Nuestra crítica a los actuales desarrollos teórico-políticos de la CCI versa sobre dos aspectos:
- El método especulativo-idealista que gana cada vez más terreno en el análisis;
- Los resultados que se desprenden de ese análisis, que tienden cada vez más abiertamente hacia posturas oportunistas.
Estos dos aspectos se muestran ya no solamente en los documentos internos, sino también en las tomas de posición públicas de la CCI, como en el caso del artículo sobre el conflicto India-Pakistán de la
Revista Internacional 110.
Hay que notar, sin embargo que, tanto en lo que respecta al método, como al análisis, existe todavía una especie de "mezcla" con el método y las posturas que la CCI había defendido anteriormente, una lucha entre dos métodos y posiciones. Lo que vemos es que la nueva "tendencia" en el análisis gana cada vez más terreno, de manera que el carácter revolucionario se siente más hueco, como meras frases sin sustento (se requiere la revolución mundial de la clase obrera para evitar el apocalipsis) mientras que la postura "de fondo", concreta, hace cada vez más concesiones a la ideología dominante.
Es esta mezcla la base para que la actual mayoría de la CCI pueda decir que las posiciones de la CCI no han cambiado, y también la base de las dificultades para la crítica, pues constantemente hay que estar mostrando la coexistencia de las dos posiciones, y que se trata de una tendencia dentro del análisis.
En esta situación, se están creando las condiciones para que ocurra un cambio de postura más abierto y radical en la CCI, el cual podría venir ante algún acontecimiento de importancia histórica, frente al cual la organización se va a encontrar completamente desarmada teóricamente.
El método especulativo idealista de la CCI actual
El método especulativo se enuncia, si bien no en forma pura, pero sí explícitamente en este artículo, desde el inicio:
"Aparentemente nada aproxima a los dos acontecimientos, geográficamente muy alejados y que se sitúan en dos planos geopolíticos completamente diferentes. Para comprender las raíces comúnes de estos dos acontecimientos, hay que deshacerse de una visión fotográfica del mundo, fragmentaria y despedazada, consistene en analizar cada fenómeno en sí, separadamente. Solamente el método marxista que procede de una visión histórica global, dialéctica, dinámica, vinculando entre sí las diferentes manifestaciones de los mecanismos del capitalismo puede darle una unidad y coherencia, es decir integrar estos dos acontecimientos en un marco común.
La amenaza de una guerra nuclear entre India y Pakistán por una parte y el alza de la extrema derecha de otra, reenvían a la misma realidad, están ligados a un mismo mundo. Son manifestaciones del mismo atolladero del modo de producción capitalista. Ponen claramente en evidencia que el capitalismo no tiene ningún porvenir que ofrecer a la humanidad. Ilustran, bajo formas diferentes, la realidad de la fase presente de descomposición del capitalismo caracterizado por una putrefacción de la sociedad y que amenaza la existencia misma de ésta (Revista internacional 110)
Por un lado, se llama a no considerar los acontecimientos de manera estática como una fotografía, sino de manera histórica, dialéctica, dinámica y en sus diversas relaciones. Este es el aspecto que refleja un esfuerzo de análisis marxista. Sin embargo, en el mismo párrafo se encuentra ya la oposición a este método, pues de lo que se trata a final de cuentas es de
integrar los acontecimientos en un marco común, es decir tomarlos únicamente como otras tantas manifestaciones, ilustraciones, o formas de ese marco común, de esa misma realidad, la
fase presente de descomposición del capitalismo.
Es decir, no se trata de analizar la historia del desarrollo de los acontecimientos y su interrelación- para trazar las perspectivas de estos; sino por el contrario, partir de un marco ya definido, es decir, de un esquema, para acomodar todo acontecimiento dentro de ese marco o esquema. En el primer caso la teoría se acomoda al desarrollo histórico de los hechos reales; en el segundo caso los hechos reales se cortan a la medida de la teoría ya elaborada de una vez y para siempre. Es la misma crítica que ya hicimos sobre el método especulativo (véase boletín de la fracción Nº 3 sobre las nuevas concepciones de la militancia en el interior de la CCI,
el método especulativo en la CCI, y nuestras diferentes tomas de posición sobre la situación internacional en nuestros boletines).
Y nuevamente la especulación conduce a las verdades absolutas generales que no nos acercan ni un pelo a la explicación de las cosas: La amenaza de guerra nuclear entre India y Pakistán y el alza de la extrema derecha
nos envían a la misma realidad, están ligados al mismo mundo. Lo cual por supuesto es innegable. Y, otra más: estos acontecimientos son manifestaciones de ...
la misma fase actual del capitalismo. ¿Podría ser de otro modo?
De esta manera se establece la relación entre los acontecimientos, a un nivel sumamente general: la relación consiste en que ambos son reales, suceden en el planeta Tierra, al mismo tiempo, y son parte de la fase actual del capitalismo ...
Con ello ya no se requiere un rigor en el análisis para trazar las relaciones más concretas y en adelante se puede decir lo que se quiera para acomodar los acontecimientos dentro del "marco".
Así, los artículos de la actual CCI sobre la situación internacional tienden a sustituir el análisis concreto de la crisis, la lucha de clases, las relaciones imperialistas, por el uso indiscriminado de la "determinación general" de la "descomposición", como justificación ideológica de su deriva...
Pero el método marxista se ha desarrollado no solamente en oposición a la especulación idealista y a los sistemas filosóficos "cerrados" como ya lo hemos planteado ("El método especulativo en la CCI", Boletín de la fracción nº3), sino también en oposición a la tendencia de las llamadas ciencias sociales a las generalizaciones arbitrarias como medio de justificación ideológica. Marx, por ejemplo, critica cómo los economistas, para justificar la eternidad de las relaciones de producción específicamente capitalistas, extraen los rasgos comúnes de la producción de todas las etapas históricas y así formulan "leyes humanas universales", a lo que Marx responde:
"todos los estadios de la producción tienen caracteres comúnes que el pensamiento fija como determinaciones generales, pero las llamadas condiciones generales de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no permieten comprender ningún nivel histórico concreto de la producción" (C. Marx.-
Elementos fundamentales para la crítica de la economía política Grundrisse. Introducción I.-Producción, consumo, distribución, cambio).
Las grandes potencias como factores de paz
"Desde el mes de mayo, se han ido acumulando los nubarrones de la tor- menta de una guerra nuclear total entre India y Pakistán (...) El conflicto actual entre esos dos países, (
) no es el primero, especialmente a causa de Cachemira, que ya ha conocido varias centenas de miles de muertos, pero nunca antes la amenaza de usar el arma nuclear había sido tan seria. Pakistán, en inferioridad, .(
) 'había anunciado claramente que frente a un enemigo superior, estaba dispuesto a lanzar un ataque nuclear' (The Guardian, 23 mayo de 2002). India, por su parte, intenta deliberadamente arrastrar al enfrentamiento militar abierto. El objetivo de Pakistán es, en efecto, desestabilizar Cachemira y hacer que esta región caiga de su lado, a través de guerrillas y grupos infiltrados. India, por su parte, tiene el mayor interés en atajar ese proceso mediante un enfrentamiento directo.
"Por eso les ha entrado una verdadera inquietud a las burguesías de los países desarrollados, la norteamericana y la británica en primer término, de encontrarse ante una catástrofe que podría producir millones de muertos. Y, (
) se ha necesitado todo el peso de Estados Unidos enviando al secretario de estado de Defensa, Donald Rumsfeld, a Karachi e interviniendo Bush directamente ante los dirigentes indios y pakistaníes, para que bajara la tensión." (Rint 110).
El punto de vista del artículo es el de la existencia de un
conflicto entre dos países que amenaza con derivar en una guerra nuclear sobre el cual
"les ha entrado una verdadera inquietud a las burguesías de los países desarrollados, de encontrarse ante una catástrofe que podría producir millones de muertos", y por ello hacen todo lo posible para
"bajar la tensión". Presentadas así las cosas pareciera que el surgimiento y desarrollo de tal conflicto ha estado al margen, ha sido independiente de las grandes potencias.
De entrada, en cuanto al método, queda de lado la afirmación que se hacía más arriba según la cual se trata de buscar las "relaciones" de las diferentes manifestaciones del capitalismo: Aquí se trata del "conflicto entre dos países" y no de las relaciones entre todos los países, y en particular de la influencia e intervención que han podido tener las grandes potencias en
este conflicto
actual. Las potencias aparecen aquí solamente "después", cuando el conflicto está en su apogeo, y además solamente con la supuesta buena intención de "bajar la tensión".
Políticamente, hay pues, también de entrada, una
concesión a la ideología dominante que se expresa a través de los medios de información, los cuales explican precisamente de este modo la situación: como un amenazante conflicto entre dos países irresponsables de segundo orden, en el cual las grandes potencias intervienen para reducir la tensión, solucionar el conflicto y evitar una catástrofe humana. Aquí ya no son las grandes potencias las que atizan la guerra imperialista, sino por el contrario son éstas las que buscan eivtarla.
Es cierto que a renglón seguido el artículo vuelve sobre la historia del conflicto y habla de la relación que ha tenido con el conflicto entre los bloques URSS-EU (y en particular cómo las grandes potencias llevaron el armamentismo atómico a la región). Aquí nuestra crítica no puede contentarse con mostrar la coexistencia de dos perspectivas diferentes: hasta antes del derrumbe de los bloques el conflicto indo-pakistaní estaría determinado por las grandes potencias; posteriormente estaría determinado por la disputa territorial entre India y Pakistán. Si bien ya desde aquí se puede notar el absurdo de que con tal de acomodar el conflicto regional al "marco de la descomposición", se abstraen las relaciones imperialistas, la actuación de las grandes potencias. Pero eso es justamente lo que trata de demostrar el artículo: que en la presente etapa lo que domina es el "cada uno para sí", que las grandes potencias ya no "controlan" los conflictos regionales, y que por eso el mundo va al caos. Así que la crítica debe enfocarse, nuevamente en la cuestión del "cada uno para sí". Y precisamente la India nos dá elementos de reflexión sobre ello:
"Las grandes potencias, EE.UU en cabeza, están hoy sin lugar a dudas muy inquietas ante la posibilidad de que estalle una guerra nuclear entre India y Pakistán, pero no es evidentemente por razones humanitarias, ni mucho menos. (Notemos de paso que se tiene que negar el humanitarismo de la burguesía porque apenas unos párrafos más arriba el artículo daba a entender precisametne que las burguesías de los países desarrollados se preocupaban por la muerte de millones de personas que resultaría de una guerra nuclear.)
La preocupación que tienen es, ante todo, impedir que se produzca una nueva etapa en la agravación de la tendencia de "cada uno para sí" que hoy impera en el planeta desde que se hundió en bloque del Este y la desaparición tras él del que fue su rival del Oeste. Durante el periodo de guerra fría que siguió a la Segunda Guerra mundial, las rivalidades entre Estados estaban bajo el control de la necesaria disciplina de bloques y reguladas por esa disciplina. Ni siquiera un país como India que intentaba ir por su cuenta y sacar partido a la vez del potencial militar del Este y de la tecnología del Oeste, tenía campo libre para imponerse como gendarme del Sureste asiático. Hoy los Estados dan rienda suelta a sus ambiciones.
Aquí hay un segundo desliz hacia el oportunismo (el primero fue decir que mientras las potencias de segundo orden tienden a la guerra, las grandes potencias por el contrario tratan de "reducir las tensiones"; lo cual es ya el germen de una toma de partido a favor de alguna de éstas: la más racional, la que está por la paz y la estabilidad, aunque aquí todavía no se puede desarrollar esta cuestión). Este segundo desliz consiste en plantear que la política de las grandes potencias no está determinada por sus apetitos imperialistas, sino por su "preocupación por impedir que se agrave el 'cada uno para sí'".
¿El cada uno para sí es propio de la fase de descomposición?
Pero lo más interesante desde el punto de vista del análisis histórico es que el artículo reconoce
implícitamente (no claramente, pues a propósito utiliza términos diferentes para referirse a un mismo fenómeno) que el "
cada uno para sí"
no es una característica particular del periodo de descomposición, sino que existe desde antes, y coexiste con la tendencia a formar alianzas y bloques. Hay países como la India que durante el periodo de los bloques han intentado "ir por su cuenta", como dice el artículo han "tratado de hacerle al caballero solitario" (aunque no llama a esto
cada uno para sí)
(1). Esto vale también para otros países como China. Estos "caballeros solitarios" han intentado crear sus propios bloques, para caer final y necesariamente del lado de uno de los dos bloques ya formados dirigidos por las dos grandes potencias de ese tiempo. Lo que se demuestra con el caso de la India es pues:
Primero, que el
cada uno para sí ha existido antes de la fase de descomposición (no es lo propio de ésta), sino es solamente un aspecto más del juego imperialista;
Segundo, que el "
cada uno para sí" no niega la tendencia a las alianzas y los bloques, sino que ambos fenómenos son momentos de una misma dinámica en las relaciones imperialistas, la cual conduce a la guerra imperialista
(2).
El artículo de la
Revista Internacional 110 hace una completa abstracción de la intervención desde dentro del conflicto e influencia de las grandes potencias, la cual sigue existiendo a pesar de que hayan desaparecido los bloques. Hace también una completa abstracción del hecho de que cada país grande o pequeño al jugar su propia carta no tiene más remedio que buscar apoyo y alianzas en otros países en particular en los mayores, ya sea por razones geoestratégicas (por ejemplo aliarse con países vecinos para evitar ser atacado por la espalda); por razones económico-militares (necesidad de proveerse de materias primas y material de guerra); por razones políticas (tener la anuencia del padrino para sus propias aventuras imperialistas)
Todos los acontecimientos recientes se explican como un conflicto o antagonismo entre los dos países provocado no por la intervención de las grandes potencias, y en primer lugar de los Estados Unidos, sino por las dificultades o imposibilidad de éstas para intervenir y controlar a esos países:
"Puede uno darse cuenta de la intensidad alcanzada por el antagonismo entre esas dos potencias nucleares de segundo orden por las propias dificultades de EE.UU para imponer su voluntad en la región.
Y, nuevamente, hay que marcar
la pendiente por la que se dirige esta postura :
justificar la intervención de las grandes potencias para bajar las tensiones, evitar la guerra nuclear, mantener el orden en oposición al caos, evitar millones de muertos, etc, etc.
La Fracción, por el contrario, debe recordar que con la desaparición de los bloques la CCI comenzó a hablar del
cada uno para sí como una tendencia que resaltaba ante dicha desaparición,
pero que ésta se analizaba a la par con una contratendencia: la tendencia a la formación de un nuevo juego de bloques; constantemente hacíamos un balance entre estas dos tendencias.
La contradicción entre dos posiciones en el interior de la CCI
De hecho, si volvemos sobre la evolución del análisis de la situación internacional a partir del derrumbe del bloque del Este, tal como ha sido desarrollado por la CCI a través de sus publicaciones (particularmente de la Revista Internacional) encontramos una constante oscilación entre dos posturas:
La primera, considera que la reconstitución de un nuevo juego de bloques imperialistas está imposibilitada por el caos y la descomposición sociales. En este escenario el capitalismo se encaminaría a la destrucción de la humanidad vía todos los fenómenos de la descomposición, lo que incluye una serie de guerras regionales fuera de control, pero la perspectiva de una nueva guerra mundial queda borrada, al no poder constituirse nuevos bloques:
La agravación de la crisis mundial conduce obligatoriamente a la agudización de las rivalidades imperialistas. Por eso, el aumento y la agravación de los enfrentamientos militares entre ellos están ya a la orden del día. En cambio, la reconstitución de una estructura económica, política y militar que agrupe a esos diferentes Estados supone que exista entre ellos una disciplina que la descomposición hará cada día más problemática. Por ello, este fenómeno (...) puede, al impedir que vuelva a formarse un nuevos sistema de bloques, no solo alejar (...) sino incluso hacer que desaparezca definitivamente la perspectiva de guerra mundial (
Revista Internacional 62, 3er trimestre 1990.
La descomposición fase última de la decadencia del capitalismo. Tesis 5)
La segunda, por el contrario, considera constantemente el desarrollo de los conflictos imperialistas como una tendencia hacia la polarización y de allí que reconozca la permanencia de una tendencia hacia la creación de nuevos bloques:
La agravación de la crisis mundial (...) va a provocar necesariamente una nueva agudización de las contradicciones internas de la burguesía (...) Estas contradicciones (...) van a manifestarse en el plano de los antagonismos guerreros (...) lo que cambia en relación al periodo anterior, es que estos antagonismos militares no toman ya en la actualidad la forma de una confrontación entre dos grades bloques imperialistas (...) la desaparición de las dos constelaciones imperialistas (...) conlleva la tendencia a la reconstitución de dos nuevos bloques: un bloque dominado por Estados Unidos y otro dominado por un nuevo líder, papel para el cual Alemania estaría mejor colocada. Pero tal perspectiva no es por ahora de actualidad ... (
Revista Internacional 63, 4º trimestre 1990.
La guerra en la descomposición del capitalismo. Tesis 5-6).
Es decir que, al principio, el análisis contemplaba la existencia de estas dos tendencias como perspectivas "abiertas", que solamente el desarrollo mismo de los acontecimientos podría zanjar. Sin embargo, en la CCI actual, en la "nueva" CCI, la visión que considera como excluyentes a estas dos tendencias, la visión que hace desaparecer como por arte de magia, en aras del esquema, la segunda tendencia a la reconstitución de bloques imperialistas, es ahora dominante.
Detrás de esta novedad se esconde el desarrollo de una postura oportunista. Esta postura se ha introducido poco a poco: Primero se consideraba que la tendencia natural o histórica era la formación a plazo de nuevos bloques (incluso se discutía sobre los candidatos a encabezarlos; sobre todo las posibilidades de una alianza de Alemania con alguna otra gran potencia como forma de enfrentar el superpoderío americano). Posteriormente esta preocupación se abandonó y se empezó a desarrollar la idea de que la tendencia al
cada uno para sí empezaba a predominar sobre la tendencia a las alianzas y bloques, renviando la formación de los bloques al futuro incierto y nebuloso donde van cada vez más las posiciones de base de la CCI. Finalmente sólo quedó el
cada uno para sí, hasta el grado alcanzado hoy en el artículo de la
Revista Internacional, donde al parecer incluso en las grandes potencias ya no existe la tendencia (antes considerada natural, obligada) a formar alianzas y un nuevo juego de bloques:
Ya sean grandes potencias como Alemania, Francia o Gran Bretaña, ya sean potencias regionales como Rusia, China, India e incluso Pakistán, todas se ven abocadas a lanzarse a mutuo degüello en peleas cada vez más destructoras. Y de ello es una ilustración patente el actual conflicto entre India y Pakistán, que, junto a la posguerra en Afganistán, es el ojo del huracán.
En una situación general semejante, de caos y de "cada uno para sí", provocada en primer término por las tensiones crecientes entre grandes potencias, la hipocresía de éstas ha aparecido una vez más ante el mundo. (
Revista internacional 110).
Acá hay un cambio de postura, aunque a primera vista parezca lo mismo que la CCI decía hace un tiempo.
Se culpa a las grandes potencias de provocar el caos y el cada uno para sí. Pero nótese esto: para no caer en un contrasentido con lo que se acaba de decir unas líneas arriba, respecto a que Estados Unidos está tratando de reducir la tensión se nombra a: Alemania, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y hasta India y Pakistán como responsables ... ¡pero no a los Estados Unidos! Los Estados Unidos aparecen como la única potencia que está en contra del caos y del cada uno para sí. Hay que mantener en la memoria esta premisa, para ligarlo con lo que viene al final del artículo. La novedad es que ahora la tendencia a formar alianzas y a la creación de nuevos bloques ha desaparecido también de la política de las mayores potencias imperialistas. Ahora también éstas se lanzan en la vóragine del caos y el cada uno para sí. Y así, nos encaminamos a una visión que considera que las burguesías incluso la de las grandes potencias- se lanzan cada vez más a aventuras irracionales y dementes, sin objetivo, sin alianzas, sin medir las consecuencias... y donde la única contratendencia a esa demencia e irracionalidad resulta ser... la burguesía de los Estados Unidos...
Pero todavía no terminamos con la responsabilidad de las burguesías de los países desarrollados.
"Expresando la inquietud de las burguesías "civilizadas" ante la posibilidad de estallido de un conflicto nuclear, sus medios de comunicación señalan con el dedo al presidente pakistaní, Musharraf, y al primer ministro indio, Vajpayee, tildándolos de irresponsables (
) ¡Es como el cerdo llamando cochino al burro! ¿Serían las grandes potencias "responsables"? Sin duda, sí, responsables de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra mundial, responsables de la proliferación espantosa de armas nucleares durante toda la Guerra fría, responsables de su acumulación so pretexto de que la 'disuasión nuclear', el 'equilibrio del terror' (!) serían la mejor garantía de paz. Y son hoy esos países desarrollados los que siguen poseyendo los depósitos más importantes de armas de destrucción masiva, incluidas las nucleares." (idem)
¡Y eso es todo ! Se recuerda que las grandes potencias (¿no fueron más bien y en primer lugar los EU ?) han utilizado las armas atómicas, y que éstas potencias
en el periodo de la guerra fría llevaron a cabo la proliferación y acumulación de armamentos atómicos (¿no debería decir también que la política imperialista de las grandes potencias fue la que permitió o condujo directamente a que potencias menores se armaran hasta los dientes con artefactos de todo tipo atómicos, biológicos o convencionales- ?). Y recuerda también que éstas grandes potencias siguen detentando los mayores stocks de armas. Sin embargo, se detiene aquí, sin intentar avanzar ¿cuál sería la responsabilidad actual de la burguesía en el presente conflicto indo-pakistaní?. Como si ésta no existiera.
Como el artículo establece
a priori que se trata del cada uno para sí, solamente se trata entonces de un conflicto entre dos países fuera de control en la que las grandes potencias no tienen injerencia (si no es para tratar de bajar la tensión). ¡De lo contrario ya no se trataría del cada uno para sí, sino de otro episodio de los conflictos imperialistas que pueden conducir a una realinación de los países en alianzas y bloques! De allí que la responsabilidad de las grandes potencias solamente pueda atribuirse a sus acciones
pasadas (la segunda guerra, la acumulación de armas durante la guerra fría); y de allí, por tanto, que la denuncia a éstas sólo pueda ser de carácter
moral.
En la última parte, el artículo vuelve al conflicto en sí (las campañas ideológicas de la burguesía india y pakistaní). De aquí planea sobre la utilización del nacionalismo por parte de la burguesía en general, vuelve sobre cómo las grandes potencias han atizado sus campañas nacionalistas, raciales, etc. durante las guerras y periodos pasados, y termina diciendo que:
"desde 1989, en nombre de lo "humanitario", los dirigentes de las grandes potencias han permitido que se multiplicaran las "limpiezas étnicas" y han atizado los odios religiosos y raciales que han llevado a tantas regiones del planeta a una sucesión de guerras y de carnicerías" (idem).
Nuevamente, el lenguaje, es parecido al que la CCI usaba antes. Pero tiende ya a un cambio de postura. Las potencias no han ocasionado directamente las limpiezas étnicas, solamente han permitido que se multiplicaran. Han atizado los odios que conducen a las guerras, pero no han hecho estallar dichas guerras. En lugar de destapar los intereses imperialistas no solamente de los países menores, sino de las grandes potencias que están en primer lugar detrás de esas limpiezas étncias y odios raciales solamente aparece una condena moral por
permitir o atizar éstas.
¿Y el proletariado?
"Localmente, en Asia del Sureste, la clase obrera no da muestras de una combatividad capaz de hacer cesar una guerra. Internacionalmente, la clase obrera está en un estado momentáneo de impotencia frente a un capitalismo que se desgarra, con el peligro de ver millones de cadáveres en unos cuantos minutos por los suelos de una región del planeta " (idem)
. Últimamente también la CCI actual nos había dicho que actualmente la clase obrera no tenía nada que hacer tampoco en Argentina.
¿Cuál es la conclusión natural, lógica, que se desprende de toda la argumentación del artículo de la
Revista Internacional?
Existe un peligro de guerra nuclear entre dos países de segundo orden, India y Pakistán, quienes han decidido irse por su lado.
La clase obrera es impotente actualmente, tanto a nivel local como internacional.
Solamente las grandes potencias, y en primer lugar los Estados Unidos, hacen esfuerzos, aunque no del todo suficientes, para bajar las tensiones y evitar la guerra.
Pues, todo esto, en forma natural, lógica, abre la puerta para que llegada la ocasión oportuna- se empiece a llamar o exigir a las burguesías de las grandes potencias que, en lugar de permitir o atizar los odios y masacres, actúen más resueltamente para reducir las tensiones y detengan el caos...
La frase con que termina el artículo es solamente una hoja de parra para ocultar la peligrosa pendiente por la que se encamina actualmente la CCI:
"Y sin embargo la única fuerza histórica capaz de parar el carro incontrolable y destructor del capitalismo en plena descomposición sigue siendo el proletariado internacional y, sobre todo, el de los países centrales del capitalismo. Éste, mediante del desarrollo de sus luchas por la defensa de sus propios intereses, podrá mostrar a los obreros del subcontinente asiático y de otras zonas del mundo que existe una alternativa de clase al nacionalismo, al odio religioso y racial, a la guerra. Es pues una enorme responsabilidad la que incumbe al proletariado de los países centrales del capitalismo. No debe éste perder de vista que al defender sus intereses de clase también posee entre sus manos el porvenir de la humanidad." (idem).
Es el mismo truco que ya denunciamos en nuestro artículo sobre la situación internacional (véase boletínes Nº9 y 11). Una vez que se ha declarado que
actualmente el proletariado es impotente, y la única fuerza social que
actualmente hace algo para detener la guerra nuclear son las burguesías de los países desarrollados, se termina con el consuelo de que históricamente el proletariado sigue siendo la única fuerza capaz, de que tiene una pesada responsabilidad, etc. ... no hay ningún llamado concreto, ni a la clase ni a los revolucionarios... Lo que nos vuelve a recordar las bellas resoluciones de la segunda internacional en vísperas de la guerra.
Septiembre 2002.