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La editorial Smolny acaba de publicar en libro una traducción francesa de la revista Komunist publicada a comienzos de 1918 por la “primera oposición de izquierda” en el partido bolchevique. El principal acto de esta efímera oposición, llamada “comunista de izquierda” y cuyo dirigente más conocido fue Bujarin, fue el de oponerse a la firma del tratado de paz de Brest-Litovsk entre la Rusia soviética y el imperialismo alemán. La publicación de estos textos tendría sólo un interés “histórico” secundario, un interés de “curiosidad”, si su objetivo verdadero no diera lugar, en su “presentación”, a un ataque apenas velado contra la revolución rusa de octubre de 1917 y contra el partido bolchevique.
En efecto, la corta introducción realizada por los editores y sobre todo el prefacio -a pesar de haber sido redactado por camaradas con quienes militamos durante décadas en la CCI-, retoman por su cuenta, después de más de 90 años, las posiciones de Komunist y en particular su oposición a la paz de Brest-Litovsk. Peor aún, ¡introducen la idea de que habría un lazo, una continuidad, entre esta oposición de principios de 1918 con las oposiciones y fracciones de izquierda que lucharon posteriormente contra la contrarrevolución y la stalinización de los partidos comunistas!
Con raras excepciones, hace mucho tiempo que la paz firmada en Brest-Litovsk no había sido cuestionada por personas que se reclaman del comunismo. ¿Cómo se puede afirmar hoy que en enero-febrero de 1918, mientras la oleada revolucionaria internacional se encontraba en sus inicios y la guerra mundial proseguía, que “más valía ser derrotado como la Comuna de París que participar en una corrupción del poder desnaturalizando el socialismo y la revolución” (Prefacio)? El único mérito del libro es el de reproducir el artículo de Lenin Sobre la frase revolucionaria, que critica las declamaciones estruendosas, pero vacías de sentido práctico, sobre la guerra revolucionaria pronunciadas por los “comunistas de izquierda” en un momento en que ni siquiera había ya ejército debido a las deserciones masivas.
Desafortunadamente los autores del prefacio no se contentan con retomar la posición “izquierdista e infantil” de Bujarin y compañía sobre Brest-Litovsk. Al caracterizar desde enero de 1918, apenas dos meses después de la insurrección de octubre, a la revolución como “una revolución socialista confiscada”, pretenden que “desde la insurrección [el partido bolchevique] sustituyó progresivamente a los soviets asumiendo el poder en su lugar”. Aún peor, afirman que “el partido bolchevique abandonó progresivamente el desarrollo de la revolución internacional en provecho de la defensa del bastión ruso, para terminar adoptando la teoría del socialismo en un sólo país”.
¡Es una ignominia política! La tesis según la cual Stalin es la continuidad de Lenin es una de las mayores mentiras utilizada por la burguesía para atacar la idea misma del comunismo y desnaturalizar la revolución rusa de octubre de 1917. ¿Cómo han podido los autores deslizarse del terreno de la “frase revolucionaria” hasta, al parecer, el abandono de la posición fundamental de la Izquierda comunista sobre el carácter proletario de la revolución de octubre, aportando así su aprobación y participación a las campañas burguesas actuales contra el comunismo?
¿Tendrán la fuerza y el valor políticos para reconocer su gran error y deslindarse de este prefacio, o terminarán uniéndose, en los combates de clases que están ante nosotros, a las hordas de “pensadores” a sueldo de la burguesía?
La FICI, 24 de diciembre de 2011.
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