LUCHA DE CLASE
Presentación del artículo
" SOBRE LA INTERVENCIÓN DE LOS REVOLUCIONARIOS:
RESPUESTA A NUESTROS CENSORES "
Revista Internacional n° 20 – 1er trimestre de 1980

Hace más de 20 años, la CCI militaba de manera voluntaria y determinada en la oleada de luchas obreras que sacudía a Europa. Intervenía en particular con fuerza durante los movimientos de los siderúrgicos en Francia (1979) con un objetivo esencial: contribuir a que esta lucha pudiera ir lo más lejos posible en la práctica, tomando como punto de apoyo las potencialidades que contenía en el contexto dado. En consecuencia, la CCI se situaba “en la oleada del movimiento”, para “responder a las preocupaciones de la clase obrera”, “apoyar y estimular las tendencias positivas” que aparecían.
¿Por qué llevaba a cabo esta intervención? Se fundaba en un análisis riguroso, tanto de la situación general (conjugación de una agravación de la crisis y las tensiones imperialistas), como de la evolución de la relación de fuerzas entre una burguesía que adaptaba sus equipos gubernamentales a la nueva situación (izquierda en la oposición para hacer frente a la lucha de clases, en Europa por ejemplo) y un proletariado que volvía bruscamente al escenario durante todo el período que se extendió desde las primeras huelgas de la primavera de 1978 en Alemania, EUA, Italia, pasando por la lucha de los obreros de la siderurgia en Francia, la de los estibadores de Rótterdam (otoño 1979) hasta desembocar en la huelga de masas en Polonia en 1980-81.

1. CCI parte integrante de las luchas en los años 1980

Es en este marco que la CCI participa activamente en la “marcha a Paris” del 23 de marzo de 1979. Había que combatir, y la CCI de la época lo hizo, al lado de los obreros:

En 1980, la CCI estaba perfectamente convencida de que los sindicatos se opondrían a las luchas y las sabotearían. Pero entonces defendía firmemente este principio: ”Esta capacidad de los sindicatos para sabotear las luchas obreras desde el interior mismo de las luchas es el peligro más grande al que deberá enfrentarse en los meses venideros y por mucho tiempo la clase obrera; es también el combate más difícil que van a tener los revolucionarios ... Los revolucionarios aprenderán a luchar contra esos órganos desde el interior de las luchas y no quedándose al margen. Y no es con generalidades abstractas sino en la práctica, con ejemplos concretos durante la lucha, comprensibles y convincentes para todo obrero, como los revolucionarios lograrán desenmascarar a los sindicatos y denunciar su papel antiobrero”.
Por haber intervenido de esta manera, la CCI fue severamente criticada: el objetivo del artículo, del cual publicamos aquí amplios extractos, era precisamente el de responder a esas críticas y defender la validez de la intervención llevada a cabo por nuestros militantes en ese período.
Es interesante notar de paso cómo han evolucionado desde entonces “nuestros censores” de esa época, y cómo resistieron, o no, a la oleada de luchas de fines de los años 1970 –principios de 1980:

2. Actualmente, la “nueva” CCI condena la lucha de clase

Al principio de 2002, la nueva CCI condena las luchas en Argentina, las que ve solamente como una emanación de la pequeña burguesía “descompuesta”, mientras que se trata de una de las primeras expresiones masivas de respuesta de una fracción de la clase obrera, luego de un largo período de retroceso de la combatividad y la conciencia obreras, y en un país donde la crisis económica acaba de sancionar a un capitalismo arruinado bajo la forma de un hundimiento brutal y repentino de una economía nacional, hasta allí con la fama de floreciente.
En cuanto a las últimas luchas en Francia, , éstas no constituyen, según la CCI actual, más que una hábil maniobra de la burguesía prevista hasta en sus menores detalles; incluso hasta el importante número de manifestantes es obra según ella, de la burguesía (como se mencionó en la RP del 14/06/2003). En cambio, ve en los obreros en lucha solamente una minoría “impotente”, “resignada”, “confundida” y “desorientada” (Suplemento de RI: “El porvenir pertenece a la lucha de clases”). En su voluntad de neutralizar la respuesta obrera mediante sus campañas de intimidación y desmoralización, la burguesía no podía encontrar mejor apoyo objetivo que tal discurso.
Pero más condenable aún es el método que utiliza la CCI actual, consistente en comparar punto por punto los primeros signos de reanudación de la lucha de clase, de la que el movimiento en Francia es una expresión, con el movimiento en Polonia en 1980 que marca el apogeo de una oleada de lucha internacional iniciada tres años antes, que concentra y aprovecha de toda la experiencia de aquélla y que conlleva sin embargo esta particularidad: si los sindicatos no sabotearon desde el inicio la lucha en Polonia, es porque, simplemente, los sindicatos no existían en la forma “radical” conocida en Europa. Y es precisamente cuando los órganos creados en el fragor de la lucha, para conducirla, dejaron el lugar al famoso sindicato “Solidarnosc”, que el movimiento declinaría.
Acorazada con este “nuevo método” particularmente innovador, y sin embargo ridículo, la CCI “actual” no vacila en decir “Las lecciones del formidable movimiento de huelga masiva del verano de 1980 en Polonia son de una brillante actualidad. Es a la luz de éstas que conviene examinar las debilidades importantes que se han manifestado en el movimiento de huelga de la primavera última en Francia... la clase obrera no ha estado a la altura para tomar el control de su lucha, dejando así toda la libertad a los sindicatos para efectuar su sucio trabajo de sabotaje”. (RI N° 337, julio- agosto del 2003 – Introducción al artículo: “Las luchas obreras en Polonia en 1980: Las lecciones más que nunca actuales”).
Y en establecer que: “en 1980, en Polonia, es desde el principio del movimiento que los obreros polacos salieron del marco de la fábrica y del sector, enviando delegaciones masivas, decididas y controladas por las asambleas generales, en dirección de las empresas más próximas geográficamente”, en tanto que el movimiento de la primavera de 2003, “es a un simulacro de solidaridad proletaria y de extensión geográfica de la lucha a lo que ha correspondido la organización de delegaciones compuesta por algunos sindicalistas o elementos izquierdistas, que arrastraban detrás de ellos, aquí y allá, a algunas minorías de obreros más o menos numerosas”. (ídem)
O también que: “Es el conjunto de la clase obrera en lucha, a través del MKS, comité de huelga a escala nacional, el que decidía las acciones a llevar a cabo en función de las necesidades de la lucha”. Y proseguir que: “Por el contrario, es la ausencia de tal control del movimiento de esta primavera lo que ha permitido a todas las fuerzas hostiles a su real desarrollo el debilitarlo desde el interior.” (ídem)
Los hechos reales tal como se han desarrollado concretamente, su concatenación y su significado profundo más allá “de lo que tal o cual proletario piense o crea llevar a cabo”, la dinámica profunda del movimiento, todo ello, la CCI no lo ha visto. La actual CCI no ve nada, se ha vuelto autista.

A) Desde la primavera de 2003, luego del anuncio de las medidas gubernamentales contra las jubilaciones, los sindicatos hacen todo para impedir que la cólera, que aumenta en la clase obrera, no se transforme en un movimiento de lucha masiva. Para ello, intenta empujar a algunos sectores a la lucha, de manera aislada y con reivindicaciones sectoriales, a la vez que impiden a otros sectores entrar en la lucha. Dejar escapar una bocanada de cólera obrera de manera experta y perfectamente controlada para cerrar el camino a toda posibilidad de extensión, tal es la técnica sindical. Tal fue el caso con los obreros de EDF, comprometidos, solos, en diciembre del 2002-enero del 2003, en una lucha contra la reforma de “sus jubilaciones”; la lucha del personal de salud o, también, localmente, al lanzar el 28 de abril la lucha de los carteros parisinos (La Poste) alrededor de la demanda particular sobre la supresión de una cambio de jornadas, a la vez que alardeaban de una voluntad de extensión de la huelga a los centros de clasificación.1
Que los sindicatos se opongan e impidan la extensión de las luchas, es una dificultad que los trabajadores en toda lucha actual, y esto por mucho tiempo aún.
Pero lo más importante que esto revela, es la batalla llevada a cabo por la extensión a todo lo largo de este movimiento. A pesar, y frecuentemente contra los sindicatos, se ha asistido a un impulso general y progresivo de la combatividad, y el combate por la extensión forma parte integrante de este movimiento: las manifestaciones, particularmente las del 1°, 6 y 13 de mayo, en las que la consigna más coreada ha sido “huelga general público-privado”, fueron expresiones evidentes. Atestiguan que la combatividad se generaliza en el magisterio, pero también en el conjunto de los servidores públicos, e incluso en importantes empresas del sector privado. Los casos en que los obreros deciden entrar a la lucha contra la opinión de los sindicatos, se multiplican durante esta primera fase: En San Ouen (suburbio parisino), los trabajadores de la RATP paran labores el 14 de mayo contraviniendo a la CGT. En varios depósitos de la RATP se reproduce el mismo escenario.
La solidaridad en la extensión de la lucha se verifica igualmente a través de múltiples Asambleas Generales comunes en varios sectores. También los asalariados de Alstom, los metalúrgicos, los postales, los agentes de impuestos, llaman a los profesores a participar en sus Asambleas Generales. Y en todas las manifestaciones, los maestros, los más avanzados en la movilización, llaman, ya sea mediante volantes o mediante tomas de palabra al final de la manifestación, a que se participe en las que realizan cotidianamente (Asambleas Generales de establecimientos, regionales, ....). En la región parisina, las “visitas” a otros sectores en lucha se organizan de un departamento a otro.; los huelguistas son particularmente bien recibidos y con frecuencia se les espera con impaciencia. Pero este fenómeno no ocurre solamente en la región parisina, se repite en Rouen, Marsella, Lyon....
Durante toda una primera fase del movimiento, se desarrolla una verdadera batalla entre, de un lado los sindicatos frenando la lucha, y de otro una combatividad que se generaliza, estableciendo una extensión de hecho de la lucha, varios sectores entran progresivamente en el movimiento mediante la huelga, mediante la participación activa en las manifestaciones y en las Asambleas Generales de otros sectores. ¿Todo esto, la CCI “oficial” no lo ha visto?
Por nuestra parte, es en esta fase y en relación a esta realidad concreta, que intervenimos con un primer volante llamando a luchar todos juntos (ver el boletín 19).

B) A partir de mediados de mayo, los sindicatos se oponen abiertamente a toda extensión del movimiento y su política aparece cada vez más claramente y en todas partes como un sabotaje voluntario de la lucha. Es así que aparecen sus anuncios repetidos de una hipotética “huelga general” la que es pospuesta plazo tras plazo, o sobre una próxima “jornada de acción decisiva” que incluiría a todos los sectores (no menos de una docena en total entre fines de abril y fines de junio). Pero aquí también, lo más importante a revelar es el combate constante llevado a cabo por los obreros, a todo lo largo del movimiento, contra este sabotaje en las Asambleas Generales y manifestaciones.
Es así como se ha visto, en la mayor parte de los contingentes parisinos, a los maestros disputando la cabeza de las manifestaciones con los “oficiales” y a otros bonzos sindicales. Y cuando, como el 22 de mayo, el servicio de orden sindical intenta “abrirse paso a codazos” para retomar la cabeza de la manifestación, son apartados por miles de manifestantes.
El fenómeno de las “vallas de recibimiento” al final de la manifestación (característico de la mayoría de las manifestaciones durante este período) es impuesto frecuentemente mediante una verdadera relación de fuerzas. Los manifestantes por millares corean sus propias consignas “ni negociable, ni enmendable, retiro del plan Fillon” contra las de los sindicatos “apertura de negociaciones” que, desde el inicio han intentado inculcar “que una reforma era de todos modos necesaria”. Los manifestantes avanzan sus propias consignas unificadoras en una lucha que buscan conducir ellos mismos y a los cual llaman claramente al resto de la manifestación.
Esta impugnación abierta a los sindicatos se expresará igualmente en los bordes de las manifestaciones mediante expresiones de cólera abierta contra los sindicatos, denunciados como saboteadores, así como escaramuzas entre manifestantes y el servicio del orden de la CGT, como sucedió durante la manifestación parisina del 10 de junio, donde, durante más de tres cuartos de hora, el servicio de orden de la CGT que llegó para interponerse a manera de proteger a los policías fue obligado a huir bajo los gritos de “¡ustedes hacen un trabajo sucio!”.
El sabotaje de los sindicatos es no solamente claro ante los ojos de la mayor parte de los participantes en esta lucha, sino que igualmente se denuncia en las Asambleas Generales (correos) de donde emanan volantes de trabajadores reagrupados en colectivos.
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Y cuando miles de manifestantes marchan en filas cerradas bajo sus propias banderas, desprovistas de toda referencia sindical, es una ruptura con las habituales manifestaciones del pasado, donde cada sector cuidadosamente espaciado del anterior desfilaba bajo un montón de adornos sindicales.

C) Los sindicatos controlan la organización de la lucha. Pero una vez más, lo más importante es la batalla llevada a cabo para hacerse cargo de ella.
Este combate se nota sobre todo en las Asambleas generales y particularmente en las de los maestros. Verdaderas discusiones contradictorias son llevadas a cabo con miras a organizarse de la manera más autónoma posible. El número importante de participantes, su voluntad de decidir colectivamente las acciones a seguir, conduce a algunas Asambleas Generales a discutir sobre la cuestión de los mandatos, sobre el sistema más adecuado de representación de los diferentes establecimientos en lucha, sobre la forma más apta de organización. Tal es, por ejemplo, el caso de las Asambleas generales de los profesores del “93” (barrio parisino) donde, a inicios de mayo, frente a la amplitud que toma el movimiento, se prefiere la cuestión de crear un “colectivo” de tareas técnicas a la de un “comité de huelga con los representantes sindicales”. Su composición, así como sus responsabilidades son sometidas a la Asamblea general y esta última resalta que “este colectivo no reemplazará la función de decisión de las Asambleas Generales y deberá rendirle cuentas”.
La palabra de los sindicatos en las Asambleas Generales encuentra frecuentemente una profunda desconfianza. Esto se nota cuando, por ejemplo, solamente se los da a los representantes sindicales un turno de palabra al inicio de la asamblea, reduciéndose con frecuencia a dar informaciones. Se nota igualmente en las discusiones llevadas a cabo en algunas Asambleas Generales a propósito del lugar a acordarle a los sindicatos. O también en estas declaraciones intercambiadas por los participantes (AG del “93”): “la coordinación debe ser prudente frente a los sindicatos, porque estas máquinas burocráticas esperan la primera ocasión para sabotear el movimiento”; mientras otros lamentan la movilización de 1998 en la que, desde el principio, “la estructura de coordinación que integraba a los sindicatos ha sido afirmada como una necesidad”, en tanto que ahora, los sindicatos no tienen “evidentemente su lugar en el movimiento actual, como lo constata el la Asamblea General del 30 de mayo, en la que ni SUD-Education había tenido un lugar en la tribuna.
A través de todos estos ejemplos, se verifica el hecho de que las estructuras de organización de la lucha, cualquiera que sea su forma en un momento dado, siguen y seguirán siendo un reto entre las diferentes fuerzas antagónicas que se enfrentan en una lucha. El reto de que los obreros tomen por sí mismos el control de las luchas es, pues, un combate permanente, hoy, como en todo el periodo venidero. El PCI –Le Proletaire no se equivoca cuando, en un volante distribuido durante este movimiento, llamaba precisamente al “control de la lucha por los obreros”.
Y no es otra cosa lo que defendía la CCI de los años 80 cuando escribía: [la burguesía] no abandona el terreno de los órganos obreros, sino por el contrario, intenta, a través de sus fuerzas sindicales y de oposición, ocuparlos, bombardear desde el interior la acción proletaria y desnaturalizarlos completamente, incluso si conservan la forma y el nombre para mejor entrampar a los obreros. Hace de los órganos obreros, en tanto que la revolución no haya triunfado, un campo de batalla entre el proletariado y la burguesía (utilizando los sindicatos y la izquierda) (RINT N° 26, p. 9, “Perspectivas de la lucha de clase internacional).
Tendremos la ocasión de volver en detalle sobre el movimiento de la primavera del 2003 en Francia, sobre sus fuerzas, los aspectos positivos que se han desprendido; pero igualmente sobre las dificultades y debilidades que se han manifestado.
Pero desde ahora se puede plantear la cuestión: ¿De todo esto, pues, la CCI actual no ha visto nada, no ha comprendido nada? Lo que en sí, sería una verdadera catástrofe para una organización que se reivindica del papel de vanguardia de la clase obrera y como la “más importante organización “ del medio revolucionario internacional.
Pero, aún cuando el movimiento no hubiera sido, como lo pretende la CCI, mas que una potente maniobra de la burguesía prevista de antemano, al grado que hasta la importancia numérica de los manifestaciones sería, según ella, el fruto de la voluntad diabólica de la burguesía, la expresión de una masa “impotente”, “resignada”, “confundida” y “desorientada”, ello no justificaría tampoco el tipo de intervención y la política escandalosa que ha llevado a cabo la CCI durante y a propósito de este movimiento.
No contenta con volver la espalda a lo que debe ser la intervención de una organización comunista en un contexto semejante, la CCI actual vuelve pura y simplemente la espalda a los principios de intervención que había defendido siempre, y que afirmaba alto y fuerte en los años 1980: el lugar de los revolucionarios es el de “estar en la ola del movimiento”, de “responder a las preocupaciones de la clase obrera”, de “apoyar y estimular las tendencias positivas”, sin cometer el error de esperar “luchas puras”. Y con mayor razón cuando se está convencido, como lo está la CCI actualmente, de que la clase obrera se encuentra en una situación difícil, cuando se estima que la clase está manipulada.
En el mejor de los casos, la CCI actual no ha hecho, en relación a este movimiento, mas que dirigirse a los obreros desde lo alto de su balcón. Pero en el peor, les escupe todo su desprecio a la cara.
Como Lenin lo hizo frente a los revisionistas que infestaban el POSDR a principios del siglo XX, nosotros denunciamos la política de “renuncia a la lucha de clase” que está en marcha actualmente en la CCI.
De hecho, la CCI actual ha traicionado totalmente los principios de intervención sobre los cuales se había apoyado siempre, y sobre la que la experiencia de los años 1980 citada aquí es solamente un ejemplo. Por nuestra parte, continuamos defendiéndolos, reivindicándolos y poniéndolos en práctica. Esta es la ilustración más patente de que nuestra Fracción es la verdadera continuidad política de la CCI, de que la Fracción es la CCI.
Es porque continuamos, por nuestra parte, inscribiéndonos en el combate contra la deriva actual de la CCI –de la que la mísera intervención en las últimas luchas y más allá toda su condena hacia esta manifestación de la reanudación obrera, no son más que una confirmación complementaria– que decidimos publicar los extractos de este texto de 1979
3. Para nosotros, la CCI de ese período constituye aún actualmente en materia de intervención consecuente, una referencia.
La reedición de largos extractos de este texto, no podrá más que interpelar a todo militante sincero en el interior de esta organización, recordándole cuáles son las verdaderas concepciones de la CCI, las que actualmente está impelido a traicionar. Y esta lectura no puede más que llevarlo a oponerse con todas sus fuerzas a la dinámica en la cual se encuentra comprometido.
A otro nivel, queremos demarcarnos claramente de la postura que la nueva CCI ha terminado por adoptar respecto a la discusión con el medio proletario. La actual CCI considera hoy que de este medio no tiene nada que aprender, si no es que “no dice más que tonterías”
4. En cuanto a nosotros, continuamos defendiendo la concepción del debate, tal como la CCI de entonces lo concebía: un debate vital para “clarificar, criticar, completar y actualizar la herencia de las posiciones políticas del marxismo”.
Finalmente, llamamos la atención de todos y cada uno sobre el hecho de que el texto de la Rint. N° 20 que publicamos enseguida, está firmado: JA, MC, JL, CG. Esto nos recuerda que una de las razones esenciales avanzadas por la dirección actual de la CCI para excluir a nuestra Fracción por segunda ocasión, es que, en nuestro boletín, habríamos “entregado” a la policía a un eminente militante de la CCI al citar sus verdaderas iniciales. ¿Haría falta denunciar y excluir (de la historia) a la CCI por haberlo hecho en tan numerosas ocasiones, antes que nosotros, y especialmente a través de la firma de este texto?
(agosto 03, 2003)



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" ACERCA DE LA INTERVENCIÓN DE LOS REVOLUCIONARIOS:
RESPUESTA A NUESTROS CENSORES "
Revista Internacional n° 20 – 1er trimestre 1980

El nuevo auge de combatividad obrera a que asistimos desde hace más de un año obliga a las organizaciones revolucionarias a desarrollar su intervención, Más que nunca, hay que saber comprender rápidamente la importancia de una situación e intervenir destacando "los fines generales del movimiento" de manera concreta y comprensible.
La intervención concreta en las luchas es un test, una manera de medir la solidez teórico-política y organizativa de un grupo revolucionario, En ese sentido, cualquier ambigüedad y vacilación a nivel programático, se traduce inevitablemente en intervenciones erróneas, vagas, dispersas e incluso, en una parálisis frente a la realidad dé un movimiento de auge de luchas. Por ejemplo, en las luchas actuales y venideras, la comprensión del papel de los sindicatos es un problema clave para el desarrollo de la autonomía del proletariado en su terreno de clase.
La acción de la clase exige respuestas claras sobre todos los fundamentos teóricos de un programa de clase: tanto sobre la crisis económica como sobre las luchas de liberación nacional o sobre las diferentes expresiones de la descomposición del mundo burgués en general. Es por esa razón que la discusión y la reflexión en los grupos revolucionarios y entre los grupos a nivel internacional se da como fin clarificar, criticar, completar y actualizar las posiciones políticas del marxismo que hemos heredado y principalmente las de la última gran organización obrera internacional, la Internacional Comunista.
Pero la intervención concreta durante enfrentamientos de clase permite solamente medir las capacidades “teóricas” “programáticas”, de una organización; permite medir también las capacidades organizativas de' un grupo político proletario. Durante los diez años que siguieron a la oleada de luchas de 1968, el medio revolucionario trabajó arduamente y por mucho tiempo para tomar conciencia de la necesidad dé trabajar de manera organizada e internacional, para mantener y desarrollar una prensa revolucionaria, para crear organizaciones dignas de llamarse así. En el periodo actual de resurgimiento de las luchas, un grupo que no es capaz de movilizarse, de hacer acto de presencia política, de intervenir enérgicamente cuando los acontecimientos se precipitan, está condenado a fracasar, a quedarse impotente. Por muy justas que puedan, ser sus posiciones políticas, se convierten en pura palabrería, en frases huecas. Para una organización proletaria, la eficacia de su intervención depende de los principios programáticos así como de la capacidad para dotarse de .un marco organizativo conforme a sus principios. Estas condiciones son. necesarias pero no suficientes. Así como la “capacidad de crear" una organización política apropiada no se desprende automáticamente de una comprensión teórica de los principios comunistas sino que requiere además una toma de conciencia específica del problema de la organización de los revolucionarios (comprender y saber adaptar las enseñanzas del pasado a las especificidades del período actual), asimismo la intervención eficaz en las luchas actuales no es el resultado automático de una comprensión teórica u organizativa. La reflexión y la acción forman un todo coherente, la praxis, pero cada aspecto de la totalidad aporta su contribución al conjunto y exige capacidades específicas.
En el plano teórico, hay que saber analizar la relación de fuerzas entre las clases pero en un lapso de tiempo suficientemente largo y a escala de las fases históricas. Las posiciones de clase, el programa comunista, evolucionan y se enriquecen lentamente, siguiendo el paso de la experiencia histórica, dejando a los que estudian esos problemas el tiempo de asimilarlos. Además el estudio teórico permite, si no de manera integra, al menos de manera adecuada, comprender el materialismo histórico, el Funcionamiento del sistema capitalista y sus leyes fundamentales.
De la misma manera, respecto a la cuestión de la práctica organizativa, aunque un conocimiento teórico, lo puede sustituir á una continuidad orgánica que las convulsiones del siglo XX destruyeron, un esfuerzo de voluntad y la experiencia limitada pero real de nuestra generación pueden aportar clarificaciones. Muy diferentes el problema cuando se trata de intervenir puntualmente en acontecimientos que se están desarrollando. En este caso se trata de analizar una coyuntura que no cubre un período de 20 años ni de 5, sino de poder comprender lo que está en juego a corto plazo, unos meses, unas semanas, a veces sólo unos días. Durante un conflicto entre clases, se asiste a fluctuaciones importantes rápidas ante las cuales hay que saber orientarse, guiándose con los principios y los análisis, sin ahogarse. Hay que estar en la corriente del movimiento, saber concretizar los "fines generales" para responder a las preocupaciones reales de una lucha, para poder apoyar y estimular las tendencias positivas que aparecen. En este caso el conocimiento teórico no puede sustituir a la experiencia. Las experiencias limitadas a las cuales han participado la clase obrera y los revolucionarios desde 1968 no son suficientes para adquirir un juicio certero.
La CCI, como la clase obrera, no descubren la intervención de repente, hoy. Pero queremos contribuir a una toma de conciencia de la envergadura que pueden tomar las luchas en los años venideros y que no serán comparables con las del pasado inmediato. Las explosiones actuales y, aun más las venideras, pondrán a los revolucionarios ante grandes responsabilidades y todo el medio obrero debe aprovechar las experiencias de unos y de otros para corregir mejor las flaquezas, para prepararse mejor. Es por eso que volvemos a tratar aquí sobre las luchas en Francia del invierno pasado y la intervención de la CCI desde el asalto a la comisaría de policía de Longwy en Febrero de 1979 por los obreros de la siderurgia hasta la marcha a París del 23 de marzo de 1979. Desde ese entonces, hubo otras experiencias importantes de intervención,. particularmente en la huelga de los estibadores del puerto de Rotterdam en el otoño de 1979 (ver “Internationalisme”, periódico de la sección de la CCI en Bélgica). Pero dedicamos este artículo a los acontecimientos en torno al 23 de Marzo porque hemos recibido muchas críticas por parte de grupos políticos; críticas hechas a veces "desde las alturas" (generalmente por aquellos que no intervinieron en absoluto) por grupos que, por lo visto, parecen querer darnos lecciones.
La CCI no ha pretendido jamás tener la ciencia infusa ni el programa acabado. Cometemos errores inevitablemente y nos esforzamos por reconocerlos y por corregirlos. Al mismo tiempo, queremos responder a nuestros censores", esperando que así se clarificará una experiencia para todos y no con el propósito de lanzar luchas estériles entre los grupos políticos.

SIGNIFICADO DE LA "MARCHA A PARÍS"

Si tomamos la manifestación del 23 de Marzo a parte, como acontecimiento aislado, no se comprende por qué provocó tantas discusiones y polémicas. Una manifestación en París, conducida por la OGT no es algo nuevo. Una multitud de gente desfilando durante horas no tiene, en si, nada de excitante. Tampoco la movilización excepcional de las fuerzas de policía ni el enfrentamiento violento de miles de manifestantes con la policía son algo nuevo. Lo hemos visto en otras ocasiones. Pero la visión cambia radicalmente y adquiere otro significado cuando se deja de tener una óptica obtusa y que se sitúa al 23 de Marzo en un contexto más general. Ese contexto indica un cambio profundo en la evolución de la lucha del proletariado. No es el 23 de Marzo lo que acarrea un cambio; es el cambio habido lo que explica el 23 de Marzo, el cual es sólo una de sus manifestaciones.
¿En qué consiste la nueva situación? La respuesta es: en la ola de luchas fuertes y violentas de la clase obrera que se anuncia contra la agravación de la crisis y las medidas draconianas de austeridad que el capital impone al proletariado: despidos, inflación, disminución del nivel de vida, etc. (…)
Durante cuatro o cinco años, de 1973 a 1978, el capitalismo logró contener el descontento de los obreros en Europa con el espejismo de un "cambio" (…) Durante años, la esperanza ilusoria de que una mejora de las condiciones de vida era posible con la llegada de la izquierda al poder, adormeció la combatividad de la primera ola de luchas obreras. Fue así como la izquierda pudo poner en práctica el “Contrato social" en Gran Bretaña, el “Compromiso Histórico" en Italia, el “pacto de la Moncloa” en España, el "Programa común” en Francia, etc (…)
Pero como escribía Marx : "no se trata de saber lo que tal o cual proletario, o hasta el proletariado entero se representa momentáneamente como meta. Se trata de lo que es el proletariado y de lo que se verá históricamente obligado a hacer, conforme a su ser."(l). El peso de la ideología y de las mistificaciones burguesas puede, momentáneamente calmar el descontento obrero, pero, no puede detener indefinidamente el curso de la lucha de clases. En las condiciones históricas actuales, las ilusiones sobre “la izquierda al poder” no podían aguantar mucho tiempo ante la agravación de la crisis y eso tanto en los países en donde la izquierda estaba ya en el gobierno como en aquellos en donde estaba en camino. La barrera de “la izquierda al poder" se fue gastando .y fue cediendo lentamente ante la acumulación de un descontento cada día más perceptible y más difícil de contener.
Los sindicatos, que son los que están presentes más directamente dentro de la clase, en los lugares de trabajo, en las fábricas, son los que se dan cuenta en primer lugar del cambio que se opera en la clase y de los peligros de una explosión de lucha. Toman conciencia de que, con la postura que han adoptado -apoyo a la izquierda al poder- no van a poder controlar esas luchas. Son ellos quienes presionan a los partidos políticos de izquierda (de los cuales son una prolongación), para hacer valer la necesidad de pasar urgentemente a la oposición, lugar más adecuado para descarrilar el tren del nuevo auge de luchas obreras.
Al no poder como antes oponerse e impedir que estallen luchas y huelgas, los partidos de izquierda y, en primer lugar, los sindicatos, se ven obligados a apoyarlas radicalizando su lenguaje para poder acribillarlas mejor desde dentro.
Los grupos revolucionarios tardaron mucho y tardan todavía en comprender plenamente esta nueva situación, que: se caracteriza por la izquierda en la oposición con todas sus implicaciones. Al seguir repitiendo generalidades sin tomar en cuenta los cambios que han intervenido en la realidad concreta, sus intervenciones se quedan en el reino de lo abstracto y sus tiros yerran inevitablemente el blanco.
El 23 de marzo no es un acontecimiento aislado sino que forma parte del curso general de reanudación de las luchas. Lo preceden una serie de huelgas, en muchos lugares de Francia y, más particularmente en París: huelgas duras de fuerte combatividad. Es sobre todo el producto directo de las luchas de los obreros de la siderurgia de Longwy y de Denain que dieron lugar a enfrentamientos violentos con las fuerzas armadas del Estado. Fue a los obreros de Longwy y Denain, en lucha contra la amenaza de despidos en masa a quien se les ocurrió la idea de la marcha a París. ¿ Debían los revolucionarios apoyar esa iniciativa y participar a esa acción ? Todo titubeo en ese respecto es absolutamente inadmisible. El que la CGT (Confederación General de Trabajadores PC), después de haber hecho todo lo posible por hacer fracasar ese proyecto y retrasarlo conjuntamente con las otras centrales sindicales, se decidiera a participar, encargándose de "organizar" la marcha, no podía de ninguna manera justificar la no participación de los revolucionarios. Seria, estúpido que se pusieran a esperar luchas “puras" y que la clase obrera haya logrado deshacerse complemente de la presencia de los sindicatos para dignarse a participar en sus luchas. Si esa fuera una condición necesaria, entonces los revolucionarios no participarían nunca a las luchas de la clase obrera, ni siquiera a la revolución, Al mismo tiempo, lo que se hace en ese caso es demostrar la inutilidad de la existencia de los grupos revolucionarios.
Al tomar la iniciativa FORMAL de la marcha del 23 de Marzo, la CGT demostró no la inanidad de la manifestación, sino su gran capacidad de maniobra y de recuperación para poder sabotear mejor y desviar las acciones del proletariado. Esta capacidad de los sindicatos para sabotear las luchas obreras desde el interior mismo de las luchas es el peligro más grande al que deberá enfrentarse en los meses venideros y por mucho tiempo la clase obrera; es también el combate más difícil que van a tener los revolucionarios contra esos agentes de la burguesía que son los peores. Los revolucionarios aprenderán a luchar contra esos órganos desde el interior de las luchas y no quedándose al margen. Y no es con generalidades abstractas sino en la práctica, con ejemplos concretos durante la lucha, comprensibles y convincentes para todo obrero, como los revolucionarios lograrán desenmascarar a los sindicatos y denunciar su papel antiobrero.

NUESTROS CENSORES

Muy diferente es la manera de proceder de nuestros eminentes censores. No hablemos de los modernistas, que están todavía preguntándose: ¿quién es el proletariado?
Esos están todavía tratando de descubrir las fuerzas subversivas capaces de transformar la sociedad. Es pérdida de tiempo tratar de convencerlos. Nos los encontraremos, quizás, después de la revolución, ! si sobreviven hasta ese entonces !
Otros, los intelectuales, están demasiado ocupados escribiendo sus grandes obras... No tienen tiempo que perder con pequeñeces como el 23 de Marzo. Existen también los “viejos combatientes”, escépticos por naturaleza y que miran las luchas actuales encogiéndose de hombros. Cansados y desengañados por las luchas pasadas a las cuales participaron antaño, no le tienen mucha fe a las luchas presentes. Prefieren escribir sus memorias y sería inhumano molestarlos en su triste retiro. También están los espectadores de buena voluntad, que, aunque a veces sufren con el mal de la escritura, son sin embargo, “antimilitantes” furibundos. Su gran anhelo es dejarse convencer pero para eso esperan... los acontecimientos. Esperan… y no comprenden que otros formen parte de ellos.
Pero también hay grupos políticos para quienes la intervención militante es la razón de su existencia y que sin embargo critican nuestra intervención del 23 de Marzo. (…)
Los marxistas revolucionarios (…) Se han elevado siempre enérgicamente contra toda tentativa de operar ese tipo de separación. [entre luchas inmediatas y el objetivo final], Han demostrado siempre la unidad indivisible del proletariado, a la vez clase explotada y clase, revolucionaria, y la unidad indivisible de su lucha. A la vez por la defensa de sus intereses inmediatos y por su meta histórica. Así como en el período ascendente del capitalismo con la posibilidad de obtener mejoras duraderas el abandono de la meta histórica revolucionaria equivalía a una traición del proletariado, así también en el período de decadencia, la imposibilidad de obtener mejoras no puede justificar la renuncia a la lucha de resistencia de la clase obrera ni el abandono de sus luchas por la defensa de sus intereses inmediatos. Tal abandono, por muy radical que sea la fraseología que la defienda, significa pura y simplemente deserción y abandono de la clase obrera. (…)
Marx se empeña en demostrar la posibilidad y la necesidad de que la clase obrera luche cotidianamente por la defensa de sus intereses económicos, no sólo porque es ese su interés inmediato sino sobre todo porque esa lucha es una de las condiciones principales de su lucha histórica contra el capital. Afirma esta advertencia: "si (el proletariado) se contentara con admitir la voluntad, el ukasé del capitalismo como ley económica constante, compartiría toda la miseria del esclavo sin gozar de situación de seguridad de éste" (Salario precio y ganancia – Ed. Sociales p. 135) Y más lejos, después de haber demostrado que la "tendencia general de la producción capitalista no es a subir los salarios medios sino a bajarlos", Marx saca esta primera conclusión:
"Siendo esa la tendencia de las cosas en ese régimen, ¿quiere esto decir que la clase obrera deba renunciar a su resistencia contra los abusos del capital y abandonar sus esfuerzos por arrancar en las ocasiones que se presenten todo aquello que pueda aportar ciertas mejoras a su situación? Si así lo hiciera, se rebajaría a no ser más que una masa informe, aplastada de seres famélicos a los cuales ya no se les podría aportar ninguna ayuda".
Y mas lejos, sobre el mismo tema:

"Si la clase obrera renunciara a su conflicto cotidiano con el capital, se privaría a sí misma de la posibilidad de emprender tal o cual movimiento de mayor amplitud”. (idem p. 141).
(…) ¿Debemos también recordar la lucha de Rosa Luxemburg contra la separación entre programa mínimo y programa máximo, cuando reivindica (en su discurso al congreso de Fundación del Partido Comunista", a fines de 1918) la unidad del programa de la lucha económica e inmediata y de la lucha política por la meta final, como dos aspectos de una única lucha histórica del proletariado ? Es también en ese sentido que Lenin, (…) podía afirmar que "detrás de cada huelga se perfila el fantasma de la revolución". (…)
El PCI bordiguista por su parte, no se queda atrás cuando se trata de minimizar la importancia de la manifestación del 23 de Marzo o aun de convertirla en otra cosa de lo que representaba realmente. Mientras que el "Le Prolétaire" no 288 (órgano en Francia del PC Int) cubre la mayor parte de su primera página con un artículo sobre el 1° de Mayo, aunque ese día se haya convertido desde hace mucho tiempo en una celebración de la "fiesta del trabajo", en un carnaval siniestro dirigido por los peores enemigos de la clase obrera que son los partidos de izquierda y los sindicatos, al 23 de Marzo le consagran solamente algunos comentarios furtivos que convierten a esa manifestación en un "día de acción, cualquiera de los que organizan los sindicatos".
Así, antes del 23 de Marzo se puede leer en Le Prolétaire no 285 (P.2): "Una vez que se han contenido las fuerzas, sólo queda convertirlas en vasta "gran acción" de tipo " día nacional" que al dar la ilusión de solidaridad, mella su filo de clase y le deja como única salida una intervención en el terreno parlamentario...”
Después del 23 de Marzo, el PCI vuelve a hablar de ese día y no ve más que: "un desperdicio previsible de energías obreras, una empresa de división y de desmoralización, una jornada de embrutecimiento a golpes de mugidos chovinistas, de pacifismo social y de cretinismo electoral..." (Le Prolétaire no 287; unas cuantas lecciones de la marcha a París).
Así, pues encerrado en sus esquemas del pasado, el PCI es puesto buena parte al lado de la realidad de los enfrentamientos de clase del invierno pasado. Esto no le impidió denunciar (Le Prolétaire no 285) " Las nuevas formas mas “románticas” de oportunismo que no dejarán de "florecer en reacción al sabotaje reformista y centrista, a saber las formas de sindicalismo, de consejismo, de autonomismo, de terrorismo, etc... Sin tener complejos de persecución, nos podemos sentir aludidos por la referencia a los “consejistas”, cuando se sabe que el PCI califica siempre a nuestra organización y que sus militantes nos siguen llamado "oportunistas'' y sus "seguidores" más de una vez en reuniones públicas, refiriéndose a las luchas de principios del 79 en Francia. (…)
Estos castigadores terribles. “del oportunismo” que están todavía preconizando la táctica cuan "revolucionaria" ( ! ) de un Frente Unico sindical, táctica que la CGT y la CFDT aplican cotidianamente'' para encuadrar e inmovilizar mejor a los obreros en lucha, no son los mejores indicados para venir a dar lecciones a quien sea. Al identificar sindicatos en GENERAL y reformismo, mantienen una terrible confusión entre los obreros. Efectivamente, los revolucionarios podían y debían participar en el movimiento sindical en el período ascendente del capitalismo, a pesar de que la orientación y la mayoría dé ellos eran reformistas. No es lo mismo hoy en día, en el periodo de decadencia, cuando los sindicatos no podían sino volverse y se volvieron efectivamente órganos del Estado capitalista en todos los países, Hoy, para esas organizaciones no hay sitio para ninguna defensa de clase y por lo tanto tampoco para los revolucionarios.
Al no tomar en cuenta esa diferencia fundamental entre los sindicatos de hoy y el reformismo, (…)el PCI le hace un inmenso favor a la burguesía, al ayudarla a hacer creer a los obreros que esa organización es de ellos. Por otra parte, le hace un regalo su aval revolucionario muy apreciable, un taparrabo con el cual los sindicatos esconden su desnudez, su naturaleza y su función, antiobrera. Cuando el PCI haya comprendido esa diferencia, sabrá entonces quizás juzgar mejor qué es una intervención revolucionaria y qué es oportunismo.

LA CWO Y NUESTRA INTERVENCIÓN

Para terminar de manera más detallada, examinemos el no 15 de Revolutionary Perspectives en el cual la Communist. Workers' Organization (CWO) de Gran Bretaña diseca profesoralmente qué es lo que había que hacer, que se hubiera debido hacer, que se podía hacer, que se hubiera podido hacer el 23 de Marzo pasado, y todo eso con un mínimo de información y un máximo de observaciones desmedidas con respecto a la CCI.... todo por la polémica.
"A causa de la visión de ese: grupo (la CCI), dominado por el espontaneismo y el economicismo, su intervención no fue más que una serie de esfuerzos incoherentes y confusionistas... Aunque la CCI haya intervenido muy pronto en las ciudades de la siderurgia denunciando a los sindicatos y llamando a los obreros a organizarse y a extender la lucha, rechazó todo papel de vanguardia para si mismo, fiel a sus tendencias consejistas. La CCI rehusó canalizar la aspiración de los .obreros a favor de una marcha a París hacia una meta práctica, prefiriendo decirle a los obreros que se organicen "ellos mismos". En ciertas ocasiones, la CCI ha logrado superar ese titubeo como por ejemplo en Dunkerque en donde los militantes de la CCI ayudaron a los obreros a transformar una reunión sindical en asamblea de masa. Pero eso fue hecho empíricamente sin ir mas lejos que sus concepciones espontaneístas y consejistas. La CCI, en su "viraje práctico" va a terminar en el oportunismo y no en una practica coherente de intervención puesto que le falta toda comprensión de la conciencia y del papel de la vanguardia comunista..."
(…)¿Qué dice la CWO sobre la situación política y social en Francia? En el numero 10 de Revolutionary Perspectives, cuando las elecciones le 1978 en FRANCIA, leíamos que la CWO constataba (al igual que el mundo entero) que "la iniciativa está del lado de la clase dominante" y que existe una paz social relativa en Francia desde hace cinco años. En el número 15, en octubre de 1979, la CWO vuelve a citar ese extracto, añadiendo : "Desde ese entonces, nos complace informarles que la situación ha cambiado". ¡Gracias por la noticia! Ver una realidad cuando salta a la vista no es una base para la intervención.

La intervención no se prepara agitándose a destiempo para darse importancia sino afinando a tiempo sus análisis políticos. No es cosa fácil, sobre todo en reuniones íntimas como las de la CWO pero tampoco para cualquier organización revolucionaria. Sin embargo, a pesar de la dificultad de captar todos los matices de una realidad en movimiento, desde antes de las elecciones de Marzo de 1978, la CCI (en la Revista Internacional no 13) llamó la atención sobre el hecho de que las condiciones del reflujo estaban comenzando a agotarse y que sobresaltos de combatividad obrera contenida por mucho tiempo, se estaban preparando (lo cual iba a revelarse justo con las huelgas de la primavera de 1978 en Alemania, en los Estados Unidos, en Italia y en Francia). De esta perspectiva trazada por la CCI que nos ha permitido estar vigilantes y reconocer la importancia de los primeros signos de lucha y estar presentes, de este análisis que luego nos ha permitido poner en guardia a la clase obrera contra el peligro de la izquierda en la oposición, la CWO no ha dicho nada, y con razón: pequeña polémica obliga. Contentarse con comprobar una situación es sin duda mejor que la actitud de otros grupos revolucionarios que se niegan a reconocer el auge de las luchas, pero no es suficiente para orientarse rápidamente ante surgimientos bruscos. (…)
Pero ¿en qué análisis genial se basa la CWO para poder decir, de lo alto de su cátedra, de que el 23 de Marzo estaba de antemano condenado a ser un fracaso? ¿Cuál era realmente la situación?
La combatividad obrera estalló en Longwy con la movilización general de los obreros siderúrgicos contra los despidos, con el ataque de la comisaría de la policía, la destrucción de los expedientes en la sede patronal, una situación de lucha abierta que los sindicatos no lograban contener y que por lo tanto denunciaron, la agitación se extiende a Denain y a toda la siderurgia. Además, en París, varias huelgas estallan contra despidos, contra la austeridad y las condiciones de trabajo; en la televisión francesa (SFP), en los bancos, las compañías de seguros, en los PTT. ¿ Qué hacer en esa situación cargada de potencialidades, en ese contexto de crisis? ¿ Contentarse con hablar de manera abstracta de la necesidad de generalizar la huelga, abandonar, su carácter regional y de categoría ? Los obreros, mismos, pensaron en concretizar esa idea de extensión de la lucha y comenzaron a hablar de una marcha a París, París, en donde el fulminante social ha sido siempre más eficaz, como lo demuestra toda la historia del movimiento obrero en Francia. ¿ Como no apoyar esa necesidad de ir a Paris que expresaron y reivindicaron los obreros de las zonas en lucha ?¿Porqué "los sindicatos se opusieron .a ese proyecto obrero durante más de un mes posponiendo cada día su realización ? ¿ No era acaso que tenían la esperanza de poder anularlo completamente o, por lo menos, desarmarlo ?
Pero aún antes de haber fijado la fecha de finales de marzo (suficientemente tarde para permitir un condicionamiento ideológico de los obreros), los sindicatos estaban haciendo ya incansablemente su trabajo de zapa. Utilizaban la táctica de la división sindical para quebrar toda tendencia hacia la unidad de los obreros; la CGT (sindicato PC) se encargaba de la “organización” de la marcha para sabotearla mejor desde dentro mientras que la CFDT proclamaba muy fuerte que rechazaba las “jornadas nacionales asfixiantes”.
Al principio, nadie podía afirmar con certeza de cómo se podría ampliar o reforzar la manifestación del 23 de Marzo. Todo dependía de las potencialidades de las luchas que se desarrollaban en ese momento. Diez días antes de la manifestación, era todavía posible que la marcha se convirtiera en catalizador concreto de la voluntad de extender las luchas y de unir los siderúrgicos y los obreros en huelga en París, hacer que la marcha desbordara a los sindicatos. Pero si los revolucionarios sintieron esa potencialidad, (es decir aquellos que no creen que todo está condenado a fracasar de antemano), la burguesía y su ejército sindical lo sintieron también. Los sindicatos pusieron mucho empeño y muchos días antes del 23 de Marzo, pusieron fin a todas las huelgas de la región de París. Una por una todas las luchas se fueron apagando bajo una presión sindical fuera de lo común. De todas maneras, es evidente que la fecha tardía de la manifestación había sido escogida por los sindicatos para aplicar esa táctica.
Habíamos distribuido panfletos a los huelguistas, llamándolos a la marcha, a la unidad en la lucha, al desborde sindical. Pero la presión de la burguesía venció esta primera tentativa de expresión de la combatividad obrera. Ya en las ciudades del norte, los obreros desconfiaban con razón de la CGT que lo había encuadrado todo. Al mismo tiempo que decíamos que no había que dejar venir a delegaciones sindicales, que los obreros tenían que venir en masa, lo cual constituía la única posibilidad de salvar la marcha, nos dábamos cuenta que la delegación de Denain por ejemplo, iba a ser mucho más reducida de lo qué se hubiera podido creer.
¿Qué hacer? ¿Seguir lanzados como si nada? ¡ Claro que no !. En los días antes del 23 de Marzo, la CCI preparó un panfleto para la manifestación que decía que únicamente el desborde sindical podía dar a la marcha su verdadero contenido, el que los obreros habían esperado (…)
¡Pero cuidado! La CWO hubiera hecho diferentemente. Nos da la lección: primero, hubiéramos debido "canalizar la marcha hacia un objetivo práctico" en vez de “decir a los obreros que se organicen por sí mismos”. ¿Qué significa exactamente "canalizar la marcha nosotros mismos"? “...Antes de la manifestación, la CCI hubiera debido intervenir para denunciar la manifestación como maniobra para matar la lucha”...¿Desde el principio de Febrero, o sólo después de que la CGT cogiera el tren en marcha y hubiera saboteado las huelgas de París? La CWO no se digna aclaramos estos pequeños detalles. No parece comprender que un movimiento de clase es rápido y las relaciones de fuerza entre las clases hay que captarlas constantemente en el terreno. Pero "la CCI hubiera debido llamar a otra alternativa para la marcha: ir a las fábricas de París y llamar a huelgas de solidaridad". Llamamos a la solidaridad en las empresas de París. Pero para la CWO, según nos parece la manifestación estaba condenada a fracasar de antemano. ¿Había que denunciarla y proponer otra? (¿En donde? ¿Por la televisión? ¿sacando la liebre del sombrero? ¿Y durante esa manifestación alternativa, ir a otras fabricas? ¿Cuáles? ninguna estaba en huelga en ese momento"). La CWO debería ponerse de acuerdo: o bien una manifestación está condenada a fracasar de antemano y entonces si acaso se denuncia pero no se inventan ideas sobre la posibilidad de "desviarla", o bien una manifestación contiene una potencialidad importante y entonces no se denuncia.
Con respecto a una manifestación "alternativa", esa idea es tan absurda como la de un grupo de obreros de Longwy que nos pidió que los alojáramos en París si venían 3,000. Suponer que hubiéramos podido ofrecer tal alternativa hoy es revolotear por las nubes de la retórica, es creerse en período casi insurreccional. La cuestión no era imaginar lo imposible con papel y tinta, sino realizar todo lo que era posible en la práctica. (...)
Sin embargo, a pesar de un sabotaje de lo más refinado, de lo más sistemático, a pesar de un cordón sindical de 3,000 “gorilas” del PC para encuadrar a los obreros, a pesar de la dispersión de los obreros más combativos desde que llegaron a las afueras de París, a pesar de la dispersión "manu militari" por las calles vecinas de la Plaza de la Opera, el 23 de Marzo no fue una manifestación paseo como las siniestras del 1° de Mayo. El 23 de Marzo, la combatividad obrera, al no poder encontrar por donde expresarse, estalló en una pelea en donde centenares de obreros se enfrentaron al cordón sindical. Pero allí también la CWO tiene una versión muy suya de la verdad: "seguir a esos obreros sin reflexionar en un combate futil con los CRS/CGT era un acto desesperado". (...)
Necesitamos acaso precisar que nuestros camaradas no buscaron la pelea sino que se defendieron contra los ataques de los CRS como los demás obreros y con ellos. Retrocedieron con los manifestantes hasta la dispersión completa de la concentración continuando a distribuir panfletos y a discutir. La CCI no ha exaltado nunca la violencia en si, ni hoy, ni mañana, sino al contrario, como así lo atestiguan los textos que publicamos sobre el período de transición (…)
Dijimos que la marcha a París ofrecía una ocasión de concretar la necesidad y la posibilidad de la generalización de las luchas, una ocasión para mostrar la fuerza real de la clase obrera. Que esa potencialidad no haya podido realizarse no es culpa nuestra. Aunque hayamos tomado la palabra para tratar de lanzar la idea de un mitin, la rapidez del ataque de la policía, conjuntamente con la dispersión organizada por los sindicatos no permitió que los miles de proletarios que “no se dispersaban" hicieran un mitin.
El que la manifestación del 23 de Marzo no haya dado más que lo que los sindicatos querían, no significa en absoluto que no haya tenido ninguna potencialidad. A pesar de todo el sabotaje previo, a pesar de haber sido cuando ya no había más huelgas en la región parisina, hubiera podido ser diferente como lo demostró unos días más tarde el desbordamiento de la manifestación de Dunkerque en donde el mitin sindical que debía ponerle fin se transformó en asamblea obrera, donde muchos obreros denunciaron a los sindicatos. Con la lógica de la CWO, los revolucionarios no hubieran debido participar en esa manifestación puesto que estaba todavía más encuadrada por los sindicatos y que era, en cierto modo, más "artificial" que la del 23 de Marzo; en ese caso se hubieran privado de una intervención importante y relativamente eficaz, como se privó el PCI que tenía un análisis semejante al de la CWO.
Después de la marcha, la CCI difundió en todas las fábricas en donde intervenimos regularmente un panfleto analizando el éxito del sabotaje sindical. Se decía que la lección principal de esa lucha, en donde los sindicatos aparecieron claramente como defensores de la policía contra la ira de los obreros, es que no le queda más solución a la clase obrera que desbordar a los sindicatos.
En la intervención de la organización durante todo ese periodo agitado por las luchas de los obreros siderúrgicos en Francia, la CWO no ve más que la "culminación de una larga serie de capitulaciones políticas de la CCI" (…) Nada de lo que hizo la CCI puede justificar la acusación de "capitulación política". La CCI se portó fiel a sus principios y con una orientación coherente. La agitación es un arma difícil de manejar y se aprende en el terreno. No pretendemos que cada uno de los siete panfletos que distribuimos en seis semanas sea una obra de arte, pero en las críticas de la CWO, nada en absoluto puede probar que nos hayan apartado de nuestros principios(…)
No pretendemos tener respuesta para todo, no más que la CWO que, en un asalto de realismo, confiesa que "no tiene una claridad total sobre esas cuestiones". Pero sobre las cuestiones planteadas más arriba, (“¿Debemos ayudar a grupos de obreros sin trabajo? ¿Debemos ayudar a los nuevos obreros? ¿Debemos asistir a reuniones internacionales de obreros igual si aun hay una influencia sindical?” ), la CCI ha respondido sí, en la práctica (ver el comité de desempleados de Angers, la huelga de Rotterdam, la reunión internacional de estibadores en Barcelona). Apoyando siempre toda tendencia hacia la autoorganizacion de la clase obrera, debemos saber cómo orientarla, qué peligros hay que evitar, cómo contribuir en ese esfuerzo. Y para eso sólo se puede contar con los principios, y los aportes de la experiencia.
En ese sentido, afirmamos la necesidad de dar nuestro apoyo a todas las luchas del proletariado en un terreno de clase. Apoyamos las reivindicaciones que los obreros deciden por sí mismos, a condición de que sean conformes a los intereses de la clase obrera. Rechazamos el juego izquierdista (los sindicatos y la izquierda piden 20 Céntimos, entonces los izquierdistas proponen 25 céntimos) así como la idea absurda del PCI de hacer "cuadernos de reivindicaciones" en lugar de los obreros.
El mayor obstáculo ante las luchas obreras hoy en día son los sindicatos. En un período de auge de luchas, nos esforzamos en denunciar a los sindicatos no sólo de manera general abstracta sino sobre todo concretamente, en la lucha, demostrar en lo cotidiano su sabotaje de la combatividad obrera.
Lo principal de toda lucha obrera hoy es su empuje hacia la extensión: más allá de las categorías, las regiones y las naciones, la unidad de la lucha obrera contra la descomposición del sistema capitalista en crisis. Una lucha que se deja aislar va hacia un fracaso. Una sola cosa hace retroceder al capital, la unidad y la generalización de las luchas. En eso, la situación presente se distingue de la del siglo pasado, cuando la duración de una lucha era un factor esencial de su éxito: frente a una patronal mucho más dispersa que hoy, el detener la producción durante un período largo podía crear pérdidas económicas catastróficas para la empresa y constituía por lo tanto un medio eficaz de presión. Hoy en día, en cambio, existe una solidaridad del capital nacional, de la cual se encarga principalmente el Estado, permitiendo a una empresa que aguante más tiempo (sobre todo en un período de sobreproducción y de reservas excedentes). Por eso, una lucha que se eterniza corre muchos riesgos de perder por causa de las dificultades económicas que provoca para los huelguistas y el cansancio que acaba por ganar. Es por eso que a los sindicatos no les molesta mucho presentarse como muy combativos y declarar ! aguantaremos el tiempo que sea necesario! " : saben muy bien que a la larga, la lucha se agotará. En cambio, no es por casualidad si sabotean todo esfuerzo de generalización: lo que teme por encima de todo la burguesía, es tener que enfrentarse a un movimiento no sólo de tal o cual categoría de la clase obrera, sino que tiende a generalizarse a toda la clase obrera, poniendo en la palestra a dos clases antagónicas y no a un grupo de obreros contra un patrón. En ese caso la burguesía corre el riesgo de verse paralizada tanto económica como políticamente, y es por eso que una de las armas de la lucha es la tendencia a su extensión aun cuando ésta no se realice de un golpe. La burguesía teme mucho más a los huelguistas que van de fábrica en fábrica para tratar de convencer a sus camaradas de unirse a la lucha, que a huelguistas que se encierran en su fábrica aunque tengan la voluntad de aguantar dos meses.
Es por esa razón y porque prefigura los combates revolucionarios que mañana abrasaran a toda la clase obrera, que la generalización de las luchas es la consigna permanente de la intervención de los revolucionarios hoy.
Para poder luchar fuera y contra los sindicatos, la clase obrera se organiza de manera vacilante al principio, pero deja ya entrever los primeros signos de la tendencia hacia la autoorganización del proletariado (ver la huelga de Rotterdam en Septiembre de 1979). Apoyamos con todas nuestras fuerzas las experiencias que enriquecen la conciencia de clase respecto a ese punto capital.
Respecto a los obreros más combativos, apoyamos su agrupamiento, no para que constituyan nuevos sindicatos, ni para que se pierdan en un apoliticismo estéril por falta de confianza en si mismos, sino en grupos obreros, comités de acción, colectivos, coordinaciones, etc..., lugares en donde los obreros se encuentran, abiertos a todos los obreros para discutir sobre las cuestiones fundamentales ante la clase. Sin caer en un entusiasmo exagerado y sin farolear, afirmamos que la efervescencia en la clase obrera se anuncia ya en las minorías combativas que contribuyen al desarrollo de la conciencia de clase, no tanto por los individuos a que estos grupos conciernen directamente en un momento dado, sino por el hilo histórico que reanuda la clase al abrir la discusión y la confrontación en su seno.
Sobre cuestiones como la manifestación del 23 de Marzo, debemos afirmar que no existen recetas preparadas de antemano y válidas para cualquier caso. Mañana, habrá otras múltiples manifestaciones de la combatividad obrera que concentrarán nuestra atención porque serán reveladoras de la fuerza del proletariado. Al igual que toda la clase, los revolucionarios se encuentran ante una labor de gran importancia: definir perspectivas, tomando en cuenta una situación precisa, saber cuando hay que pasar de la denuncia general a la denuncia concreta demostrada por hechos, cuando hay que pasar a un ritmo superior, evaluar el nivel real de la lucha, definir en cada etapa los fines inmediatos con respecto a la perspectiva revolucionaria.
No somos más que un puñado de militantes revolucionarios en el mundo; no hay que ilusionarse respecto a la influencia directa de los revolucionarios hoy en día, ni sobre la dificultad que tendrá la clase obrera para reapropiarse el marxismo. En ese torbellino de explosiones de lucha, en esta obra "de la conciencia, de la voluntad, de la pasión, de la imaginación que es la lucha proletaria", los revolucionarios no podrán jugar un papel más que "si no han desaprendido a seguir aprendiendo".

JA/MC/JL/CG

1 Para toda la parte que sigue, remitimos al lector a nuestro comunicado y nuestra intervención a todo lo largo de este movimiento (boletín 19). Por otro lado, algunos elementos concretos a los que nos referimos, pueden encontrarse consultando los sitios de Internet.

2 Por ejemplo, tuvimos conocimiento de un volante–balance distribuido en el Correo del Louvre a fines de Abril, ya mencionado en nuestro boletín.

3 Podemos enviar, a solicitud de los lectores interesados, la versión íntegra de este artículo de la Revista Internacional 20 en fotocopia.

4 Son palabras de un militante de la CCI durante una reciente RP cuando intentamos hacerle admitir que había mucho que ganar si permanecía abierta y a la escucha de los grupos del campo proletario en el período actual, con mayor razón respecto a la crisis organizativa que llevó a nuestra exclusión en marzo del 2002.

Fracción interna de la CCI - Boletín 20