmación de esta reanudación.

1.- Esta sucesión de luchas coexiste con una agravación de los tejemanejes guerreros guerreras y una tendencia a la polarización alrededor de dos polos imperialistas, estadounidense y germano–francés; las luchas de la primavera de 2003 en Francia tuvieron lugar poco después de las grandes manifestaciones pacifistas. En Gran Bretaña como en Italia, cuyos Estados están militarmente implicados en la intervención y ocupación de Irak, los obreros, para defender sus propios intereses, tienden a romper el frente de unión nacional que se intenta imponerles. “Esta tendencia al rechazo concreto de la unión nacional en período intervención militar es un primer elemento importante que indica el proceso en curso en el seno de la clase obrera internacional, la dinámica de la situación”. (boletín 23, ya citado).

2.- Se nota igualmente una fuerte combatividad en el hecho de que, en su mayor parte, estas huelgas se desatan fuera de toda consigna sindical, e incluso contra la opinión de dichos sindicatos, los que hacen todo para retrasar y posponer el inicio de las huelgas. En Francia, las manifestaciones de los maestros, a los cuales se unieron asalariados de otros sectores (postales, empleados de hospitales, agentes de impuestos, trabajadores de la cultura y de algunas empresas del sector privado…) disputan el frente de sus manifestaciones a los sindicatos, en tanto que se llevan a cabo asambleas interprofesionales en contra de la opinión de estos mismos sindicatos. En Gran Bretaña, la huelga de correos estalla contra la opinión de los sindicatos y contra un voto anterior que había pospuesto la eventualidad de una huelga. En Itaia son huelgas sin aviso previo las que paralizan las principales ciudades (Milán, Bolonia,…) a fines de 2003.

En Alemania volvemos a encontrar esta misma característica en el hecho de que los obreros de Opel se lanzan a la lucha desde que se aninucian los despidos, sin remitirse a los sindicatos e incluso contra su recomendación “de evitar que la situación se envenene”.

3.- De la misma manera que los asalariados en Gran Bretaña e Italia habían tenido que pasar por encima de los acuerdos sindicales ya firmados y de las leyes en vigor que reglamentan las huelgas (respeto de dar un “mínimo de servicio” que los tranviarios italianos hicieron de lado) para apoderarse de la dirección y organización de la huelga, los asalariados de Opel pusieron a sindicatos y patronal ante el hecho cumplido de tener que revisar su documento mediante el cual habían negociado ya despidos y cierre de fábricas. Han mostrado que las luchas sobre su terreno no puede avenirse con las leyes y reglamentos del Estado burgués.

4.- La necesidad de extender inmediatamente la lucha, en particular en el plano geográfico y en los otros sectores, se encuentra en el centro de los movimientos significativos del período actual. Se ha planteado y expresado en Francia, Gran Bretaña y más precisamente aún durante la lucha de los tranviarios en Italia, mediante la capacidad de diferentes sectores de la clase obrera para reconocerse en la lucha de un sector más particularmente al frente. Esta misma preocupación se encuentra en la lucha de los trabajadores de Opel.

Toda una agitación sindical tuvo lugar al aproximarse el 19de octubre, fecha decretada como la principal para “una vasta jornada internacional de lucha de todos los asalariados de GM”. Los sindicatos sabotearon anticipadamente toda posibilidad real de extensión.

Si bien al lado de los trabajadores de Opel en Bochum, muchos asalariados de empresas vecinas, particularmente delegaciones obreras de Porshe, Volskwagen, así como también de mineros, fuerona a discutir y participar en la manifestación del 19 de octubre, la cuestión de la extensión del movimiento no pudo plantearse más que de manera embrionaria, o bien bajo la forma de una búsqueda de la extensión esencialmente en el sector automotriz; es decir, en el interior de una misma corporación.

Todos los izquierdistas y sindicalistas radicales se “pronunciaron”, por otra parte, sobre la necesidad de extender inmediatamente, y todos prometían más que los otros, pero con la condición de mantenerse en el marco “razonable”, “realista” del sector. Esta limitación es un veneno para la verdadera extensión en un contexto en el que los ataques lanzados alcanzan al conjunto de los trabajadores, sobre todo en la medida en que no hay ya otra respuesta eficaz posible más que la asociación ilimitad del máximo de trabajadores en la lucha. Sobrepasar la frontera del sector, asociar a la lucha a los asalariados, los desempleados, los más próximos geográficamente, más allá de los muros de la empresa, he ahí la cuestión a la cual están confrontadas las luchas en el período presente. Su coordinación lo más ampliamente posible con el fin de concentrar al máximo las fuerzas se vuelve el reto real, prioritario para las luchas actuales.

Todas estas características comunes, de manera más o menos aguda, de las luchas obreras actuales, la persistencia de las movilizaciones confirmada ahora por la entrada en lucha de los obreros en Alemania en el corazón de Europa, el carácter entrecortado de estos movimientos “constituido por avances y retrocesos, momentos de intensas movilizaciones y seguidos de calmas relativas, antes de reaparecer súbitamente”, todo ello recuerda indudablemente una situación histórica que Rosa Luxemburg y los revolucionarios de la época analizaban como las premisas de la huelga de masas. Estamos solamente al inicio, pero cada paso cuenta.

Lo que está en juego en los combates actuales: oponer un frente de lucha masivo a la burguesía

Hemos entrado en un período de ataques masivos y frontales contra el conjunto de los proletarios. Estos ataques se abaten sin cesar, sin pausa, por todo el continente europeo particularmente:

1.- Ataques masivos, es decir, duros, que hipotecan la supervivencia misma de todos los asalariados:

- Aumento sin precedente del tiempo de trabajo en diferentes planos, a la vez mediante una ampliación de la edad para el retiro, mediante un aumento de los horarios semanales de trabajo (con el pretexto de la “preparación” de las 35 horas, que son revisadas a cambio de 38, 40 horas mediante el juego sobre las horas extra, sin aumento de salario), mediante la prohibición de pausas en el trabajo (lo que había motivado la entrada en lucha particularmente de los trabajadores de Daimler- Benz el otoño pasado).

- Despidos masivos. Primeramente, la cantidad de “planes de despidos” aumenta constantemente. Pero además ahora solamente algunos cientos de empleos quedan suprimidos de manera aislada, ya que cada vez más se cuentan por miles y decenas de miles los trabajadores que el capitalismo expulsa por las cuatro esquinas del planeta, con el pretexto de la “reestructuración del tejido industrial”. Estas oleadas de despidos masivos imponen un paralelo con los años de crisis aguda del capitalismo, en el que sectores enteros eran liquidados: minas de carbón, metalurgia, siderurgia, durante las cuales se nos hablaba también de “modernización”, de “adaptaciones” duras pero necesarias para reconquistar una prosperidad en beneficio de la mayoría.

- En fin, por todo el continente europeo los salarios son objeto de un ataque sin precedentes.

2.- Ataques frontales, es decir, que tocan sin excepción a todos los proletarios. Asalariados de todos los sectores, de todas las categorías, desempleados, trabajadores precarios, retirados, todos son directa, inmediatamente afectados en lo cotidiano por la avalancha de medidas adoptadas por todos los Estados sin excepción. El ejemplo de Opel–Bochum es significativo: en esta ciudad, hoy esencialmente dependiente de la construcción automotriz, después de haber dependido de las minas del Ruhr y luego de la metalurgia pesada, hoy desaparecidas, no son únicamente los trabajadores de Opel, sino sus familiares, los desempleados, los empleados de fábricas subcontratantes próximas los que son inmediatamente afectados. De los 400,000 habitantes, 12% están ya desempleados. Si el proyecto de suprimir 4,000 empleos en Opel se lleva a cabo, tendrá como consecuencia la supresión de 30,000 empleos en esta misma ciudad, además de los 4,000. Esto también explica porqué familias, desempleados, mineros, empleados de otras empresas hayan ido inmediatamente a las puertas de la fábrica para dar su apoyoa a los huelguistas desde el anuncio de los primeros paros; es también la causa del carácter imponente y compacto de las manifestaciones de calle.

Estos dos elementos, ataques masivos y frontales, son un potente factor para la extensión y concentración de las fuerzas obreras en un mismo combate que enfrente al proletariado contra la burguesía.

A través de estas primeras luchas, la clase obrera se levanta

La lucha de los trabajadores de Opel está lejos de ser un caso aislado. Por todas partes, movimientos más o menos controlados por lo sindicatos tienen lugar simultáneamente en el corazón del continente europeo y más allá.

En Rusia, más de 100,000 personas participaron en manifestaciones el 20 de octubre. En Moscú, donde los maestros, empleados de la cultura y la salud están en huelga, la manifestación fue masiva. Estos empleados reivindican un aumento de salarios del 30% contra el 20% previsto en el presupuesto (el salario mensual medio de los profesores en Moscú es de alrededor de 100 dólares).

En Italia, tienen lugar jornadas de huelga aisladas en los transportes urbanos, de estos mismos tranviarios que se lanzaron a la acción de manera ilegal en 2003, mostrando claramente que no volvieron al trabajo derrotados, ni desmoralizados, sino que, por el contrario, la determinación y combatividad tienden a persistir bastante después de los episodios de lucha.

En los Países Bajos (Holanda), una huelga regional tuvo lugar el 20 de septiembre pasado en Rótterdam luchando lado a lado estibadores (opuestos a “la pasividad de los sindicatos”, según la AFP), empleados de transportes públicos, funcionarios comunales, personal de salud, bomberos, empleados de seguridad social, profesores de secundaria, frente a las medidas gubernamentales y contra los planes de despidos. En el momento en que escribimos, los acereros de varias fábricas y empresas han iniciado un movimiento de huelga contra las medidas de austeridad, particularmente contra las que contemplan prolongar la edad del retiro: el 2 de octubre, 200,000 manifestantes invadieron las calles de Amsterdam, “la manifestación más importante organizada en la capital holandesa desde hace 20 años” (AFP del 27/10) mientras se prevén otras huelgas para las próximas semanas en la educación y los empleados públicos.

En Bélgica teniendo como telón de fondo la huelga en DHL (la empresa privada correo) y en los hospitales contra las supresiones de puestos y los ataques a las condiciones de trabajo, son los empleados del transporte público que entran a su vez en la lucha. En Bruselas en particular, los empleados de la STIB (Sociedad de Transportes Intercomunales de Bruselas) y de la TEC han suspendido espontáneamente el trabajo el 27 de octubre. Este movimiento de huelga salvaje, desencadenado por la base, paralizó dos tercios de la red del transporte público en la capital belga. Ha sido el “descontento general de los conductores de autobuses el origen de este movimiento espontáneo” (Le Soir 28 octubre 2004). Es un hartazgo generalizado de los empleados lo que está en el origen del carácter espontáneo de este movimiento, más allá de una simple cuestión de “inseguridad” coyuntural que los medios de difusión evocan para tratar de limitar la importancia del acontecimiento; por otra parte, la promesa de añadir cinco controladores adicionales en algunas líneas no ha apaciguado la cólera de los trabajadores. “Los sindicatos aceptaban (esta propuesta) pero la base no les seguía” reconocía la patronal.

En Alemania nuevamente, los asalariados de Volskwagen están, en el momento en que escribimos, a la expectativa frente a un plan encaminado a congelar los salarios por dos años con una reducción de costos de personal de 30 % de aquí al 2011. Los riesgos de conflicto son reales. Por una parte, la dirección patronal amenaza con suprimir 30,000 empleos si estas medidas no son aceptadas, mientras el sindicato IG Metall maneja el espectro de los paros… para las primeras semanas de noviembre, a la vez que trata de negociar a la baja sus propias propuestas de revalorización de los salarios, al demandar solamente 2% de aumento en lugar del 4% que prometía a los trabajadores negociar hace algunas semanas.

Todos estos movimientos están llamados a ampliarse en el periodo venidero, con otras características, con altas y bajas, pero desde ahora permiten confirmar la renovación de la lucha de clases, permiten afirmar: Sí, la clase obrera responde ¡presente! ante los ataques de la burguesía.

Quienes no lo ven, no hacen más que probar con ello hasta qué punto se someten con facilidad a la censura y desinformación que imponen la burguesía y sus medios de comunicación. La función de los medios de difusión, su contribución a la regulación de la calma social, es presentar cada uno de los movimientos como manifestaciones “de desesperación”, describirnos “marchas flojas”, “sin entusiasmo” y a obreros “desmoralizados” (Le Monde del 29 de octubre en relación a la lucha de los trabajadores de DHL). A los revolucionarios serios les corresponde presentar un análisis claro, tajante, esforzarse en presentar una orientación y un análisis sin equívoco de la dinámica que se expresa en la sociedad y que ilustran estos movimientos.

Al contrario de esta orientación clasista, se debe constatar que la actual CCI, bajo dirección oportunista:

- adopta el mismo tipo de lenguaje que la prensa a la orden presentando a los obreros, desde hace ya varios meses, como si estuvieran desmoralizados, apáticos y desorientados;

- pretende cumplir con su papel de minoría comunista dando como orientación a los obreros la de “reflexionar”, “tomar conciencia y confianza de ellos mismos”, en una palabra: renunciar al combate y mantenerse tranquilos;

- desarrolla análisis de la situación social en los que dice todo y lo contrario de todo, donde habla de “virajes en la lucha de clase”, sin decir de qué viraje se trata, manteniendo la visión de una clase vacilante y en proa hacia la sempiterna “descomposición”.

Con esta actitud, también la dirección actual de la CCI demuestra que arrastra a nuestra organización a la quiebra política, que la vuelve inútil, si no es que nociva, para una clase obrera que ha entreado en el combate, y que por tanto requiere de orientaciones y de la presencia política de las vanguardias que su historia ha hecho surgir.

El período que se ha abierto verá la lucha política sin piedad entre las tendencias oportunistas mortíferas y las verdaderas tendencias comunistas. Nosotros, fracción interna de la CCI, estamos listos para este combate; lo hemos emprendido ya desde hace más de tres años, y buscamos hacer vencer la verdadera política de la CCI en el campo proletario y en la clase obrera.

29 de octubre, 2004.


Notas:

1 Fuente principal de las citas: AFP.

2 Los grupos serios del campo proletario han mostrado igualmente los primeros índices de reanudación, han analizado sus características, han intervenido en el sentido de impulsar todas las potencialidades de estos primeros sobresaltos proletarios. En tanto, la CCI se encuentra perdida en los laberintos de los “efectos de la descomposición” sobre la clase obrera.


Boletín Comunista Nº 28 - Fracción Interna de la CCI