Hace
más de 20 años, la CCI militaba de manera voluntaria y
determinada en la oleada de luchas obreras que sacudía a
Europa. Intervenía en particular con fuerza durante los
movimientos de los siderúrgicos en Francia (1979) con un
objetivo esencial: contribuir a que esta lucha pudiera ir lo más
lejos posible en la práctica, tomando como punto de apoyo las
potencialidades que contenía en el contexto dado. En
consecuencia, la CCI se situaba “en la oleada del
movimiento”, para “responder a las preocupaciones
de la clase obrera”, “apoyar y estimular las tendencias
positivas” que aparecían.
¿Por qué
llevaba a cabo esta intervención? Se fundaba en un análisis
riguroso, tanto de la situación general (conjugación de
una agravación de la crisis y las tensiones imperialistas),
como de la evolución de la relación de fuerzas entre
una burguesía que adaptaba sus equipos gubernamentales a la
nueva situación (izquierda en la oposición para hacer
frente a la lucha de clases, en Europa por ejemplo) y un proletariado
que volvía bruscamente al escenario durante todo el período
que se extendió desde las primeras huelgas de la primavera de
1978 en Alemania, EUA, Italia, pasando por la lucha de los obreros de
la siderurgia en Francia, la de los estibadores de Rótterdam
(otoño 1979) hasta desembocar en la huelga de masas en Polonia
en 1980-81.
1. CCI parte integrante de las luchas en los años 1980
Es en este marco que la CCI participa activamente en la “marcha a Paris” del 23 de marzo de 1979. Había que combatir, y la CCI de la época lo hizo, al lado de los obreros:
Porque esta fecha del 23 de marzo no era una jornada aislada, sino que se inscribía en una serie de luchas de amplitud internacional;
Porque existía entonces un potencial importante de desbordamiento del marco impuesto por los sindicatos. Era importante, pues, tomar en cuenta las posibilidades de extensión del movimiento. Y esto pasaba por una confrontación directa contra los sindicatos, para disputarles la organización y dirección de la lucha. Por ello la CCI llamó al desbordamiento de los sindicatos. Tal como había ayudado, unos días antes, a los obreros de Dunkerque a transformar una reunión sindical en asamblea de masas.
En
1980, la CCI estaba perfectamente convencida de que los sindicatos se
opondrían a las luchas y las sabotearían. Pero entonces
defendía firmemente este principio: ”Esta
capacidad de los sindicatos para sabotear las luchas obreras desde el
interior mismo de las luchas es el peligro más grande al que
deberá enfrentarse en los meses venideros y por mucho tiempo
la clase obrera; es también el combate más difícil
que van a tener los revolucionarios ... Los revolucionarios
aprenderán a luchar contra esos órganos desde el
interior de las luchas y no quedándose al margen. Y no es con
generalidades abstractas sino en la práctica, con ejemplos
concretos durante la lucha, comprensibles y convincentes para todo
obrero, como los revolucionarios lograrán desenmascarar a los
sindicatos y denunciar su papel antiobrero”.
Por haber intervenido de esta manera, la CCI fue severamente
criticada: el objetivo del artículo, del cual publicamos aquí
amplios extractos, era precisamente el de responder a esas críticas
y defender la validez de la intervención llevada a cabo por
nuestros militantes en ese período.
Es interesante notar de
paso cómo han evolucionado desde entonces “nuestros
censores” de esa época, y cómo resistieron, o no,
a la oleada de luchas de fines de los años 1970 –principios
de 1980:
¿Los militantes aislados? En su mayor parte se perdieron en la naturaleza.. Los intelectuales individualistas prefieren refugiarse en sus propios escritos, cuando no son pura y simplemente indiferentes a la suerte de la clase obrera de la que tienen una visión de lo más ecléctica. Su trayectoria hacia la nada está a la altura de la decepción de los viejos combatientes, sobre las luchas que “gloriosamente” habían llevado a cabo en su juventud. Estos existieron siempre, en 1980 tal como hoy: no tienen nada que plantear, si no un desprecio total por todo lo que concierne a la lucha de clase.
¿El FOR y el PIC, a los que una parte de esta polémica estaba dirigida? Desaparecieron durante este periodo de los años 80, verificándose lo que afirmábamos entonces: “En el periodo actual de resurgimiento de las luchas, un grupo que no es capaz de movilizarse, de hacer acto de presencia política, de intervenir enérgicamente cuando los acontecimientos se precipitan, está condenado a fracasar, a quedarse impotente”.
¿El PCI-Le proletaire, la CWO (componente del BIPR actualmente)? Si bien encontraron dificultades para captar la oleada de los años 1980, se puede decir que, después, sacaron las enseñanzas. Su capacidad para analizar los signos de cambio en la situación actual les ha permitido intervenir y tomar claramente posición, como fue el caso durante la guerra en Irak para denunciar las campañas pacifistas y oponer la alternativa de guerra de clase. Al saludar las primeras manifestaciones de una reanudación de la lucha de clase (Argentina, Francia...), igualmente han tomado posición claramente, con miras a impulsar los primeros signos de reanudación, particularmente en Francia, llamando a que los obreros tomen el control de sus luchas.
En cuanto a la CCI, su situación es completamente diferente.. Veinte años después, la CCI actual sustituye a sus viejos censores de la época.
2. Actualmente, la “nueva” CCI condena la lucha de clase
Al
principio de 2002, la nueva CCI condena las luchas en Argentina, las
que ve solamente como una emanación de la pequeña
burguesía “descompuesta”, mientras que se trata de
una de las primeras expresiones masivas de respuesta de una fracción
de la clase obrera, luego de un largo período de retroceso de
la combatividad y la conciencia obreras, y en un país donde la
crisis económica acaba de sancionar a un capitalismo arruinado
bajo la forma de un hundimiento brutal y repentino de una economía
nacional, hasta allí con la fama de floreciente.
En cuanto
a las últimas luchas en Francia, , éstas no
constituyen, según la CCI actual, más que una hábil
maniobra de la burguesía prevista hasta en sus menores
detalles; incluso hasta el importante número de manifestantes
es obra según ella, de la burguesía (como se mencionó
en la RP del 14/06/2003). En cambio, ve en los obreros en lucha
solamente una minoría “impotente”, “resignada”,
“confundida” y “desorientada” (Suplemento
de RI: “El porvenir pertenece a la lucha de clases”).
En su voluntad de neutralizar la respuesta obrera mediante sus
campañas de intimidación y desmoralización, la
burguesía no podía encontrar mejor apoyo objetivo que
tal discurso.
Pero más condenable aún es el método
que utiliza la CCI actual, consistente en comparar punto por punto
los primeros signos de reanudación de la lucha de clase, de la
que el movimiento en Francia es una expresión, con el
movimiento en Polonia en 1980 que marca el apogeo de una oleada de
lucha internacional iniciada tres años antes, que concentra y
aprovecha de toda la experiencia de aquélla y que conlleva sin
embargo esta particularidad: si los sindicatos no sabotearon desde el
inicio la lucha en Polonia, es porque, simplemente, los sindicatos no
existían en la forma “radical” conocida en Europa.
Y es precisamente cuando los órganos creados en el fragor de
la lucha, para conducirla, dejaron el lugar al famoso sindicato
“Solidarnosc”, que el movimiento declinaría.
Acorazada
con este “nuevo método” particularmente innovador,
y sin embargo ridículo, la CCI “actual” no vacila
en decir “Las lecciones del formidable movimiento de huelga
masiva del verano de 1980 en Polonia son de una brillante actualidad.
Es a la luz de éstas que conviene examinar las debilidades
importantes que se han manifestado en el movimiento de huelga de la
primavera última en Francia... la clase obrera no ha estado a
la altura para tomar el control de su lucha, dejando así toda
la libertad a los sindicatos para efectuar su sucio trabajo de
sabotaje”. (RI N° 337, julio- agosto del 2003 –
Introducción al artículo: “Las luchas obreras
en Polonia en 1980: Las lecciones más que nunca actuales”).
Y
en establecer que: “en 1980, en Polonia, es desde el
principio del movimiento que los obreros polacos salieron del marco
de la fábrica y del sector, enviando delegaciones masivas,
decididas y controladas por las asambleas generales, en dirección
de las empresas más próximas geográficamente”,
en tanto que el movimiento de la primavera de 2003, “es a un
simulacro de solidaridad proletaria y de extensión geográfica
de la lucha a lo que ha correspondido la organización de
delegaciones compuesta por algunos sindicalistas o elementos
izquierdistas, que arrastraban detrás de ellos, aquí y
allá, a algunas minorías de obreros más o menos
numerosas”. (ídem)
O también que:
“Es el conjunto de la clase obrera en lucha, a través
del MKS, comité de huelga a escala nacional, el que decidía
las acciones a llevar a cabo en función de las necesidades de
la lucha”. Y proseguir que: “Por el contrario, es
la ausencia de tal control del movimiento de esta primavera lo que ha
permitido a todas las fuerzas hostiles a su real desarrollo el
debilitarlo desde el interior.” (ídem)
Los hechos
reales tal como se han desarrollado concretamente, su concatenación
y su significado profundo más allá “de lo que
tal o cual proletario piense o crea llevar a cabo”, la
dinámica profunda del movimiento, todo ello, la CCI no lo ha
visto. La actual CCI no ve nada, se ha vuelto autista.
A)
Desde la primavera de 2003, luego del anuncio de las medidas
gubernamentales contra las jubilaciones, los sindicatos hacen todo
para impedir que la cólera, que aumenta en la clase obrera, no
se transforme en un movimiento de lucha masiva. Para ello, intenta
empujar a algunos sectores a la lucha, de manera aislada y con
reivindicaciones sectoriales, a la vez que impiden a otros sectores
entrar en la lucha. Dejar escapar una bocanada de cólera
obrera de manera experta y perfectamente controlada para cerrar el
camino a toda posibilidad de extensión, tal es la técnica
sindical. Tal fue el caso con los obreros de EDF, comprometidos,
solos, en diciembre del 2002-enero del 2003, en una lucha contra la
reforma de “sus jubilaciones”; la lucha del personal de
salud o, también, localmente, al lanzar el 28 de abril la
lucha de los carteros parisinos (La Poste) alrededor de la demanda
particular sobre la supresión de una cambio de jornadas, a la
vez que alardeaban de una voluntad de extensión de la huelga a
los centros de clasificación.1
Que
los sindicatos se opongan e impidan la extensión de las
luchas, es una dificultad que los trabajadores en toda lucha actual,
y esto por mucho tiempo aún.
Pero lo más importante
que esto revela, es la batalla llevada a cabo por la extensión
a todo lo largo de este movimiento. A pesar, y frecuentemente contra
los sindicatos, se ha asistido a un impulso general y progresivo de
la combatividad, y el combate por la extensión forma parte
integrante de este movimiento: las manifestaciones, particularmente
las del 1°, 6 y 13 de mayo, en las que la consigna más
coreada ha sido “huelga general público-privado”,
fueron expresiones evidentes. Atestiguan que la combatividad se
generaliza en el magisterio, pero también en el conjunto de
los servidores públicos, e incluso en importantes empresas del
sector privado. Los casos en que los obreros deciden entrar a la
lucha contra la opinión de los sindicatos, se multiplican
durante esta primera fase: En San Ouen (suburbio parisino), los
trabajadores de la RATP paran labores el 14 de mayo contraviniendo a
la CGT. En varios depósitos de la RATP se reproduce el mismo
escenario.
La solidaridad en la extensión de la lucha se
verifica igualmente a través de múltiples Asambleas
Generales comunes en varios sectores. También los asalariados
de Alstom, los metalúrgicos, los postales, los agentes de
impuestos, llaman a los profesores a participar en sus Asambleas
Generales. Y en todas las manifestaciones, los maestros, los más
avanzados en la movilización, llaman, ya sea mediante volantes
o mediante tomas de palabra al final de la manifestación, a
que se participe en las que realizan cotidianamente (Asambleas
Generales de establecimientos, regionales, ....). En la región
parisina, las “visitas” a otros sectores en lucha se
organizan de un departamento a otro.; los huelguistas son
particularmente bien recibidos y con frecuencia se les espera con
impaciencia. Pero este fenómeno no ocurre solamente en la
región parisina, se repite en Rouen, Marsella,
Lyon....
Durante toda una primera fase del movimiento, se
desarrolla una verdadera batalla entre, de un lado los sindicatos
frenando la lucha, y de otro una combatividad que se generaliza,
estableciendo una extensión de hecho de la lucha,
varios sectores entran progresivamente en el movimiento mediante la
huelga, mediante la participación activa en las
manifestaciones y en las Asambleas Generales de otros sectores.
¿Todo esto, la CCI “oficial” no lo ha visto?
Por
nuestra parte, es en esta fase y en relación a esta realidad
concreta, que intervenimos con un primer volante llamando a luchar
todos juntos (ver el boletín 19).
B)
A partir de mediados de mayo, los sindicatos se oponen
abiertamente a toda extensión del movimiento y su política
aparece cada vez más claramente y en todas partes como un
sabotaje voluntario de la lucha. Es así que aparecen sus
anuncios repetidos de una hipotética “huelga general”
la que es pospuesta plazo tras plazo, o sobre una próxima
“jornada de acción decisiva” que incluiría
a todos los sectores (no menos de una docena en total entre fines de
abril y fines de junio). Pero aquí también, lo más
importante a revelar es el combate constante llevado a cabo por
los obreros, a todo lo largo del movimiento, contra este sabotaje en
las Asambleas Generales y manifestaciones.
Es así como
se ha visto, en la mayor parte de los contingentes parisinos, a los
maestros disputando la cabeza de las manifestaciones con los
“oficiales” y a otros bonzos sindicales. Y cuando, como
el 22 de mayo, el servicio de orden sindical intenta “abrirse
paso a codazos” para retomar la cabeza de la manifestación,
son apartados por miles de manifestantes.
El fenómeno de
las “vallas de recibimiento” al final de la manifestación
(característico de la mayoría de las manifestaciones
durante este período) es impuesto frecuentemente mediante una
verdadera relación de fuerzas. Los manifestantes por millares
corean sus propias consignas “ni negociable, ni enmendable,
retiro del plan Fillon” contra las de los sindicatos
“apertura de negociaciones” que, desde el inicio
han intentado inculcar “que una reforma era de todos modos
necesaria”. Los manifestantes avanzan sus propias consignas
unificadoras en una lucha que buscan conducir ellos mismos y a los
cual llaman claramente al resto de la manifestación.
Esta
impugnación abierta a los sindicatos se expresará
igualmente en los bordes de las manifestaciones mediante expresiones
de cólera abierta contra los sindicatos, denunciados como
saboteadores, así como escaramuzas entre manifestantes y el
servicio del orden de la CGT, como sucedió durante la
manifestación parisina del 10 de junio, donde, durante más
de tres cuartos de hora, el servicio de orden de la CGT que llegó
para interponerse a manera de proteger a los policías fue
obligado a huir bajo los gritos de “¡ustedes hacen un
trabajo sucio!”.
El sabotaje de los sindicatos es no
solamente claro ante los ojos de la mayor parte de los participantes
en esta lucha, sino que igualmente se denuncia en las Asambleas
Generales (correos) de donde emanan volantes de trabajadores
reagrupados en colectivos.2
Y
cuando miles de manifestantes marchan en filas cerradas bajo sus
propias banderas, desprovistas de toda referencia sindical, es una
ruptura con las habituales manifestaciones del pasado, donde cada
sector cuidadosamente espaciado del anterior desfilaba bajo un montón
de adornos sindicales.
C)
Los sindicatos controlan la organización de la lucha. Pero
una vez más, lo más importante es la batalla llevada
a cabo para hacerse cargo de ella.
Este combate se nota sobre
todo en las Asambleas generales y particularmente en las de los
maestros. Verdaderas discusiones contradictorias son llevadas a cabo
con miras a organizarse de la manera más autónoma
posible. El número importante de participantes, su voluntad de
decidir colectivamente las acciones a seguir, conduce a algunas
Asambleas Generales a discutir sobre la cuestión de los
mandatos, sobre el sistema más adecuado de representación
de los diferentes establecimientos en lucha, sobre la forma más
apta de organización. Tal es, por ejemplo, el caso de las
Asambleas generales de los profesores del “93” (barrio
parisino) donde, a inicios de mayo, frente a la amplitud que toma el
movimiento, se prefiere la cuestión de crear un “colectivo”
de tareas técnicas a la de un “comité de
huelga con los representantes sindicales”. Su composición,
así como sus responsabilidades son sometidas a la Asamblea
general y esta última resalta que “este colectivo no
reemplazará la función de decisión de las
Asambleas Generales y deberá rendirle cuentas”.
La
palabra de los sindicatos en las Asambleas Generales encuentra
frecuentemente una profunda desconfianza. Esto se nota cuando, por
ejemplo, solamente se los da a los representantes sindicales un turno
de palabra al inicio de la asamblea, reduciéndose con
frecuencia a dar informaciones. Se nota igualmente en las discusiones
llevadas a cabo en algunas Asambleas Generales a propósito del
lugar a acordarle a los sindicatos. O también en estas
declaraciones intercambiadas por los participantes (AG del “93”):
“la coordinación debe ser prudente frente a los
sindicatos, porque estas máquinas burocráticas esperan
la primera ocasión para sabotear el movimiento”;
mientras otros lamentan la movilización de 1998 en la que,
desde el principio, “la estructura de coordinación
que integraba a los sindicatos ha sido afirmada como una necesidad”,
en tanto que ahora, los sindicatos no tienen “evidentemente
su lugar en el movimiento actual, como lo constata el la Asamblea
General del 30 de mayo, en la que ni SUD-Education había
tenido un lugar en la tribuna.
A través de todos estos
ejemplos, se verifica el hecho de que las estructuras de organización
de la lucha, cualquiera que sea su forma en un momento dado, siguen y
seguirán siendo un reto entre las diferentes fuerzas
antagónicas que se enfrentan en una lucha. El reto de que los
obreros tomen por sí mismos el control de las luchas es, pues,
un combate permanente, hoy, como en todo el periodo venidero. El PCI
–Le Proletaire no se equivoca cuando, en un volante
distribuido durante este movimiento, llamaba precisamente al “control
de la lucha por los obreros”.
Y no es otra cosa lo que
defendía la CCI de los años 80 cuando escribía:
“ [la burguesía] no abandona el terreno de los
órganos obreros, sino por el contrario, intenta, a través
de sus fuerzas sindicales y de oposición, ocuparlos,
bombardear desde el interior la acción proletaria y
desnaturalizarlos completamente, incluso si conservan la forma y el
nombre para mejor entrampar a los obreros. Hace de los órganos
obreros, en tanto que la revolución no haya triunfado, un
campo de batalla entre el proletariado y la burguesía
(utilizando los sindicatos y la izquierda) (RINT N° 26, p. 9,
“Perspectivas de la lucha de clase internacional).
Tendremos
la ocasión de volver en detalle sobre el movimiento de la
primavera del 2003 en Francia, sobre sus fuerzas, los aspectos
positivos que se han desprendido; pero igualmente sobre las
dificultades y debilidades que se han manifestado.
Pero desde
ahora se puede plantear la cuestión: ¿De todo esto,
pues, la CCI actual no ha visto nada, no ha comprendido nada? Lo
que en sí, sería una verdadera catástrofe para
una organización que se reivindica del papel de vanguardia de
la clase obrera y como la “más importante organización
“ del medio revolucionario internacional.
Pero, aún
cuando el movimiento no hubiera sido, como lo pretende la CCI, mas
que una potente maniobra de la burguesía prevista de antemano,
al grado que hasta la importancia numérica de los
manifestaciones sería, según ella, el fruto de la
voluntad diabólica de la burguesía, la expresión
de una masa “impotente”, “resignada”,
“confundida” y “desorientada”, ello no
justificaría tampoco el tipo de intervención y la
política escandalosa que ha llevado a cabo la CCI durante y a
propósito de este movimiento.
No contenta con volver la
espalda a lo que debe ser la intervención de una organización
comunista en un contexto semejante, la CCI actual vuelve pura y
simplemente la espalda a los principios de intervención que
había defendido siempre, y que afirmaba alto y fuerte en los
años 1980: el lugar de los revolucionarios es el de “estar
en la ola del movimiento”, de “responder a las
preocupaciones de la clase obrera”, de “apoyar y
estimular las tendencias positivas”, sin cometer el error
de esperar “luchas puras”. Y con mayor razón
cuando se está convencido, como lo está la CCI
actualmente, de que la clase obrera se encuentra en una situación
difícil, cuando se estima que la clase está
manipulada.
En el mejor de los casos, la CCI actual no ha hecho,
en relación a este movimiento, mas que dirigirse a los obreros
desde lo alto de su balcón. Pero en el peor, les escupe todo
su desprecio a la cara.
Como Lenin lo hizo frente a los
revisionistas que infestaban el POSDR a principios del siglo XX,
nosotros denunciamos la política de “renuncia a la
lucha de clase” que está en marcha actualmente en la
CCI.
De hecho, la CCI actual ha traicionado totalmente
los principios de intervención sobre los cuales se había
apoyado siempre, y sobre la que la experiencia de los años
1980 citada aquí es solamente un ejemplo. Por nuestra parte,
continuamos defendiéndolos, reivindicándolos y
poniéndolos en práctica. Esta es la ilustración
más patente de que nuestra Fracción es la verdadera
continuidad política de la CCI, de que la Fracción es
la CCI.
Es porque continuamos, por nuestra parte, inscribiéndonos
en el combate contra la deriva actual de la CCI –de la que la
mísera intervención en las últimas luchas y más
allá toda su condena hacia esta manifestación de la
reanudación obrera, no son más que una confirmación
complementaria– que decidimos publicar los extractos de este
texto de 1979 3.
Para nosotros, la CCI de ese período constituye aún
actualmente en materia de intervención consecuente, una
referencia.
La reedición de largos extractos de este texto,
no podrá más que interpelar a todo militante sincero en
el interior de esta organización, recordándole cuáles
son las verdaderas concepciones de la CCI, las que actualmente está
impelido a traicionar. Y esta lectura no puede más que
llevarlo a oponerse con todas sus fuerzas a la dinámica en la
cual se encuentra comprometido.
A otro nivel, queremos demarcarnos
claramente de la postura que la nueva CCI ha terminado por adoptar
respecto a la discusión con el medio proletario. La actual CCI
considera hoy que de este medio no tiene nada que aprender, si no es
que “no dice más que tonterías”4.
En cuanto a nosotros, continuamos defendiendo la concepción
del debate, tal como la CCI de entonces lo concebía: un debate
vital para “clarificar, criticar, completar y actualizar la
herencia de las posiciones políticas del
marxismo”.
Finalmente, llamamos la atención de
todos y cada uno sobre el hecho de que el texto de la Rint. N° 20
que publicamos enseguida, está firmado: JA, MC, JL, CG. Esto
nos recuerda que una de las razones esenciales avanzadas por la
dirección actual de la CCI para excluir a nuestra Fracción
por segunda ocasión, es que, en nuestro boletín,
habríamos “entregado” a la policía a un
eminente militante de la CCI al citar sus verdaderas iniciales.
¿Haría falta denunciar y excluir (de la historia) a la
CCI por haberlo hecho en tan numerosas ocasiones, antes que nosotros,
y especialmente a través de la firma de este texto?
(agosto 03, 2003)
***
" ACERCA DE LA
INTERVENCIÓN DE LOS REVOLUCIONARIOS:
RESPUESTA A NUESTROS
CENSORES "
Revista Internacional n° 20 – 1er
trimestre 1980
El
nuevo auge de combatividad obrera a que asistimos desde hace más
de un año obliga a las organizaciones revolucionarias a
desarrollar su intervención, Más que nunca, hay que
saber comprender rápidamente la importancia de una situación
e intervenir destacando "los fines generales del movimiento"
de manera concreta y comprensible.
La intervención concreta
en las luchas es un test, una manera de medir la solidez
teórico-política y organizativa de un grupo
revolucionario, En ese sentido, cualquier ambigüedad y
vacilación a nivel programático, se traduce
inevitablemente en intervenciones erróneas, vagas, dispersas e
incluso, en una parálisis frente a la realidad dé un
movimiento de auge de luchas. Por ejemplo, en las luchas actuales y
venideras, la comprensión del papel de los sindicatos es un
problema clave para el desarrollo de la autonomía del
proletariado en su terreno de clase.
La acción de la clase
exige respuestas claras sobre todos los fundamentos teóricos
de un programa de clase: tanto sobre la crisis económica como
sobre las luchas de liberación nacional o sobre las diferentes
expresiones de la descomposición del mundo burgués en
general. Es por esa razón que la discusión y la
reflexión en los grupos revolucionarios y entre los grupos a
nivel internacional se da como fin clarificar, criticar, completar y
actualizar las posiciones políticas del marxismo que hemos
heredado y principalmente las de la última gran organización
obrera internacional, la Internacional Comunista.
Pero la
intervención concreta durante enfrentamientos de clase permite
solamente medir las capacidades “teóricas”
“programáticas”, de una organización;
permite medir también las capacidades organizativas de' un
grupo político proletario. Durante los diez años que
siguieron a la oleada de luchas de 1968, el medio revolucionario
trabajó arduamente y por mucho tiempo para tomar conciencia de
la necesidad dé trabajar de manera organizada e internacional,
para mantener y desarrollar una prensa revolucionaria, para crear
organizaciones dignas de llamarse así. En el periodo actual de
resurgimiento de las luchas, un grupo que no es capaz de movilizarse,
de hacer acto de presencia política, de intervenir
enérgicamente cuando los acontecimientos se precipitan, está
condenado a fracasar, a quedarse impotente. Por muy justas que
puedan, ser sus posiciones políticas, se convierten en pura
palabrería, en frases huecas. Para una organización
proletaria, la eficacia de su intervención depende de los
principios programáticos así como de la capacidad para
dotarse de .un marco organizativo conforme a sus principios. Estas
condiciones son. necesarias pero no suficientes. Así como la
“capacidad de crear" una organización política
apropiada no se desprende automáticamente de una comprensión
teórica de los principios comunistas sino que requiere además
una toma de conciencia específica del problema de la
organización de los revolucionarios (comprender y saber
adaptar las enseñanzas del pasado a las especificidades del
período actual), asimismo la intervención eficaz en las
luchas actuales no es el resultado automático de una
comprensión teórica u organizativa. La reflexión
y la acción forman un todo coherente, la praxis, pero cada
aspecto de la totalidad aporta su contribución al conjunto y
exige capacidades específicas.
En el plano teórico,
hay que saber analizar la relación de fuerzas entre las clases
pero en un lapso de tiempo suficientemente largo y a escala de las
fases históricas. Las posiciones de clase, el programa
comunista, evolucionan y se enriquecen lentamente, siguiendo el paso
de la experiencia histórica, dejando a los que estudian esos
problemas el tiempo de asimilarlos. Además el estudio teórico
permite, si no de manera integra, al menos de manera adecuada,
comprender el materialismo histórico, el Funcionamiento del
sistema capitalista y sus leyes fundamentales.
De la misma
manera, respecto a la cuestión de la práctica
organizativa, aunque un conocimiento teórico, lo puede
sustituir á una continuidad orgánica que las
convulsiones del siglo XX destruyeron, un esfuerzo de voluntad y la
experiencia limitada pero real de nuestra generación pueden
aportar clarificaciones. Muy diferentes el problema cuando se trata
de intervenir puntualmente en acontecimientos que se están
desarrollando. En este caso se trata de analizar una coyuntura que no
cubre un período de 20 años ni de 5, sino de poder
comprender lo que está en juego a corto plazo, unos meses,
unas semanas, a veces sólo unos días. Durante un
conflicto entre clases, se asiste a fluctuaciones importantes rápidas
ante las cuales hay que saber orientarse, guiándose con los
principios y los análisis, sin ahogarse. Hay que estar en la
corriente del movimiento, saber concretizar los "fines
generales" para responder a las preocupaciones reales de una
lucha, para poder apoyar y estimular las tendencias positivas que
aparecen. En este caso el conocimiento teórico no puede
sustituir a la experiencia. Las experiencias limitadas a las cuales
han participado la clase obrera y los revolucionarios desde 1968 no
son suficientes para adquirir un juicio certero.
La CCI, como la
clase obrera, no descubren la intervención de repente, hoy.
Pero queremos contribuir a una toma de conciencia de la envergadura
que pueden tomar las luchas en los años venideros y que no
serán comparables con las del pasado inmediato. Las
explosiones actuales y, aun más las venideras, pondrán
a los revolucionarios ante grandes responsabilidades y todo el medio
obrero debe aprovechar las experiencias de unos y de otros para
corregir mejor las flaquezas, para prepararse mejor. Es por eso que
volvemos a tratar aquí sobre las luchas en Francia del
invierno pasado y la intervención de la CCI desde el asalto a
la comisaría de policía de Longwy en Febrero de 1979
por los obreros de la siderurgia hasta la marcha a París del
23 de marzo de 1979. Desde ese entonces, hubo otras experiencias
importantes de intervención,. particularmente en la huelga de
los estibadores del puerto de Rotterdam en el otoño de 1979
(ver “Internationalisme”, periódico de la sección
de la CCI en Bélgica). Pero dedicamos este artículo a
los acontecimientos en torno al 23 de Marzo porque hemos recibido
muchas críticas por parte de grupos políticos; críticas
hechas a veces "desde las alturas" (generalmente por
aquellos que no intervinieron en absoluto) por grupos que, por lo
visto, parecen querer darnos lecciones.
La CCI no ha pretendido
jamás tener la ciencia infusa ni el programa acabado.
Cometemos errores inevitablemente y nos esforzamos por reconocerlos y
por corregirlos. Al mismo tiempo, queremos responder a nuestros
censores", esperando que así se clarificará una
experiencia para todos y no con el propósito de lanzar luchas
estériles entre los grupos políticos.
SIGNIFICADO DE LA "MARCHA A PARÍS"
Si
tomamos la manifestación del 23 de Marzo a parte, como
acontecimiento aislado, no se comprende por qué provocó
tantas discusiones y polémicas. Una manifestación en
París, conducida por la OGT no es algo nuevo. Una multitud de
gente desfilando durante horas no tiene, en si, nada de excitante.
Tampoco la movilización excepcional de las fuerzas de policía
ni el enfrentamiento violento de miles de manifestantes con la
policía son algo nuevo. Lo hemos visto en otras ocasiones.
Pero la visión cambia radicalmente y adquiere otro significado
cuando se deja de tener una óptica obtusa y que se sitúa
al 23 de Marzo en un contexto más general. Ese contexto indica
un cambio profundo en la evolución de la lucha del
proletariado. No es el 23 de Marzo lo que acarrea un cambio; es el
cambio habido lo que explica el 23 de Marzo, el cual es sólo
una de sus manifestaciones.
¿En qué consiste la
nueva situación? La respuesta es: en la ola de luchas fuertes
y violentas de la clase obrera que se anuncia contra la agravación
de la crisis y las medidas draconianas de austeridad que el capital
impone al proletariado: despidos, inflación, disminución
del nivel de vida, etc. (…)
Durante cuatro o cinco años,
de 1973 a 1978, el capitalismo logró contener el descontento
de los obreros en Europa con el espejismo de un "cambio"
(…) Durante años, la esperanza ilusoria de que una
mejora de las condiciones de vida era posible con la llegada de la
izquierda al poder, adormeció la combatividad de la primera
ola de luchas obreras. Fue así como la izquierda pudo poner en
práctica el “Contrato social" en Gran Bretaña,
el “Compromiso Histórico" en Italia, el “pacto
de la Moncloa” en España, el "Programa común”
en Francia, etc (…)
Pero como escribía Marx : "no
se trata de saber lo que tal o cual proletario, o hasta el
proletariado entero se representa momentáneamente como meta.
Se trata de lo que es el proletariado y de lo que se verá
históricamente obligado a hacer, conforme a su ser."(l).
El peso de la ideología y de las mistificaciones burguesas
puede, momentáneamente calmar el descontento obrero, pero, no
puede detener indefinidamente el curso de la lucha de clases. En las
condiciones históricas actuales, las ilusiones sobre “la
izquierda al poder” no podían aguantar mucho tiempo ante
la agravación de la crisis y eso tanto en los países en
donde la izquierda estaba ya en el gobierno como en aquellos en donde
estaba en camino. La barrera de “la izquierda al poder" se
fue gastando .y fue cediendo lentamente ante la acumulación de
un descontento cada día más perceptible y más
difícil de contener.
Los sindicatos, que son los que están
presentes más directamente dentro de la clase, en los lugares
de trabajo, en las fábricas, son los que se dan cuenta en
primer lugar del cambio que se opera en la clase y de los peligros de
una explosión de lucha. Toman conciencia de que, con la
postura que han adoptado -apoyo a la izquierda al poder- no van a
poder controlar esas luchas. Son ellos quienes presionan a los
partidos políticos de izquierda (de los cuales son una
prolongación), para hacer valer la necesidad de pasar
urgentemente a la oposición, lugar más adecuado para
descarrilar el tren del nuevo auge de luchas obreras.
Al no poder
como antes oponerse e impedir que estallen luchas y huelgas, los
partidos de izquierda y, en primer lugar, los sindicatos, se ven
obligados a apoyarlas radicalizando su lenguaje para poder
acribillarlas mejor desde dentro.
Los grupos revolucionarios
tardaron mucho y tardan todavía en comprender plenamente esta
nueva situación, que: se caracteriza por la izquierda en la
oposición con todas sus implicaciones. Al seguir repitiendo
generalidades sin tomar en cuenta los cambios que han intervenido en
la realidad concreta, sus intervenciones se quedan en el reino de lo
abstracto y sus tiros yerran inevitablemente el blanco.
El 23 de
marzo no es un acontecimiento aislado sino que forma parte del curso
general de reanudación de las luchas. Lo preceden una serie de
huelgas, en muchos lugares de Francia y, más particularmente
en París: huelgas duras de fuerte combatividad. Es sobre todo
el producto directo de las luchas de los obreros de la siderurgia de
Longwy y de Denain que dieron lugar a enfrentamientos violentos con
las fuerzas armadas del Estado. Fue a los obreros de Longwy y Denain,
en lucha contra la amenaza de despidos en masa a quien se les ocurrió
la idea de la marcha a París. ¿ Debían los
revolucionarios apoyar esa iniciativa y participar a esa acción
? Todo titubeo en ese respecto es absolutamente inadmisible. El que
la CGT (Confederación General de Trabajadores PC), después
de haber hecho todo lo posible por hacer fracasar ese proyecto y
retrasarlo conjuntamente con las otras centrales sindicales, se
decidiera a participar, encargándose de "organizar"
la marcha, no podía de ninguna manera justificar la no
participación de los revolucionarios. Seria, estúpido
que se pusieran a esperar luchas “puras" y que la clase
obrera haya logrado deshacerse complemente de la presencia de los
sindicatos para dignarse a participar en sus luchas. Si esa fuera una
condición necesaria, entonces los revolucionarios no
participarían nunca a las luchas de la clase obrera, ni
siquiera a la revolución, Al mismo tiempo, lo que se hace en
ese caso es demostrar la inutilidad de la existencia de los grupos
revolucionarios.
Al tomar la iniciativa FORMAL de la marcha del 23
de Marzo, la CGT demostró no la inanidad de la manifestación,
sino su gran capacidad de maniobra y de recuperación para
poder sabotear mejor y desviar las acciones del proletariado. Esta
capacidad de los sindicatos para sabotear las luchas obreras desde el
interior mismo de las luchas es el peligro más grande al que
deberá enfrentarse en los meses venideros y por mucho tiempo
la clase obrera; es también el combate más difícil
que van a tener los revolucionarios contra esos agentes de la
burguesía que son los peores. Los revolucionarios aprenderán
a luchar contra esos órganos desde el interior de las luchas y
no quedándose al margen. Y no es con generalidades abstractas
sino en la práctica, con ejemplos concretos durante la lucha,
comprensibles y convincentes para todo obrero, como los
revolucionarios lograrán desenmascarar a los sindicatos y
denunciar su papel antiobrero.
NUESTROS CENSORES
Muy
diferente es la manera de proceder de nuestros eminentes censores. No
hablemos de los modernistas, que están todavía
preguntándose: ¿quién es el proletariado?
Esos
están todavía tratando de descubrir las fuerzas
subversivas capaces de transformar la sociedad. Es pérdida de
tiempo tratar de convencerlos. Nos los encontraremos, quizás,
después de la revolución, ! si sobreviven hasta ese
entonces !
Otros, los intelectuales, están demasiado
ocupados escribiendo sus grandes obras... No tienen tiempo que perder
con pequeñeces como el 23 de Marzo. Existen también los
“viejos combatientes”, escépticos por naturaleza y
que miran las luchas actuales encogiéndose de hombros.
Cansados y desengañados por las luchas pasadas a las cuales
participaron antaño, no le tienen mucha fe a las luchas
presentes. Prefieren escribir sus memorias y sería inhumano
molestarlos en su triste retiro. También están los
espectadores de buena voluntad, que, aunque a veces sufren con el mal
de la escritura, son sin embargo, “antimilitantes”
furibundos. Su gran anhelo es dejarse convencer pero para eso
esperan... los acontecimientos. Esperan… y no comprenden que
otros formen parte de ellos.
Pero también hay grupos
políticos para quienes la intervención militante es la
razón de su existencia y que sin embargo critican nuestra
intervención del 23 de Marzo. (…)
Los marxistas
revolucionarios (…) Se han elevado siempre enérgicamente
contra toda tentativa de operar ese tipo de separación. [entre
luchas inmediatas y el objetivo final], Han demostrado siempre la
unidad indivisible del proletariado, a la vez clase explotada y
clase, revolucionaria, y la unidad indivisible de su lucha. A la vez
por la defensa de sus intereses inmediatos y por su meta histórica.
Así como en el período ascendente del capitalismo con
la posibilidad de obtener mejoras duraderas el abandono de la meta
histórica revolucionaria equivalía a una traición
del proletariado, así también en el período de
decadencia, la imposibilidad de obtener mejoras no puede justificar
la renuncia a la lucha de resistencia de la clase obrera ni el
abandono de sus luchas por la defensa de sus intereses inmediatos.
Tal abandono, por muy radical que sea la fraseología que la
defienda, significa pura y simplemente deserción y abandono de
la clase obrera. (…)
Marx se empeña en demostrar la
posibilidad y la necesidad de que la clase obrera luche
cotidianamente por la defensa de sus intereses económicos, no
sólo porque es ese su interés inmediato sino sobre todo
porque esa lucha es una de las condiciones principales de su lucha
histórica contra el capital. Afirma esta advertencia: "si
(el proletariado) se contentara con admitir la voluntad, el ukasé
del capitalismo como ley económica constante, compartiría
toda la miseria del esclavo sin gozar de situación de
seguridad de éste" (Salario precio y ganancia –
Ed. Sociales p. 135) Y más lejos, después de haber
demostrado que la "tendencia general de la producción
capitalista no es a subir los salarios medios sino a bajarlos",
Marx saca esta primera conclusión:
"Siendo esa la
tendencia de las cosas en ese régimen, ¿quiere
esto decir que la clase obrera deba renunciar a su resistencia contra
los abusos del capital y abandonar sus esfuerzos por arrancar en las
ocasiones que se presenten todo aquello que pueda aportar ciertas
mejoras a su situación? Si así lo hiciera, se rebajaría
a no ser más que una masa informe, aplastada de seres
famélicos a los cuales ya no se les podría aportar
ninguna ayuda".
Y mas lejos, sobre el mismo tema:
"Si
la clase obrera renunciara a su conflicto cotidiano con el capital,
se privaría a sí misma de la posibilidad de emprender
tal o cual movimiento de mayor amplitud”. (idem p.
141).
(…) ¿Debemos también recordar la lucha
de Rosa Luxemburg contra la separación entre programa mínimo
y programa máximo, cuando reivindica (en su discurso al
congreso de Fundación del Partido Comunista", a fines de
1918) la unidad del programa de la lucha económica e inmediata
y de la lucha política por la meta final, como dos aspectos de
una única lucha histórica del proletariado ? Es también
en ese sentido que Lenin, (…) podía afirmar que "detrás
de cada huelga se perfila el fantasma de la revolución".
(…)
El PCI bordiguista por su parte, no se queda
atrás cuando se trata de minimizar la importancia de la
manifestación del 23 de Marzo o aun de convertirla en otra
cosa de lo que representaba realmente. Mientras que el "Le
Prolétaire" no 288 (órgano en Francia
del PC Int) cubre la mayor parte de su primera página con un
artículo sobre el 1° de Mayo, aunque ese día se
haya convertido desde hace mucho tiempo en una celebración de
la "fiesta del trabajo", en un carnaval siniestro dirigido
por los peores enemigos de la clase obrera que son los partidos de
izquierda y los sindicatos, al 23 de Marzo le consagran solamente
algunos comentarios furtivos que convierten a esa manifestación
en un "día de acción, cualquiera de los que
organizan los sindicatos".
Así, antes del 23 de Marzo
se puede leer en Le Prolétaire no 285 (P.2): "Una
vez que se han contenido las fuerzas, sólo queda convertirlas
en vasta "gran acción" de tipo " día
nacional" que al dar la ilusión de solidaridad, mella su
filo de clase y le deja como única salida una intervención
en el terreno parlamentario...”
Después del 23 de
Marzo, el PCI vuelve a hablar de ese día y no ve más
que: "un desperdicio previsible de energías obreras,
una empresa de división y de desmoralización, una
jornada de embrutecimiento a golpes de mugidos chovinistas, de
pacifismo social y de cretinismo electoral..." (Le
Prolétaire no 287; unas cuantas lecciones de la
marcha a París).
Así, pues encerrado en sus esquemas
del pasado, el PCI es puesto buena parte al lado de la realidad de
los enfrentamientos de clase del invierno pasado. Esto no le impidió
denunciar (Le Prolétaire no 285) " Las
nuevas formas mas “románticas” de oportunismo que
no dejarán de "florecer en reacción al sabotaje
reformista y centrista, a saber las formas de sindicalismo, de
consejismo, de autonomismo, de terrorismo, etc... Sin tener
complejos de persecución, nos podemos sentir aludidos por la
referencia a los “consejistas”, cuando se sabe que el PCI
califica siempre a nuestra organización y que sus militantes
nos siguen llamado "oportunistas'' y sus "seguidores"
más de una vez en reuniones públicas, refiriéndose
a las luchas de principios del 79 en Francia. (…)
Estos
castigadores terribles. “del oportunismo” que están
todavía preconizando la táctica cuan "revolucionaria"
( ! ) de un Frente Unico sindical, táctica que la CGT y la
CFDT aplican cotidianamente'' para encuadrar e inmovilizar mejor a
los obreros en lucha, no son los mejores indicados para venir a dar
lecciones a quien sea. Al identificar sindicatos en GENERAL y
reformismo, mantienen una terrible confusión entre los
obreros. Efectivamente, los revolucionarios podían y debían
participar en el movimiento sindical en el período ascendente
del capitalismo, a pesar de que la orientación y la mayoría
dé ellos eran reformistas. No es lo mismo hoy en día,
en el periodo de decadencia, cuando los sindicatos no podían
sino volverse y se volvieron efectivamente órganos del Estado
capitalista en todos los países, Hoy, para esas organizaciones
no hay sitio para ninguna defensa de clase y por lo tanto tampoco
para los revolucionarios.
Al no tomar en cuenta esa diferencia
fundamental entre los sindicatos de hoy y el reformismo, (…)el
PCI le hace un inmenso favor a la burguesía, al ayudarla a
hacer creer a los obreros que esa organización es de ellos.
Por otra parte, le hace un regalo su aval revolucionario muy
apreciable, un taparrabo con el cual los sindicatos esconden su
desnudez, su naturaleza y su función, antiobrera. Cuando el
PCI haya comprendido esa diferencia, sabrá entonces quizás
juzgar mejor qué es una intervención revolucionaria y
qué es oportunismo.
LA CWO Y NUESTRA INTERVENCIÓN
Para
terminar de manera más detallada, examinemos el no
15 de Revolutionary Perspectives en el cual la Communist.
Workers' Organization (CWO) de Gran Bretaña diseca
profesoralmente qué es lo que había que hacer, que se
hubiera debido hacer, que se podía hacer, que se hubiera
podido hacer el 23 de Marzo pasado, y todo eso con un mínimo
de información y un máximo de observaciones
desmedidas con respecto a la CCI.... todo por la polémica.
"A
causa de la visión de ese: grupo (la CCI), dominado por el
espontaneismo y el economicismo, su intervención no fue más
que una serie de esfuerzos incoherentes y confusionistas... Aunque la
CCI haya intervenido muy pronto en las ciudades de la siderurgia
denunciando a los sindicatos y llamando a los obreros a organizarse y
a extender la lucha, rechazó todo papel de vanguardia para si
mismo, fiel a sus tendencias consejistas. La CCI rehusó
canalizar la aspiración de los .obreros a favor de una marcha
a París hacia una meta práctica, prefiriendo decirle a
los obreros que se organicen "ellos mismos". En ciertas
ocasiones, la CCI ha logrado superar ese titubeo como por ejemplo en
Dunkerque en donde los militantes de la CCI ayudaron a los obreros a
transformar una reunión sindical en asamblea de masa. Pero eso
fue hecho empíricamente sin ir mas lejos que sus concepciones
espontaneístas y consejistas. La CCI, en su "viraje
práctico" va a terminar en el oportunismo y no en una
practica coherente de intervención puesto que le falta toda
comprensión de la conciencia y del papel de la vanguardia
comunista..."
(…)¿Qué dice la CWO
sobre la situación política y social en Francia? En el
numero 10 de Revolutionary Perspectives, cuando las elecciones
le 1978 en FRANCIA, leíamos que la CWO constataba (al igual
que el mundo entero) que "la iniciativa está del lado
de la clase dominante" y que existe una paz social relativa
en Francia desde hace cinco años. En el número 15, en
octubre de 1979, la CWO vuelve a citar ese extracto, añadiendo
: "Desde ese entonces, nos complace informarles que la
situación ha cambiado". ¡Gracias por la
noticia! Ver una realidad cuando salta a la vista no es una base para
la intervención.
La intervención
no se prepara agitándose a destiempo para darse importancia
sino afinando a tiempo sus análisis políticos. No es
cosa fácil, sobre todo en reuniones íntimas como las de
la CWO pero tampoco para cualquier organización
revolucionaria. Sin embargo, a pesar de la dificultad de captar todos
los matices de una realidad en movimiento, desde antes de las
elecciones de Marzo de 1978, la CCI (en la Revista Internacional no
13) llamó la atención sobre el hecho de que las
condiciones del reflujo estaban comenzando a agotarse y que
sobresaltos de combatividad obrera contenida por mucho tiempo, se
estaban preparando (lo cual iba a revelarse justo con las huelgas de
la primavera de 1978 en Alemania, en los Estados Unidos, en Italia y
en Francia). De esta perspectiva trazada por la CCI que nos ha
permitido estar vigilantes y reconocer la importancia de los primeros
signos de lucha y estar presentes, de este análisis que luego
nos ha permitido poner en guardia a la clase obrera contra el peligro
de la izquierda en la oposición, la CWO no ha dicho nada, y
con razón: pequeña polémica obliga. Contentarse
con comprobar una situación es sin duda mejor que la actitud
de otros grupos revolucionarios que se niegan a reconocer el auge de
las luchas, pero no es suficiente para orientarse rápidamente
ante surgimientos bruscos. (…)
Pero ¿en qué
análisis genial se basa la CWO para poder decir, de lo alto de
su cátedra, de que el 23 de Marzo estaba de antemano condenado
a ser un fracaso? ¿Cuál era realmente la situación?
La
combatividad obrera estalló en Longwy con la movilización
general de los obreros siderúrgicos contra los despidos, con
el ataque de la comisaría de la policía, la destrucción
de los expedientes en la sede patronal, una situación de lucha
abierta que los sindicatos no lograban contener y que por lo tanto
denunciaron, la agitación se extiende a Denain y a toda la
siderurgia. Además, en París, varias huelgas estallan
contra despidos, contra la austeridad y las condiciones de trabajo;
en la televisión francesa (SFP), en los bancos, las compañías
de seguros, en los PTT. ¿ Qué hacer en esa situación
cargada de potencialidades, en ese contexto de crisis? ¿
Contentarse con hablar de manera abstracta de la necesidad de
generalizar la huelga, abandonar, su carácter regional y de
categoría ? Los obreros, mismos, pensaron en concretizar
esa idea de extensión de la lucha y comenzaron a hablar de una
marcha a París, París, en donde el fulminante social ha
sido siempre más eficaz, como lo demuestra toda la historia
del movimiento obrero en Francia. ¿ Como no apoyar esa
necesidad de ir a Paris que expresaron y reivindicaron los obreros de
las zonas en lucha ?¿Porqué "los sindicatos se
opusieron .a ese proyecto obrero durante más de un mes
posponiendo cada día su realización ? ¿ No era
acaso que tenían la esperanza de poder anularlo completamente
o, por lo menos, desarmarlo ?
Pero aún antes de haber
fijado la fecha de finales de marzo (suficientemente tarde para
permitir un condicionamiento ideológico de los obreros), los
sindicatos estaban haciendo ya incansablemente su trabajo de zapa.
Utilizaban la táctica de la división sindical para
quebrar toda tendencia hacia la unidad de los obreros; la CGT
(sindicato PC) se encargaba de la “organización”
de la marcha para sabotearla mejor desde dentro mientras que la CFDT
proclamaba muy fuerte que rechazaba las “jornadas nacionales
asfixiantes”.
Al principio, nadie podía afirmar
con certeza de cómo se podría ampliar o reforzar la
manifestación del 23 de Marzo. Todo dependía de las
potencialidades de las luchas que se desarrollaban en ese momento.
Diez días antes de la manifestación, era todavía
posible que la marcha se convirtiera en catalizador concreto de la
voluntad de extender las luchas y de unir los siderúrgicos y
los obreros en huelga en París, hacer que la marcha desbordara
a los sindicatos. Pero si los revolucionarios sintieron esa
potencialidad, (es decir aquellos que no creen que todo está
condenado a fracasar de antemano), la burguesía y su ejército
sindical lo sintieron también. Los sindicatos pusieron mucho
empeño y muchos días antes del 23 de Marzo, pusieron
fin a todas las huelgas de la región de París. Una por
una todas las luchas se fueron apagando bajo una presión
sindical fuera de lo común. De todas maneras, es evidente que
la fecha tardía de la manifestación había sido
escogida por los sindicatos para aplicar esa táctica.
Habíamos
distribuido panfletos a los huelguistas, llamándolos a la
marcha, a la unidad en la lucha, al desborde sindical. Pero la
presión de la burguesía venció esta primera
tentativa de expresión de la combatividad obrera. Ya en las
ciudades del norte, los obreros desconfiaban con razón de la
CGT que lo había encuadrado todo. Al mismo tiempo que decíamos
que no había que dejar venir a delegaciones sindicales, que
los obreros tenían que venir en masa, lo cual constituía
la única posibilidad de salvar la marcha, nos dábamos
cuenta que la delegación de Denain por ejemplo, iba a ser
mucho más reducida de lo qué se hubiera podido
creer.
¿Qué hacer? ¿Seguir lanzados como si
nada? ¡ Claro que no !. En los días antes del 23 de
Marzo, la CCI preparó un panfleto para la manifestación
que decía que únicamente el desborde sindical podía
dar a la marcha su verdadero contenido, el que los obreros habían
esperado (…)
¡Pero cuidado! La CWO hubiera hecho
diferentemente. Nos da la lección: primero, hubiéramos
debido "canalizar la marcha hacia un objetivo práctico"
en vez de “decir a los obreros que se organicen por sí
mismos”. ¿Qué significa exactamente
"canalizar la marcha nosotros mismos"? “...Antes
de la manifestación, la CCI hubiera debido intervenir para
denunciar la manifestación como maniobra para matar la
lucha”...¿Desde el principio de Febrero, o sólo
después de que la CGT cogiera el tren en marcha y hubiera
saboteado las huelgas de París? La CWO no se digna aclaramos
estos pequeños detalles. No parece comprender que un
movimiento de clase es rápido y las relaciones de fuerza entre
las clases hay que captarlas constantemente en el terreno. Pero "la
CCI hubiera debido llamar a otra alternativa para la marcha: ir a las
fábricas de París y llamar a huelgas de solidaridad".
Llamamos a la solidaridad en las empresas de París. Pero para
la CWO, según nos parece la manifestación estaba
condenada a fracasar de antemano. ¿Había que
denunciarla y proponer otra? (¿En donde? ¿Por la
televisión? ¿sacando la liebre del sombrero? ¿Y
durante esa manifestación alternativa, ir a otras fabricas?
¿Cuáles? ninguna estaba en huelga en ese momento").
La CWO debería ponerse de acuerdo: o bien una manifestación
está condenada a fracasar de antemano y entonces si acaso se
denuncia pero no se inventan ideas sobre la posibilidad de
"desviarla", o bien una manifestación contiene una
potencialidad importante y entonces no se denuncia.
Con respecto a
una manifestación "alternativa", esa idea es tan
absurda como la de un grupo de obreros de Longwy que nos pidió
que los alojáramos en París si venían 3,000.
Suponer que hubiéramos podido ofrecer tal alternativa hoy es
revolotear por las nubes de la retórica, es creerse en período
casi insurreccional. La cuestión no era imaginar lo imposible
con papel y tinta, sino realizar todo lo que era posible en la
práctica. (...)
Sin embargo, a pesar de un sabotaje de lo
más refinado, de lo más sistemático, a pesar de
un cordón sindical de 3,000 “gorilas” del PC para
encuadrar a los obreros, a pesar de la dispersión de los
obreros más combativos desde que llegaron a las afueras de
París, a pesar de la dispersión "manu militari"
por las calles vecinas de la Plaza de la Opera, el 23 de Marzo no fue
una manifestación paseo como las siniestras del 1° de
Mayo. El 23 de Marzo, la combatividad obrera, al no poder encontrar
por donde expresarse, estalló en una pelea en donde centenares
de obreros se enfrentaron al cordón sindical. Pero allí
también la CWO tiene una versión muy suya de la verdad:
"seguir a esos obreros sin reflexionar en un combate futil
con los CRS/CGT era un acto desesperado". (...)
Necesitamos
acaso precisar que nuestros camaradas no buscaron la pelea sino que
se defendieron contra los ataques de los CRS como los demás
obreros y con ellos. Retrocedieron con los manifestantes hasta la
dispersión completa de la concentración continuando a
distribuir panfletos y a discutir. La CCI no ha exaltado nunca la
violencia en si, ni hoy, ni mañana, sino al contrario, como
así lo atestiguan los textos que publicamos sobre el período
de transición (…)
Dijimos que la marcha a París
ofrecía una ocasión de concretar la necesidad y la
posibilidad de la generalización de las luchas, una ocasión
para mostrar la fuerza real de la clase obrera. Que esa potencialidad
no haya podido realizarse no es culpa nuestra. Aunque hayamos tomado
la palabra para tratar de lanzar la idea de un mitin, la rapidez del
ataque de la policía, conjuntamente con la dispersión
organizada por los sindicatos no permitió que los miles de
proletarios que “no se dispersaban" hicieran un
mitin.
El que la manifestación del 23 de Marzo no haya dado
más que lo que los sindicatos querían, no significa en
absoluto que no haya tenido ninguna potencialidad. A pesar de todo el
sabotaje previo, a pesar de haber sido cuando ya no había más
huelgas en la región parisina, hubiera podido ser diferente
como lo demostró unos días más tarde el
desbordamiento de la manifestación de Dunkerque en donde el
mitin sindical que debía ponerle fin se transformó en
asamblea obrera, donde muchos obreros denunciaron a los sindicatos.
Con la lógica de la CWO, los revolucionarios no hubieran
debido participar en esa manifestación puesto que estaba
todavía más encuadrada por los sindicatos y que era, en
cierto modo, más "artificial" que la del 23 de
Marzo; en ese caso se hubieran privado de una intervención
importante y relativamente eficaz, como se privó el PCI que
tenía un análisis semejante al de la CWO.
Después
de la marcha, la CCI difundió en todas las fábricas en
donde intervenimos regularmente un panfleto analizando el éxito
del sabotaje sindical. Se decía que la lección
principal de esa lucha, en donde los sindicatos aparecieron
claramente como defensores de la policía contra la ira de los
obreros, es que no le queda más solución a la clase
obrera que desbordar a los sindicatos.
En la intervención
de la organización durante todo ese periodo agitado por las
luchas de los obreros siderúrgicos en Francia, la CWO no ve
más que la "culminación de una larga serie de
capitulaciones políticas de la CCI" (…) Nada
de lo que hizo la CCI puede justificar la acusación de
"capitulación política". La CCI se portó
fiel a sus principios y con una orientación coherente. La
agitación es un arma difícil de manejar y se aprende en
el terreno. No pretendemos que cada uno de los siete panfletos que
distribuimos en seis semanas sea una obra de arte, pero en las
críticas de la CWO, nada en absoluto puede probar que nos
hayan apartado de nuestros principios(…)
No pretendemos
tener respuesta para todo, no más que la CWO que, en un asalto
de realismo, confiesa que "no tiene una claridad total sobre
esas cuestiones". Pero sobre las cuestiones planteadas más
arriba, (“¿Debemos ayudar a grupos de obreros sin
trabajo? ¿Debemos ayudar a los nuevos obreros? ¿Debemos
asistir a reuniones internacionales de obreros igual si aun hay una
influencia sindical?” ), la CCI ha respondido sí, en
la práctica (ver el comité de desempleados de Angers,
la huelga de Rotterdam, la reunión internacional de
estibadores en Barcelona). Apoyando siempre toda tendencia hacia la
autoorganizacion de la clase obrera, debemos saber cómo
orientarla, qué peligros hay que evitar, cómo
contribuir en ese esfuerzo. Y para eso sólo se puede contar
con los principios, y los aportes de la experiencia.
En ese
sentido, afirmamos la necesidad de dar nuestro apoyo a todas las
luchas del proletariado en un terreno de clase. Apoyamos las
reivindicaciones que los obreros deciden por sí mismos, a
condición de que sean conformes a los intereses de la clase
obrera. Rechazamos el juego izquierdista (los sindicatos y la
izquierda piden 20 Céntimos, entonces los izquierdistas
proponen 25 céntimos) así como la idea absurda del PCI
de hacer "cuadernos de reivindicaciones" en lugar de los
obreros.
El mayor obstáculo ante las luchas obreras hoy en
día son los sindicatos. En un período de auge de
luchas, nos esforzamos en denunciar a los sindicatos no sólo
de manera general abstracta sino sobre todo concretamente, en
la lucha, demostrar en lo cotidiano su sabotaje de la combatividad
obrera.
Lo principal de toda lucha obrera hoy es su empuje hacia
la extensión: más allá de las categorías,
las regiones y las naciones, la unidad de la lucha obrera contra la
descomposición del sistema capitalista en crisis. Una lucha
que se deja aislar va hacia un fracaso. Una sola cosa hace retroceder
al capital, la unidad y la generalización de las luchas. En
eso, la situación presente se distingue de la del siglo
pasado, cuando la duración de una lucha era un factor esencial
de su éxito: frente a una patronal mucho más dispersa
que hoy, el detener la producción durante un período
largo podía crear pérdidas económicas
catastróficas para la empresa y constituía por lo tanto
un medio eficaz de presión. Hoy en día, en cambio,
existe una solidaridad del capital nacional, de la cual se encarga
principalmente el Estado, permitiendo a una empresa que aguante más
tiempo (sobre todo en un período de sobreproducción y
de reservas excedentes). Por eso, una lucha que se eterniza corre
muchos riesgos de perder por causa de las dificultades económicas
que provoca para los huelguistas y el cansancio que acaba por ganar.
Es por eso que a los sindicatos no les molesta mucho presentarse como
muy combativos y declarar ! aguantaremos el tiempo que sea necesario!
" : saben muy bien que a la larga, la lucha se agotará.
En cambio, no es por casualidad si sabotean todo esfuerzo de
generalización: lo que teme por encima de todo la burguesía,
es tener que enfrentarse a un movimiento no sólo de tal o cual
categoría de la clase obrera, sino que tiende a generalizarse
a toda la clase obrera, poniendo en la palestra a dos clases
antagónicas y no a un grupo de obreros contra un patrón.
En ese caso la burguesía corre el riesgo de verse paralizada
tanto económica como políticamente, y es por eso que
una de las armas de la lucha es la tendencia a su extensión
aun cuando ésta no se realice de un golpe. La burguesía
teme mucho más a los huelguistas que van de fábrica en
fábrica para tratar de convencer a sus camaradas de unirse a
la lucha, que a huelguistas que se encierran en su fábrica
aunque tengan la voluntad de aguantar dos meses.
Es por esa razón
y porque prefigura los combates revolucionarios que mañana
abrasaran a toda la clase obrera, que la generalización de las
luchas es la consigna permanente de la intervención de los
revolucionarios hoy.
Para poder luchar fuera y contra los
sindicatos, la clase obrera se organiza de manera vacilante al
principio, pero deja ya entrever los primeros signos de la tendencia
hacia la autoorganización del proletariado (ver la huelga de
Rotterdam en Septiembre de 1979). Apoyamos con todas nuestras fuerzas
las experiencias que enriquecen la conciencia de clase respecto a ese
punto capital.
Respecto a los obreros más combativos,
apoyamos su agrupamiento, no para que constituyan nuevos sindicatos,
ni para que se pierdan en un apoliticismo estéril por falta de
confianza en si mismos, sino en grupos obreros, comités de
acción, colectivos, coordinaciones, etc..., lugares en donde
los obreros se encuentran, abiertos a todos los obreros para discutir
sobre las cuestiones fundamentales ante la clase. Sin caer en un
entusiasmo exagerado y sin farolear, afirmamos que la efervescencia
en la clase obrera se anuncia ya en las minorías combativas
que contribuyen al desarrollo de la conciencia de clase, no tanto por
los individuos a que estos grupos conciernen directamente en un
momento dado, sino por el hilo histórico que reanuda la clase
al abrir la discusión y la confrontación en su
seno.
Sobre cuestiones como la manifestación del 23 de
Marzo, debemos afirmar que no existen recetas preparadas de antemano
y válidas para cualquier caso. Mañana, habrá
otras múltiples manifestaciones de la combatividad obrera que
concentrarán nuestra atención porque serán
reveladoras de la fuerza del proletariado. Al igual que toda la
clase, los revolucionarios se encuentran ante una labor de gran
importancia: definir perspectivas, tomando en cuenta una situación
precisa, saber cuando hay que pasar de la denuncia general a la
denuncia concreta demostrada por hechos, cuando hay que pasar a un
ritmo superior, evaluar el nivel real de la lucha, definir en cada
etapa los fines inmediatos con respecto a la perspectiva
revolucionaria.
No somos más que un puñado de
militantes revolucionarios en el mundo; no hay que ilusionarse
respecto a la influencia directa de los revolucionarios hoy en día,
ni sobre la dificultad que tendrá la clase obrera para
reapropiarse el marxismo. En ese torbellino de explosiones de lucha,
en esta obra "de la conciencia, de la voluntad, de la pasión,
de la imaginación que es la lucha proletaria", los
revolucionarios no podrán jugar un papel más que "si
no han desaprendido a seguir aprendiendo".
JA/MC/JL/CG
1 Para toda la parte que sigue, remitimos al lector a nuestro comunicado y nuestra intervención a todo lo largo de este movimiento (boletín 19). Por otro lado, algunos elementos concretos a los que nos referimos, pueden encontrarse consultando los sitios de Internet.
2 Por ejemplo, tuvimos conocimiento de un volante–balance distribuido en el Correo del Louvre a fines de Abril, ya mencionado en nuestro boletín.
3 Podemos enviar, a solicitud de los lectores interesados, la versión íntegra de este artículo de la Revista Internacional 20 en fotocopia.
4 Son palabras de un militante de la CCI durante una reciente RP cuando intentamos hacerle admitir que había mucho que ganar si permanecía abierta y a la escucha de los grupos del campo proletario en el período actual, con mayor razón respecto a la crisis organizativa que llevó a nuestra exclusión en marzo del 2002.
Fracción interna de la CCI - Boletín 20